Jesús Cintora destapa en EL PRECIO DE LA VERDAD las verdades incómodas que se esconden tras la desinformación y la propaganda

Ediciones B. 352 páginas

Tapa blanda con solapas: 21,90€ Electrónico: 10,99€


El periodista Jesús Cintora nos relata en EL PRECIO DE LA VERDAD cómo funcionan los medios desde dentro, los peligros de la desInformación, los poderes ocultos tras la polarización que vivimos y las razones de por qué la ciudadanía tiene que estar más atenta que nunca.


La comunicación está cada vez más presente en nuestras vidas. Estar pegados a un teléfono, en conTacto con contenidos de redes sociales, de medios digitales o correos electrónicos absorbe cada vez más tiempo en nuestro día a día. Circula la información, pero también la desinformación. Cada vez hay más padres preocupados por estos hábitos de los más jóVenes de la casa, pero también los propios mayores consumimos cada vez más este tipo de contenidos.


Detrás de las informaciones y desinformaciones puede haber intereses. Las empresas tecnológicas van adquiriendo peso en virtud del algoritmo que determina los contenidos que consumimos. Cada vez les dedicamos más tiempo, que redunda en ingresos publicitarios para estas compañías. Nuestros datos son también cada vez más accesibles y son materia sensible. No podemos vivir ajenos a todo lo que mueVen los sistemas tecnológicos de información y enTretenimiento global. Son la gran revolución a la que asistimos.


Jesús Cintora aborda en su nuevo libro esta nueva realidad, además de contar su amplia experiencia en el mundo de la televisión, de la radio, de los periódicos o de la literatura. Cintora trata anécdotas, historias vividas en los medios, además de temas más serios como la preparación de programas, la responsabilidad de los periodistas, el papel que juegan los espectadores, la veracidad, los bulos, la polarización o la importancia de adquirir un pensamiento y criterio propios .


CÓMO FUNCIONAN LOS MEDIOS


¿Quién decide qué temas se publican en un me­dio de comunicación? ¿En qué orden se presentan los temas? ¿Cómo llega el dinero a los medios y qué in­fluencia tiene en las noticias que se dan? Mucha gen­te imagina oscuros complots en los que un director comprado se levanta un día por la mañana y se pone a maniobrar para hacerle el juego a los suyos y macha­car a la competencia. La realidad no es tan así. Aquí, el periodista Jesús Cintora desgrana el funcionamiento interno de los medios, algo imprescindible que cual­quier ciudadano debería entender. Pero no se queda en una mera exposición: analiza de forma crítica dón­de estamos, por qué, y mira hacia dónde deberíamos ir. Él, además, puede hablar con la libertad del que tie­ne las manos sin atar


¿Quién marca la agenda mediática y cómo influye en la sociedad?

«Hay una decadencia periodística que dedica ho­ras y portadas a cruces de declaraciones estériles entre políticos, por ejemplo, y deja en un segundo lugar los asuntos de enorme trascendencia, como el precio de la vivienda, la sanidad, la educación pú­blica o el futuro de nuestros jóvenes. No digo que todo el periodismo padezca esta enfermedad. Pero esta epidemia se ha extendido. [...] El periodismo es contar lo que pasa. Y como cada día pasan tantí­simas cosas en el mundo, la misión del periodista es, entre otras labores, elegir qué va a tratar. ¿Qué fórmula debe aplicarse para seleccionar? Sin duda, tener criterio. ¿Y en qué consiste este? En priorizar lo que más afecta a la ciudadanía. El sentido co­mún es el mejor de los sentidos para poder elegir qué camino tomar en el periodismo. Lógicamen­te, esto afecta más a quienes deciden la elección de las noticias. No tiene la misma responsabilidad un director que un redactor. Además, por encima de esa dirección están los intereses de unos jefes, y eso también influye en que el medio se decante por ciertos asuntos. No hay conspiraciones diarias en las que cada director decide en función de cómo mueve sus hilos. Sí hay, demasiadas veces, miedo a incomodar, la desidia de no salirse del carril, falta de olfato, de imaginación o absoluto desapego con la realidad de la calle».


