TOCAR TIERRA, reflexiones de Leticia Rodríguez de la Fuente, una jardinera y floricultora que ha heredado el amor y el respeto por la naturaleza


Editorial Espasa. 192 páginas

Tapa dura con sobrecubierta: 17,90€ Electrónico: 7,99€


Espasa publica el libro de una jardinera y floricultora, pionera en desarrollar una granja de flores en España, que ha heredado el amor y respeto por la naturaleza: Leticia Rodríguez de la Fuente. En palabras de la autora: «Si podíamos seguir el vuelo del halcón sin perderlo, todo era posible en la vida».


Leticia Rodríguez de la Fuente nos invita a acompañarla en un recorrido por su granja de flores (que es también un recorrido por su vida), donde nos describe lo que se encuentra en cada zona: la casa, el jardín, el huerto de flores para cortar, la alberca de agua viva, los rosales, las flores de bulbo, las vivaces y gramíneas… Todo ello en un relato a medio camino entre la reflexión personal de una mujer que ha creado algo único en España y los consejos prácticos para aprender a cultivar, hacer ramos o centros de flores, conocer las ventajas de cada tipo de flor y aprender a distinguirlas en todos sus detalles.


«Este es un libro que se huele, que se palpa, que se puede incluso llevar a la boca en forma de fruto maduro. Frente al jardín alimentado a la fuerza, atragantado de plantas, que se desea eternamente verde y eternamente florido, se encuentra el jardín del tiempo, aquel que resulta de su dictado atento, el jardín que sabe esperar y que, ante todo, reconoce la naturaleza efímera de la belleza. Ese es el jardín de Leticia, el que enseña; uno en el que ella sería maestra y alumna a la vez». Del prólogo de Menchu Gutiérrez


Leticia Rodríguez de la Fuente cultiva de modo sostenible flores orgánicas y de cercanía. Entendió que, para poder trabajar con un estilo silvestre y desestructurado, necesitaba conseguir flores imperfectas, con personalidad. Las que no se encuentran en el mercado industrial. Estaba claro que tendría que cultivar las suyas porque no había nadie que lo hiciera en España.«El jardín ha sido concebido como un espacio para cultivar la mirada. Abierto, sin fronteras visuales y con vistas a la puesta de sol al fondo del valle… A medida que doto de contenido el paisaje que abarca mi mirada, voy despojando de ruido mi universo interior. Tan vasto y vacío que da vértigo. Y observo que trabajar mi jardín me ayuda a asomarme al precipicio de mi vacuidad sin miedo».


EL JARDÍN


«Siempre pensé que el día que me enamorara de verdad, tendría que cogerme por sorpresa. Lo que nunca me pude imaginar es que sería de mi jardín. Mi pasión por el cultivo de las flores de corte me ha llevado, con el paso del tiempo y sin darme cuenta, a descubrir mi auténtica vocación que es la de ser jardinera. Digo jardinera y no paisajista, porque me siento, ante todo, jardinera.


Y desde este lugar, comprendo cómo, en mi ceguera, a lo largo de mi vida, he sucumbido a un sinfín de ideas, fascinantes todas ellas, que me han arrastrado a vivir a pesar de mí, en el convencimiento de que hacía lo que verdaderamente quería. Ahora sé que cuando el amor te coge por sorpresa no hay marcha atrás».


LAS FLORES, LAS PROTAGONISTAS


«Tras varios años cultivando todo tipo de flores, hoy en día me dedico solo a aquellas que son muy difíciles o imposibles de encontrar en el mercado industrial de la flor y que le aportan «ese» toque único a las composiciones florales. Por supuesto, ciñéndome siempre al guion del cultivo sostenible, que implica plantar solo lo que se da bien en este entorno, sin forzar la mano. Dar la posibilidad a los floristas de poder trabajar con ellas es precisamente lo que dota de sentido mi trabajo. Flores anuales, como las dalias, los Cosmos o las zinnias y todas sus variedades, actualmente solo se pueden encontrar en cultivos locales. Viajan muy mal y no soportan las cámaras refrigeradas, imprescindibles para posibilitar su distribución. También las vivaces suponen un reto poco rentable para el sector comercial, sin embargo, son imprescindibles en mi jardín y algunas funcionan muy bien como flor cortada. Vivaces como la Persicaria, la Sanguisorba o la Verbena bonariensis son exquisiteces que le aportan un toque silvestre a los arreglos y que cada vez tienen más demanda.


