EL LUGAR DONDE FUIMOS FELICES, una experiencia sensorial e inolvidable que aúna misterio, amor y perdón escrita de forma magistral por Lorena Franco


Editorial Planeta. 448 páginas

Rústica con solapas: 18,90€ Electrónico: 9,99€


Lorena Franco sorprende al lector con su última novela, EL LUGAR DONDE FUIMOS FELICES, una experiencia sensorial e inolvidable que aúna misterio, amor y perdón de forma magistral. La noche del 22 de junio, mientras todo el elitista Instituto Magno celebra la fiesta de fin de curso, Blanca Roca, la profesora de literatura, es abatida de un disparo en la frente. A la mañana siguiente, unos bañistas encuentran su cadáver en la playa.

La muerte de Blanca sigue siendo una incógnita cuando, tres meses después, empieza el nuevo curso y Paula Arias llega como sustituta a un pueblo aún conmocionado por la tragedia. Enseguida conocerá a Nuno, profesor de matemáticas y propietario de la controvertida discoteca Faro, que no tardará en descubrir quién es realmente Paula y cuáles son los motivos que la han conducido hasta Llafranc.



¿Por cuánto tiempo podemos mantener ocultos los secretos sin que nos pesen? Paula y Nuno tendrán que remover los cimientos de estructuras fuertemente asentadas para descubrir la verdad sobre Blanca.



Una historia de suspense, duelo y esperanza

«Blanca nunca llegó a escuchar el mensaje de voz de su hermana. Y mucho menos pudo devolverle la llamada. Los muertos no pueden hacer esas cosas. Ni deben. Pasan a formar parte de un mundo en el que las obligaciones dejan de existir.»

Paula acaba de dejar a su marido y se muere de ganas de compartir la buena noticia con su hermana Blanca, que vive en su aislada casa del pintoresco pueblo de la Costa Brava Llafranc. Desgraciadamente, el destino ha truncado su vida antes de tiempo durante la fiesta de fin de curso del exclusivo instituto Magno, donde impartía clases.

«La bala penetró en la frente de la joven, la apasionada profesora de Literatura, y la arrastró en el acto a la oscuridad de la muerte. A la nada más radical de la que ya no se puede volver. Al silencio más absoluto, ese que seguiría protegiendo a la encarnación del mal. Pero, ¿durante cuánto tiempo se pueden guardar los secretos?»

Frustrada ante la falta de respuestas tras su muerte, Paula se muda al pueblo donde su hermana por parte de madre pasó los últimos años de su vida, decidida a infiltrarse en el instituto como su sustituta y esperando que el increíble parecido físico entre ellas no la delate mientras trata de averiguar la identidad de su asesino. 

Pronto se sentirá fascinada por sus vecinos, el también profesor de Educación Física Darío y su mujer Emma, a los que constantemente espía por la ventana. Pero su interés hacia ellos palidece en comparación por el que siente hacia Nuno, profesor de Matemáticas y reciente heredero de la problemática discoteca Faro. Destrozado por la muerte de Blanca, de la que estaba enamorado, solo le obsesiona una cosa: averiguar quien es el autor de su asesinato. Sospecha de Darío, del que le consta que la joven estaba encaprichada. No haber podido impedir su muerte le reconcome y, como bien sabe:

«No existe veneno más mortífero que el remordimiento.»

El parecido de Paula con la mujer que amaba lo empuja a contactar a su amigo y hacker Frederick, que le desvela la verdadera identidad de la recién llegada. Nuno comparte con ella su descubrimiento y no duda en compartirle sus sospechas, pero Paula no sabe qué creer. Le cuesta confiar en el atractivo dueño de la problemática discoteca Faro, donde los jóvenes a los que dan clase durante el dái acuden a drogarse cada noche. 

Entre ellos reconoce a Arnau, el problemático hijo de la fría directora del instituto que cada tarde esparce un ramo de lirios blancos en la roca donde fue asesinada Blanca. Nuno lo protege y permite que pase tiempo en su casa, lejos de la rígida influencia de su madre… Pero Arnau guarda más de un secreto y sabe mucho más de lo que parece.

«—Si tú supieras…— se le escapa. 

Háblame, Arnau. Si yo supiera… ¿qué? ¿Qué es lo que tengo que saber?

Tú solo conocías una versión de Blanca, la que ella quiso. Yo conocí otra. Y te aseguro que esa no te habría gustado.»

Nuno deberá ponerse manos a la obra cuando el joven, bajo la influencia de las drogas, mata a un motero que intentó acosar a Paula el día anterior. Decidido a protegerle, Nuno confía en Saúl, la mano derecha de su peligroso padre, el fallecido Carlos Ventura, para que se deshaga del cuerpo en el bosque que rodea la zona y que alberga más de una tumba anónima. 

