LOS GUARDIANES DEL PRADO, de Javier Alandes, la fascinante historia del traslado a Valencia de las obras maestras del Prado durante la Guerra Civil


Editorial Espasa. 544 páginas

Tapa dura con sobrecubierta: 19,99€ Electrónico: 9,99€


Una época convulsa donde todo tiene un precio...


En 1936, el ambicioso general Gallardo, designado por Franco para negociar las contraprestaciones por el apoyo de Alemania en la Guerra Civil española, se reúne con el general nazi Jurgen Von Schimmer, representante del gobierno alemán, para tratar de llegar a un acuerdo. Pero lo que este le pide a cambio es casi un imposible: por la aviación alemana para bombardear puntos clave en España, la valiosísima colección de monedas de oro del Museo Arqueológico Nacional; por enviar las tropas terrestres nazi, que acabarán con la guerra de un plumazo, el Autorretrato de Durero que descansa en El Prado, y… Las Meninas. Gallardo, preso de una ambición desmedida, acepta dicho trato por su cuenta y riesgo y, junto con un grupo de hombres sin escrúpulos, orquesta un plan para hacerse con todo ese Patrimonio Nacional y entregarlo a los nazis.


Un momento en el que todo estaba a punto de cambiar...


En 1980, Fernando Poveda, periodista en horas bajas, recibe el encargo de escribir un reportaje sobre Félix Santurce, empresario valenciano colaborador del Gobierno Republicano durante la Guerra Civil, que en 1937 fue ejecutado en Berlín por el general Jurgen Von Schimmer mientras solicitaba la neutralidad de Alemania en la guerra española. El Ayuntamiento de Valencia quiere rendir un homenaje póstumo al empresario en su condición de héroe y mártir de la República.


El periodista comenzará una investigación sobre la vida de Santurce, que le llevará a descubrir un complot organizado para el robo de Las Meninas, cuadro que estaba en Valencia en 1936. Un complejo entramado de traiciones y mentiras, donde funcionarios corruptos, contrabandistas y militares, fueron capaces de cualquier cosa por dinero y poder. En su búsqueda, Fernando también se encontrará con la historia de Alejandro Santoro, un joven arquitecto designado por el Gobierno como custodio de los cuadros en Valencia. Con fuertes convicciones del deber y el honor, Alejandro conocerá el amor, y vivirá el horror de una guerra cruel, entrando de lleno en el conflicto debido al plan para robar los cuadros que él custodia. Y entrará en contacto con la figura de Mateo Aguirre, hombre designado para ejecutar el robo de Las Meninas en Valencia ¿Conseguirá Alejandro detener el robo de arte más importante de la historia?


Y una ciudad a merced de un destino incierto...


Los guardianes del Prado es un viaje trepidante en el tiempo, donde el lector podrá ser partícipe de la evolución de la ciudad de Valencia en un momento en el que es invadida por la bruma y en su búsqueda constante por la luz.


Espasa publica en el 60.º aniversario de la declaración del Museo del Prado como Bien de Interés Cultural, LOS GUARDIANES DEL PRADO, un apasionante thriller sobre la heroica historia de un puñado de hombres y mujeres que lucharon para que los nazis no se quedaran con los tesoros del Prado. L


Valencia 1936: un puñado de hombres y mujeres lucharán heroicamente para salvar los tesoros del Museo del Prado. Javier Alandes parte de un hecho histórico conocido, el traslado de las obras maestras del Museo del Prado a Valencia durante la Guerra Civil, y urde una ingeniosa novela de intriga con tintes de thriller.


LOS GUARDIANES DEL PRADO es una novela que combina hechos y personajes reales con ficción. En un ejercicio de imaginación y documentación, el autor ofrece explicaciones alternativas a hechos históricos que bien podrían haber ocurrido de una forma distinta a la oficial. Alandes recupera e integra en la novela uno de los grandes enigmas de nuestra historia, la misteriosa desaparición del tesoro republicano del Vita.


La acción situada en la Guerra Civil se combina con otra que transcurre en un pasado muy reciente: 1980 y 1981, con el ruido de sables que culminó el 23F. Ambos momentos históricos están unidos por un personaje inolvidable, el periodista Fernando Poveda, a quien el lector sigue sin dudar por los complejos recovecos de una investigación fascinante.


