Ayanta Barilli regresa con UNA MUJER Y DOS GATOS, un relato personal y rebelde en el que la desobediencia emerge como la mejor fórmula de enfrentarse a la adversidad



Editorial Planeta. 240 páginas

Tapa dura con sobrecubierta: 18,99€ Electrónico: 9,99€


La escritora Ayanta Barilli regresa al panorama literario con UNA MUJER Y DOS GATOS, una poderosa autoficción en la que la desobediencia emerge como la mejor fórmula de enfrentarse a la adversidad. Anécdotas, recuerdos, fábulas y gandes dosis de sinceridad emocionarán a los lectores de este relato personal y rebelde.


El tiempo se detuvo, pero las emociones siguieron impulsando las horas. Un grito desgarrador sobre un final, que se convierte en un principio. La protagonista, reflejo de la propia Ayanta Barilli, relata y desgrana una etapa de soledad, marcada por una ruptura sentimental y la marcha de sus hijos, cada uno a un destino que no puede visitar. En el transcurso de estos meses, acompañada tan solo por sus dos gatos, la escritura se convertirá en el único acto de resistencia posible frente a la adversidad marcada por la llegada de la pandemia. Durante su obligado encierro, la autora repasará los momentos clave de su existencia, vistos desde una óptica obligadamente distinta, en la que una mujer –que es también hija, madre y amante– tomará la rebeldía como solución. La desobediencia será la luz que alumbrará su nuevo camino. ¿Alcanzará todo lo que se propone en esta alterada cotidianidad?


«Haz lo que temes y el temor desaparecerá». Es una frase de Krishnamurti que he escuchado en casa, durante toda mi infancia y juventud. Miles de veces. Sirve un poco para todo.
Y otro poco para nada». pág. 48).


La protagonista decidirá hacer frente a las dificultades a su manera y sin renunciar a sus deseos, tras haber cumplido con las medidas impuestas por una extraña situación de emergencia. El suyo será mucho más que el viaje físico que emprenderá para reunirse con su otra mitad, su familia italiana, tan afectada como ella por la delicada salud de su querida tía Carlotta. La autora asume que, lamentablemente, el mundo que le rodea no es como antes y, pese a la melancolía o el desánimo, será capaz de albergar nuevas dosis de esperanza. Con sentido del humor, ironía y emociones que transitan por la alegría y la tristeza, la protagonista podrá atajar la sacudida emocional que está viviendo y dar con un nuevo comienzo.


«Me he convertido en una delincuente. Todo lo que pienso y deseo es ilegal». pág. 107

Una crónica brillante sobre la desobediencia


En esta autoficción, Ayanta Barilli reivindica por encima de todo la alegría, la emoción, la ilusión, la euforia, la imaginación y la evocación del pasado como los únicos motores con los que tirar hacia delante en los peores momentos. Una mujer y dos gatos no es un relato de su encierro y de su experiencia pandémica, aunque la autora haga referencia a su día a día mediante la escritura. Esta obra es, ante todo, el ejemplo de cómo necesitamos reivindicarnos, sobre todo, en las situaciones más extremas. «He aplicado la política de los hechos consumados, sin pedir permiso. Lo reconozco. Para sobrevivir a esta locura como he podido, pero sin dañar a nadie. Y no tengo ninguna intención de pedir perdón porque, además de mentirosa, soy una rebelde. Esta es la crónica de una desobediente», asegura la protagonista en sus páginas. Anécdotas, recuerdos, fábulas y grandes dosis de sinceridad emocionarán al lector desde el principio. Con una prosa ágil y vivaz, la autora consigue tocar la fibra sensible del público, al que no le costará empatizar con la protagonista al coincidir en muchos momentos vividos.


«Lo aspiro todo. Los malos rollos, el enfado, la incertidumbre, la rabia, la ansiedad, el cansancio, el insomnio, la pereza, los dolores, la tristeza. Respiro y aspiro. Anhelo, deseo, sueño, quiero, espero. Pretendo» pág. 79.


Esta ficción contemporánea es un canto a la libertad y a la necesidad de rebelarnos para cumplir con nuestros deseos, todos ellos sostenidos en sensaciones tan puras como el amor, la nostalgia o la esperanza. Los lectores recorrerán la intimidad de la protagonista, con guiños al pasado y a los suyos, además de acompañarla en sus reflexiones sobre la realidad que nos ha tocado vivir. Sin tapujos, la protagonista echará mano de una fina ironía o del sarcasmo más incisivo a la hora de valorar la gestión de la pandemia, la actitud paternalista de los gobernantes o el discurso oficial sobre los cuidados a las personas mayores, quienes siempre han requerido nuestra atención, haya o no virus de por medio. Novela testimonial y relato íntimo, Una mujer y dos gatos es una obra de mensajes contundentes que nos recuerda la importancia de arropar y de sentirnos arropados por quienes más queremos y de hallar el valor de enfrentarnos a la incertidumbre y el miedo. Porque a veces hay que rebelarse para encontrarse y poder empezar de cero.  


