NOSOTROS DOS EN LA TORMENTA, una emocionante historia de Eduardo Sacheri sobre aquellos que desearon una revolución en una época en la que cualquier cambio parecía posible


Editorial Alfaguara. 480 páginas

Tapa blanda con solapas: 20,90€ Electrónico: 9,99€


NOSOTROS DOS EN LA TORMENTA es una historia emocionante sobre aquellos que desearon una revolución en una época turbulenta en la que cualquier cambio parecía ser posible. El autor, Eduardo Sacheri, ganador del Premio Alfaguara de novela y de un Oscar por la película EL SECRETO DE SUS OJOS, tiene más de 500.000 lectores en el mundo.


Dos amigos y vecinos desde la infancia se involucran en movimientos guerrilleros distintos que luchan contra el gobierno de Isabel Perón. Ocurre en la Argentina de 1975, una época convulsa por la crisis económica, política y social que provocaba la inestabilidad del gobierno y era aprovechada por quienes buscaban hacer la revolución. Los amigos son parte de una galería de personajes a través de los cuales se cuenta de forma coral y desde todos los ángulos posibles este momento tan crítico y decisivo que cambiará la vida del país para siempre.


La novela nos introduce desde el comienzo en el corazón de una Unidad Básica de Combate de los Montoneros, uno de los grupos guerrilleros más importantes en Argentina. Antonio, uno de los protagonistas, asiste a una reunión en una casa operativa que se ha instalado a doscientos metros de una base militar, lo que él entendió como una provocación sin sentido cuando se instaló, pese a su situación clandestina. Quien dirige la reunión es Santiago, que apenas ostenta el grado militar de aspirante dentro de la organización. Los presentes son el Mencho, Claudia y el Puma Igarzábal, además de Santiago y Antonio. La finalidad es realizar un balance de lo sucedido en las últimas elecciones. El partido que los representa sufrió una derrota humillante en la localidad donde tuvieron candidatos y la Conducción Nacional elaboró un documento que se ha repartido entre los guerrilleros. Santiago coincide con el juicio positivo de la Conducción sobre el resultado, mientras que el Puma lo cuestiona, para él no se puede negar la derrota. Antonio lo apoya en silencio.


El Puma fue teniente, pero lo degradaron por indisciplinado al saltarse la cadena de mando. An­tonio admira su determinación aunque cree que si estuviera a cargo de la Unidad ya habrían muerto todos en alguna acción por culpa de su carácter salvaje. Lo admira también porque puede predecir lo que vendrá y eso es lo que sucede después de la discusión que provoca el cuestionamiento lanzado por el Puma, quien cree que presentarse a las elec­ciones fue inútil y que deberían haber ejecutado más acciones violentas. Santiago lee unas instruc­ciones adicionales que envía la Conducción y que coinciden con lo expresado por el Puma sobre el camino que deberían seguir: tomar las armas para golpear al gobierno. Antonio siente que renace en él la esperanza que lo llevó a unirse al movimiento guerrillero, esa que ha perdido en parte. Y he ahí su problema, que ya no está convencido por completo de la lucha en la que está metido.


Ernesto, un amigo suyo de la infancia, es pre­sentado en la novela dentro de una operación del Ejército Revolucionario del Pueblo, grupo al que pertenece. Tiene la misión de conducir el coche de su comando guerrillero en una acción de ajus­ticiamiento. El plan ha sido calculado al milímetro, sobre todo la forma cómo escaparán. Sus compa­ñeros se bajan del coche luego de seguir los pasos que tienen pautados y disparan a bocajarro a un hombre que es acusado de ser un policía tortura­dor. Luego consiguen escapar sin contratiempos. La escena está narrada de forma cinematográfica, sin que falte ningún detalle. Sacheri logra transmi­tir la tensión que viven sus personajes.


Después de la presentación de Antonio y Ernes­to el lector comienza a conocer todas las aristas del resto de los personajes. La trama está hilvanada con tal precisión y orden que la aparición de Claudia y Mendiberri, por ejemplo, sucede justo cuando el lector necesita una pausa después de una escena violenta. Claudia es alumna de Arqueología en una universidad y debe gestionar sus propias contradic­ciones. ¿Para qué necesita acabar una carrera que no significa nada en su vida salvo una titulación? ¿Por qué quiere dicha titulación? ¿No va eso en con­tra de sus principios revolucionarios? Mendiberri es uno de sus profesores, un hombre estricto y al pa­recer ajeno a la realidad que vive su país. Ha sido ascendido dentro de la universidad por quienes la intervinieron y representa a esa clase de profeso­res antiguos que se dedican a dictar su clase. Para Claudia representa el régimen contra el que lucha.