Los personajes que sustentan la trama de los años treinta son de una gran fuerza: por un lado, el arquitecto Alejandro Santoro, el ambiguo y peligroso Mateo Aguirre, y las jóvenes Elisa Aparisi y Bela Silvero; por otro, el ambicioso general Gallardo, el fanático SS-Brigadeführer Jürgen von Schimmer y el estraperlista Félix Santurce. Además de otros muchos personajes reales, por la novela desfilan, en cameos impagables, Heinrich Himmler, el general Queipo de Llano, la escritora María Teresa León… y hasta Francisco Franco.


La recreación de los escenarios es asombrosa, en especial la Valencia de la Guerra Civil, inesperada capital de la República durante unos meses muy intensos. Gracias a la capacidad descriptiva de Javier Alandes, el lector se convierte en un transeúnte más, recorriendo sus calles, sentándose en sus terrazas y sintiendo el miedo ante los bombardeos.


Ficcionar la historia, una nota del autor


"LOS GUARDIANES DEL PRADO es la novela que más me ha costado escribir de todas las que llevo escritas hasta ahora. La más profunda en documentación, la más compleja en cuanto a estructura y la más delicada en lo referente a las tramas. Ficcionar la historia es un difícil ejercicio de hilar hechos reales con hechos ficticios, para que todo pueda cuadrar y las conclusiones sean verosímiles. Pero es un precioso telar, con el que he disfrutado muchísimo a lo largo de todo el proceso de creación. Aunque de nada sirve trabajar la documentación, la estructura y las tramas si no dotas a la historia de unos personajes con alma. Todos los personajes ficticios han sido creados desde cero, con el máximo cariño, y con la intención de que cuando tú leyeras esta novela, sintieras que necesitabas saber qué iba a ser de cada uno de ellos. Una historia son sus personajes, que llegan a convertirse en parte de nuestra familia imaginaria y queremos recorrer con ellos la senda de su destino."


Apunte argumental


En los albores de la Guerra Civil, Franco encarga al general Gallardo, hombre de su confianza, que negocie el apoyo de la Alemania nazi a favor del ejército sublevado. El general Jürgen von Schimmer, interlocutor del gobierno alemán, deja muy claro cuál es el precio: por mandar la aviación para bombardeos, la rica colección numismática del Museo Arqueológico Nacional; por enviar a las temidas tropas terrestres del ejército del Reich, el Autorretrato de Durero que descansa en el Prado y… Las Meninas. Gallardo acepta dicho trato por su cuenta y riesgo y, junto a un grupo de hombres sin escrúpulos, orquesta un plan para hacerse con todo ese patrimonio y entregarlo a los nazis. Sin saber que el destino va a envolver en esta conspiración a Alejandro Santoro, un joven arquitecto valenciano que tratará de evitarla.


Elementos narrativos destacados


DOS HILOS ARGUMENTALES DISTINTOS. LOS GUARDIANES DEL PRADO discurre en dos hilos argumentales distintos, que van alternándose, situados en dos períodos históricos diferentes. Ambas tramas se centran en los mismos hechos, conectados por una figura ambigua: el empresario Félix Santurce, convertido durante la Transición en un héroe de la República. En el hilo situado en 1936/1937, el lector es testigo directo de los acontecimientos, mientras que en el de 1980/1981, el protagonista intenta conocer aquella lejana verdad, silenciada, deformada y oculta por décadas de mentiras y de medias verdades promovidas por intereses políticos. El marco de ambos hilos es la ciudad de Valencia, aunque parte de la acción discurre en escenarios tan distintos como Hendaya, Salamanca, Madrid o Berlín.


ESTRUCTURA. La novela se estructura en tres partes. Un prólogo nos lleva a unos días antes del golpe de Estado del 18 de julio, y un epílogo muy revelador coloca todas las piezas en su sitio. Estas tres partes están formadas por capítulos cuya numeración se reinicia en cada una de ellas: 22 en la primera, 19 en la segunda y 13 en la tercera. Los capítulos son de extensión variable y se dividen en apartados, presentados siempre con una referencia al escenario y/o a la fecha en la que se sitúa la acción. Uno de ellos nos traslada a la Corte española en 1656.


VOZ NARRATIVA. Los guardianes del Prado está narrada en una tercera persona omnisciente. Javier Alandes incorpora documentos, cartas y textos periodísticos de la época. No todos son reales, eso sí.