Paula, que no puede evitar sentirse atraída hacia la magnética energía de Nuno, se sentirá profundamente afectada cuando en su puerta aparece un fragmento del diario de su hermana Blanca, que destilaba amargura y un ánimo atormentado.

«Algunas personas huyen de las desgracias como de la peste; otras, como yo, vamos directas hacia ellas. No lo podemos evitar. Que estas páginas sirvan para redimirme, para desprenderme del dolor de mis desgracias, de la culpa que me consume sin piedad. En la vida real, ningún David gana contra Goliat.»

Y es que Blanca desvela lentamente que ella también llegó a Llafranc obsesionada por descubrir al autor de un asesinato. Un asesinato que, como le explicará Nuno, resulta ser el de una joven quinceañera llamada Maya, víctima de bullying cuya muerte por ahogamiento se achacó a un suicidio. Una incógnita que cada vez iría consumiendo más a Blanca, destrozada por el duelo, su amor no correspondido hacia Darío y las secuelas de los terribles abusos que sufrió de niña a manos de Sebastián, el padre biológico de Paula.

«Y es que cada quien lleva el dolor que causan las pérdidas a su manera, como puede o como le enseñaron, nunca como quisiera.»

El dolor de su hermana y el resentimiento que guardaba hacia ella por ser la hija de su victimario afectan a Paula profundamente, pero su preocupación no hará más que crecer cuando, tras ser testigo de una fuerte discusión conyugal de sus vecinos Darío y Emma, encuentra un anillo de su hermana que guardaba su vecino. Un anillo inscrito con el nombre de la joven Maya que, contra todo pronóstico, resultó ser una hija secreta que Blanca habría dado en adopción siendo todavía una estudiante de universidad. Los fragmentos del diario desvelan que madre e hija recuperaron el contacto un año antes de la muerte de esta, producida tras asistir a una fiesta organizada por sus abusones en la casa de Arnau. 

Paula comparte el triste descubrimiento de la razón tras pesquisas de su hermana con Nuno, al que cada vez se siente más cercana. Será en su velero cuando, lejos de todo, ambos por fin dan el paso con el que tanto tiempo llevan soñando y hacen el amor por primera vez. Pero Paula confunde los fuertes sentimientos que por ella siente el profesor de Matemáticas con su pasado encaprichamiento por su hermana fallecida. Después de todo:

«Según Blanca, los amores que calan son los que no llegan a buen término. Los que no tienen un principio ni un final. Son esos por los que te pasas media vida suspirando. Los besos que no damos son los que dan cuerda al reloj del corazón, decía.»

Nuevas páginas desentrañan la identidad del misterioso amante sin nombre de la fallecida Blanca: no es otro que Enrique, padre de Arnau y poderoso empresario. Tras registrar la habitación del adolescente, Nuno confirma sus sospechas de que el joven es el que ha estado haciéndoles llegar los escritos de Blanca en los últimos meses. Esto lo anima a reconciliarse con su antiguo amigo de la infancia Darío, que, pese a la obsesión de Blanca, nunca dejó de amar a su mujer. Pero deberá enfrentarse a un conocimiento terrible: Saúl, el esbirro de su padre, le ha mentido y ha encubierto un horrible secreto en el sótano de la discoteca Faro. Le exige que venda el local a Enrique si no desea que acabe con la vida de Paula, como confiesa hizo con la de Blanca meses atrás. 

«Pero lo que ni Saúl ni Nuno saben es que Arnau, demasiado cobarde para enfrentarse cara a cara con el mal, pero demasiado valiente para quitarse de en medio, se guardó un as bajo la manga prediciendo lo que acaba de ocurrir.»

Y es que el joven, incapaz de vivir consigo mismo, se suicida, pero no sin antes hacer llegar a Nuno y Paula las pruebas del secreto que guardan Enrique y Saúl: una red de trata de blancas. Fue en una de sus terribles fiestas privadas donde mataron a la joven Maya, cuyo asesinato trataron de disimular. Arnau suplica en su carta a Paula y Nuno que acaben con la pesadilla de las numerosas jóvenes que mantienen secuestradas, y Nuno, destrozado, confiesa que Arnau era su hermano, hijo de una aventura que su madre y esposa de Enrique tuvo con su padre años atrás. 

Frustrada ante la indiferencia de la corrupta policía, Paula acude al baile de invierno del instituto Magno, donde es atacada por Enrique, Saúl y la novia del difunto Arnau, que actuaba como procuradora de chicas. Por suerte, Nuno y Darío son capaces de impedir su asesinato en el último momento, destapando el secreto y causando que acaben entre rejas. 