Antonio y Ernesto se reúnen, en una clandes­tinidad íntima superpuesta a la política, como amigos que son pese a sus diferencias impuestas por la militancia. Antonio es el Cabezón y Ernesto es Alejandro en la vida civil, los primeros son sus alias guerrilleros. Ernesto no está en una clandes­tinidad total, detalle que critica Antonio, opina que es un riesgo para su organización. Cuando se ven, discuten respecto a los movimientos de sus gru­pos respectivos, pero se nota que por encima de lo que les separa, hay afecto y preocupación de uno por el otro, quieren cuidarse. Por supuesto, ningu­no informa a su organización de estos encuentros. Ernesto los aprovecha para ver a sus padres. Es hijo único. El padre sabe que está involucrado con los guerrilleros y teme por lo que le pase. Siempre que se encuentran hablan sobre el peligro que co­rre. Ernesto trata de tranquilizarlo afirmando que su organización está avanzando en sus objetivos, pero el padre señala lo contrario, pues según las informaciones públicas es el gobierno quien tiene las de ganar.


Durante uno de los encuentros entre Antonio y Ernesto aparece la familia Laspada, que son ve­cinos de su barrio. El padre es un empresario que conduce un coche llamativo, le va bien en los ne­gocios. Antonio se fija en ellos. Más adelante su Unidad les exige acciones de mayor repercusión, que ejecuten golpes de efecto y Antonio propone la idea de llevar a cabo el secuestro de uno de los miembros de la familia Laspada. El padre queda descartado porque es corpulento y sería difícil re­ducirlo. Cecilia, la hija, que simpatiza con la ideas revolucionarias de la izquierda, también queda descartada porque carece de horarios fijos, lo mismo que la madre. Así que entre los dos hijos que quedan, eligen a Diego, el menor, un adoles­cente de catorce años que tiene una rutina más estable.


Mientras, se produce un pase de revista al co­mando de Ernesto por parte de sus superiores. La escena delata las carencias de la organización. Pretenden mostrarse como guerrilleros serios y comprometidos pero no dejan de ser jóvenes que no cuentan con una preparación militar adecua­da. Además, el trato resulta ridículo, quedan como aprendices. Sacheri concibe esta novela desde to­dos los ángulos posibles. Los guerrilleros poseen unos ideales pero también caen en contradiccio­nes como todo ser humano. No hay una exalta­ción del sacrificio, tampoco de las ganas de hacer una revolución. Lo que muestra la novela es ese ímpetu juvenil que se enfrenta a la autoridad a cualquier precio, más aún si esa autoridad es la culpable de las injusticias que sufre un pueblo. Cada personaje es una cara distinta de la misma sociedad. Y al contar la historia de los guerrilleros también hay una crítica hacia estas agrupaciones.


El secuestro de Diego Laspada es una acción que descubre aún más las carencias de los gue­rrilleros, su falta de preparación, la misma que permite que los masacren en la lucha contra el gobierno en otras localidades. El que más se en­fada por los errores cometidos es el Puma, pues supuestamente Diego era el objetivo más sencillo y se defendió de los guerrilleros con tanta vehe­mencia que la acción estuvo a punto de fracasar. Para reducirlo tuvieron que golpearlo con un arma en la cabeza. Los Laspada sospechan que algo va mal cuando su hijo no llega a casa. El padre llama preocupado a la policía, pero después de recibir una llamada extraña vuelve a comunicarse con la policía para decir que todo ha sido un error y que su hijo ya ha vuelto a casa. Sabe que Diego corre­ría más riesgo de morir si la policía interviniera. El encargado de contactarlo para negociar el res­cate es el Puma. Mientras duran los contactos, el hijo reflexiona sobre su situación. No es del todo consciente de la misma, a sus catorce años con­serva algo de la inocencia infantil, lo que no impe­dirá que planee una fuga.