LA HISTORIA INTEGRADA EN LA ACCIÓN. Uno de los puntos fuertes de la novela es la integración de los hechos históricos en la ficción. No solo la enmarcan y nos señalan puntos de inflexión generales, también influyen directamente en la trama. Los nombramientos de Francisco Largo Caballero y de Juan Negrín como presidentes del Consejo de Ministros de la República, el 4 de septiembre y el 4 de noviembre de 1936, respectivamente, y el bombardeo de Guernica, el 26 de abril de 1937, por ejemplo, afectan de forma directa al destino de los protagonistas.


DOMINIO DE LOS RECURSOS. Javier Alandes domina con solvencia distintos recursos narrativos: dosifica el suspense; acelera y ralentiza la narración, según las necesidades argumentales; integra las descripciones en la acción; utiliza el amor, los sentimientos y los dramas personales para dar mayor volumen a los personajes… y usa la ironía —hasta el humor— con maestría (son impagables los encuentros entre el general Gallardo y el nazi Von Schimmer).


Galería de personajes


En la Guerra Civil


ALEJANDRO SANTORO. Arquitecto. Veintitrés años. Su juventud levanta algunas suspicacias, pese a que conoce muy bien su profesión y se ha curtido como albañil y jefe de obras en la empresa familiar. Hijo de un experto cantero, domina, también, los secretos de los explosivos. Es consciente de que su oficio no solo incluye jornadas de duro trabajo, hay que saber elaborar presupuestos y tratar con personas de clase alta. Dirige las obras de remodelación de la iglesia del Patriarca, uno de los lugares escogidos para almacenar las obras del Museo del Prado en Valencia.


CÉSAR SANTORO. Maestro de obras, padre de Alejandro. Antes de crear su pequeña empresa de construcción en Valencia, había sido capataz de una cantera de áridos en Bunyol. Tres años atrás, el destino había movido ficha para que lo contrataran para unas obras en la iglesia de San Nicolás, y lo suelen llamar cada vez que hay que trabajar en una de las propiedades de la diócesis.


EMPAR. Madre de Alejandro. Una mujer poco apegada a lo material y que ha sabido transmitir a su hijo la capacidad de empatizar; cuando era pequeño le leía las Canciones de Federico García Lorca, un librito que le regaló su padre poco antes de morir.


PERE SALGUERO. Capataz de los Santoro. Un albañil experimentado, de genio vivo y de una gran fidelidad a su jefe y amigo César, primero, y a Alejandro, después.


ELISA APARISI. Veinte años. Estudia Derecho, pese a las burlas y las zancadillas de los compañeros y de algún profesor, que no entienden que vaya a la universidad en lugar de casarse o de buscarse un «empleo femenino». Y más, si se tiene en cuenta su belleza. Educada por una madre feminista y rebelde, muerta cinco añas atrás, Elisa es libre de decidir sobre su vida y, en especial, sobre cuándo y con quién desea casarse.


JAUME APARISI. El padre de Elisa. Bedel en la Universidad de Valencia. Un hombre con una cultura por encima de lo que indica su empleo y situación social. Le gusta especialmente el arte, como a su difunta esposa, una pintora aficionada. JOSÉ


LINO VAAMONDE (1900-1986). El personaje real con un mayor peso en la novela. Arquitecto. Responsable del traslado de las obras del Prado a Valencia, en donde conoce y hace amistad con Alejandro Santoro. Es amigo personal del presidente de la República, Manuel Azaña.


BELA SILVERO. Propietaria del hostal Milán, heredado de su difunto padre, un italiano que se enamoró de Valencia y de una valenciana. A sus treinta y tantos está acostumbrada a lidiar con situaciones difíciles. No ha querido vender su establecimiento, pese a que está casi en la ruina y ha recibido varias ofertas. El traslado del Gobierno a Valencia es una tabla de salvación para ella.


FÉLIX SANTURCE. Cuarenta y cinco años. Empresario valenciano. Soltero. El mayor comerciante de naranjas del país. Estudió Comercio y aprendió todo lo necesario sobre los negocios, y cómo aplicarlo a la pequeña empresa familiar, que creció exponencialmente. En 1936, con sobornos y regalos, sus camiones se mueven libremente por las dos Españas. Él se considera un conseguidor, capaz de satisfacer cualquier demanda de quien tenga dinero para pagarlas.


RICO. Chófer, guardaespaldas y matón de Félix Santurce. Antiguo barman del Ateneo Mercantil valenciano, en donde conoció a su jefe.