«Particularmente, he de confesar que gran parte de los problemas que he tenido como periodista me han venido por la elección de temas. He sido visto como un profesional inconveniente o peligroso por poner determinados asuntos encima de la mesa de un programa. Ir por libre puede molestar mucho. Desde arriba, pueden actuar contra ti. Desde abajo, hasta es posible que se normalice que te “castiguen” por ser crítico».


«La polarización es una cortina de humo para no resolver problemas, mientras nos tienen distraí­dos con enfrentamientos. La utilización política por parte de algunos actores presentes en los medios de comunicación busca también situaciones polariza­das. No interesa tanto contar lo que pasa como arri­mar el ascua a la sardina del que manda. Esto hace que se busquen enfrentamientos para reformar una determinada posición frente a otra, que puede estar en minoría en una mesa de debate. Otro aspecto es la retroalimentación. Los polos opuestos se atraen».


PERIODISMO EN LA POSVERDAD


Vivimos un tiempo en el que los bulos y la desin­formación recorren los medios y las redes sociales a un ritmo mucho más veloz que las noticias trabajadas y contrastadas. Estos, además, trascienden al mundo virtual y tienen impacto en la realidad. Cintora aborda los porqués de este fenómeno. Considera que el mejor antídoto es saber cómo funcionan y reivindica el oficio del periodista comprometido con valores deontológi­cos como mejor forma de ilustrar a la ciudadanía.


«Las noticias falsas se difunden más rápido y llegan a más gente que las verdaderas, según una investigación del Instituto de Tecnología de Massa­chusetts (MIT), que analizó 126.000 informaciones durante más de una década. Este estudio analizó la difusión de noticias en las redes sociales y cons­tató que los bulos se retuitean, de media, un 70 por ciento más que la información auténtica. De hecho, el contenido verídico tarda seis veces más en pro­pagarse por Twitter. Las fake news se difunden más rápidamente porque llaman más la atención, des­piertan mayor interés, parecen más novedosas, ani­man más a compartirlas, despiertan más emociones de sorpresa, de alegría, de tristeza o de indignación. Generan más curiosidad».

«Hay medios que esparcen estas falsedades en varios países del mundo, incluido España. Reciben financiación de gobiernos, de empresas importan­tes, de lobbies… Difunden el odio y, además, lo hacen «El odio en la red y las manipulaciones son ele­mentos para extender la desinformación y están creando opinión pública, influyendo en los go­biernos y, por lo tanto, en decisiones que afectan a nuestras vidas. Trabajé en una época en la que Iñaki Gabilondo marcaba un estado de opinión a primera hora de la mañana. Hoy en día, puede hacerlo Twi­tter. Y en esta red, ahora llamada X, puede hacerse a partir de bulos esparcidos con intereses espurios. Gozan del consentimiento de plataformas digitales. Y ojo: son técnicas empleadas ya en elecciones o que han desembocado en confrontaciones cívicas, graves enfrentamientos, estados de excepción o golpes de Estado».


«El periodista político, económico o cultural está cada vez menos solicitado o puede tener mayores problemas. Le auguro un mayor éxito si usted se hace “mocatriz” o “mocatroz”. Sin desmerecer a pro­fesionales del mundo de la farándula que tienen un enorme talento. No me refiero a ellos. Hablo de que tenemos inflación de personajes sin oficio, pero sí ju­goso beneficio, que han ido inundando las pantallas contando sus chismes, haciendo karaokes, insultan­do, inventándose cotilleos o, simplemente, por ha­berse ganado la simpatía de determinados jefes. Por el contrario, se menosprecia el trabajo de quienes tienen formación y compromiso con la investigación y la información de asuntos con trascendencia para la sociedad en lo que afecta a su economía, sus ser­vicios públicos, su cultura, su futuro…».


