Jota Linares pasa del cine a la literatura con EL ÚLTIMO VERANO ANTES DE TODO, un intrigante crimen con un desenlace salvaje


Editorial Planeta. 472 páginas

Tapa dura con sobrecubierta: 20,90€ Electrónico: 9,99€


Joan Linares, uno de los directores más prometedores del cine español, construye una novela emotiva con tintes autobiográficos y un intrigante crimen que nos mantiene en vilo hasta el final. EL ÚLTIMO VERANO ANTES DE TODO, con un desenlace salvaje, es su brillante debut literario.


Ismael, un director de cine en horas bajas, regresa a su pueblo en la sierra de Cádiz para acompañar a su madre, que vive sus últimos días debido a una larga enfermedad. A Cati se le acaba el tiempo y también a Ismael, en parte avergonzado por no haberla colmado de atenciones. Mientras procesa el dolor junto a su hermano Fran, su tía Juani y un gato sin dueño hallado en la antigua casa de sus abuelos, Ismael descubrirá que algo extraño se esconde tras el famoso asesinato del pantano hace dieciocho años.


Siempre hay un verano que lo cambia todo, y aquel fue el de Laguna: el verano del muerto. Aquel verano de 2000 cuando él y sus amigos estaban dispuestos a lanzarse a por sus sueños, perdió a Jero para siempre. El mejor amigo de su madre, a quien tanto admiraba un joven Ismael ya apasionado por el cine, falleció de forma inesperada. Su cadáver, destrozado con violencia, apareció en el pantano en el que tantas veces se bañaban Ismael, Natalia, Raúl y el Zapata. Tras ese día nada volvería a ser como antes. Tampoco el futuro iba a ser tal y como la pandilla esperaba.


«Nadie olvida la primera vez que ve a un muerto, mucho menos si es alguien a quien quieres, alguien a quien han asesinado a golpes.»


Aquel suceso fue difícil de asimilar para todos. Las tormentosas vacaciones de 2000 separaron a Ismael de sus amigos, pero su vuelta al pueblo, tantos años después, demostrará que hay lazos inquebrantables capaces de resistir el dolor y el paso del tiempo. Crecer significa sobrevivir entre misterios y desengaños. Así lo han hecho todos, como Raúl y Natalia, que se han hecho adultos permaneciendo en el mismo lugar del que ansiaban escapar. A su regreso, Ismael iniciará una batalla contra sí mismo para reconstruir un pasado de luces rotas, que quizás no ocurrió tal como él recuerda. Atrás ha quedado la adolescencia. Es el momento de buscar la verdad sobre su madre y la vida a la que ella renunció por amor a sus hijos. Lo que no imagina Ismael es que esa misma verdad implicará esclarecer el terrible asesinato de Jero que cambió la vida del pueblo para siempre.


«Ismael siempre tuvo la sensación de que aquella reunión de casas estaba rodeada de barrotes que solo él veía. Una jaula invisible.»


UNA EMOTIVA E IMPACTANTE NOVELA CON UN MISTERIOSO CRIMEN Y UN DESENLACE BRUTAL


El debut literario del director de cine Jota Linares es una novela brillante y sorprendente, una historia emotiva con pinceladas autobiográficas a la que le añade los ingredientes del mejor thriller. La trama avanza trepidante y sosegada a la vez desde el presente narrativo, el año 2018, y el pasado, el verano de 2000, aquel momento en el que las vidas de los personajes cambiaron para siempre. El autor logra equilibrar esos dos tiempos añadiendo giros que ahondan en el misterio alrededor de la muerte de uno de los personajes más carismáticos.


Mientras aborda temas universales como el amor, el dolor y el perdón, Jota Linares consigue mantenernos enganchados a la historia desde la primera a la última página, sintiendo en primera persona las emociones de Ismael, su madre y los integrantes de una pandilla que perderá de golpe la inocencia. De forma abrupta, Ismael y sus amigos se verán obligados a dejar atrás esa infancia y adolescencia tan mitificadas y deberán aceptar que hay hechos irreversibles que trastocan nuestras vidas.


