Agotada la primera añada de La Casa de la Seda
- La compañía valenciana se siente respaldada por la gran aceptación que ha tenido la primera añada de La Casa de la Seda, criado en la Bodega Histórica de Murviedro en pleno barrio medieval de Requena
Se
presentó a principios del verano y Bodegas Murviedro ha tenido que
colgar el cartel de “no hay botellas” de su tinto La Casa de la
Seda, un monovarietal de Bobal de cepas viejas que dan menos de un
kilo de uva cada una.
Toda
la cosecha sale de la finca El Ardal, 8 hectáreas de viñedo de
cepas casi centenarias plantadas en 1923 que estuvieron a punto de
ser arrancadas por su escasa producción. Bodegas Murviedro adquirió
y rescató este patrimonio enológico que trabaja con métodos de
viticultura ecológica y biodinámica de manera artesanal, bajo la
dirección técnica de Juan José Muñoz.
Para
Marc Grin, su director general, “esta zona es tierra de grandes
tintos y la Bobal es la uva autóctona. Ya con las primeras pruebas
de vinificación vimos que teníamos entre nuestras manos un vino
importante”.
La
Casa de la Seda de 2016 tiene un precioso color púrpura, propio de
la Bobal. Domina su aroma varietal a frutas negras y a frutillos
silvestres, con recuerdos a plantas aromáticas, violetas y especias
como el azafrán. En el paladar es de cuerpo medio, amable, con
taninos sedosos, un punto goloso, con presencia de fruta madura,
equilibrado con su excelente acidez, sensación fresca y mineral. No
es de extrañar el éxito conseguido.
Mientras
tanto, la añada de 2017 está haciendo su crianza en tres tipos de
depósitos tradicionales, que lo afinan sin enmascarar su fruta y su
terruño. El vino reposa casi a partes iguales en un fudre de roble
francés, en tinaja de barro de 37 arrobas de capacidad y en un
depósito de hormigón de forma ovoide, en la misma Bodega Histórica
de Murviedro de La Villa de Requena, lugar donde también se producía
y urdía el valioso hilo de seda natural, en cuyos tejidos se inspira
su etiqueta.
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