TÚ Y YO, INVENCIBLES, de Alice Kellen, una gran historia de amor, dolor, amistad y futuro


Editorial Planeta. 408 páginas

Rústica con sobrecubierta: 17,90€ Electrónico: 8,99€


TU Y YO, INVENCIBLES , la útlima novela de Alice Kellen, es una gran historia de amor ambientada en Madrid, durante los años ochenta, la historia de una pareja durante varias décadas, con el mundo de la música y del arte vividos desde dentro a través de los protagonistas. Una vez más, tras la biología Deja que ocurra, Nosotros en la luna, Las alas de Sophie y la nueva edición de El chico que dibujaba constelaciones, Alice Kellen consigue conectar con los temas "que más nos preocupan a jóvenes y adultos: amor, dolor, amistad, futuro y relaciones".


Su amor es imperfecto, pero es su amor imperfecto


Lucas es familiar, impulsivo y transparente.


Juliette es fuerte, introspectiva y liberal.


Él vive en Vallecas, trabaja en un taller de coches junto a su mejor amigo y por las tardes tocan en un grupo de música que marcará el curso de sus vidas para siempre.


Ella ha crecido con su abuela en un barrio acomodado, pero sueña con ser independiente, volar alto y dejar huella en el corazón de alguien.


Una noche de 1978, en pleno estallido de la movida madrileña, sus caminos se cruzan. Entonces surge la atracción, el deseo, el amor. Un amor radiactivo que lo arrolla todo a su paso mientras los dos se vuelven inseparables en un ambiente desenfrenado lleno de cambios, atrapados entre el éxito y el fracaso, la luz y la oscuridad, el perdón y el orgullo.


Pero Lucas es imperfecto. Y Juliette guarda secretos.


¿Es eterna la pasión? ¿Se pueden olvidar la mentira y la traición sin que queden esquirlas? ¿Qué ocurre cuando dos meteoritos que prometieron ser invencibles colisionan? Su amor es imperfecto, pero es su amor imperfecto


ASÍ SON LOS PROTAGONISTAS


JULIETTE


Juliette. Es francés. Significa “la que es fuerte de raíz”, pero todos me llaman Julie”. Juliette es la protagonista de esta novela que da comienzo en los años 70 y se desarrolla a través de las décadas. Juliette, o Julie, es una chica que ha crecido en el seno de una familia acomodada. Vive en el ático que sus abuelos tenían en la calle Hortaleza, en pleno centro de Madrid.


Su familia no era precisamente la habitual. Su padre se fue cuando era pequeña, y su madre, a la que llama por su nombre de pila, Susana, no se hizo cargo de ella como le hubiese gustado. De hecho, se llegó al acuerdo de que la criase la interna que vivió con ellos hasta que dejó de ser una niña. Su madre tan bien estaba en casa como se ausentaba con el novio de turno, que no solía durarle más de unos meses. Así, Juliette creció con un padre ausente y una madre poco presente.


Su abuela Margarita era la persona a la que más quería en el mundo, y la única que la conocía verdaderamente. Durante las ausencias de su madre, Juliette y su abuela convertían el ático en un refugio para las dos. Corría el año 1971 y juntas preparaban limonada, escuchaban la radionovela Simplemente María o veían la televisión, en un año en el que Karina actuaba en Eurovisión y se casaban Julio Iglesias e Isabel Preysler. Una época en la que abuela y nieta se redescubrieron entre charlas llenas de frivolidades y profundidades.


En el colegio Julie nunca había sido popular ni tenía muchas amigas. Era espigada, flaca y tenía las palas un poco grandes y separadas. Los chicos del barrio la llamaban Julie el espagueti. Muchos años después, disfrutaba paseando delante de ellos con el vestido más corto que tenía para verlos desear algo que nunca podrían tener.


Durante la adolescencia hizo un par de amigas y comenzó a interesarse por los hombres. Le gustaba ver cómo podía despertar el deseo en ellos, aunque para ella el sexo no era algo especialmente placentero. Al menos hasta que conoció a Lucas.


LUCAS


Lucas se crio en el barrio madrileño de Vallecas, cerca del puente de los Trece Ojos, que antiguamente cruzaba el arroyo del Abroñigal. Vivía junto a sus padres y su hermano Samuel en una casa baja. El suelo del salón era irregular, y lo aprovechaban para jugar durante horas a las canicas. Su hermano siempre fue su persona favorita del mundo, y el más inteligente de los dos. Eran una familia modesta y trabajadora, sin muchos recursos, pero estaban muy unidos.


Uno de los momentos más importantes en la vida de Lucas es cuando heredó la guitarra de su primo José, que había fallecido en un accidente laboral. Gracias a su primo José empezó a escuchar a Led Zeppelin, Rod Stewart y The Who. Aquello fue la semilla de todo.


