Alfonso Goizueta, finalista del PLANETA 2023 con LA SANGRE DEL PADRE, el retrato definitivo sobre el lado humano de Alejandro Magno
Editorial Planeta. 608 páginas
Tapa dura con sobrecubierta: 22,90€ Electrónico: 12,99€
Alejandro Magno conquistó el imperio más poderoso del
mundo, pero la guerra más violenta la libró contra sí mismo.
La sangre del padre, Finalista del Premio Planeta 2023, es una
novela épica y colosal sobre el hombre que quiso salvar a los
pueblos de la tiranía en aras de la libertad.
El escritor e historiador Alfonso Goizueta es una nueva voz que
llega a la literatura española con una fuerza imparable. Apasionado
del mundo antiguo, el autor nos acerca al ser humano detrás
del legendario rey de Macedonia trazando una personalidad fascinante
como nunca antes se había mostrado.
Tras el asesinato de su padre, el joven Alejandro asciende al trono de Macedonia.
Acaba de heredar no solo el título, sino también el deber de salir victorioso en
la misión que le reclama su pueblo: arrebatar a los persas las tierras que una vez
fueron griegas y devolverles la libertad. Sin embargo, no puede detenerse ahí; la
sangre de reyes, de héroes, de dioses que corre por sus venas lo obliga a llevar a
cabo una empresa mucho más ambiciosa. Quiere conquistar Babilonia, Persépolis
y todas las ciudades en su camino hacia el este, hasta vencer al último rey aqueménida,
el temible Darío, y acabar con el Imperio persa para siempre. Sabe que es
su destino. Solo él puede lograrlo, solo él puede conquistar el mundo; solo él es
Alejandro Magno.
«Ese día se enfrentó a la dura realidad de que a veces los hijos derraman
lágrimas, sangre y coraje, incluso se arriesgan a la muerte inútil para
probarse dignos de sus padres, y aun así no consiguen ni siquiera una mirada
orgullosa por su parte.»
La sangre del padre, del escritor e historiador Alfonso Goizueta, es una obra arrolladora
y singular sobre Alejandro Magno, una de las figuras más importantes de
la historia. En esta novela Finalista del Premio Planeta 2023 descubriremos el lado
más genuino de un hombre que, pese a la búsqueda irrefrenable de la libertad,
acabó sucumbiendo a la tiranía implícita siempre al poder, y que supo, como ningún
otro, ser el primer impulsor de las grandes campañas de propaganda política
que, desde entonces, acompañan a los líderes.
Pero, además de su sobresaliente valía histórica, ¿qué pensaba y qué sentía el joven
monarca?, ¿podría considerarse alguien tan extraordinario como sus conquistas?
Valiéndose de la ficción, Alfonso Goizueta ha conseguido dar voz al fascinante
ser humano que pudo esconderse tras el mito, un rey que mientras extendía su
poder a otras tierras batallaba con sus propios demonios.
El protagonista de La sangre del padre es un personaje con claroscuros e infinidad
de matices: un líder victorioso que sufre con el dolor de los suyos, un hijo que
necesita la aprobación de su padre y se ve sometido a la manipulación de su madre,
un amante que se entrega rendido al amor y un fervoroso creyente decidido a
lograr en el campo de batalla lo que nadie había podido conseguir.
A lo largo de la historia —y de otras narraciones épicas— ha habido otros acercamientos
a la figura de Alejandro Magno, pero ninguno como el que asoma, inconmensurable,
en esta obra de ficción. El autor ha creado un personaje con una
gran profundidad psicológica. Como resultado, los lectores comprenderán o condenarán
sus acciones, pero siempre con la sensación de haber logrado adentrarse
en la mente del hombre más poderoso que vivió en el siglo IV antes de Cristo, un
periodo histórico conocido como el siglo de Alejandro Magno.
«Nadie sabía cuál había sido el horóscopo del glorioso Aquiles ni el del gran
Heracles, sus antepasados, pero de seguro no era tan perfecto como el suyo. Y
es que Alejandro había nacido bajo un cielo dibujado por los mismos dioses.»
UNA AVENTURA TREPIDANTE LLENA DE ACCIÓN
Y UN EXTRAORDINARIO RELATO NARRADO
CON PRECISIÓN HISTÓRICA
El autor presenta una trama adictiva, evocadora y envolvente. Por su enfoque
y estilo narrativo, La sangre del padre atraerá a una nueva generación de lectores
amantes de la acción y la aventura, ya que Alejandro Magno tuvo una vida breve
pero cargada de épica. El autor afina una tensión narrativa que mantiene de principio
a fin. Estructurado por partes, en el relato brillan los habilidosos recursos de
Alfonso Goizueta para interpretar el mundo hostil en el que habitan sus personajes.