Aunque Ismael sea el eje conductor de la novela, el autor también fijará su mirada en todos los demás y en la influencia que tiene sobre ellos el lugar al que pertenecen, un pueblo ficticio de la sierra de Cádiz. El lector conocerá no solo el presente, sino también el pasado y las principales motivaciones de los secundarios más relevantes. Con una enorme habilidad evocativa, las vivencias y los pensamientos de Ismael se mezclan con las de Cati, Jero, Raúl, el Zapata, Natalia e Inma. El último verano antes de todo evidencia un trabajo psicológico y de caracterización impresionante en cada uno de los personajes que cautivará al público. Además, el ritmo que impone en las escenas, sobre todo en aquellas cercanas al crimen cometido, nos atrapa hasta el desenlace. Y es que la historia, con una fuerte tensión narrativa, presenta una resolución tan brutal como increíble.

«No hablaban mucho, a pesar de que compartían el mismo dolor por no saber comunicarse. Lo fácil que sería todo si el miedo a no ser comprendido se sustituyera por la necesidad de ser escuchado.»


LOS PERSONAJES PRINCIPALES


Ismael. Guionista y director de cine, Ismael vive con frustración la mala experiencia de su primer largometraje. La despiadadas críticas recibidas ahondaron tanto en su autoestima, que su prometedora carrera se truncó. El alcohol es para él una vía de escape. Al parecer, poco queda de aquel niño enamorado del cine de verano de Laguna que esperaba tener una gran carrera como director. Cuando va a visitar a su madre, ya hospitalizada, la culpabilidad sigue siendo una pesada losa. Atrapado por sus demonios internos, Ismael no ha ejercido de hijo cuidador, sensible y presente. Pero ha llegado el momento de ponerse frente al espejo. Acudir de nuevo a Laguna supondrá para él una oportunidad de redimirse y enfrentarse a sus miedos, aunque lo que termine descubriendo sea devastador.


«Permaneció sentado, doblado en dos, con medio cuerpo fuera del vehículo y la respiración acelerada. Le iba dando paso a ese regusto agrio en la boca que tanto odiaba, que asociaba a las noches de borracheras eternas con las que juraba terminar apenas llegaba el amanecer para volver a internarse en ellas. Una y otra vez.

Pero ahora ese sabor tenía que ver con un miedo que le había asaltado a traición justo cuando estaba a punto de llegar.

El miedo a volver.

Porque él ya solo regresaba para visitas de cortesía cada vez más espaciadas.»


Cati. La dolencia terminal de la madre de Ismael no será un impedimento para que los lectores conozcan toda la historia alrededor de esta mujer, fumadora empedernida que trabajaba como limpiadora para sacar adelante a sus hijos. Al igual que su hijo mayor, Cati se veía lejos del pueblo, pero el nacimiento de Ismael cuando ella era apenas una adolescente, la anclaron a una vida con pocas ambiciones. El protagonista redescubrirá a su progenitora, más comprensiva de lo que parece, y cuáles fueron sus relaciones con el Zapata, Inma y Raúl.


«El ronquido de Cati detuvo el ritmo de dos y tres segundos. Su boca se quedó en silencio, el pecho quieto bajo las sábanas. Todos en la habitación enmudecieron hasta que volvió a respirar al cabo de un momento. El mismo ronquido fuerte emergió de sus labios, un pitido agudo que era vida sin esperanza. Pero vida todavía.»


Jero. El mejor amigo de Cati era como un soplo de aire fresco para Ismael. No solo ejercía como la única figura paterna de este, sino que también simbolizaba el éxito y la consecución de un sueño: el de escapar del pueblo y labrarse una buena vida como actor en Madrid. Pero el atractivo Jero, que siempre trató de mostrar su mejor cara, apenas ejercía de artista y sí de buscavidas. Vitalista y divertido, sus viajes al pueblo, al principio poco frecuentes, se convirtieron en más habituales antes de morir.