Lucas tuvo una infancia feliz y el haber nacido en un lugar lleno de escasez terminó por fortalecerle. Tenía claro que no quería estudiar, prefería pasarse el día en el instituto tonteando con las chicas. Tampoco quería trabajar, pero era la única salida, así que a los dieciséis años comenzó a trabajar en el taller mecánico que el padre de Marcos, su mejor amigo, abrió en el barrio.


Cobraba 9.500 pesetas al mes y casi todo el dinero lo destinaba a su casa. Su hermano Samuel estaba a punto de terminar bachiller y Lucas se había empeñado en que pudiese entrar en la universidad, así que le pagó los estudios con el dinero que iba ganando.


JULIETTE, LOS HOMBRES Y EL ARTE


Tenía diecisiete años cuando Juliette se acostó con su profesor de Historia. Darío era treintañero y bastante guapo, y tenía una de esas voces profundas que permanecen en la memoria. A Juliette le parecía mucho más interesante que los chicos de su edad. No terminaba de entender la fascinación que provocaba el sexo, se sentía como una muñeca defectuosa a la que le faltaba alguna pieza clave.


La cuestión es que había algo en Darío que conseguía que atendiese en sus clases y tomase apuntes. Sacó matrícula de honor en el primer trimestre y levantaba la mano en cuanto lanzaba alguna pregunta al aire. La relación no tenía ningún futuro, y más cuando se enteró de que Darío estaba casado. Cuando Juliette se enteró de aquello, decidió darse un capricho para calmar su disgusto.


Se dirigió a la galería de arte que tenía al lado de casa y preguntó por un cuadro que venía observando bastante tiempo: Terraza nocturna, de Angélica Vázquez. El precio era inaccesible para ella, pero la visita a la galería no fue en balde. El señor que la regentaba le hizo una pregunta que cambiaría su vida para siempre, aunque ella en ese momento no lo sabía.


Y así comenzó la carrera de Julie como modelo, que una semana más tarde se encontraba delante de la puerta de un tal Benjamín Pérez.


LOS IMPERDIBLES AZULES


Lucas nunca había deseado dedicarse a la música, ni siquiera sabía qué narices quería hacer con su vida; imaginaba que terminaría en el ejército o en el negocio de los Alcañiz hasta que le echasen. Pero un domingo cualquiera la semilla empezó a germinarse, cuando estaba tocando la guitarra de su primo José y se dio cuenta de que aquello le gustaba. Fue ahí donde le propuso a su mejor amigo Marcos crear un grupo de música.


El propietario del taller accedió a dejarles ensayar tras bajar la persiana, a cambio de que se encargasen de la limpieza. Propusieron a un conocido llamado Jesús Santiago si quería unirse como batería. Poco después nacía en un taller de coches en pleno Vallecas un nuevo grupo musical: Los Imperdibles Azules. Lucas a la guitarra, Jesús a la batería y Marcos cantaba mientras tocaba el bajo.


Los Imperdibles Azules nacieron en plena movida madrileña, en la que eran muchos los colegas que se reunían, pasaban un buen rato y se vieron catapultados hacia un éxito que ni siquiera habían buscado. Con el paso del tiempo les llegaron ofertas para que actuasen en numerosas salas y su caché aumentó tanto como sus cuentas corrientes.


SER MODELO EN LOS 70


La abuela de Julie pensaba que a los diecisiete años una chica debería dedicarse a estudiar y a tomar helado por la tarde con sus amigas. Sin embargo, Julie quería ser modelo, y no había quien pudiese quitarle la idea de la cabeza. Como era menor de edad, necesitaba el consentimiento de su madre. Ésta accedió con la condición de que mantuviese sus estudios.


Trato hecho, Julie firmó un contrato de representación con Tomás Bravo.


Ser modelo en los años setenta era casi utópico, aunque había cosas que estaban cambiando. Fue la época en la que los nombres de algunas chicas se dieron a conocer. Cuando Jule Campbell, el editor de Sports Illustrated, decidió imprimir el nombre de las modelos al lado de sus fotografías. El referente de Juliette era Twiggy: de aspecto rompedor, se ponía vestidos diminutos, minifaldas de Mary Quant con medias de colores, grandes gafas, pestañas postizas y ojos muy maquillados.


La carrera de Julie despuntó enseguida y su rostro apareció en los escaparates de varias tiendas de la ciudad. Mientras su rostro se hacía conocido anunciaron la muerte de Franco y Juan Carlos I fue proclamado rey, dando comienzo a la Transición. Y en medio de aquella revolución política, ocurrió algo que a Julie le llamó poderosamente la atención: los primeros desnudos integrales, con María José Cantudo como pionera en La Trastienda.


Juliette se convirtió en un rostro muy conocido gracias a una campaña que hizo que la gente la conociese como “la chica de los pantalones amarillos”. La prensa se hizo eco de ella y pronto dejó de poder a ir a tomar un café como una persona anónima.