MATEO AGUIRRE. Nacido en Fuenterrabía, tiene unos cuarenta años y es el lugarteniente de Santurce. Hombre de acción, con un código de honor propio, intenta evitar la violencia siempre que puede, pero no le hace ascos a tirar de pistola si no le queda otro remedio. Acostumbrado a cruzar la frontera con Francia desde muy joven, ha desarrollado un instinto para evitar patrullas y ocultar camiones en caminos estrechos. Tiene adicción a la adrenalina que genera el riesgo.


LOS HOMBRES DE AGUIRRE. Mateo viaja con un equipo de cuatro hombres igual de duros, pero con menos inteligencia: CAMPOS, CORTÁZAR, MENÉNDEZ y SASTRE, que essu segundo, un tipo grandullón que perdió un ojo y luce un parche que le da un aspecto más feroz, si cabe.


ROBERTO BARROSO. Funcionario de carrera desde hace veinte años. Trabaja en el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. Ha pasado su juventud en Valencia, por el trabajo de su padre, y allí coincidió con Félix Santurce en la escuela de Comercio. Ambos mantienen el contacto y la amistad.


GENERAL GALLARDO. Mano derecha de Franco en las negociaciones con el Tercer Reich para conseguir ayuda militar de Alemania para los militares sublevados en julio de 1936. Es alguien que no se sale del guion: adulador, pero sin caer en la sumisión, diplomático y buen controlador de su propio ego. Vive con el permanente miedo al fracaso y al posible pelotón de fusilamiento.


JÜRGEN VON SCHIMMER. General de las SS. Alto, rubio y de maneras exquisitas. Es un tipo duro y sin escrúpulos, forjado en los «camisas pardas», había formado parte del equipo de guardaespaldas de Adolf Hitler antes de llegar al poder. Es un hombre muy cercano al Reichführer HEINRICH HIMMLER.


PERSONAJES REALES. Además de los ya mencionados José Lino Vaamonde y Heinrich Himmler, por el hilo argumental situado en la Guerra Civil desfilan numerosos personajes históricos. Algunos son solo mencionados en algún momento, como los presidentes del Consejo de Ministros de la República FRANCISCO LARGO CABALLERO y JUAN NEGRÍN. Otros intervienen en algunas escenas y diálogos, como los generales FRANCISCO FRANCO y QUEIPO DE LLANO, la escritora MARÍA TERESA LEÓN, que participó en la selección de las obras del Prado para ser trasladadas a Valencia, o FREDERIC KENYON, exdirector del Museo Británico. El célebre cartelista JOSEP RENAU y el crítico de arte RICARDO DE ORUETA intervienen de forma algo más activa en la novela por su papel como directores generales de Bellas Artes.


En los años ochenta


FERNANDO POVEDA. Cuarenta años. Periodista de la revista Tribuna Pública, con sede en Valencia. Su vida ha dado un giro radical tras la muerte de su hijo LEO. La tristeza pudo con su matrimonio y se ha divorciado de MARTA. La relación, además, es de mucha tensión entre ambos. Vive en un piso destartalado que le ha encontrado su hermano Pablo. Fernando también ha perdido la condición de redactor jefe en la revista. Sin embargo, y aunque en horas bajas, sigue siendo periodista. De esos de los que sienten el zumbido en la oreja cuando las cosas no encajan. Como en la historia que rodea al homenaje a Félix Santurce, un supuesto mártir de la República.


GUILLERMO FONFRÍA. Director de Tribuna Pública. Es toda una institución del periodismo, no solo en Valencia, sino en toda España. Ha trabajado toda su vida en los periódicos más importantes del país, y en Cambio16 aprendió los secretos de cómo gestionar una publicación semanal. Tiene muchos contactos en las altas esferas.


SALVA. Amigo de Fernando. Coincidieron estudiando en Madrid, entre finales de los sesenta y principios de los setenta. Años después, volvieron a encontrarse en la revista. Salva ha asistido en primera fila a la espiral descendente en que se ha visto envuelta la vida de Fernando y lo ha sustituido como redactor jefe.


ECHEGARRETA. Jefe de fotografía de Tribuna Pública. Amigo de Fernando. Su mirada experta sobre una vieja fotografía es clave en la novela.


ENRIQUE SANTURCE. Sobrino de Félix Santurce. Ayuda a Fernando en la búsqueda de materiales para un reportaje hagiográfico sobre su tío.