«A mí me preguntan a menudo por qué hay lis­tas negras de periodistas o por qué a algunos se nos veta. Esto está muy relacionado porque hay una pandemia de bulos, de desinformación y propagan­da. Hay poderes políticos y económicos que no quie­ren que se cuente la verdad a la ciudadanía o que el periodista esté para servir a la ciudadanía, sino para servir a sus intereses. Eso está ocurriendo y cada vez más. La propaganda es una amenaza para la infor­mación y la veracidad. Hay quien desde el poder po­lítico o económico no quieren periodistas, sino que quieren soldados, quieren propagandistas».


«Debe haber entretenimiento, pero también in­formación y, en esto último se ha ido recortando. So­bre todo, en contenidos de calado crítico. En cuan­to al dinero de todos, toca referirse precisamente a cómo los medios, por ejemplo, los públicos, han ido dedicando cada vez más espacio a determinados programas de entretenimiento, mientras se ha ido recortando en espacios de información y actualidad, donde hay reflexiones críticas sobre lo que acontece en el mundo en el que vivimos. Así, se logra un ob­jetivo claro: se evitan problemas con los poderosos, que pueden quejarse por los contenidos, y la gente está distraída con asuntos que no les hacen pensar demasiado. Es mejor no criticar mucho a los que mandan. Es más cómodo entretener que informar, porque trae menos problemas a los de arriba».


SOBRE LA POLÍTICA DE HOY


«Lo que ocurre en los medios está muy relacio­nado con la realidad política. La teatralización ha ido ganando terreno a la importancia de la gestión. Que hablen de uno es más importante que lo que gestione. Con frecuencia, nos tienen entretenidos con que si la culpa es de una u otra formación polí­tica y, entretanto, no se entra al fondo del asunto y no se resuelve. Nuestra cotidianeidad está plagada de esos problemas eternos, al tiempo que tienen a la gente enfrentada. [...] Hay algo evidente. Polari­zar o lanzar consignas con la intención de dártelo masticado y que no pienses mucho por ti mismo es algo que existe a izquierda, derecha, centro y sus ex­tremos del tablero ideológico. El primer síntoma de sectarismo sería decir que es cosa de una sola sen­sibilidad política».


EXPERIENCIAS PERSONALES



Jesús Cintora destapa en este libro sus etapas en distintos medios, donde ha vivido desde la censura, al aprendizaje o anécdotas con algunos de los periodis­tas y políticos más destacados de España.

Cintora revela cómo lo censuraron en la televisión pública. Cuenta lo que vivió y cómo en TVE. El perio­dista también se atreve a contarle al lector quiénes son algunos de los personajes que mueven los hilos del poder mediático y político en nuestro país. Los en­juagues entre política y medios aparecen en esta obra de una forma sobrecogedora.


Cintora pone luz donde otros siguen esforzándose cada día por mantener el statu quo. Además, da gran importancia a la formación del periodista, al periodis­mo local y al servicio ciudadano como esencia del ofi­cio. Por último, rinde homenaje a su amigo David Be­riain, compañero de universidad asesinado mientras cumplía su labor de informar.


Sobre el autor


JESÚS CINTORA es periodista, presentador de televisión y radio, escritor, conferenciante… En la tele­visión ha presentado programas como Las mañanas de Cuatro, Cintora a pie de calle y La línea roja (Cuatro, Mediaset); Carretera y manta (La Sexta, Atresmedia) y Las cosas claras (TVE). En la radio ha trabajado en la Cadena SER (1996-2011), donde empezó haciendo prácticas y más tarde coordinó el tramo informativo de Hoy por hoy, con Iñaki Gabilondo, o dirigió los noti­ciarios Matinal, Hora 14 y Hora 25 fin de semana. Tam­bién fue miembro de la redacción que inició las emi­siones digitales de Radio Marca. Cintora tiene cientos de miles de seguidores en YouTube, Facebook, Insta­gram, X y TikTok, y ha pronunciado conferencias a lo largo y ancho de España. Es licenciado en Comunica­ción por la Universidad de Navarra en 1999. Además, ha publicado los libros No quieren que lo sepas, La conjura, Conspiraciones y El precio de la verdad 



 

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