El epílogo tiene lugar seis meses después, en el baile de fin de curso que Darío, nuevo director del centro, ha organizado. Paula y Nuno, sin embargo, no asisten: por fin se deciden a esparcir las cenizas de Blanca en la playa, decididos a cerrar el terrible ciclo de sufrimiento que tantas vidas se ha cobrado y a concentrarse en vivir el momento para prepararse ante la llegada del bebé que esperan.



Un estilo evocador y trepidante

La prosa de Lorena Franco construye en El lugar donde fuimos felices un delicado equilibrio entre el suspense más trepidante y la exploración de unos personajes fascinantes con un complejo mundo emocional. Tierna, desgarradora y melancólica, la novela nos arrastra a las calles y playas de Llafranc, que las bellísimas descripciones de la autora convierten en un personaje más. Leer sus páginas nos hará pasear junto al faro de San Sebastián a la luz de los rojos atardeceres mediterráneos, contar estrellas desde la cubierta de un velero y explorar sus bosques, que guardan más de un secreto.

Con claras referencias a clásicos del suspense como La ventana indiscreta, la autora sabe construir un estilo evocador que nos llevará a devorar su nuevo libro y a enamorarnos de sus personajes mientras esperamos con ansia leer las siguientes páginas arrancadas del diario de Blanca. 



Unos personajes redondos

Humanos, imperfectos y negándose a renunciar a la esperanza, los redondos personajes de El lugar donde fuimos felices son sin duda su punto fuerte. Su lectura nos hará acercarnos cada vez más a la sensible y valiente Paula, al enérgico y apasionado Nuno, al atormentado Arnau y al leal Darío. Y, por supuesto, a la fascinante, seductora y en ocasiones cruel Blanca, cuyos misterios iremos desentrañando lentamente a medida que, como los personajes que la rodean, nos iremos obsesionando con ella sin remedio.

Unos protagonistas tridimensionales que, a pesar de estar profundamente heridos, se aferran con todas sus fuerzas a la esperanza de romper los trágicos ciclos que los aprisionan. Su pasión y profundidad harán de la novela mucho más que un simple thriller.



Un terror muy real

Lorena Franco se atreve a explorar temas tan terribles y reales como son el acoso escolar, el maltrato, los abusos infantiles, la trata y el duelo con una sensibilidad y delicadeza que, sin huir de retratar lo desgarrador del dolor que causan, evita reducir a los y las protagonistas a la categoría de simples víctimas. En su lugar, subraya su agencia y su feroz determinación por romper con los terribles patrones que a tantas personas aprisionan. Una denuncia de una realidad acongojadora, y es que los aspectos más terroríficos de la novela son, por desgracia, los más reales. 

«La triste realidad es que tres de cada cuatro víctimas de violencia machista no denuncia por miedo, vergüenza, culpa algunas hasta por no perjudicar a su agresor o porque, en según qué casos, especialmente cuando el maltrato es psicológico, no identifican el maltrato como tal. Ahora es un problema del que se habla y contra el que luchan mujeres y hombres de todo el mundo, pero hace treinta años, cuando su madre empezó a vivir en el abismo dentro de su propia casa, era un tema tristemente silenciado.»



Una novela absorbente

Fotos desvaídas de desconocidos, amarillentos libros viejos, atardeceres junto al mar, miradas que queman más que el sol de mediodía, luces neón de discoteca, el frescor del Mediterráneo cuando te bañas en sus aguas en octubre, lirios blancos… Leer El lugar donde fuimos felices supone una experiencia sensorial e inolvidable que aúna misterio, amor y perdón de forma magistral. Una novela adictiva que no se podrá dejar de lado hasta llegar a su conmovedor desenlace.

Sobre la autora

Lorena Franco (Barcelona, 1983) ha conseguido seducir a más de 250.000 lectores de todo el mundo desde que inició su andadura en Amazon, convirtiéndose en una de las escritoras que más vende y mejor valoradas en la plataforma gracias a La viajera del tiempo (2016), un fenómeno de ventas sin precedentes en España, EE. UU. y México. Desde entonces, sus otros títulos alcanzan el número 1 de ventas en digital a nivel internacional y han visto la luz en otros idiomas, entre ellos, italiano, polaco y checo.

Tras la buena acogida de sus últimos títulos, El último verano de Silvia Blanch, Todos buscan a Nora Roy y Los días que nos quedan, este 2022 regresa con una nueva novela difícil de soltar: El lugar donde fuimos felices.



www.lorenafranco.net

Instagram: @bylorenafranco

Twitter: @bylorenafranco





 

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