Lucía Galán, mi pediatra vuelve con LA VIDA VA DE ESTO, su libro más sincero e inspirador: historias cargadas de experiencia y directas al corazón

 



Editorial Planeta. 224 páginas

Rústica con sobrecubierta: 17,90€ Electrónico: 9,99€


Lucía Galán, la pediatra más mediática de nuestro país, regresa con LA VIDA VA DE ESTO. Una obra en la que la autora comparte la cotidianidad de su día a día, y nos abre las puertas de su hogar, para mostrarnos que los conflictos con nuestros hijos se resuelven con palabras y comprensión, y no con portazos e insultos. Porque solo el amor y el entendimiento nos llevará a tener la relación que deseamos con ellos, ésa que se basa en el apoyo, la complicidad y la confianza. Solo así podremos crear una unidad familiar donde cada uno de sus miembros se enriquezcan mutuamente, en la cual cuando alguno de ellos esté enfadado o irritado, no sienta la necesidad de herir o insultar a los demás. Esto es lo que entendemos como inteligencia emocional, y como todo en esta vida, cuanto más se practica más se domina.


LA VIDA VA DE ESTO es una obra escrita con un propósito claro: entender que la vida improvisa, y nosotros con ella, y que solo merece ser vivida si la colmamos de ternura, de sensibilidad y de verdad. La autora nos recomienda llevar puesta una sonrisa, ya que nos hará el camino más fácil, y siempre que tengamos alguna emoción que merece ser rescatada podemos apuntarla en “nuestra libreta de emociones” para recuperarla cuando la vida aprieta. Como bien apunta Lucía Galán «no son heridas de guerra. Son heridas de vida».


El estilo pausado, tierno, y confidente que caracteriza la prosa de Lucía se plasma a lo largo de los quince capítulos que componen esta obra. En ellos encontraremos historias que nos arrancaran más de una sonrisa, al descubrir esa complicidad con nuestros hijos adolescentes y las elocuentes respuestas que nos ofrecen. Otros relatos destinados a cómo abordar la llegada de la primera regla de las adolescentes informándoles de los diferentes productos higiénicos que tienen a su disposición, y apoyándolas en esta nueva etapa vital. Porque La vida va de esto, también va de hablar de la muerte con nuestros hijos, de manera natural, especialmente cuando nos enfrentamos a la partida de uno de los abuelos o de otros familiares cercanos. Por ello esta es una obra fundamental para aprender a ser mejores padres y madres, con realismo y autocrítica, porque la honestidad es el único camino para dar lo mejor de nosotros mismos y entender que La vida va de esto. La autora nos insta a no tener prisa por vivir esta aventura, a evolucionar, sentir, y hacer de nuestros errores sabiduría.


Como en obras anteriores Lucía Galán nos presenta una maternidad consciente, verdadera, donde el amor y el respeto de todos los integrantes del hogar deben ser la guía. Donde las alegrías se celebran y las penas se lloran, juntos.


La vida improvisa, y nosotros con ella


No tengas prisa. La vida es larga y bonita. Es una aventura en la que hay que aprender de cada experiencia. La vida es elección y cambio, es darse permiso para sentir, es autocrítica y aprendizaje. Y es vivir muchas vidas en una. En este libro, Lucía Galán Bertrand, la famosa pediatra que tanto éxito tiene cuando comparte su cotidianidad, nos muestra sus experiencias más personales, su día a día cuando se quita la bata de médico. Aquí la verás como madre imperfecta, como pediatra veterana, como pareja ilusionada y como mujer de éxito: reflexiones dirigidas a sus lectores, de tú a tú, a pecho descubierto y con la sensibilidad que la caracteriza. Lucía apunta directo al corazón.


A los padres y madres de adolescentes, a los que han tenido un bebé y llevan meses sin dormir, a las chicas que han tenido su primera regla, a las madres de las madres, al compañero de viaje, a la vida, a la muerte, a la mujer emprendedora y a quienes no se rinden. A todos ellos se dirige este libro. Lucía en estado puro, hablando de verdad, porque la vida va de esto.


