LA SOGA DE CRISTAL, de Elia Barceló, desvela misterios y secretos familiares con una apasionante investigación en el balneario de Santa Rita


Rocaeditorial. 456 páginas

Tapa dura con sobrecubierta: 22,90€ Electrónico: 10,99€


Después de Muerte en Santa Rita y Amores que matan, Elia Barceló presenta LA SOGA DE CRISTAL: un nuevo caso que, esta vez, esconde guiños a clásicos del suspense como Patricia Highsmith y Daphne du Maurier. Una novela narrada con una prosa exquisita.


El otoño llega a Santa Rita entre sombras del pasado y misterios del presente. Todo está listo para celebrar el Día de Difuntos, pero este año la muerte ronda más cerca que nunca. El descubrimiento de una soga colgada de un árbol y los oscuros secretos familiares que guarda Sofía O’Rourke, la anciana escritora y dueña de la finca, impulsan la investigación de Greta, su sobrina, para reconstruir la historia de los Montagut-O’Rourke a base de polvo­rientos papeles y tumbas olvidadas. Al mismo tiempo, la inspectora Lola Galindo, una de las últimas personas que ha entra­do a vivir en Santa Rita, investiga la desaparición del líder de Los mensajeros de Ishtar, una secta que tiene su sede central muy cerca de allí.


Los casos del presente y del pasado se unen a otras piezas que van surgiendo para configurar un misterioso puzle: una extraña secta, una calavera, un osario, las ruinas de un bello invernadero olvidado, muertes, pesadillas… y, ¿por qué no?, presencias fantasmales.


Con una prosa muy cuidada, Elia Barceló construye un universo único que atrapa al lec­tor combinando magistralmente una investigación policial, una trama familiar que guarda terribles secretos y el día a día de los inquilinos de una casa, Santa Rita, con tanta persona­lidad que se convierte en uno más de los protagonistas de la novela. Se trata de un antiguo balneario y sanatorio con más de ciento cincuenta años de existencia que, con las luces y las sombras de su historia, pone de relieve que los tiempos cambian, pero la maldad y las pulsiones humanas permanecen.


Para el público lector de Muerte en Santa Rita y Amores que matan una continuación de la trama global y un paso más en la historia del antiguo balneario y la familia fundadora. Para quienes no lo conozcan, una buena forma de introducirse en el mundo de Santa Rita y llegar a conocer y amar a sus gentes.


SANTA RITA, SOMBRAS EN EL PASADO Y EN EL PRESENTE


En Santa Rita viven unas cuarenta personas de todas las edades apoyándose unos a otros y trabajando juntos, en un concepto de comunidad cordial. Los lectores y lectoras se reencuentran con un lugar que ya conocen y en el que se sienten como en casa, en una mansión en la costa alicantina que huele, según los momentos, a chocolate con churros, a paella de conejo, a rosas o a buganvillas. Pero al mismo tiempo, Santa Rita esconde turbios secretos, unos ya revelados en las novelas anteriores, otros aún por descubrir. En un tiempo fue también manicomio de mujeres; hay un osario y tumbas olvidadas, y cuando se en­cuentran las ruinas de un antiguo invernadero y una soga colgando de un ficus centenario, sabemos que vamos a adentrarnos en un nuevo misterio.


«… Se distinguía entre las frondas un armazón también de hierro, que debió de apo­yarse en las columnas que poco a poco iban descubriendo, y surgían como apariciones fantasmales entre la vegetación. El suelo estaba cubierto de cristales rotos que crujían bajo sus pasos, ya medio enterrados por capas y capas de hojas muertas y flores marchitas».

«Robles, a lo largo de sus años en la policía, había visto unos cuantos suicidios por ahorcamiento y aquella soga con su borde desflecado, cortado a toda prisa, parecía in­dicar que tiempo atrás, del dogal parcialmente desaparecido había colgado el cuerpo de una persona».


Santa Rita no existe en el mundo real, ni tampoco Benalfaro, el pueblo junto al que se encuentra, pero es fácil imaginarlo como una mezcla de Elche, Santa Pola y Alicante. Elia Barceló aprovecha la trama para presentarnos con detalle y con cariño su propia tierra.


«Los atardeceres son rosados, de color coral, rayados de nubes largas a poniente en todos los matices del gris y del blanco. A veces se levanta el Xaloc y barre las hojas ya débiles que apenas se sostienen en los árboles, aunque los pinos y los cipreses siguen firmes, moteando de oscuro el paisaje».


UN NOIR MEDITERRÁNEO QUE FINGE SER UN THRILLER AMABLE


Bajo la apariencia de un thriller amable, La soga de cristal es una novela de suspense que confronta al lector con los peores crímenes que pueden llegar a cometer los seres hu­manos movidos por el deseo de poder, la ambición, la lujuria… Elia Barceló ha vuelto a escribir una novela redonda en la que todas las piezas de los misterios del pasado y las investigaciones actuales encajan a la perfección y funcionan con la precisión de un mecanismo de relojería.