«Repasó mentalmente su vida y sus posibilidades de alcanzar un hipotético cielo o un presumible infierno, y deseó que, fuera adonde fuera, la recibiera Jero. Imaginó que su amigo seguiría igual que cuando apareció flotando muerto en las aguas del pantano, pero sin la cabeza reventada y la piel azulada. No, él la recibiría con su eterno cigarro detrás de la oreja, el pelo dorado, los ojos desbordantes de picardía, la ropa más moderna de la sierra y su sonrisa de pícaro, siempre tramando algo.»


Manuel, el Zapata. Él se considera un bruto que no tiene la inteligencia de Ismael o la sensibilidad de Raúl. Pero sus amigos lo escuchan y respetan, y su hermana Inma lo considera su fiel protector. El Zapata tiene un plan de futuro alejado del opresivo taller de zapatos de su padre. Quiere formar parte del negocio de parapentes de la sierra y ganarse la vida volando e instruyendo a todos los que se atrevan. El día que voló fue el más feliz de su vida.


«El Zapata sintió en aquel momento que aquella mezcla de aromas era un buen augurio de nuevos sueños para él y sus amigos. Pero sueños propios, de esos por los que merecía la pena dejarlo todo atrás. Lo supo con certeza, no había duda, y para corroborarlo se acarició el cordón rojo atado a la muñeca, su amuleto de la suerte robado a un zapato del taller y cuya historia solo él conocía.»


Raúl. Este querido profesor de instituto, con un físico envidiable, nada tiene que ver con el estudiante que estaba colado por Lorenzo, el atractivo docente de Latín que se instaló en Laguna. El Raúl del pasado también quiere irse del pueblo para estudiar Psicología y alejarse, no solo de los abusos del Maño, sino también del trabajo que le aseguran sus padres al frente del negocio familiar, el bar La Posada. El mejor amigo de Ismael le sorprenderá con una serie de confesiones impensables sobre su madre Cati.


«Ismael no pudo evitar acordarse del verano de hacía dieciocho años. Poco o nada quedaba de aquel flacucho de pelo corto, huesos marcados y ojos asustados que tenía que buscarse la vida para no pasar por la plaza cuando el Maño estaba ahí, dispuesto a tirarle naranjas que acertaban con infernal puntería al grito de «¡maricón!». Pero su mirada color miel seguía siendo la misma, capaz de retener la luz y transformarla a su antojo en una expresión que nunca se podía saber si escondía ironía, fortaleza o miedo.»


Natalia. Cuando Ismael vuelve al pueblo, Natalia es una madre soltera de una niña como ella y que ejerce de enfermera. Vivaz, la mujer soñaba de adolescente con marcharse, al igual que Ismael y Raúl, aunque en su caso era para reunirse con sus padres en Argentina. Ese verano del año 2000, Natalia descubrirá la verdad alrededor del afecto de sus padres y de sus entrañables abuelos, dueños del cine de verano que tanto fascina a Ismael.


«Natalia ya no era la nieta inquieta de los dueños del cine de verano que estaba obsesionada con viajar a Argentina y que trabajaba de junio a septiembre en la taquilla. Aquella adolescente que dieciocho años atrás dejó de sonreír durante meses cuando el verano llegó a su fin y que nunca les contó a sus amigos por qué algunos laguneses juraban que la habían visto una noche de agosto desnuda delante de una hoguera en el patio trasero de su casa, mirando embelesada unas llamas que danzaban delante de su cuerpo recién estrenado de mujer.»


Inma. A pesar de aquel doloroso suceso, el vínculo entre el Zapata y su hermana se mantendrá con el tiempo. Ambos buscarán su complicidad en un hogar sin afectos. La niña obediente y dedicada a las tareas del hogar impuestas por sus padres, tiene talento para los estudios. Su sueño es ser abogada. En un giro inesperado, Ismael volverá a reencontrarse con ella siendo adultos los dos.


«Inma, la hermana, se acercó y se puso de puntillas para besar al Zapata en la mejilla. Aunque se llevaban once meses justos, hacía tiempo que él le sacaba una cabeza entera. Los dos se habían acostumbrado a lo poco que había que contarse en su familia y, como si fuera un mecanismo animal de supervivencia, sabían hablarse con la mirada y la boca cerrada. Una caída de párpados, una mueca con los labios apretados, un gesto rápido con la cabeza, un guiño en el momento oportuno… Cualquier cosa bastaba para entenderse sin emitir sonido.»