«La vida es aceptar que a muchas de esas metas no llegaremos nunca, incluso habiéndolas peleado. Que no, que debemos asumir que querer no siempre es poder. La vida va de mirar su cara amable y bonita, que la hay, claro que la hay, y es preciosa. La vida es buscar a esas personas refugio a las que siempre puedes volver, pase lo que pase. Y la vida es aceptar que ningún amor merece ser vivido si hace que se tambaleen nuestros cimientos. (…). La vida va de identificar esos momentos gloriosos que nos tiene preparados y disfrutarlos de una forma plena y libre, sabiendo que nuestro tiempo es limitado… La vida es larga y es bonita. Y consiste en vivir muchas vidas en una».


Practicar la asertividad


Es una situación bastante común en las madres que acaban de dar a luz sentir la necesidad de compartir esos primeros momentos con el padre y con el bebé, sin más familiares que creyendo actuar de buena voluntad rompen la armonía de esa recién creada familia. La autora presenta el caso de una mamá a la que no le apetecía que sus suegros estuviesen tan presentes en su rutina diaria. La incapacidad para poder comunicárselo a su pareja, por miedo a herir los sentimientos de éste, agravaba la situación. Tras una charla con Lucía sobre este asunto, esta le brindó un gran consejo para poder manejar dicha situación. El secreto está en la asertividad. En cómo expresar nuestras necesidades, nuestros deseos y nuestros límites, sin que nuestro corazón se acelere, sin levantar la voz. Cuando somos capaces de lograrlo en ese momento es cuando descubrimos esa verdad en la que sí deseamos habitar para siempre. Algunos de los ejemplos que Lucía Galán nos brinda son para practicar este tipo de lenguaje son: «Entiendo lo que me planteas, pero no me gusta», «Comprendo tu punto de vista, pero eso me hace daño», «Asumo que piensas así, pero yo no lo comparto», «Ni me gusta ni me hace sentir bien eso que haces». La autora nos recuerda que por encima de los deseos de los demás está nuestro bienestar, está nuestro amor propio, están nuestra integridad y nuestros principios.


«Calladita no estás más guapa. Guapa estás cuando luchas, cuando piensas por ti misma, cuando defiendes tu sentir apasionadamente. Las injusticias se denuncian, se pelean y se lucha contra ellas y se llega hasta el final. Aunque se pierda. Dormir con la conciencia tranquila no tiene precio; levantarse por las mañanas sabiendo que has hecho lo correcto, tampoco. Que nadie te haga callar nunca. Jamás. (…) No dejes de decir por miedo a no ser escuchada. No dejes de hacer por miedo a no llegar».


Las madres de las madres


La autora explica la importancia del posparto, y cómo las nuevas mamás necesitan más que nunca a alguien a su lado que las apoye tras el aluvión de sensaciones que están experimentando. A veces la madre de la madre es también aquella que ni es madre, ni es la nuestra, pero que ejerce como tal. Puede ser una hermana, una amiga o una tía, la que nos acompaña y nos consuela en este viaje que acabamos de emprender. Lo importante es sentirse acompañada, consolada, y entendida. Porque el posparto es un camino que no debemos transitar en soledad, para el recién nacido sobran cuidados y manos dispuestas a ayudar. Pero… ¿Quién se ocupa de la madre? ¿Quién mima a esa mamá reciente escondida en un cuerpo que ni ella reconoce y es un sentir contradictorio de amor, responsabilidad, miedo, culpa y emociones en carne viva?


Lucía Galán afirma que el momento en el que ha sentido más conexión con su madre fue después de su primer parto, aún recuerda como la abrazaba y la cuidaba cuando ella no era capaz de hacerlo por sí misma. «Nunca había sentido así mi propia vulnerabilidad hasta que, de golpe y porrazo, arrasó con toda esa fuerza de la que tanto había hecho yo alarde». Por ello la autora nos insta a ser atentos con todas aquellas madres que acaban de salir del hospital con un bebé en brazos y la mochila llena de miedos. Cuidémoslas con empatía, generosidad y escucha, y si pasado un mes la madre sigue abatida podemos acudir a un profesional para que nos ayude.