Ascen, una de los habitantes de Santa Rita, descubre que Laia, su nieta, ha ingresado por su propia voluntad en una secta que tiene su sede en la costa, muy cerca de allí. Poco después, la inspectora Lola Galindo comienza la investigación de la desaparición del líder de esa misma secta. En paralelo, y a raíz del descubrimiento de la soga, los secretos y misterios del pasado de Santa Rita se irán combinando con los asesinatos y enigmas del presente, creando ecos en la mente del lector.


Sofía, la escritora de novelas de misterio y románticas, matriarca de Santa Rita, guarda los secretos de su familia que se adivinan cada vez más sombríos. Su sobrina, Greta, se empeña en descubrirlos con la ayuda de Robles, un excomisario jubilado, y los demás per­sonajes de Santa Rita.


EL PAPEL DE LAS MUJERES Y DE LAS CREENCIAS


En este otoño en Santa Rita, antiguos y nuevos personajes componen un relato que habla del tiempo, de la religión y, sobre todo, de las mujeres. Como en toda la obra de Bar­celó, uno de los aspectos centrales de la novela es la crítica social y la visibilización de las mujeres de todas las edades y de sus problemas específicos.


«Los folletines literarios tienen éxito porque representan la vida como es, y hablan de los problemas que tienen y han tenido sobre todo las mujeres... Embarazos no deseados, abortos clandestinos, hijos que no son del esposo oficial, mujeres muertas de resultas de una paliza del marido, violaciones en la cama conyugal, abusos infantiles por parte de un padre, un tío, un abuelo».


Y si hablas:


«Nadie te va a creer nunca».

«Ahora sabe que ella no era la única, que la mayor parte de sus amigas y compañeras han tenido experiencias de ese tipo con curas, con profesores, con padres de otras niñas, con desconocidos en el autobús, en el tren, en una verbena... Se consideraba normal que los hombres lo intentaran y que las mujeres se resistieran».

«Los hombres no aguantan que las mujeres tengamos nuestra vida y nuestras opi­niones, que ya no nos dejemos pisar como siempre».


La religión es otro tema que La soga de cristal aborda, en concreto nos habla de los abu­sos y del ansia de poder de algunas personas que se aprovechan de las creencias de otras, ya sean líderes de sectas actuales o sacerdotes del pasado. Así, nos encontramos con per­sonajes como Salva, un antiguo sacerdote que ahora es seglar y vive en Santa Rita; Jacinto, que fue capellán del balneario hace cien años, o Tom, el líder de Los mensajeros de Ishtar, una secta en la que cada adepto parece tener algún poder o don especial.


UNA OBRA QUE, CON UNA PROSA EXQUISITA, FUNCIONA

COMO UN MECANISMO DE RELOJERÍA


Elia Barceló conoce perfectamente el arte de la Literatura, no en vano fue durante mu­chos años profesora de Estudios Hispánicos en la Universidad de Innsbruck y ha sido ga­lardonada con numerosos premios. Su estilo, muy cuidado, consigue que el lector se sumerja en los paisajes, y disfrute de las comidas, los perfumes y los atardeceres del otoño de Santa Rita. Su personaje, Sofía O’Rourke, en cierto modo su alter ego, reflexiona sobre la escritura y los mecanismos que hacen funcionar un buen thriller.


«Una historia no puede contarse de golpe, toda seguida… La persona que la escucha o la lee tiene que ganársela, tiene que querer saber, tiene que quedarse en blanco de vez en cuando».

«...después de dejar dormir un texto, viene la parte de pulido, de artesanía, de deta­lle… ya sabes, quitar de aquí y de allá… un adjetivo, una frase… poner un adverbio, susti­tuir una palabra por otra que, de pronto, aunque diga lo mismo, explota en la mente del lector en lugar de pasarle por encima de puntillas».


Si en Muerte en Santa Rita, Elia Barceló quiso hacer un homenaje al misterio clásico de Agatha Christie, y en Amores que matan al inspector Colombo de la famosa serie de televi­sión de los años setenta, en La Soga de Cristal aparecen guiños al personaje de Ripley de Patricia Highsmith y a las intrigas psicológicas que transcurren en mansiones con fantas­mas, como la de Rebeca, de Daphne du Maurier. La trama, perfectamente planificada, se va desplegando poco a poco hasta atrapar to­talmente al lector que siente como si conociera Santa Rita y a sus personajes desde siem­pre; casi como si fueran reales.


«—No sé cómo lo hacen los policías de las películas, que siempre están en marcha. Yo, a estas horas, estoy que me caigo.

Es que tú eres real».


UN OTOÑO METAFÓRICO Y FANTASMAL


Después de la primavera y el verano en las dos novelas anteriores, La soga de cristal nos presenta Santa Rita en otoño. Un otoño que, además de quedar retratado con maestría, constituye una etapa clave para muchos de sus habitantes: Ascen, Robles, Salva, Candy, Sofía especialmente… Todos ellos se encuentran en el otoño de sus vidas, reflexionan sobre ellas, sobre los fantasmas de sus respectivos pasados y se preparan para un futuro que adivinan más frío y oscuro que el presente.