«Dejo de ser puro espíritu, recupero mi cuerpo. Vuelvo a ser yo.
Sin amor, no soy nada. Soy nadie» pág. 111.


Los personajes de UNA MUJER Y DOS GATOS


La autora

Ayanta Barilli es la protagonista de esta historia de autoficción en la que se muestra ante el público con sinceridad, pero también jugando con la fantasía, la mentira y el humor. Habrá escenas que evidenciarán su ternura y sensibilidad, la ansiedad y la rebeldía por el momento y los principales trazos de su carácter. 


«Si mi abuela tenía por costumbre hacer tal cosa, o mi padre tiene tal otra, mi deber es mantenerla viva. Debo evitar que deje de hacerse, que caiga en el olvido. Que muera. El resultado de esta fijación es que no paro de trabajar. De sol a sol. Y de lunes a domingo. Soy una coleccionista de la memoria». 


El hombre que siempre me gustó

Su identidad solo la conoce la protagonista. Con él vivirá el desengaño y la distancia, pero también el anhelo y la ilusión. Este personaje cumplirá, incluso, con la mística del amor romántico.  


«Me equivoqué. Tenían razón ellos, los de los libros que leí. Tólstoi, Stendhal, Zweig. Y todos los demás. Los de las películas que vi, los de las sinfonías que escuché, los de las poesías que canté. No me engañaron, era verdad. El amor existe. Lo sé porque hay un hombre que es capaz de cruzar una Europa apestada, cerrada, prohibida, para venir a mi encuentro». 


Su familia

La narradora, en su estilo autobiográfico, desvelará cómo es su relación con algunos de los miembros de su linaje como sus hijos, Mario y Caterina, su otra familia italiana o su padre. Apenas necesitará unas líneas para explorar la psicología humana. 


«Me angustia la posibilidad de no ver a mi familia italiana. Pasarán muchos meses hasta que pueda viajar a su encuentro. Y una nostalgia sin solución se apodera de mí. Me imagino arrastrándome sin solución por el sueño como un marine, intentando cruzar fronteras sin ser vista. Me imagino andando por tierras de España y Francia como Antonio Machado y su familia durante la Guerra Civil. Me imagino en una balsa atravesando el golfo de León como Robinson Crusoe».


La tía Carlotta

Huérfana de madre a los nueve años, la narradora se aferró también a su tía para pasar el duro tránsito de su pérdida. En esta historia, Carlotta es una anciana muy enferma y víctima de un sistema de salud italiano cuya precariedad se ha incrementado con la pandemia. Aliviarle en este trance y vivir con ella los que parecen sus últimos momentos formará parte de sus motivaciones.  


«Nos reímos. Mi tía y yo. Y mi madre también, allá donde esté. Como tres niñas sentadas en un prado. Como si no mediara entre nosotras ninguna distancia, ninguna diferencia. No tenemos edad. No estamos ni vivas ni muertas. Pero estamos juntas. Somos el espejo de la misma mujer». 


Los principales temas


La rebeldía. La protagonista, no conforme con la nueva cotidianidad, decide rebelarse y romper con la rutina impuesta por la pandemia. Su decisión, además de una vía de escape física y sentimental, le hará sentirse tan valiente como fiel a sí misma. Este tema se convierte en el hilo conductor del libro.


El sentido del humor, como bálsamo y motor. La autora fantaseará con sus visitas al dentista y detallará las cosas buenas de no vivir como antes, tales como ahorrar sin esfuerzo. Los lectores también se divertirán con las escenas protagonizadas por su vecino E., llamado así por el éxtasis que consume.


«Qué raro es todo. Jamás pensé recibir una invitación a comer y un éxtasis de regalo en este Domingo de Pascua coronavírico. Lo tradicional es un huevo de chocolate, no un éxtasis. Lo normal es almorzar con la familia, no con unos amigos en cuarentena. Así anda el planeta últimamente. Raro, raro. ¿Nos estamos volviendo majaras?».


El arraigo a la familia y los amigos. La necesidad de la protagonista de abrazar a sus hijos, de socorrer a su familia cuando más la necesita o de ayudar y seguir estrechando el vínculo con sus mejores amigos inspiran algunas escenas, como también las menciones a su célebre padre –que atesora más de cien mil libros en su casa– desde la admiración más profunda.


«¿Qué poder tendrán los padres sobre los hijos para que andemos siempre mendigando su aprobación? ¿Por qué me hace tanto bien y tanto mal todo lo que sale de su boca? ¿Cuál es la razón por la que espero su juicio como si fuera el único valido? Quizá porque fue la primera persona que vieron mis ojos. El primer amor. Y eso no se olvida».


