YO NO MATÉ A FEDERICO, de Carlos Mayoral, un espléndido mecanismo literario sobre la historia que pudo ser… y la que fue

 


Editorial Espasa. 224 páginas

Rústica con solapas: 24,90€ Electrónico: 8,99€



El pelotón de verdugos

no osó mirarle la cara.

Todos cerraron los ojos;

rezaron: ¡ni Dios te salva!

Muerto cayó Federico

sangre en la frente y plomo en las entrañas—


Antonio Machado, «El crimen fue en Granada»


Carlos Mayoral aborda en su segunda novela el último año de vida de Federico García Lorca, y a continuación la dramática posguerra en Granada. Partiendo de una exhaustiva documentación, el autor plantea unos hechos sobre los que aún existen demasiadas incógnitas y recrea la amistad que unió a un joven discípulo musical y a Federico García Lorca, en la antesala de la Guerra Civil, en la Granada republicana, cuajada de actividades artísticas, que contrasta con el panorama gris y los desmanes represivos de la inmediata posguerra.


A través de una acertada conjunción de personajes históricos y de ficción, nos ofrece un acercamiento intenso, repleto de emoción y bien documentado a ese momento que permanece en la memoria colectiva de todos los españoles. Los lectores somos testigos, también, de momentos cruciales de nuestra historia cultural reciente. Entre otros hechos, acompañamos a Federico García Lorca a la entrega del manuscrito de Poeta en Nueva York y a la primera lectura privada de La casa de Bernarda Alba.


Por la novela desfilan personalidades reales de la época como Rafael Alberti, Manuel de Falla, Miguel Cerón, Felipe Ximénez de Sandoval, que nos ayudan a situar a Federico García Lorca en su contexto y a dar un mayor volumen psicológico a su personaje. Con YO NO MATÉ A FEDERICO, Carlos Mayoral se consagra como novelista, tras Un episodio nacional (Espasa, 2019) dedicado a la pasión que vivieron Pardo Bazán y Pérez Galdós, con el notorio crimen de Fuencarral como telón de fondo.


A modo de resumen


A cuánta gente le hubiera gustado que dijese: yo lo maté.

Y aunque lo niegue, lo cierto es que su muerte me

acompañará hasta el final de mis días.

Pero no fue así, Germán. Yo no maté a Federico.

El capitán Nestares a Germán Monteverde


Un adolescente Germán Monteverde acompaña a su padre jornalero, Enrique, a visitar a distintos hacendados para los que recoge el tabaco por las plantaciones de la Vega de Granada. Una tarde veraniega de 1935 irán a la Huerta de San Vicente, la casa de Federico García, uno de los señores para los que trabaja. Un frondoso jardín, cuajado de jazmines, rosales y granados, les abre paso a una distinguida casona blanca. Es la primera vez que el joven Germán pisa una finca de estas características. Los hacen aguardar en el salón, rodeados de muebles oscuros, tapices, retratos. Al tiempo, una melodía de piano, que parece parte de un ensueño, envuelve los objetos y llega morosa a los oídos de Germán, que disfruta de la música. Al teclado estará Federico García Lorca y ese encuentro cambiará el destino del joven, cuando el poeta llegue a ofrecerle generosamente darle lecciones de piano.


No puede saberlo aún. Los vientos de la guerra no se habían desatado en la Península, con su ola de crímenes, de desgracia. Pasados los años, en la terrible década del cuarenta, Germán malvive en la trastienda del estanco de la señora Barcina, viuda de guerra, que le ofrece camastro, manta y garbanzos. La miseria la sortea gracias a la solidaridad de los viejos vecinos y al estraperlo, como tantos otros. Pero en su camino se cruza el capitán Nestares, agresivo y prepotente, del que se rumorea que tuvo en sus manos la vida y la muerte de Federico. Otra vuelta de tuerca del destino se pondrá en marcha cuando el capitán cruce el umbral del estanco de Barcina para detener a Germán acusado de contrabando.