El Maño. Hoy ya no es el que era. En el año 2000, el abusón del pueblo tiene especial predilección por hacerle la vida imposible a Raúl, a quien insulta y aterroriza siempre que tiene ocasión. La pandilla de Laguna se enfrentará a él pero, con los años, su terrible poder de coacción se difuminará.


«Ismael lo observó sin disimulo, escrutando cada uno de sus leves gestos de borracho, sintiendo cada una de sus arrugas derrotadas como un triunfo personal que él y Raúl compartían. «Te jodes, hijo de la gran puta», pensó infantilmente feliz por encontrarse con una vida aún más a la deriva que la suya.»


Otros personajes secundarios. Destacan otros muchos más como la tía Juani, que cuida de su hermana con estoicidad y fortaleza, y Fran, el hermano veinteañero de Ismael, pendiente de su madre y roto ante una pérdida inminente. Pero la familia de Ismael no es la única a la que el autor retrata nutriendo la trama y la caracterización de los personajes principales. Con detalle, se adentra en la vida de los padres del Zapata, los abuelos y los padres de Natalia y también se acerca a la cotidianidad del joven Raúl.


UNA NUEVA MIRADA SOBRE GRANDES TEMAS UNIVERSALES COMO EL AMOR, EL DOLOR Y EL PERDÓN ENTRE LAS FAMILIAS


Los sueños de juventud truncados. La mayoría de los personajes alberga sueños que les alejan de la vida en el pueblo. Aquel lugar simboliza la falta de ilusión y de oportunidades, de ser algo más y destacar, de la necesidad de huir para sentirse libre. Esa visión de la vida tan propia de la adolescencia contrasta con el conformismo de algunos habitantes del pueblo, más realistas o poco ambiciosos. En algunos, las ansias de libertad darán paso a la frustración y la desesperanza.


El peso del territorio. La sierra de gaditana marca las vidas que retrata Jota Linares. El autor recrea esa atmósfera rural con una mezcla de nostalgia infantil y rechazo adulto. Ismael recuerda con cariño el modesto cine de verano en Laguna y cómo él y sus amigos observaban el vuelo de los parapentes y alas delta lanzados desde el Cerro Alto. Pero ese mismo territorio, en el que se vive básicamente del cultivo o del parapente, tiene un reverso hostil, ya que muchos de sus habitantes viven anclados a las dinámicas y códigos del pueblo. Sin embargo, al final, Ismael terminará por aprender a amar el lugar que antes odiaba. Al reencontrarse con sus raíces, el protagonista también mirará ese territorio con otros ojos porque sabe que allí su madre siempre será recordada. La novela recoge esa evolución positiva en Ismael.


«Ismael siempre tuvo la sensación de que aquella reunión de casas estaba rodeada de barrotes que solo él veía. Una jaula invisible. Casi todas las calles estaban en cuesta, levantadas en una pendiente que terminaba en la falda de la sierra que ascendía al Cerro Alto. Cuanto más se acercara uno a las casas que colindaban con la ladera, más aumentaban las posibilidades de encontrarse con boñigas de vaca, mierda de cabra o incluso con alguna culebra despistada.»


Las intensas relaciones familiares. Estos vínculos se reflejan en todas sus vertientes: amor, rivalidad, complicidad, apoyo, indiferencia, maltrato, odio, perdón... El que más destaca es la relación del protagonista con su madre. Ese amor verdadero, sin reproches a pesar de los silencios y las ausencias durante la enfermedad, conmoverá a Ismael y, por extensión, a los lectores. Además, el público se sentirá cautivado por la relación de Natalia con sus abuelos y experimentará el desprecio que siente el Zapata por su padre.