Uno de los últimos personajes en aparecer es Ludueña, un policía que, junto a un compañero, trató de poner orden en su comandancia, lo que puede verse como otra forma de revolución, aun­que dentro de los límites de la legalidad. Como al final no pudieron ordenar nada, ya que se enfren­taban a un sistema más grande que su buena vo­luntad y muy viciado, su compañero fue traslada­do a otra dependencia y a él le cambiaron las fun­ciones, dos formas de represalia por luchar contra la corrupción. Pero un jefe le ofrece la posibilidad de trabajar como custodio de un militar, vigilando los alrededores de su casa, no como guardaespal­das, con la ventaja de elegir el turno que más le convenga, detalle que él usa para convencer a su mujer de que es una gran oferta. Ella tiene miedo de que lo vayan a matar, porque los militares de alto rango son los blancos preferidos de los gue­rrilleros. Ludueña le explica que no va a estar tan expuesto como parece, además tendría tiempo para terminar con la reforma de su casa y estar a tiempo todos los días para cenar y compartir en familia.


Los lectores ya deberían tener claro que cada historia es parte de un rompecabezas. O que son ríos que terminarán por confluir en el mismo mar del destino. Esta novela es una representación de los conflictos sociales en la Argentina de los setenta, contada a través de la intimidad de los personajes. Por ejemplo, Mendiberri, que sufre la suspensión de sus clases por un grupo de alum­nos que critican su supuesta posición ideológica, se mantiene ajeno a la realidad pese a que sus hijas tratan de hacerle entender lo que está suce­diendo. Su postura puede interpretarse como la de quienes eligen la neutralidad, cuando hay un momento histórico en el que una mayoría decide optar por un bando u otro. El padre de Antonio in­tenta ser la voz de la sensatez. Su experiencia le dice que su hijo se está jugando la vida, respeta el camino que ha tomado porque comprende su arrebato y las ganas de cambiar el mundo, pero su amor de padre no impide que el miedo a perder­lo lo lleve a criticarlo. Y Laspada es el empresario rico, acusado de beneficiarse del trabajo ajeno, y quienes lo acusan no son ciudadanos de clase baja, sino jóvenes estudiantes que no han sufrido la pobreza, casi se podría decir que no hay mucha diferencia entre la riqueza y su condición social.


El secuestro es también el punto de conexión entre todos los personajes y las subtramas. A par­tir de aquí sube la intensidad de la historia. Laspa­da intenta reunir el dinero a toda costa. Se hacen más evidentes las contradicciones ideológicas entre los guerrilleros. Lo importante no es cómo se resuelve la negociación, aquí lo que vale es el proceso, porque lo que nos cuenta Sacheri es la forma en la que un momento histórico afecta a toda la sociedad, incluso a quienes, como Mendi­berri, pretenden obviar lo que sucede a su alrede­dor. Y que si bien Antonio, Ernesto, Claudia y los demás guerrilleros, son los que toman las armas, en última instancia se convierten en víctimas de sus decisiones.


PERSONAJES

Antonio

Su nombre civil es un apodo, el Cabezón, un joven huérfano de padre (detalle simbólico den­tro de la novela pues vive buscando un guía), que además siente que ha perdido la ilusión que lo lle­vó a convertirse en guerrillero con los montoneros.

Ernesto

Llamado Alejandro en la vida civil, se encuen­tra semiclandestino y aprovecha su situación para mantener el contacto con sus padres y con su amigo el Cabezón, con el que intercambia opi­niones sobre la revolución que buscan lograr, las dificultades que enfrentan y un futuro que ya no es tan claro.

Claudia

Pertenece a la misma UBC que Antonio, es estu­diante de Arqueología y una convencida de la lucha que han emprendido los montoneros, pero siente remordimiento porque quiere obtener su título uni­versitario, por ello asiste a clases, aunque las apro­vecha también para hacer proselitismo político.


Santiago

Está a cargo de la UBC de Antonio y Claudia con el rango de aspirante. Es un guerrillero obe­diente, incapaz de cuestionar lo que dictan los je­fes y no goza de tanto aprecio entre los compañe­ros, solo tiene el respeto por su rango.