Carlos Mayoral afirma que "comoquiera que a veces se tiende a confundir la ficción narrativa con la realidad, es de recibo dejar claro que todos los nombres aquí presentes son personajes de novela y que se mueven en un terreno a medio camino entre la verdad y la mentira. Así, por ejemplo, el capitán Nestares fue ascendido a teniente coronel ya en la guerra, pero por rigores de esta trama sigue siendo capitán en todas sus páginas. Del mismo modo, si bien es cierto que Nestares fue hijo ilegítimo y que su padre no reconoció a su madre hasta el matrimonio in articulo mortis, ni las fechas ni los avatares del conflicto familiar que se describen son fieles a la veracidad y se ven modificados para regocijo de la novela. Por último, todos los personajes que por aquí discurren, desde el más universal Federico García Lorca hasta el totalmente ficticio Germán Monteverde, besan, fuman o respiran siempre con el único estímulo del autor, ajenos a la realidad histórica".


Elementos narrativos destacados


DOS HILOS ARGUMENTALES. Carlos Mayoral ha creado dos hilos argumentales que discurren en paralelo y que tienen a Germán Monteverde como nexo. Están situados en dos períodos históricos distintos, que van alternándose. El primero nos lleva del verano de 1935 a agosto de 1936. Se centra en la relación de Federico García Lorca con Germán, en el crecimiento de éste como pianista y en la actividad del poeta los meses que precedieron a su muerte, junto con un retrato descarnado de la represión en Granada durante los primeros meses de la Guerra Civil. El segundo hilo argumental transcurre entre abril de 1941 y la primavera de 1942. Los dos personajes que lo articulan son Germán, alejado del piano y dedicado a sobrevivir con lo que gana en un estanco y lo que saca del contrabando de aceite; y el capitán Nestares, cuya compleja vida familiar y su relación con algunos notorios rojos lo enfrentan a sus superiores y correligionarios, pese a su implicación ideológica en la brutal represión.


ESTRUCTURA. La novela se estructura en tres partes, con un total de treinta capítulos, más un epílogo situado en los años cincuenta. La primera parte se titula «La paz», la segunda «La guerra» y la tercera —y más corta, solo consta de dos capítulos— «La muerte». Cada capítulo, a su vez, se divide en apartados de extensión variable enmarcados en un lugar y una fecha concretos.


VOZ NARRATIVA. Yo no maté a Federico está narrado en una tercera persona que se focaliza de forma alterna en los tres personajes principales: Federico García Lorca, Germán Monteverde y el capitán José María Nestares. Además, Carlos Mayoral añade documentos de la época, como fragmentos de discursos y artículos de prensa.


LA HISTORIA INTEGRADA EN EL RELATO. Como ya se ha señalado, la ambientación es espectacular… sin llegar a ser excesiva, puesto que siempre está al servicio de la narración. Los hechos históricos destacados —como las elecciones de marzo de 1936, los asesinatos del teniente Castillo y de José Calvo-Sotelo o el alzamiento del 18 de julio, entre otros— se nos presentan a través de los diálogos o de la acción, no de bloques de textos descriptivos.


PERSONAJES CON VOLUMEN. Carlos Mayoral huye del blanco y negro al abordar la descripción de los distintos personajes, con independencia de su papel en la novela o de su adscripción ideológica. Los dota de volumen, mostrando sus convicciones, sus ambiciones, sus miedos y sus debilidades. Federico García Lorca está dibujado con gran sutileza, de forma que además de al gran poeta, descubrimos al ser humano en toda su dimensión.


VIOLENCIA SIN EXHIBICIONISMO. Una novela situada en los meses previos a la Guerra Civil y en lo más duro de la posguerra es imposible que no refleje la dureza de aquel período. En Yo no maté a Federico se muestran tanto las penurias de los ciudadanos comunes, en años de escasez y racionamiento, como la violencia de un Régimen que buscaba consolidarse aniquilando a sus antiguos enemigos — reales o imaginados— y aplastando cualquier muestra de rebeldía o disidencia, incluso entre sus mismos miembros. El miedo se palpa. En un ejercicio de contención narrativa, Carlos Mayoral evita recrearse en la violencia y la muestra sin artificios: muy real, humillante y desgarradora.