SILVIA OSPÍN. Jefa de prensa del ayuntamiento de Valencia. Es algo más que conocida y algo menos que amiga de Fernando, todo lo que les permite su presencia a ambos lados de la trinchera informativa.


PABLO. El hermano de Fernando. Están muy unidos desde niños, cuando su padre murió en un accidente de tráfico. Gracias a la indemnización pudieron salir adelante, pero su madre cayó en una profunda depresión. Ahora que Fernando está en horas bajas, Pablo le ayuda a rehacer su vida. Está casado con PAULA.


JULIO y MARISA. Cuñados de Pablo. Dos personas muy abiertas que ayudan en la misión de hacer que Fernando supere poco a poco el bache. Una invitación a comer el día de Navidad dará un giro inesperado a la investigación sobre Santurce.


LA ABUELA ISA. La madre de Marisa. Ronda los ochenta años y, aunque apenas participa en las conversaciones navideñas, saca todas sus joyas para lucirlas en la que era su casa, ya que vive con su hija y Julio. Su pasado es más agitado de lo que aparenta por su débil estado de salud.


El punto de partida de la novela


Hendaya (frontera franco-española), julio de 1936


Pese a ser verano, la mañana es fría. El general Gallardo se sube las solapas del abrigo mientras espera a un tren procedente de Berlín. Las autoridades francesas han permitido su encuentro con el general Jürgen von Schimmer, el enviado del Führer para negociar la ayuda alemana a los militares que se sublevarán en España. Cuando se encuentran, Von Schimmer le anuncia que ha venido a «redefinir las condiciones de nuestro acuerdo». Tendrán la ayuda de su aviación a cambio de una parte de la valiosa colección de monedas de oro del Museo Arqueológico Nacional. Si quieren que, además, intervenga la Wehrmacht, deberán entregarles, también, el Autorretrato de Alberto Durero y Las meninas, de Velázquez. Ambas obras están depositadas en el Museo del Prado.


Madrid, julio de 1936


Ya se ha sublevado el ejército, ha empezado la guerra. Una multitud asalta el palacete del marqués de Jaca. La masa de saqueadores amontona las obras de arte en el suelo de la calle, las cubre con cortinas y tapices, y les prende fuego. La multitud, incontrolada, arroja con rabia piezas de cerámica y de cristalería contra el suelo, sembrando de añicos brillantes la entrada de la casa y parte de la calle.


Valencia Llueve a cántaros sobre la ciudad. El sacristán de la iglesia del Patriarca hace su repaso habitual tras las misas de la mañana. En un templo tan concurrido es normal que la gente olvide objetos personales. Mientras busca, descubre en una capilla que la lluvia gotea y se filtra por la pared, empapando el fresco que la preside. Un desastre de una dimensión considerable. César Santoro y su hijo Alejandro se hacen cargo de la reparación.


Madrid Mientras en la dirección general de Bellas Artes repasan los daños al patrimonio artístico llevado a cabo por los grupos de incontrolados, el empresario valenciano Félix Santurce visita a su viejo amigo Roberto Barroso, funcionario de aquella institución. Quiere comunicarle un soplo que le ha llegado: «Franco va a bombardear el Museo del Prado». Hay que proteger las obras.


Valencia, diciembre de 1980 Guillermo Fonfría, director de la revista Tribuna Pública, quiere que Fernando Poveda vaya tomando de nuevo el pulso a su profesión, tras la tragedia personal que ha vivido y la espiral depresiva en la que lleva inmerso varios meses. No es un encargo difícil para alguien con la experiencia de Fernando. Pronto se cumplirán cuarenta y cinco años de la muerte del empresario valenciano Félix Santurce y el ayuntamiento de izquierdas de la ciudad quiere hacer un homenaje y nombrarle hijo predilecto, como mártir de la República que fue. Hay que escribir un reportaje elogioso sobre aquel insigne personaje. «Vaselina», resume Fonfría.


Los escenarios de LOS GUARDIANES DEL PRADO


La ciudad de Valencia es el escenario principal de la novela en los dos hilos argumentales; en el situado en la Guerra Civil aparecen otros lugares relacionados con el conflicto. La forma de narrar de Javier Alandes sitúa al lector dentro del escenario, lo conduce de un lugar a otro y describe los edificios y las calles de forma que los integra en la narración.