«Hacía mucho que Cati e Ismael no eran capaces de entenderse. A veces, ni todo el amor del mundo consigue que una madre y un hijo logren intercambiarse los zapatos para ver qué se siente desde la perspectiva del otro. Ismael había crecido sintiéndose un niño raro, que tenía que justificar el preferir ver una película que jugar en la calle como «los niños normales». Sentía que su madre, transparente y bruta como ella era, no podía disimular que, de haber podido devolverlo de la misma manera que se devolvía la ropa en las tiendas de la ciudad, lo habría hecho sin dudar para que le hubieran dado un hijo de los que discuten de fútbol a la hora de la cena.»


La muerte y el dolor por la pérdida. Al igual que las relaciones familiares, el autor trata la muerte desde distintos puntos de vista. Desde el desenlace alrededor de un crimen de una violencia extrema, y cómo este suceso influye en los personajes, hasta los sentimientos que despierta en la persona enferma asimilar su final o qué supone enfrentarse a la pérdida de una madre o de un amigo. Ismael vivirá el duelo por su madre siendo adulto –con todo lo que acarrea sentir no haber estado a la altura– y el de su amigo y admirado Jero. Resulta fácil para el lector empatizar con estas emociones, ya que todos hemos vivido alguna pérdida que nos ha trastocado.


«Dormidita. Como el antiguo perro de la familia, Napo, que se quedó dormidito cuando Ismael tenía ocho años. Nunca oyó a sus tíos ni a sus abuelos usar la palabra muerte para habar de su adiós, siempre se usaba la expresión dormidito seguida de un silencio pactado por todos.»


La amistad, ese lugar seguro. Siendo niños, Ismael, Raúl, Natalia y el Zapata formarán un grupo inquebrantable. No importarán las diferencias de personalidad. Los cuatro vivirán la amistad como el pilar de su existencia. Para ellos, simboliza ese lugar seguro al que acudir siempre que tienen problemas o que se necesitan. Ni siquiera les hace falta ser demasiado explícitos con sus sentimientos, aunque tendrán sus códigos internos que, vistos con el tiempo, sacudirán la memoria de todos ellos.


«Todo eso le daba fuerzas para recordar aquellos días eternos de calor en Laguna, las tardes interminables hasta que los zaguanes se abrían al exterior, las noches en el cine de verano, los sábados en el pantano, las litronas en la capilla de la sierra de la Virgen de la Montaña… Fidelio. Una palabra secreta para comunicarse»


La violencia doméstica y escolar. En el pueblo hay casas donde reina el silencio pero también el terror. Para algunas familias la convivencia se asemeja a una bomba de relojería a punto de estallar. En otro ámbito, la violencia también se refleja en el bullying que sufre Raúl por ser gay.


Las segundas oportunidades. Aunque doloroso, remover el pasado será necesario para Ismael. Gracias a su retorno al pueblo y a su madre, que lo tendrá todo previsto, el director de cine se sentirá con fuerzas para seguir adelante. Él no será el único que podrá disfrutar de segundas oportunidades para reconducir su vida.


«Ismael dobló los tres folios, escritos por las dos caras, y los volvió a meter en el sobre. El dolor en el pecho se había extinguido en cuanto las palabras de la madre entraron en su mente y pasaron a la sangre, como una medicina escrita en tinta que corre por las venas inmunizando el cuerpo a la tristeza y a la pena.»


Sobre el autor


Jota Linares (Algodonales, 1982) se enamoró de las películas gracias al cine de verano y al videoclub de su pueblo. Tras licenciarse en Comunicación Audiovisual en la Universidad de Málaga, escribió y dirigió cortometrajes que fueron premiados y seleccionados en festivales de cine de todo el mundo. En 2018 debutó en el largometraje con Animales sin collar, adaptación libre de la inmortal Casa de muñecas, de Henrik Ibsen. Le siguieron ¿A quién te llevarías a una isla desierta?, amargo retrato de su generación perdida, y Las niñas de cristal, drama psicológico ambientado en el mundo de la danza profesional. Actualmente prepara su primera serie. El último verano antes de todo es su debut literario, basado en recuerdos de su infancia y en una ficción que a él le hubiera gustado vivir.


@jota_linares 


 

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