Galería de personajes históricos y de ficción


FEDERICO GARCÍA LORCA

El García Lorca que nos encontramos en las primera pàginas de YO NO MATÉ A FEDERICO había regresado a Granada tras triunfar en Argentina como dramaturgo y como director teatral. Permaneció en Buenos Aires entre 1933 y 1934. Su febril actividad y continuos viajes a finales de los años veinte y principios de los treinta lo mantuvieron alejado de su casa y, en especial, de su madre. En 1935, en los capítulos iniciales de la novela, notamos su necesidad de recuperar el tiempo perdido. Entre otros hechos, somos testigos de su actividad política y asistimos a la entrega de los manuscritos de Poeta en Nueva York, que no se publicaría hasta 1940, y de El público; también, a la primera lectura pública de La casa de Bernarda Alba.


GERMÁN MONTEVERDE

Nació en 1919 en Calahonda, en la costa granadina. Su madre había sobrevivido a la «gripe española» y dio a luz a Germán tras un embarazo especialmente duro. El chico tenía doce años cuando la familia se mudó a Granada. Su vida dio un giro radical poco después, en 1935. Acompañaba a su padre en la recogida de tabaco en la Vega, cuando el hacendado Federico García Rodríguez los invitó a entrar en su casa. Sonaba un piano y, llevado por la curiosidad, Germán entró en la sala de música y conoció a Federico, que descubrió en él una inteligencia despierta y una gran sensibilidad, por lo que lo invitó a volver otro día para aprender los rudimentos del instrumento. Tras la guerra, y sin sus padres, Germán se ve obligado a malvivir en un estanco y a realizar contrabando de aceite, llamando la atención de la policía.


LOS PADRES DE GERMÁN

ENRIQUE MONTEVERDE. Su metro ochenta de músculo y su pasión por la naturaleza alpujarreña lo convirtieron en un personaje popular en la sierra, que conocía como nadie. Tras casarse con Marianela y tener a Germán, se mudaron a Calahonda, en 1922, donde no tardó en hacerse con el reparto de pescado en la costa granadina. En 1931, ya en Granada, se encargó de la recogida de tabaco de la Vega para transportarlo a las fábricas de la ciudad.


MARIANELA TORRIJOS. Maestra nacida en Ávila. Era una mujer rubia, esbelta, de paso firme y largo, de mirada triste, aire ajeno y ojos de color canela. Tras formarse en la Institución Libre de Enseñanza fue destinada a Soria y, cinco años más tarde, a Motril. Conoció a Enrique en las fiestas de Polopos y volvieron a coincidir en Calahonda, en 1916. Ya no se separaron. Ella era diez años mayor que él. Con la llegada de la República, Marianela formó parte de la Comisión Provincial de las Misiones Pedagógicas.


LA FAMILIA NESTARES

CAPITÁN JOSÉ MARÍA NESTARES. Militar que había servido en África a las órdenes de Francisco Franco. «Camisa vieja» de Falange, fue destinado a Granada como jefe del Cuerpo de Seguridad y Asalto. Se sublevó el 20 de julio de 1936, haciéndose con la comisaría de policía y participando en la toma del gobierno civil. Fue nombrado delegado de Orden Público, cargo desde el que dirigió la cruenta represión en la provincia. Tras participar en la contienda al mando de varias unidades —y protagonizando el desastre del Peñón de la Mata—, fue responsable del centro de detención de La Colonia de Víznar, en donde estuvo preso Federico.


CARMEN TREVIJANO. Esposa de Nestares. Era una mujer elegante, no muy agraciada y muy culta para lo que solía rondar por Granada. Hizo voto de pobreza durante la guerra. Tenía un hijo, Quico.


PEPE NESTARES. El padre del capitán. Viudo de Ángela desde hacía décadas. Vivía solo en la casa familiar. Padecía una tuberculosis muy avanzada y le quedaban pocas semanas de vida, según el DOCTOR BERNEBÉU. Su hijo descubrió de forma casual que la música le daba nuevas fuerzas y decide tomar cartas en el asunto.


LOLA CUÉLLAR. Uno de los secretos a voces de la ciudad era que el capitán era hijo ilegítimo de Pepe Nestares y de Lola Cuéllar, una mujer que había coqueteado con la prostitución. Lola vivía con otros dos hermanos del capitán en una casa muy humilde del barrio de Figares. El capitán Nestares intentó convencer a Pepe de que se casase con ella antes de morir.