Valencia en la Guerra Civil


La IGLESIA DEL PATRIARCA y las TORRES DE SERRANOS fueron los dos edificios escogidos para almacenar y conservar en Valencia las obras de arte del Museo del Prado. La iglesia pertenece al conjunto monumental del Real Colegio del Seminario del Corpus Christi, inaugurado en 1615. Es un espectacular edificio renacentista, construido a caballo de los siglos XVI y XVII. Las Torres forman una de las dos puertas fortificadas de la muralla medieval de Valencia que todavía se conservan. Datan de finales del siglo XIV.


Siguiendo, sobre todo, los pasos de Alejandro Santoro, paseamos por toda la ciudad. Conocemos sus plazas más emblemáticas, como la DE LA REINA, la DE LA VIRGEN y la DEL AYUNTAMIENTO, y sus calles más comerciales, con la de LA PAZ y de LOS CABALLEROS a la cabeza. Nos refrescamos al pie de la torre de SANTA CATALINA y admiramos uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad, la LONJA DE LA SEDA. El MERCADO CENTRAL y la ESTACIÓN DEL NORTE nos fascinan por su diseño, que aúna lo funcional con lo (muy) bello. También descubrimos los palacios que albergaron al Gobierno, los ministerios, y departamentos e instituciones que se mudaron a la nueva capital de la República.


Otros escenarios de la Guerra Civil


La novela empieza en la famosa ESTACIÓN DE HENDAYA, en la frontera francoespañola. Luego transita por dos lugares muy relevantes durante los primeros meses de la guerra, MADRID y SALAMANCA. Y llegamos a viajar hasta BERLÍN. Entre las ciudades en las que transcurre parte de la acción están LEÓN, OVIEDO, SAN SEBASTIÁN y BARCELONA.


La Valencia de los ochenta


El Plan General que inició la transformación de la actual Valencia se aprobó en 1988. La novela está situada unos años antes, en 1980/1981, cuando empieza a caminar el primer ayuntamiento democrático, tras las elecciones municipales de 1979. En 1980 comenzaron las obras para convertir el viejo CAUCE DEL RÍO TURIA en el jardín urbano más grande de España; se inauguró en 1986. Fernando Poveda debe entrevistar al concejal de urbanismo sobre esta cuestión. Además de las calles más céntricas, que coinciden con las de la Valencia de la Guerra Civil, el autor nos presenta la inacabada AVENIDA DEL OESTE, domicilio de la redacción de Tribuna Pública, y nos lleva a la ZONA DEL MERCADO DE ABASTOS, en donde se encuentra el piso en el que Fernando intenta rehacer su vida.


Del traslado del Prado al misterio del Vita


En Madrid, ante la quema incontrolada de templos y la incautación de edificios religiosos y palacios particulares por sindicatos y organizaciones afines a la República durante las primeras semanas de la guerra, el gobierno republicano creó la Junta de Incautación y Protección del Patrimonio Artístico, el 23 de julio de 1936. Entre sus funciones estaba la de incautar o conservar, en nombre del Estado, todas las obras, muebles o inmuebles, de valor artístico, histórico o bibliográfico, que corrieran peligro de ruina, pérdida o deterioro.


En noviembre de 1936, el Gobierno republicano se estableció en Valencia. Con él, viajaron las obras de arte más importantes de los museos madrileños y de algunas colecciones particulares, cuya seguridad no podía garantizarse en una capital bombardeada. En total, unas 2.000 piezas procedentes, casi totas ellas, de los museos del Prado y de Arte Moderno, del Monasterio de El Escorial, del Palacio Nacional y de la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Los dos lugares escogidos para almacenarlas en Valencia fueron las Torres de Serranos y la iglesia del Patriarca.


Del Prado fueron trasladadas 361 obras maestras, entre ellas pinturas tan conocidas, como Las meninas, de Velázquez, el Autorretrato, de Alberto Durero, o El dos de mayo de 1808 en Madrid, de Francisco de Goya. El director del museo por aquel entonces era Pablo Picasso, aunque la persona designada para la selección de las piezas fue la escritora María Teresa León. Los técnicos del Prado utilizaron grandes cajas de madera para proteger las obras, que se cargaron en camiones. En la fotografía, correspondiente a una exposición conmemorativa, se recrea uno de aquellos traslados.