El Puma Igarzábal

Degradado de su rango anterior en la Orga, es quien parece en realidad estar más capacitado para liderar la UBC, pero su carácter salvaje y ve­hemencia provoca temor entre sus propios com­pañeros. Sigue convencido de sus ideales y quiere cumplirlos a toda costa, aunque no por ello deja de actuar como un ser humano comprensivo.

El Mencho

Dejó sus estudios para unirse a la lucha guerri­llera, lo cual no dice mucho de él, pues era un es­tudiante vago y en la UBC sus acciones tampoco son destacables.

Mendiberri

Un profesor ajeno al momento histórico que vive su país, un asunto paradójico pues enseña en la facultad de Arqueología. Es criticado por haber aceptado un ascenso ofrecido por los interven­tores de la universidad. No entiende qué sentido tiene hacer distinciones entre izquierda y derecha, porque sin importar de qué lado esté, cree que los otros lo van a criticar.

Padre de Alejandro

Su voz es como la conciencia de todos los pa­dres que aman a sus hijos por encima de las de­cisiones que estos tomen, porque antes que in­genieros, guerrilleros, políticos o lo que sea, son sus hijos. Además aprovecha su experiencia para comprenderlo más que para criticarlo, su bondad gana al miedo natural de cualquier padre que ve cómo su hijo arriesga la vida.


Laspada

Es un empresario al que le ha ido bien en los negocios y ha podido adquirir algunas propieda­des, además de mantener a una familia con tres hijos. No es millonario pero sí posee una riqueza que le permite vivir con desahogo. El secuestro de su hijo permitirá conocerlo mejor, como a todos; ver su lado más humano.

Cecilia Laspada

Hija del empresario y simpatizante de la iz­quierda que quiere hacer una revolución, tendrá que hacerse cargo de las negociaciones para la liberación de su hermano y así conocerá más de cerca a esos guerrilleros con los que simpatizaba.

Ludueña

Es un policía que intentó cortar la corrupción dentro de una comandancia junto a un compañe­ro. No lo consiguieron y ambos fueron castigados. El suyo es un castigo más leve y además le surge la oportunidad de trabajar como custodio de un militar, una misión peligrosa pero que él considera favorable para pasar más tiempo con la familia.

En esta valiente novela coral Sacheri da voz a todos los implicados en un conflicto que marcó de manera definitiva la historia argentina. En ellas se puede oír las voces de los que decidieron tomar las armas para defender sus ideales pero tam­bién a las víctimas de ellas y a sus familias. Con un estilo directo y sin afán moralizante, dejando al lector todas las opciones abiertas con las que identificarse, el autor argentino logra una historia que nos invita a preguntarnos hasta dónde puede llegar alguien en la defensa de sus ideas, y si esas ideas pueden justificar la muerte de un inocente o el dolor de sus allegados.



Sobre el autor


Eduardo Sacheri nació en Buenos Aires en 1967. Es profesor y licenciado en Historia, guionista y escritor. Ha publicado toda su obra en Alfaguara: los libros de relatos Esperándolo a Tito, Te conoz­co, Mendizábal, Lo raro empezó después, Un viejo que se pone de pie, Los dueños del mundo y la an­tología La vida que pensamos; los dos volúmenes que reúnen las columnas escritas para la revista El Gráfico —Las llaves del reino y El fútbol, de la mano—, y las novelas El secreto de sus ojos , Aráoz y la verdad, Papeles en el viento, Ser feliz era esto, La noche de la Usina (Premio Alfaguara de novela 2016), Lo mucho que te amé, El funcionamiento general del mundo y Nosotros dos en la tormenta. El secreto de sus ojos fue llevada al cine por Juan José Campanella, film distinguido con el Oscar a la mejor película extranjera (2010) y cuyo guion es­tuvo a cargo de Sacheri y Campanella. Aráoz y la verdad fue adaptada al teatro. Papeles en el vien­to fue filmada por Juan Taratuto, y La noche de la Usina tiene su versión cinematográfica con el título La odisea de los giles, dirigida por Sebastián Borensztein. En 2022 publicó Los días de la revo­lución. Una historia de Argentina cuando no era Argentina (1806-1820), el primero de sus libros de divulgación histórica. Su obra ha sido traducida a numerosos idiomas. También trabaja en radio, televisión y medios gráficos nacionales e interna­cionales.


 

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