LA FAMILIA ROSALES

El poeta LUIS ROSALES era uno de los mejores amigos de García Lorca. Los hermanos Rosales, sobre todo JOSÉ y ANTONIO, estaban ligados a la Falange y ocuparon posiciones importantes tras el golpe de Estado de julio de 1936. Luis no dudó en ofrecer su casa para que Federico se refugiase en ella. Todos estaban convencidos de que «nadie se atreverá a profanar aquel caserón».


ENTRE AMIGOS Y ENEMIGOS

RAFAEL. Joven y virtuoso guitarrista que solía tocar, a cambio de unas monedas, en la plaza del Campillo. Germán se cruzaba con él en algunas ocasiones. Su pelo rizado y rubio era inconfundible.


SEÑORA BARCINA. Perdió a su marido, un coronel, en el frente. A cambio, el nuevo régimen le permitió convertir un local ruinoso en el estanco de su barrio. Marianela Torrijos, profesora de Barcina en los años de la República, le pidió que se ocupara de Germán, que ahora despachaba en el estanco y malvivía en una lúgubre habitación interior.


PEDRO SOMAVILLA. Amigo de Germán, un chico sin mañana, como él y como tantos de su generación. Achaparrado y dicharachero, Pedro conservaba de su padre un lejano acento sevillano. Cuando se le presentó la oportunidad de trabajar en el astillero de Puerto Real, en Cádiz, no se lo pensó: buen salario y un trabajo relativamente fijo. Un tesoro para alguien como él.


INSPECTOR SÁNCHEZ LUENGO. Detuvo a Germán y lo torturó para que delatase a sus proveedores y clientes en el contrabando de aceite. Cuando Nestares ordena que lo liberen, para que se ocupe de su padre, el inspector se convierte en un enemigo muy peligroso para el capitán y su joven protegido.


JOSÉ VALDÉS. Gobernador civil de Granada. Su papel activo en la cruenta represión en la provincia llegó a alarmar, incluso, a sus propios camaradas.


PALOMA y ALMUDENA SANTA BÁRBARA. Esposa y vástago de un coronel franquista. Habían llegado a Granada en 1939. Eran muy conocidas por sus obras de beneficencia y por regentar el albergue de San Juan para necesitados. Pese a su fama de caritativa, la joven Almudena no parecía tener buenas intenciones para con Germán. Por su parte, el CORONEL SANTA BÁRBARA era un declarado rival de Nestares, a quien consideraba un peligro para el Régimen y al que no le perdonaba que enviase a morir a cientos de hombres en la inútil ofensiva del Peñón de la Mata.


CAMEOS DE LUJO

MIGUEL CERÓN. Uno de los personajes históricos con un papel relevante en la novela. Gran amigo de Federico y amante de la música, era un motor para la sociedad artística granadina. Famoso por su capacidad para descubrir talentos, se hizo cargo de la incipiente carrera de Germán.


RAFAEL ALBERTI. Poeta, amigo y confidente de García Lorca. En febrero de 1936, en Madrid, Federico le presentó el texto que había escrito en apoyo al Frente Popular ante las elecciones que se celebrarían en febrero y marzo.


MANUEL DE FALLA. Una de las personalidades artísticas más importantes de aquella España. A él acudieron Federico y Miguel Cerón para que conociera a Germán.


PEPE CABALLERO. Un joven pintor andaluz establecido en Madrid. En la novela, acompaña a García Lorca al estreno de una obra de Felipe Ximénez de Sandoval.


FELIPE XIMÉNEZ DE SANDOVAL. Escritor, periodista y dramaturgo falangista, amigo de Federico. Tras la guerra actuó como diplomático y ocupó distintos cargos de responsabilidad.


EUSEBIO OLIVER PASCUAL. Médico, catedrático y profesor numerario del Hospital General de Madrid. En su domicilio, Federico leyó para sus íntimos La casa de Bernarda Alba. Asistieron, entre otros, Dámaso Alonso, Jorge Guillén y Pedro Salinas.


RAFAEL MARTÍNEZ NADAL. Lo acompañamos junto a Federico por las calles de Madrid, en julio del 36, cuando el poeta le entregó un paquete en el que estaba el manuscrito de El público.