JULIE Y LUCAS, UN AMOR RADIACTIVO


Lucas se sentía en un momento de su vida inmejorable: su familia le arropaba, tenía trabajo, buenos amigos y un grupo de música. Había salido con varias chicas, pero ninguna le había dejado huella, así que simplemente, se divertía. Sin embargo, no sospechaba que pronto aparecería ella, y eso lo cambiaría todo. Sería un disparo al corazón. Fulminante.


Juliette siguió formándose, haciendo cursos sobre moda, fotografía o arte. Durante una sesión conoció a Martina, con la que conectó enseguida y con la que acabó compartiendo piso. En esos años se sentía un poco perdida en su vida profesional, aunque pronto encontró un nuevo representante con el que se entendió a las mil maravillas. El amor seguía siendo un enigma para ella, y el sexo algo poco destacable, aunque disfrutaba de flirtear con chicos. Un día Martina le propuso ir a El Penta, en Malasaña. 3 horas más tarde conoció a Lucas.


La atracción fue mutua e inmediata. A Julie le encantó su mirada de niño y él se quedó prendado de su belleza y esa mezcla de dulzura y frialdad. A simple vista, eran totalmente diferentes: ella una chica de familia acomodada del centro de Madrid, él un macarra de barrio que vestía chupa de cuero. Precisamente eso fue lo que les atrajo desde el principio: que eran diferentes, para bien y para mal.


Poco a poco Lucas y Juliette se hicieron inseparables, invencibles. Ella encontró en él alguien en quien apoyarse, alguien con quien compartir su vida, y su familia le abrió las puertas. Encontró en la familia de Lucas el calor que nunca había disfrutado en su propia familia. Sin embargo, como siempre que comienza una relación, había muchos interrogantes y dudas.


EL MADRID DE TÚ Y YO INVENCIBLES


El Rastro El Rastro se convirtió en un espacio improvisado de reunión para músicos, pintores, escritores y artistas de todo tipo. Los domingos por la mañana cientos de madrileños se daban cita en sus tabernas y calles donde se podía encontrar cualquier cosa: desde condones metidos en una caja con polvos de talco hasta muebles antiguos o ropa de lo más variopinta. Fue, además, el lugar donde se dieron a conocer los primeros fanzines, revistas de fabricación casera impresas en multicopistas. Lucas y el resto de componentes de Los Imperdibles Azules cogieron por costumbre ir al Rastro. Fue allí donde Lucas se compró su chupa de cuero que sigue colgada en su armario.


La Bobia A la hora del aperitivo un lugar que visitar era el bar la Bobia, en la calle de San Millán y en pleno barrio de La Latina. Dentro de esas paredes bullía la creatividad y se vivía una revolución cultural. Unos años más tarde, Almodóvar filmó allí Laberinto de pasiones. Allí se daban cita Los Imperdibles Azules tras llegar de empalme con gafas de sol después de haber estado de fiesta el sábado por la noche, apestando a anís y cigarrillos.


El Penta El Penta fue el primer local de Madrid que se consideró símbolo de la movida: un garito musical nocturno, de copas y para jóvenes. Situado en la esquina de la Corredera Baja de San Pablo con Palma fue un concepto nuevo entre bar y discoteca. Allí se podían encontrar crestas, tupés, abrigos de lana, calcetines blancos con zapatos o pelos de colores; las etiquetas eran lo de menos, lo importante era divertirse y escuchar buena música. En este local tocaron Los Imperdibles Azules, y fue allí donde se conocieron Lucas y Juliette.


El Buda Feliz El Buda Feliz, un local en la zona de Malasaña, a dos pasos de la plaza de la Luna, fue el primer restaurante chino que abrió sus puertas en Madrid y lo hizo antes de que acábasela dictadura. Fue el restaurante al que Juliette llevó a Lucas a celebrar su veintitrés cumpleaños. Por aquel entonces un poco de cerdo agridulce o arroz con salsa de curry resultaba algo de lo más exótico e innovador.


Sobre la autora


Alice Kellen nació en Valencia en 1989. Es una joven promesa de las letras españolas y de la novela romántica, que acostumbra a vivir entre los personajes, las escenas y las emociones que plasma en el papel. Es autora de las novelas Sigue lloviendo, El día que dejó de nevar en Alaska, 23 años antes de ti, 13 locuras que regalarte, Llévame a cualquier lugar, la bilogía Deja que ocurra: Todo lo que nunca fuimos y Todo lo que somos juntos, Nosotros en la luna y Las alas de Sophie.


Es una enamorada de los gatos. Y adicta al chocolate y a las visitas interminables a librerías.


A veces me da por escribir. Dibujar constelaciones, contar pecas, otoños y locuras, colgarme de la luna, tener alas...”


Para conocer más a Alice Kellen:


Instagram@AliceKellen_


www.alicekellen.com 


 

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