Elia Barceló describe de forma exquisita la costa mediterránea en otoño:


«… la naturaleza empieza a cerrarse sobre sí misma, a darnos de lado, porque se aca­ba la vida y empieza el periodo de descanso. Los flamencos de color de rosa abandonan las salinas y vuelan hacia aguas más cálidas, las higueras comienzan a perder las hojas, las ramas de los granados, oscuras y retorcidas, casi desnudas ya, se destacan como pintadas sobre un cielo tan azul que hace daño a la vista».


El otoño es también la época en la que se celebra el Día de Difuntos, Halloween, y no es casual que La soga de cristal comience con esta celebración. Es un momento en el que los fantasmas pueden comunicarse con los vivos y volver para pedir cuentas. Las pesadillas y los malos sueños persiguen a Sofía y al más pequeño de la casa, Sergio; también una vieja calavera y el osario de Santa Rita ganan un protagonismo especial.


«Es la época en la que todos los pueblos sitúan el momento en que entra en contacto el mundo de los vivos con el de los muertos. En otras tierras, la niebla permite creer en la existencia de los espectros que vuelven a agradecer, a solicitar o a vengarse. En el Mediterráneo, los fantasmas, si vienen, vienen del mar, y muy rara vez, porque las playas están desiertas por la noche y nadie quiere oír su llamada voraz ni les tiene el miedo que corresponde».


QUIÉN ES QUIÉN EN LA SOGA DE CRISTAL


En La soga de Cristal el lector se reencuentra con la comunidad –variopinta y entraña­ble– que ya descubrió en Muerte en Santa Rita y Amores que matan. Ahora, unos cuantos personajes que entonces fueron clave pasan a segundo plano, mientras otros toman el re­levo, y algunos nuevos protagonizan esta tercera historia para apropiarse del corazón de los lectores. Así, volvemos a encontrarnos con Sofía O’Rourke, la dueña de Santa Rita, una escritora nonagenaria de novelas de misterio y románticas que controla todo lo que pasa en su casa y que sabe mucho más de lo que explica. Y con Greta, su sobrina, empeñada en descubrir los secretos del pasado. Además de todos los habitantes de la casona: el exinspector Ro­bles, Candy, Nel, Nines (ahora Ángela), Miguel y Merche, Salva, las chicas de la lavanda, los estudiantes… Tom, el líder de la secta Los mensajeros de Ishtar, es un hombre ambicioso y sin escrú­pulos que no duda en usar a sus acólitos de todas las formas posibles y que desaparece misteriosamente.


«…un hombre mayor, de muy buen aspecto, sano y seguro de sí mismo, que recor­daba un poco a Gandhi, pero sin bigote, con el cráneo afeitado, gafitas redondas y unos ojos que parecían taladrar al contemplador».


Lola Galindo, una inteligente inspectora de policía de Benalfaro, a la que apodan «la inspectora de hierro», que vive en Santa Rita y debe investigar la desaparición del líder de la secta y los posteriores asesinatos.


«Ella estaba acostumbrada a tratar con quinquis, con narcos, con chulos y puteros…, gente brutal, arrogante, violenta…, o con personas más educadas, de otras capas socia­les, que fingían colaborar con una investigación, pero mentían u ocultaban datos por obvias razones. La gente de Ishtar era otra cosa».


Ascen, una de las habitantes de Santa Rita, cuya nieta ingresa en Los mensajeros de Ishtar. Su determinación, inteligencia y su tumultuoso pasado hacen aún más emocionan­te el avance de la trama de la investigación.


«¡Si yo hubiese criado a Celeste como lo que era, como la hija de una emigrante espa­ñola en Suiza, que se ganaba la vida limpiando casas y oficinas! A lo mejor tendría me­nos pájaros en la cabeza, se habría dado cuenta de lo que cuesta todo y no se le habría ocurrido llevar a Laia a esa escuela de gilipollas».


Sobre la autora


Elia Barceló (Elda, Alicante, 1957). Se la considera una de las escritoras más versáti­les de la narrativa española y es una de las autoras de mayor prestigio internacional. Ha publicado más de treinta novelas, realistas, criminales, históricas..., unas para adultos y otras para jóvenes, y unos noventa relatos, en España y en el extranjero. Ha sido traducida a veintidós idiomas con gran éxito de público y crítica, consolidándose como una de las voces españolas de mayor proyección en la narrativa actual, así como un referente del fantástico y la ciencia ficción en lengua hispana. Es autora de obras que han tenido una gran acogida entre el público como, El color del silencio, El secreto del orfebre, Las largas sombras, El eco de la piel y La noche de plata, algunas de las cuales se han adaptado al cine y la televisión. Muerte en Santa Rita, Amores que matan y La soga de cristal son las tres pri­meras de un conjunto de cuatro novelas que reflejan las cuatro estaciones del año y cuatro generaciones de la familia Montagut.

Ha obtenido numerosos premios. Entre ellos, el Premio Nacional de Literatura en la modalidad de Infantil y Juvenil en 2020 por El efecto Frankenstein, cuya segunda parte, El síndrome Frankenstein, acaba de aparecer.

Durante muchos años fue profesora de Estudios Hispánicos en la Universidad de Inns­bruck, en Austria. Ahora se dedica a la escritura a tiempo completo.


 

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