Y esa interpretación la hace con una emotividad que tampoco defraudará a los
seguidores del género histórico, quienes celebrarán la excelente documentación y
rigor de la novela.
Alfonso Goizueta se toma únicamente algunas pequeñas licencias porque el
público se encuentra, ante todo, frente a una obra de ficción. Así, para aligerar
el viaje de Alejandro, se han reducido el número de enfrentamientos y de ciudades
en las que el conquistador y sus hombres hicieron escala, al igual que se ha
disminuido el número de miembros de su extenso cuerpo de élite, los hetairoi. De
hecho, al margen de estos detalles, la precisión histórica es una de las señas de
identidad de esta novela. Durante el proceso de investigación y escritura, el autor
ha querido alejarse de fuentes que hubiesen emitido juicios sobre la figura de Alejandro
Magno o que, transmitidas tiempo después, quedaron desvirtuadas al ser
adaptadas a los gustos de la época.
«Alejandro rompió las cadenas con las que el mito lo había mantenido preso
del pasado. Creció por encima de todos sus ancestros; fue su propio hombre,
dueño de su vida.»
La sangre del padre es una obra original con un enfoque inédito que bebe de la
tradición inaugurada por la escritora belga Marguerite Yourcenar y su maravillosa
Memorias de Adriano. «Esta novela responde a la realidad histórica, y el historiador
celoso que se aproxime a este libro encontrará que en verdad sigue rigurosamente
las fuentes en lo que a la vida y hechos de Alejandro Magno se refiere, pero no
hallará en ella al Alejandro del que tanto han escrito eruditos de todo el mundo.
En su lugar hay otro: un Alejandro que será familiar para todos los seres humanos
a los que, como a él, les abruma la vida», en palabras del autor.
LA ATMÓSFERA EVOCA UN MUNDO CONVULSO
EN EL QUE ALEJANDRO MAGNO DEJÓ UNA
HUELLA IMBORRABLE
Hechos y escenarios relacionados con la vida y las hazañas de Alejandro Magno convergen
en una novela con una atmósfera evocadora. Esta maravillosa historia narra su
expedición a Persia y la conquista de territorios lejanos a los que nunca habían llegado
los griegos, como la India. El ejército macedonio fue la máquina de guerra más poderosa
de la Antigüedad y sus grandes gestas se recrean con un nivel de detalle asombroso.
«Fueron días durísimos. Cuando soplaba la ventisca los engullía la oscuridad
y, al pasar, el frío se volvía asesino, sin que los rayos del sol calentaran. Los
soldados perdían los dedos de las manos y los pies. Muchos hombres no se
levantaban de los descansos, no podían. A esos los otros les quitaban su abrigo
y sus ropas, y se los repartían. Algunos ya estaban muertos, pero a otros los
dejaban morir. Un rastro de cadáveres, témpanos de hielo humano, quedó
esparcido por el Paropamisos, quizá como marca para el regreso.»
Los enfrentamientos con el rey Darío III de Persia y sus sátrapas, las ciudades
arrasadas y sometidas, el ambiente de tensión que se respiraba en los consejos, el
ánimo de sus soldados, las urbes que fundó y los oráculos que consultó, sus controvertidas
decisiones… Todo ello tiene reflejo en La sangre del padre. Por ejemplo,
tras tomar Persépolis, capital del imperio persa, Alejandro Magno quiso mostrar su
poder ante el mundo y ordenó incendiar la ciudad que había sido el símbolo de
la dinastía aqueménida. La poética descripción sobre este hecho es tan solo uno
de los muchos ejemplos del rotundo estilo narrativo que envuelve toda la novela.
«Al cielo se alzaron varias columnas de humo que pronto cubrirían la bóveda
celeste de Asia. Persépolis ardió, ardió durante días, y aún humeaba en la
memoria cuando llegaron a la ciudad de las siete murallas del noroeste, a
Ecbatana, capital de Media. No se veía rastro de ejército enemigo alguno, ni
de Darío ni de sus sátrapas. La regia ciudad se abrió de par en par como todas
las flores de los aqueménidas. Ya habían llegado allí las cenizas de Persépolis,
llevadas por los llorosos dioses sobre una nube de agua gris, y por ello los
ecbatanos, temerosos de sufrir la misma suerte, abrieron las puertas al paso de
los conquistadores.»