El punto de partida de la novela


HUERTA DE SAN VICENTE, GRANADA. VERANO DE 1935


En el verano que conoció a Federico, Germán cumplió dieciséis años. Aquella tarde, su padre cambió su ruta habitual: en vez de acabar el trayecto en Santa Fe, donde cobraba los honorarios, se dirigió a la Huerta de San Vicente, a las afueras de la capital. El propietario de las tierras se había cansado de delegar los pagos del reparto en los gerentes y había decidido cerrar la tarea personalmente.


Enrique y Germán entraron en la casa de don Federico García por una puerta enorme frente a la cual se levantaba una escalera iluminada por una ventana ojival. Unas notas de piano se deslizaban por la casa y al ambiente, ya de por sí distinguido, se le sumaba aquella sonata maravillosa. Don Federico les explicó que su hijo, también Federico de nombre, tocaba el piano en un cuarto contiguo e invitó a Germán a ir a verlo tocar.


El pianista, tras interpretar Claro de luna, de Debussy, invitó al muchacho a que jugueteara con el teclado. Germán se sentó con torpeza y acarició las teclas con ternura, como si mimase el instrumento. Después colocó sus manos como 10 minutos antes había visto hacer al poeta y Federico García Lorca se asombró al comprobar que lo hacía con sorprendente habilidad, como si ya conociese la técnica. Maravillado, el poeta se ofreció a darle algunas lecciones.


ESTANCO BARCINA, GRANADA. ABRIL DE 1941


Germán Monteverde se recostó en el camastro de la trastienda. Odiaba el trabajo de estanquero al que la miseria lo había condenado. Lo que la señora Barcina le pagaba apenas le permitía comer algo de sopa, medio puñado de garbanzos, fumar sobras de tabaco, disponer de unas mantas para el invierno y vivir en la pequeña trastienda. Nada más. Marianela Torrijos, la madre de Germán y profesora de Barcina en los años de la República, le pidió a la mujer un trabajo y un techo para su hijo. La viuda, sin que quedara constancia de cualquier ayuda a un rojo, metió allí a Germán, mal que les pesase a ambos.


De sus años de reparto en la Vega con su padre le quedaban al joven algunos amigos, ahora convertidos en contactos. Esta red le permitía dedicarse, en parte y de manera humilde, al estraperlo. Veía el contrabando no tanto como un negocio, sino más bien como un favor que recogía por tanta confianza depositada en Enrique Monteverde en los años treinta. Germán les ofrecía algo de tabaco ya industrializado y ellos, los agricultores de la Vega, le correspondían con viandas de aquí y de allá, principalmente aceite, que podía más tarde vender a buen precio en la ciudad. Corrían tiempos duros y había que adaptarse a ellos.


Aunque desconocía la actividad clandestina de Germán, sus movimientos en camioneta de la Vega a la ciudad y viceversa había llamado la atención de la policía. Y las sospechas no tardaron en llegar al capitán José María Nestares, un tipo implacable en la represión a quien las malas lenguas atribuían la muerte violenta del poeta Federico García Lorca en 1936.


Germán estaba muy lejos todavía de imaginar que su destino y el de Nestares se cruzarían en muy poco tiempo.


Los escenarios de Yo no maté a Federico


El principal escenario de la novela es Granada, tanto la ciudad como distintas poblaciones de la Vega. Hay algunas escenas en Sevilla, Madrid, Málaga y Melilla, y la novela se cierra en París. De este último lugar no daremos pista alguna para no reventar la trama. La descripción de esos escenarios es somera, sin detalles inútiles, siempre al servicio de la narración. Estos son los más destacados.


LAS ALPUJARRAS Y LA COSTA GRANADINA


Aparecen al principio de la novela, al presentarnos a los padres de Germán. Enrique Monteverde tenía fama de ser el pastor que mejor conocía la serranía. Los tres lugares principales en estos capítulos iniciales son MOTRIL, a donde Marianela Torrijos fue destinada como maestra; POLOPOS, la pequeña localidad alpujarreña en donde Enrique y Marianela se conocieron, y CALAHONDA, donde se estableció el matrimonio e inició Enrique su negocio como transportista.