Italia, su otra mitad. Un país tan genuino como corrupto al que echa de menos, ya que forma parte de las raíces de la protagonista. Sin embargo, ni el sistema sanitario público se escapa de las corruptelas.


«Preferí quedarme partida en dos, abandonar una parte de mí, relegarla a los días de vacaciones, a las bodas y a los funerales. Y tragarme mi nostalgia sin masticar, como quien engulle una piedra que baja muy despacio por el esófago. Y duele».


La fuerza de los recuerdos. La protagonista tira de su memoria, amenizada a veces con un poco de fantasía, para evocar el pasado y buscar la manera más reconfortante de enfrentarse a un día a día tan poco estimulante, la angustia por el virus, la falta de contacto físico y todo lo que supone una nueva normalidad que detesta. Así, pensará en sus hijos o en el recuerdo de su madre.


Los amores idealizados. O los amores a secas. Porque aunque haya muchos que no terminan con un final feliz, si tienen un desarrollo mágico, como el que vivió la protagonista cuando su familia se trasladó a Nairobi o, incluso, con el hombre que siempre le había gustado. Las relaciones de pareja y el amor romántico serán dos de los temas que abordará esta autoficción.


«Llamé al hombre que siempre me gustó y hablamos hasta las cuatro de la mañana. Su voz acabó por tranquilizarme. No entiendo bien en qué consisten estas relaciones virtuales. Son absurdas y al mismo tiempo necesarias. Lo que hace tan solo dos semanas me habría parecido una idiotez ahora me acompaña y alivia. Misterios del alma».


El miedo. Las malas noticias sobre el virus, la mortalidad, la fragilidad humana y la incertidumbre hacen mella en el estado de ánimo de la población. La autora, que vivirá momentos de angustia, no será inmune a ello y reclamará una imprescindible vuelta a los afectos.


«Lo peor de esta historia es el miedo. El miedo a enfermar, el miedo a salir, el miedo a vivir. El miedo a morir. Han dado en la diana, porque el miedo es la mayor fragilidad de Occidente. El miedo es un sinónimo de alarma. Es un estado de alarma. Metafórico y real. ¿En qué momento nos sentimos eternos? Solo necesito besos, abrazos, palabras de aliento. Con guantes, mascarilla y desinfectantes, nada merece la pena. Nada».


La dependencia tecnológica. Sin posibilidad de verse en persona, la única fórmula es a través de una pantalla. Sin embargo, el abuso de internet y de sus múltiples plataformas nos lleva a comunicarnos con un exceso de ruido que nos satura y resta importancia al verdadero contacto humano.


«He confinado el teléfono en otra habitación para eliminar su excesiva presencia. Lo miro solo dos veces al día. Desde luego si lo que querían era idiotizarnos con pantallas, esta vez lo han conseguido plenamente. ¿Lo que querrían quiénes? Al igual que el virus, el enemigo es invisible en esta contienda». 


«Lo que hace tan solo dos semanas me habría parecido una idiotez ahora
me acompaña y alivia. Misterios del alma».


La pérdida, la despedida y el duelo. La narradora asumirá la enfermedad de su tía Carlotta con entereza y solidaridad. Participará de sus cuidados con amor y pena, aunque con el sosiego por estar presente.


La soledad. Debido a una nueva etapa vital, sin pareja y con hijos en la veintena, la autora se ha quedado sola en casa con sus dos gatos y siente el peso de una soledad física enorme. La pandemia la agravará, aunque la ausencia de una pareja sentimental tampoco le resultará un problema.


«Ahora que llevo un tiempo sin pareja, soy lo que siempre debí ser. Es un descubrimiento extraordinario, una sensación de libertad que nunca antes había experimentado. Puedo hacer lo que quiero. Pensar lo que quiero. Y, sobre todo, escribir lo que quiero. Sin miedo, sin censuras, sin mentiras».


Sobre la autora


Ayanta Barilli (Roma, 1969) es escritora y periodista. Ha presentado y dirigido numerosos programas de radio y televisión relacionados con la divulgación cultural, además de escribir para diversos periódicos. 


Ha trabajado en la Cope, esRadio, El Mundo y El Español. En televisión ha formado parte de los programas Las noches blancas, El diario de la noche y Libros con uasabi, entre otros. Ha sido directora de casting en diversas películas y directora artística del Teatro Lara. Actualmente dirige y presenta A media luz, un magacín cultural en esRadio. En 2013 publicó Pacto de sangre.


Su primera novela, Un mar violeta oscuro, fue finalista del Premio Planeta 2018.


«Somos un mundo que se ha puesto del revés. Un universo en el que sube el sol mientras caen las estrellas. Y se enciende la luna».

(Una mujer y dos gatos, pág. 239).







 

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