En la novela, Javier Alandes recupera, también, uno de los grandes enigmas de nuestra historia reciente: la desaparición de oro, joyas y divisas incautadas por la República y que, oficialmente, viajaron a México a bordo de un barco llamado Vita. Debía servir para pagar los gastos de los refugiados y las actividades del gobierno republicano en el exilio.


El tesoro había sido incautado por el gobierno de la República y, en su mayoría, procedía de las catedrales de Toledo y Tortosa, del Palacio Real de Madrid, de la colección de monedas antiguas de oro del Museo Arqueológico Nacional, así como joyas, divisas y obras de arte del fondo de la Generalitat catalana y de las depositadas por particulares en cajas de seguridad de algunos bancos y cajas de ahorro.


Nunca existió un inventario detallado de lo que trasladó el Vita desde Marsella, a donde llegó el tesoro procedente del castillo de Figueras, hasta Veracruz, en febrero de 1939. Investigaciones recientes señalan que se lo apropió el dirigente socialista y exministro Indalecio Prieto, que vendió una buena parte de él. Otra parte, cuyo valor no se ha podido determinar, desapareció misteriosamente, sin que se sepa cómo ni se conozca su paradero. Lo dicho: un misterio.


Otros temas que aborda la novela


La historia y su narrativa


La deformación de la historia por intereses políticos o económicos es uno de los grandes temas de Los guardianes del Prado. En todo caso, el que relaciona el hilo argumental situado en la Guerra Civil y el que se desarrolla en los años ochenta.La historia oficial ha convertido a Félix Santurce en un mito de la República, un héroe que perdió la vida intentando convencer a la Alemania del Tercer Reich para que no apoyara a los militares sublevados en España. En su investigación, Fernando Poveda contrapone el ABC nacional, editado en Sevilla, con una nota firmada por el general Gallardo y la explicación oficial de gobierno de la República publicada por Ecos del Pueblo. Solo el lector y algunos personajes de la novela conocen la verdadera historia de Santurce y lo que se oculta tras la deformada explicación sobre su muerte.


La «nueva» mujer


A través de las figuras de Bela y Elisa, Javier Alandes retrata la evolución del papel social de la mujer durante la República. Ambas toman las riendas de sus vidas contra viento y marea. Son fuertes e independientes, rebeldes ante una parte de la sociedad española que se niega a reconocer el cambio. Los problemas de Elisa en la universidad, con compañeros y profesores, y las dudas que genera Bela, una mujer, al frente de un negocio «masculino» son ejemplos de esa lucha.


Ayuda nazi al ejército Nacional


Es uno de los ejes argumentales de la novela. El punto de partida de Los guardianes del Prado son las condiciones que impone el Tercer Reich para enviar ayuda militar a los sublevados. Las razones de Hitler para intervenir en España respondieron a motivos ideológicos y militares. Por un lado, se quería asegurar un aliado estratégico en caso de guerra europea y, por otro lado, España sería un magnífico campo de entrenamiento en combate real para su joven fuerza aérea. En noviembre de 1936, Alemania reconocía oficialmente al gobierno del general Franco y envió una unidad aérea completa, la Legión Cóndor, integrada al principio por cuatro escuadrillas de cazas Heinkel 51 y cuatro de bombarderos Junkers Ju 52. También situó una flotilla naval de combate en la zona del Estrecho para «proteger» los mercantes con suministros para las tropas sublevadas.


Sobre el dolor por la pérdida de un hijo


No es un tema central de la novela, pero sí es una de sus subtramas más emocionales. El hundimiento anímico de Fernando tras la muerte de Leo, su depresión, y su alejamiento paulatino de la realidad laboral y familiar, están tratados con una sensibilidad exquisita. El proceso de deterioro de la pareja hasta culminar con el divorcio de Marta y Fernando es de un realismo estremecedor. También lo es la descripción de los esfuerzos de Fernando y de su entorno para que consiga rehacer parte de su vida, con el dolor siempre latente.


Sobre el autor


Javier Alandes (Valencia, 1974) es licenciado en Economía y desarrolla su carrera profesional, además de como escritor, como formador y conferenciante en emprendimiento, Storytelling y competencias transversales. Es autor de las novelas Partido de vuelta (2018), La balada de David Crowe (The Force Books, 2019) y Las tres vidas del pintor de la luz(Editorial Sargantana, 2019), una ficción histórica sobre un cuadro atribuido a Joaquín Sorolla, que lo ha situado en el panorama literario español.  


 

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