LA CIUDAD DE GRANADA


Al mudarse a Granada, la familia Monteverde-Torrijos alquiló una pequeña vivienda al final de la CALLE ELVIRA, cerca del río Darro y Cuchilleros. Es importante, por su papel en la detención de Federico, la casa de los Rosales en la CALLE ANGULO. Tres equipamientos culturales tienen un papel más o menos importante en el relato, tanto en el hilo que discurre en 1935-1936, como en el situado en la posguerra. Por un lado está el ATENEO, cuya sede era el TEATRO CERVANTES. Allí dio un concierto Germán antes de la guerra, que marcaría su destino al principio de los años cuarenta. Asistimos también al incendio que destruyó buena parte del AUDITORIO ISABEL LA CATÓLICA, un gran local vinculado a las derechas granadinas. Finalmente, en la BIBLIOTECA MUNICIPAL, Germán conoció más detalles de las supuestas hazañas bélicas del capitán Nestares.


En la estrecha CALLE SAN MIGUEL ALTA se encontraba el domicilio de Pepe Nestares. Allí, su hijo y Germán trasladaron con dificultad el piano de este último para intentar aliviar —o retrasar— la agonía del viejo. A menos de un kilómetro de esa casa vivía Lola Cuéllar, la amante de Pepe y madre biológica del capitán, en la CALLE VERACRUZ, en el barrio de Figares, una zona impulsada al abrigo de la ley de casas baratas de Primo de Rivera, en los años veinte.


De carácter más simbólico —hasta metafórico— es la presencia del CAFÉ SUIZO en la novela. Este café era el más emblemático de Granada desde mediados del siglo XIX. Cuando el capitán Nestares entró en él con Lola, estaba reconociendo la veracidad de los rumores sobre su verdadera madre.


En cuanto a los edificios oficiales y grandes equipamientos, aparecen varios a lo largo de la novela, en ambos hilos argumentales. Podemos señalar la COMISARÍA DE POLICÍA, el EDIFICIO DE GOBERNACIÓN, el HOSPITAL 18 DE JULIO, el ALBERGUE DE SAN JUAN, el CEMENTERIO DE SAN JOSÉ y la ESTACIÓN DE LOS ANDALUCES.


Un capítulo muy interesante, por cuanto ayuda a dibujar la relación entre García Lorca y su joven discípulo, tiene como marco la zambra de Juan Amaya en las CUEVAS DEL SACROMONTE. El poeta era allí una figura muy querida y respetada.


HUERTA DE SAN VICENTE


Finca agrícola de la familia García-Lorca en la Vega granadina. Pasaron allí los veranos entre 1926 y 1936. Situada a las afueras de la capital, fue bautizada así en honor de la madre del poeta, Vicenta. En la gran casona, Federico escribió obras como Bodas de Sangre y Yerma.


LA VEGA DE GRANADA Esta comarca agrícola se encuentra en el centro de la provincia. La forman cuarenta y un municipios, entre ellos la capital. Enrique y su hijo la recorren comerciando con tabaco en el hilo situado antes de la Guerra Civil. En la posguerra, es Germán quien se aventura por sus carreteras a causa de su modesto negocio de estraperlo. Se detalla la ruta que pasaba por FUENTE VAQUEROS, ASQUEROSA —actual VALDERRUBIO—, LÁCHAR, ROMILLA y SANTA FE.


COLONIA DE VÍZNAR


La localidad de Víznar se encuentra también en la Vega de Granada, a los pies de la Sierra de la Alfaguara. Allí estaba el cortijo conocido como las Pasaderas de Víznar, en el camino de Alfacar. En el verano de 1934, las autoridades de la República convirtieron la finca en una casa de veraneo para niños, en unas colonias. Tras el golpe militar del 18 de julio, los sublevados desalojaron a los niños de La Colonia y la convirtieron en una cárcel donde los detenidos pasaban sus últimas horas antes de ser fusilados. Al principio, los mataban en Puerto Lobo; a partir de mediados de agosto en la carretera hacia Alfacar y desde septiembre, en el BARRANCO DE

VÍZNAR. Federico García Lorca pasó allí sus últimas horas.


MADRID


Seguimos los pasos de Federico en Madrid, en 1936. En el CAFÉ NACIONAL, García Lorca se encontró con Rafael Alberti en el enrarecido clima que precedió a las elecciones de marzo. En el TEATRO LARA conocemos la versión más abierta del poeta, capaz de ser amigo de personas que, como Felipe Ximénes de Sandoval o José Antonio Primo de Rivera, estaban en sus antípodas ideológicas. En un paseo por la CALLE DE ALCALÁ, Federico fue consciente de la hostilidad que se vivía en la capital de España.