Como soy jardinera, aparte de floricultora, mi tendencia es la de naturalizar (dejarlas libres) el mayor número de plantas con las que trabajo. Cultivarlas para guillotinar sus flores antes de que vean la luz del día cada vez me interesa menos. Me recuerda un poco, respetando las distancias, a esas pobres gallinas que ven coartada su libertad en jaulas, para tener como única misión poner huevos sin complicarnos la vida. Sé que no es la opción más fácil, porque muchas veces es necesario mantener cierto orden que facilite el cultivo, riego y corte de la flor».


LA DALIA


«En el argot, llamamos a los volúmenes redondos flores protagonistas y como su propio nombre indica son el foco de atención en los ramos. La dalia, «la niña de mis ojos», es la flor protagonista por excelencia. Hay tantas variedades como formas y colores. ¡Una apuesta segura! ‘Sylviaʼ y ‘Rip Cityʼ fueron de las primeras dalias que empecé a cultivar en mis inicios y siguen siendo mi fondo de armario. Son dos básicos muy resistentes y productivas, aparte de bellas. ‘Great Silenceʼ es más delicada, pero su intensidad y belleza la convierten en otro imprescincible. No puedo dejar de mencionar a la maravillosa ‘Salmon Runnerʼ. Es muy puñetera, pero de todas ellas, mi favorita».


LA PEONÍA Y LOS RANÚNCULOS


«Otra flor que adoro por su belleza clásica y su fragancia es la peonía. Trabajamos con muchas variedades que traemos de un productor holandés excelente. En esta tierra se dan muy bien y aman los inviernos fríos. Además, no dan nada de guerra. De cabeza más pequeña, pero no menos interesantes, los ranúnculos, con sus tallos largos y flexibles, son una de las bulbosas que inauguran la temporada de corte. Sus flores son extraordinarias, no solo por su alta productividad, sino porque, además, abarcan una paleta de colores y tonalidades muy amplia».


Scabiosa y Nigella


«Las ramificadas aligeran los volúmenes y permiten que circule el aire. Parafraseando a una de mis mentoras inglesas, «que pueda volar una abeja entre las flores». La Scabiosa, esta belleza anual de rasgos orientales, es una de mis preferidas. Sus colores intensos de texturas aterciopeladas, tallos largos y sinuosos con comportamiento flexible, sobrevuelan como mariposas el mundanal ruido y adornan nuestras composiciones con un baile de movimientos gráciles y juguetones, que se asemejan a dibujos japoneses. ¡No puedo vivir sin ellas!

Como tampoco puedo vivir sin la Nigella, con y sin pétalos, aunque ya se encarga ella de manifestarse todos los años, como la Centaurea, porque es muy invasiva y no es necesario sembrarla cada año. Suele brotar espontáneamente en las parcelas de las peonías, justo antes de que estas florezcan. Sus vainas son joyas esculturales y secan muy bien».


BIOGRAFÍA DE LA FLOR


¿Eres consciente de que cuando le das a alguien un ramo de flores, le estás regalando un ramo de órganos sexuales?

Roberto Burle Max


«La vida en el huerto está protagonizada por la flor, el órgano sexual de la planta. Su único propósito es el de procrear. Asistir a su biografía desde que la siembro hasta que acaba en el jarrón os ayudará a empatizar con todo el trabajo y magia que hay detrás de su cultivo.

Me encanta mimar y cuidar mis plantas. La palabra inglesa nurturing describe este gesto a la perfección, pero, curiosamente, carece de una traducción al español que le haga justicia. Nutrir es la opción más cercana, aunque incompleta. Si la aderezamos con proteger, contener y cuidar con amor maternal… estaréis más cerca de comprender cómo me llena y me esponja por dentro esta forma de relacionarme con ellas».


Sobre la autora


Leticia Rodríguez de la Fuente, hija de Félix Rodríguez de la Fuente, es una emprendedora nata, viajera, autodidacta y pionera en todo lo que ha hecho. Estudió en Reino Unido y comenzó su andadura profesional en el mundo del arte, trabajando en la galería Elba Benítez y en la revista Art Forum. Su pasión por las flores la llevó a abrir una floristería en el mercado de Antón Martín. Pocos años después, y tras múltiples viajes a Inglaterra para estudiar con floristas como Paula Pryke y The Garden Gate Company y floricultoras como Rachel Siegfried, de Green and Gourgeous, empezó a cultivar sus propias flores en un terreno alquilado en la zona de Perales. Al poco tiempo decidió comprar su propia tierra y descubrió una joya en la vega del río Ungria, muy cerca de Brihuega (Guadalajara). Ahí empezó su nueva andadura como jardinera y floricultor.


 

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