GRANDES TEMAS COMO LA LUCHA POR
EL PODER, LA FAMILIA, LA TRAICIÓN Y
LA BÚSQUEDA DE UNO MISMO
La novela transita entre el Alejandro Magno más íntimo, movido por el corazón y
el instinto, y el joven que, impulsado por un ideal y con la intención de trascender, se
convertirá en un célebre conquistador. Así, los lectores se moverán en esos dos ámbitos,
instalándose en la atmósfera interna de un personaje que se irá transformando hasta
forjar el mito y siendo testigo de sus victorias. La sangre del padre aborda temas como la
lucha por el poder, las conspiraciones palaciegas, el valor de las creencias, las relaciones
tempestuosas, el amor pasional, la lealtad y la fragilidad humana, ya que, en este último
caso, la vida y la muerte conviven con una enorme cercanía.
La ambición que muestra el rey macedonio ante sus aliados y enemigos es fruto, también,
de la honda frustración que siempre ha experimentado. Porque el protagonista,
que también ansía el refugio de una verdadera familia, nunca ha sabido qué es el amor
de un padre. Pero, convencido del éxito de su empresa, nada le frenará. Ni siquiera
sus miedos. Tampoco las conjuras contra él por haber adoptado costumbres orientales.
Cada uno de sus avances en el campo de batalla es, a su vez, una victoria sobre otro de
sus objetivos: Alejandro Magno cruzó el mundo para conquistarse a sí mismo y, a pesar
de su muerte temprana, fue un claro vencedor.
UNA FICCIÓN ARROLLADORA CON UNOS
PERSONAJES INOLVIDABLES
Alejandro Magno
Este personaje histórico fue un estratega sin igual y un político habilidoso
formado por Aristóteles. El protagonista no solo luchó en numerosas batallas sino
que continuamente tuvo que hacer frente a enemigos de todo tipo e, incluso,
sintió compasión por sus oponentes. Con apenas veinte años heredó el reino de su
padre, Filipo II de Macedonia y, tal y como narra el autor, esa sangre valiente, esa
sangre de reyes que corría por sus venas, lo lanzó a la conquista de las glorias de
Asia. Lo hizo con el ímpetu de la tradición y la de querer demostrar a los demás y a
sí mismo de lo que era capaz. Su cometido, siempre con afán de unión, supuso el
comienzo del periodo helenístico. Difundió la cultura griega, que se fusionó con
las culturas de las regiones sometidas. Su legado le sobrevivió.»
«En verdad no lo había echado en falta, pues cuando sí estaba, sus palabras iban
siempre llenas con reproches decepcionados e insultos velados por su debilidad y su
sensiblería. De niño lo hería por una hombría que no llegaba; de joven porque la que
tenía no le parecía adecuada. Ni cuando triunfaba se lo reconocía.»
«Hefestión captó en él una extraña mueca de furia. Lo comprendió. Alejandro ya
no consentía la réplica ni que sus súbditos, aunque fueran sus propios hetairoi, sus
amigos, cuestionasen sus órdenes. Algo había cambiado en su carácter, más volátil e
incendiario, especialmente cuando se hablaba de deslealtad o de desobediencia.»
Olimpia del Epiro
Esposa de Filipo y unida al oscuro hechicero egipcio Nectanebo, la madre de
Alejandro se cree descendiente del mismísimo Aquiles. Es una mujer intrigante y
manipuladora que ve en su hijo a un elegido: le anima a la conquista y, a su vez,
le obliga a mantenerse ligado a ella. A medida que Alejandro gane en confianza,
el protagonista evitará caer en su dominio. La suya es una relación de amor-odio.
«Antes de que pudiera hacer nada, su madre lo abrazó y él, confundido por lo que se
habían dicho, dolidos el rostro, el orgullo y el alma, se dejó envolver por las manos que
lo acababan de abofetear.
—Los dioses te han encomendado una misión, Alejandro. Y a ellos no puedes volverles
la espalda.
El apretó los labios y la mandíbula para retener las lágrimas.»
Hefestión
Comandante de los hetairoi, es el mejor amigo y gran consejero de Alejandro
Magno. Crecieron juntos y siempre se mantuvo a su lado en sus viajes. Hefestión
adora a Alejandro y el afecto que el conquistador le profesa está a la misma altura.
Además de amigos, son amantes.
«La suya era la imagen encarnada de los semidioses del pasado: la coraza, que le
cubría el pecho, dejaba a la vista los brazos de músculos trenzados; las piernas fuertes
se aferraban al caballo; el mentón puntiagudo clavaba el rostro atento en el horizonte
de la batalla; el alma indómita y llena de coraje destellaba a través de los ojos por la
leve ranura que dejaba el casco.»
Parmenión
Consejero fiel de Filipo, el strategos o comandante de los ejércitos macedonios,
no tiene la misma conexión con Alejandro Magno que tuvo con su padre.