Algunos grandes temas que aborda la novela


LOS PROLEGÓMENOS DE LA GUERRA CIVIL


Como se ha señalado al describir las vivencias de García Lorca en el Madrid de 1936, el clima político apuntaba a lo peor desde la campaña de las elecciones generales celebradas en febrero y marzo de aquel año. «Ya no eran solo los tiros, los pistoleros fascistas o las iglesias quemadas; iba más allá. El clima tenso, las miradas, los gestos, las precauciones, el odio. Toda esa mezcla se masticaba en cada calle, en cada plaza», nos describe el narrador.


LA SINRAZÓN DE UNA GUERRA


La novela apenas describe de forma directa la Guerra Civil, puesto que Granada cayó en manos de los sublevados muy pronto y Germán no salió de allí durante el conflicto. De forma indirecta conocemos algunos episodios, como el de la batalla del Peñón de la Mata, en la que el capitán Nestares se ganó fama de carnicero en busca de distinciones y ascensos sin importarle el precio. Al parecer, Nestares envió a la muerte a cientos de hombres para la conquista de una posición que no tenía ninguna importancia estratégica.


LOS INTERESES TRAS LA MUERTE DEL POETA


Diseccionar los motivos que llevaron a la detención y asesinato de Federico García Lorca es un ejercicio en el que se mezclan la política, los intereses bastardos de algunos personajes y las luchas por el poder en unos momentos de represión sangrienta y de ausencia de un Estado fuerte.


LA DURA Y VIOLENTA POSGUERRA Uno de los dos hilos argumentales de la novela discurre de forma íntegra en la inmediata posguerra. Carlos Mayoral describe la violencia de los represores con una austeridad que hace más patente aún su arbitrariedad, su sadismo y el abuso de poder. La miseria moral se ve correspondida con la miseria material. Cada cual procura por sí mismo y es muy evidente la falta de productos de todo tipo, desde los alimentos hasta el combustible. El hecho de mostrar los puntos de vista de Germán y de Nestares nos permite conocer qué se cocía en ambos lados de las trincheras, el pensamiento de los represores y el de las víctimas.


MATERNIDAD, PATERNIDAD E IDENTIDAD


Son temas profundos que se desarrollan a través de la historia del origen de Nestares. El capitán intenta durante buena parte del libro que su padre contraiga matrimonio con Lola, su madre biológica. Aunque socialmente ha sido aceptado como hijo de Pepe Nestares, necesita que ese reconocimiento sea legal y permita a Lola abandonar el estatus de «querida». De paso, los hijos bastardos de Pepe y Lola pasarían a ser hijos legítimos. La escena de Lola y el capitán en el Café Suizo es una metáfora perfecta de ese anhelo.


TALENTO INNATO Y FORMACIÓN ACADÉMICA


Cuando Germán Monteverde se sentó ante el piano e imitó la forma de tocar de García Lorca, el poeta descubrió en el joven una sorprendente habilidad, como si ya conociese la técnica de forma innata. Sin embargo, Federico sabía que si no se cultivaba académicamente, aquella técnica no serviría de nada. Por eso tomó como alumno a Germán e intentó que su amigo Miguel Cerón le diese un empujón para conseguir que el Ateneo se hiciera cargo de financiar la carrera de la joven promesa del piano.


Sobre el autor


Carlos Mayoral (Villaviciosa de Odón, 1986). Periodista, colabora en la sección de cultura de El Español, en los medios digitales Zenda y The Objective, así como en las revistas culturales Jot Down Magazine y Archiletras. En el ámbito periodístico, fue finalista del premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes en el año 2018. Ha publicado el ensayo literario Empiezo a creer que es mentira (Círculo de Tiza, 2017), que fue finalista ese año en el premio El Ojo Crítico Narrativa, otorgado por Radio Nacional de España. Ha formado parte del ensayo colectivo La España de Abel (Editorial Deusto, 2018), en el que un grupo de escritores nacidos en democracia analizan el papel de la Constitución del 78 por su cuarenta aniversario. En 2019 publicó su primera novela, Un Episodio Nacional (Espasa, 2019), finalista del premio Hislibris 2020.




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