La importancia del descanso


El sueño de los niños es uno de los motivos más comunes por lo que los padres visitan la consulta de Lucía, así como el causante de muchos de los desencuentros dentro de la pareja. No se trata solamente de un niño que no duerme, es una madre y un padre que no duermen, es una pareja que opta por intentar descansar en habitaciones separadas, posponiendo durante semanas cualquier encuentro sexual porque no hay ni tiempo, ni ganas. Esto incrementa la sensación constante de llegar tarde, mal y nunca a la infinita lista de tareas aún por realizar. La casa, la crianza de los niños, el trabajo. Pero está bien no llegar a todo, está bien no ser una superwoman.


Muy pocos padres primerizos conocen el dato revelador de que el sueño del niño durante el primer año de vida es fragmentado; lo habitual es que se despierte varias veces en una noche. Los bebés, durante sus primeros cinco o seis meses, tienen un ritmo llamado ultradiano, es decir, ellos no se reinician como nosotros cada veinticuatro horas en lo que llamamos un ritmo circadiano. Ellos cada tres horas empiezan de nuevo tanto su ciclo de sueño como su metabolismo: vuelven al punto de partida. Y especialmente durante esos primeros dos, tres meses ni siquiera son capaces de distinguir el día de la noche.


El sueño es algo cambiante a esas edades, es importante saber que a esa primera parte del sueño la denominamos sueño activo, es decir, el bebé está dormido, pero se mueve, da patadas, gruñe, mueve la cabeza, y muchos padres interpretan que no puede dormir. En ese momento lo cogen en brazos, lo mueven, a veces le dan de comer, y ¿qué ocurre entonces? Que el bebé se despierta de verdad, pero esta vez más enfadado aún porque, aunque estuviese moviéndose, ya estaba dormido. Una vez que pasan esos veinte minutos de sueño activo, el bebé se relaja completamente y cae en un sueño profundo, en el que ya apenas hay movimiento.


CONSEJOS. Alguno de los consejos que nos brinda Lucía Galán para mejorar la calidad del sueño de nuestros hijos son: eliminar la estimulación lumínica en los ojos porque ésta elimina la melatonina que es la hormona del sueño, retrasando el inicio del sueño una o dos horas. Por ello dos horas antes de ir a la cama no debe haber tecnología, ni móviles ni ordenadores ni tablets, ni televisor. Además, la luz debe ser tenue, amarilla de baja intensidad ya que favorecerá la secreción de melatonina. Si el niño se sigue despertando por la noche Lucía Galán nos propone poner en práctica las cuatro «aes».


Atender: siempre vamos a estar ahí para atender sus necesidades.

Acudir al llanto: no lo dejamos llorar. Acudimos a su habitación tranquilos y relajados.

Acompañar en el proceso de aprender a dormir, pero sin ceder a sus peticiones: «Cariño, no pasa nada, aquí está mamá (o papá). Tranquilo. Esta es tu habitación y nosotros estamos ahí, en la otra. Todo está bien, cariño». Le damos un besito y una caricia y esperamos a que se calme. A continuación, nos vamos.

Amor sin límites: iremos las veces que sean necesarias a su habitación, repitiendo el mismo mensaje, con la misma dulzura y entonación, porque le estamos enseñando que papá o mamá siempre estarán a su lado y siempre lo acompañarán, pero que ha llegado el momento de que duerma en su habitación.


La adolescencia


En la adolescencia nuestros hijos se encuentran en ese momento de búsqueda incansable de su identidad personal, sexual, ideológica e intelectual. Al torbellino de hormonas se suma el torbellino de emociones que sienten con la intensidad propia de su edad. Por ello es de vital importancia que en este momento de sus vidas les enseñemos que el estar enfadados no justifica en ningún caso tener derecho a insultar a los demás, porque nuestras emociones no justifican nuestros actos. Tienen todo el derecho a estar en desacuerdo con otras personas, pero en ningún caso eso los llevará a atacar a las personas que piensen diferente, ni a ridiculizarlas, o mofarse de ellas para intentar cargarse de razón.