Tras el asesinato del rey, formará parte de una nueva conspiración que aupará a
Alejandro. Sin embargo, el nuevo monarca no confía en este hombre, con el que
rivalizará y al que no dudará en desautorizar. Parmenión ve al joven rey demasiado
impetuoso y tratará de contenerlo.
«Tenía algo más de sesenta años, la mayoría de ellos al servicio de Macedonia. Poco
menos que había educado a Filipo. Apenas se le arremolinaba el cabello calvo en la
parte trasera del cráneo anguloso. Tenía los ojos diminutos e inteligentes, la nariz
aguileña, el mentón afilado y muy largo el cuello. A pesar de su edad, era de los
mejores jinetes del ejército y un guerrero fiero. Aún tenía la fuerza de la juventud y la
combinaba ahora con la destreza de la experiencia manida y la sabiduría de la edad.»
Clito, el Negro
Miembro de los hetairoi, su apodo se debía al color de su cabellera azabache. Su
hermana fue quien amamantó a Alejandro y eso los convirtió en hermanos de leche.
En la historia forma parte de una generación de jóvenes generales al servicio
de Filipo. Al igual que otros, se muestra receloso de la orientalización de su amigo.
«Clito sabía que el deseo de honrar a ancestros, súbditos y dioses podía a veces
confundir a los reyes y nublar su razón. Era tarea de los hombres menores, como él,
recordarles, siempre con respeto hacia sus egregias personas y con cuidado por la vida
propia, que no obtendrían victorias sin estrategia ni razonamiento lógico. Cada vez,
no quería admitirlo, entendía mejor a Parmenión.»
Barsine
La mejor amiga de Alejandro creció exiliada en la corte de Macedonia. Es una
joven bárbara que deberá huir junto a su padre por orden de Filipo. Pero el destino
les tendrá guardado un nuevo episodio juntos, algo que será mucho más trascendente
que un emotivo reencuentro.
«Se hundió en los ojos coloridos de Alejandro, haciéndose a la idea de que era la última
vez que los veía. Tantas noches en vela… El príncipe había llegado a colonizar su
mente, a volverla una esclava de su ideal. Se puso de puntillas y le dio un beso en la
frente. Alejandro sintió un escalofrío recorriéndole el cuerpo. A ese beso se le adivinaba
el deseo ardiente de unos labios; por no encontrarlos, se había sentido gélido.»
Darío III de Persia
Sobre el papel, el rey persa es el principal enemigo de los macedonios. Llegó
al poder el mismo año en que Alejandro ascendía al trono y también aupado por
las intrigas de su madre. También será víctima de las conspiraciones de los que se
suponen sus fieles aliados. Darío fue el último rey de la dinastía aqueménida. La
batalla de Issos, que enfrentó los ejércitos de Darío y Alejandro, es uno de los episodios
más emocionantes de La sangre del padre.
«Lloró, no por Darío, sino por sí mismo: sentía como si estuviese en un sueño macabro
contemplando su propio cuerpo; aquella muerte en soledad, en brazos de la traición de
sus amigos, bien podría ser la suya; lo sentía con una clarividencia heladora.»
Sisigambis
Reina madre de Persia y madre de Darío III. El devenir de la guerra contra los
griegos y la reacción de Darío ante los éxitos macedonios resentirá la relación
entre madre e hijo. Sisigambis también trata de influir en el comportamiento y la
estrategia del rey persa, a quien alecciona siempre que tiene ocasión
«Alejandro notó su tristeza. Supo que estaba pensando en la última vez que caminó
por aquellos pasillos del brazo de su hijo verdadero, que probablemente aún estaría
convencido de que iban a la victoria y de que la dinastía de los aqueménidas duraría
mil años más. Y es que aunque hubiera tomado a Alejandro como hijo, aunque se
hubiera olvidado de Darío y entregado a él, ella seguía siendo una persa cuyo mundo,
como el de todos los de su raza, se estaba viniendo abajo.»
Roxana
Seductora bárbara de la que Alejandro se enamora perdidamente nada más
verla. Roxana será la primera esposa de Alejandro. El compromiso lo celebran
algunos de sus consejeros, deseosos de que el rey pueda dar un heredero al trono,
aunque para otros, como Hefestión, será motivo de celos.
«La belleza incandescente de Roxana abrasaba los resquemores de la conciencia. Sus
ojos eran los únicos que no juzgaban y su cuerpo era el premio al triunfo total sobre
la región embrujada; a pesar de todo lo que había sufrido, del altísimo precio pagado,
había logrado hacerse con su dominio.»
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