La autora presenta las conversaciones que tiene con sus hijos adolescentes para hacernos entender que debemos escucharlos activamente, sin echar más leña al fuego, ya que no somos sus colegas. A medida que crecen la comunicación con nuestros hijos irán disminuyendo, y que es completamente normal que cuando son adolescentes busquen refugio en la soledad de su habitación y en la complicidad de sus amigos. «Ellos necesitan aislarse, pasar más tiempo en su habitación a solas en búsqueda de respuestas que solo ellos han de encontrar». Por ello Lucía nos invita a no perder esas ventanas de oportunidad que nos conceden, como, por ejemplo, al salir del colegio o del instituto, y llegan a casa a merendar y parece que les han dado cuerda, hablan y devoran a partes iguales. O cuando al recogerlos del entrenamiento debido a las endorfinas liberadas por el ejercicio, nuestros hijos sueltan carrete y no hay quien los calle. Cuando eso ocurra no debemos juzgar, criticar o interrogar, porque automáticamente el adolescente se sentirá atacado y cerrará la boca. Tal vez incluso renuncie a volver a intentar contarnos algo.


«Mamá, han expulsado a Rober dos días del colegio…». Ante este tipo de revelaciones podemos recriminar de antemano sin más información con frases como «¡Pero ¿qué me dices? ¡Por favor! A saber lo que ha hecho. Vamos, vamos, vamos…, llegas tú con una suspensión de ese tipo y se te cae el pelo, ya te lo digo. ¡Se te cae el pelo!». O por el contrario podemos ofrecer ese hombro amigo en el que nuestro hijo ha decidido confiar para contarnos algo que le ha ocurrido en el colegio y que lo perturba. No debemos olvidar que es a nosotros a quien ha elegido y debemos de estar a la altura. Por mucho que estemos a gusto en el sofá con la mantita viendo nuestra serie favorita, después de un día estresante de trabajo, y escuchamos: «Mamá, ven a mi habitación, que tengo que decirte algo». Y aunque estemos pensando, «¿justo tiene que ser ahora, cariño? Están a punto de cargarse al protagonista», le damos al pause, respiramos hondo y acudimos a su llamada. La relación con nuestros hijos es la suma de todos esos momentos, en los que les demostramos que pase lo que pase estamos ahí para ellos.


«Parece que ellos no se dan cuenta de nada, pero en realidad te conocen tan bien como tú los conoces a ellos. Pasas de ser tú la controladora o el controlador de todo lo que les sucede a, de pronto, tener ante ti a una persona que sí es capaz de olfatear tus miedos, tus temores y tus días grises…».


No hay salud sin salud mental


La importancia de la salud mental queda de manifiesto con las contundentes estadísticas que nos presenta Lucía Galán en esta obra. Cada día se suicidan diez personas en nuestro país y, de entre ellas, una es un joven menor de treinta años o un adolescente, y esto es un auténtico drama, un drama silencioso y silenciado. En palabras de la autora «estar triste no justifica en ningún caso tener deseos de acabar con tu propia vida, no. Si estás teniendo pensamientos suicidas, debes hablar con un profesional». Esto es un síntoma de fortaleza y no de debilidad como cree el imaginario popular.


Todo está en nuestra mente: la resiliencia, el optimismo y el sentido del humor, así como la actitud frente a la vida, la lucha, el sacrificio o la esperanza y la paz que todos buscamos tras una tormenta. Como bien expresa Lucía Galán «la vida es frágil. Va de aceptar que la muerte forma parte del viaje y que las pérdidas, las ausencias y los abismos se lloran, y, una vez que los has llorado, la vida va también de levantarse y seguir adelante, siempre adelante». Por ello debemos conocer la diferencia entre estar triste y tener una depresión ya que son cosas completamente diferentes. La segunda es una enfermedad y, como tal, hay que tratarla. Es natural tener miedo, pero si éste nos desborda y nos limita, ese miedo se puede convertir en una fobia y necesariamente tenemos que buscar ayuda profesional.


«¿Por qué hemos normalizado ir al médico cuando nos encontramos enfermos y no tomamos esa misma decisión cuando la enfermedad es mental? Cuando esa salud mental está en riesgo, toca pedir ayuda profesional, y no pasa nada. No es signo de debilidad, no. Todo lo contrario, es signo de fortaleza y valentía». «Los estados de ánimo por los que hayas atravesado no te definen como persona. Haber tenido una depresión no te define como alguien triste, vulnerable o débil. Haber sufrido ansiedad tampoco te define como alguien nervioso, ansioso o histérico».


Compañeros de viaje


Al igual que debemos trabajar cada día la relación con nuestros hijos, debemos hacerlo a nivel de pareja. Una relación basada en la libertad de elección de emprender el viaje de la vida juntos, y no basada en la necesidad del otro. Si hemos elegido a alguien para compartir nuestra vida, es porque la vida juntos es más bonita. Debemos ser capaces de hablar de todo aquello que nos atormenta sin temor ni miedo, sin juicios ni reproches, y respetar sin intentar cambiar al otro. Lucía Galán afirma que «no hay amor que merezca ser vivido si hace tambalear tus cimientos. Créeme, no lo hay. En mi caso, mis hijos son mis cimientos, y ellos no se negocian. Mi trabajo forma parte de mis cimientos y tampoco es negociable. Soy madre por elección, tengo un trabajo que me apasiona y nadie tiene derecho a hacerme renunciar a lo que me mantiene en pie». Porque para celebrar éxitos y compartir noches de vino y rosas, sobra la compañía. Pero para recoger nuestros trocitos, para lidiar con nuestras miserias y llorar nuestras penas, ya no quedan tantos. Y es ahí donde está el secreto, en encontrar a esa persona que aun en tu peor momento te entiende, te acompaña y te quiere, así, sin más, sin condiciones, sin rendiciones, enteramente y hasta el final.


Es un terreno en el que no entra la suerte, suerte es que nos toque la lotería, pero construir y conservar una relación de pareja sana y positiva es aprendizaje de vida. Si queremos una relación que se sustente en unas bases sólidas y unos límites del amor saludables, debemos trabajar en ellos a diario. Una relación en la cual el apoyo mutuo, la cooperación, y por encima de todo la comunicación, deben ser los cimientos. Por ello es de vital importancia marcad nuestras líneas rojas, nuestros cimientos, esos que al igual que nuestros principios, no se negocian. Las crisis de pareja se superan, estableciendo hojas de ruta, buscando los detalles de antaño, escuchando y respetando. Lo que no tiene solución es la violencia. Ante ninguna circunstancia debemos tolerarla, no hay segundas oportunidades ante insultos, golpes y maltrato. La violencia solo tiene un camino: la denuncia.


Si hemos decidido compartir nuestra vida con alguien es para de colmarla de amor, de entendimiento, de apoyo mutuo y de libertad porque La vida va de esto.


«Cada conflicto es una oportunidad de aprendizaje».


Sobre la autora


Lucía Galán Bertrand (Oviedo, 1978) es pediatra, escritora y madre de dos hijos adolescentes. Actualmente trabaja en su propio centro médico, del que es socia fundadora y directora: Centro Creciendo, en Alicante. Su labor divulgativa le ha hecho recibir reconocimientos como el Premio a la Mejor Divulgadora, otorgado por la Organización Médica Colegial de España, y el Premio Pepe Cervera al pensamiento crítico en redes y medios de comunicación. Fue incluida en la revista Forbes como Mejor Influencer en Salud en 2019 y también en 2021 dentro de los mejores médicos de España. Es autora de Lo mejor de nuestras vidas, Eres una madre maravillosa, El viaje de tu vida, La agenda de mi bebé y El gran libro de Lucía, mi pediatra, publicados por Planeta, que se han convertido en grandes éxitos editoriales; y de la serie de libros infantiles Cuentos de Lucía, mi pediatra, 1 y 2, y Cuentos de otoño de Lucía, mi pediatra, publicados por Timun Mas Infantil. Su compromiso con la infancia la hizo ser nombrada miembro del prestigioso Consejo Asesor de Unicef, con el que realiza viajes a terreno en países como Senegal o Níger. Tiene más de un millón de seguidores en sus redes sociales y su blog es referencia mundial en salud infantil.


Facebook: Lucía, mi pediatra


Twitter: @luciapediatra


Instagram: @luciamipediatra 


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