Vanesa Lorenzo presenta en CRECER JUNTOS los beneficios del yoga y la disciplina positiva para afrontar los retos de la educación

Editorial Planeta: 224 páginas

Tapa dura con sobrecubierta: 19,90€ Electrónico: 7,99


Vanesa Lorenzo cuenta desde su experiencia los beneficios del yoga y la disciplina positiva para unos hijos felices y tranquilos. El yoga y la disciplina positiva tienen un gran potencial en la educación de los niños. Nos ofrecen herramientas para afrontar el día a día y relacionarnos con nuestros hijos desde el respeto, el sentido común y el amor. Con el tiempo contribuyen a que nuestros hijos crezcan más conscientes, tranquilos y seguros de sí mismos y aprendan a gestionar mejor emociones como la rabia, la frustración, la ansiedad o la impaciencia.


De la mano de voces expertas en yoga para niños y disciplina positiva, Vanesa Lorenzo nos cuenta cómo estas dos filosofías le ayudan en la educación de sus hijas y comparte las prácticas y los ejercicios a los que recurre para transmitirles valores como la serenidad, la empatía, la compasión y el equilibrio físico y mental.


La clave, asegura, es estar dispuestos, como padres y madres, a desaprender mucho de lo que sabemos y emprender, junto con nuestros hijos, un camino de aprendizaje constante.


YOGA Y DISCIPLINA POSITIVA PARA AFRONTAR LOS RETOS DE LA EDUCACIÓN


Vanesa Lorenzo regresa a Editorial Planeta con un libro iluminador y sorprendente. Escrito desde la calma, desde el pensamiento reposado, y fiel a sus ideales y a su estilo de vida. Un libro que sirve para educar a nuestros hijos desde una perspectiva diferente basada en el amor y el respeto mutuo.


La autora que, llevaba muchos meses trabajando en este proyecto, explica cómo las dos filosofías que trata en el libro la ayudaron a sobrellevar los momentos de tensión y de incertidumbre del confinamiento. Como ella misma explica: “nunca en toda mi vida había necesitado tanto el yoga como en esos momentos, y fue precisamente la práctica la que me proporcionó la clave para abordar la situación desde una perspectiva más sana: tenía que aceptar y vivir el momento y dejar de preocuparme en exceso por el futuro (…). Con ayuda de los principios de la disciplina positiva y del yoga para niños, encontramos nuevas formas de enfrentarnos a los retos de convivencia y a la incertidumbre del momento, y la calma regresó, al menos a ratos, a nuestras vidas”.


Muchas veces las prisas del día a día hacen que los padres y madres vayan sobreviviendo a los diferentes retos que aparecen en la educación de sus hijos e hijas, como apagando incendios. Cuesta tomarse el tiempo de detenerse un momento a pensar que dinámicas pueden cambiar y cuál puede ser su papel en ese cambio. Cuando Vanesa Lorenzo descubrió la disciplina positiva sintió haber encontrado lo que llevaba tanto tiempo buscando. Una filosofía educativa que se basa en la conexión, el respeto mutuo y la cooperación… Donde se entiende el comportamiento del niño como la punta de un gran iceberg y solo, atendiendo a lo que hay “debajo” de dichas conductas podremos entenderlas y gestionarlas de otra manera para mejorar el ambiente familiar.


En el marco de estos postulados Vanesa Lorenzo busca promover una educación que rompe con el modelo que ha imperado por mucho tiempo en la sociedad española. Cambiando conceptos como obediencia absoluta por influencia, autoridad por liderazgo, críticas por empatía y premios y castigos por entrenamiento, confianza, motivación y enfoque en soluciones. La disciplina positiva propone el respeto y la conexión como la fórmula clave para acompañar a niños y jóvenes para que se conviertan en adultos responsables y capaces. Esta filosofía educativa entiende que todo ser humano merece ser tratado con igual dignidad y sostiene que, para encontrar nuestra motivación vital, todas las personas necesitamos sentir que somos útiles y pertenecemos al grupo.


Liberarnos de la carga de nuestra propia educación es uno de los grandes retos al que nos enfrentamos. En la educación de nuestros hijos todos tendemos a repetir patrones aprendidos. Todos hemos sido educados de una determinada manera y, cuando no sabemos qué hacer ante una situación, lo natural es recurrir a lo que hemos visto y oído antes. Pero lo cierto es que podemos elegir y hacer las cosas de una manera distinta, aunque para ello debemos ser conscientes de que tendremos que desaprender muchas cosas. El equilibrio reside en que el adulto tenga presente sus necesidades y las necesidades de la situación, al mismo tiempo que considera y respeta las necesidades de los niños y jóvenes. Tener claro nuestros valores y ¨líneas rojas¨ al mismo tiempo que somos capaces de ponernos en la piel de nuestros hijos, entender cómo funciona su cerebro y qué podemos esperar en cada momento es un ejercicio diario que nos conduce a relacionarnos con ellos con compasión. Un proceso donde también entra en juego el valor de la humildad, para aceptar tanto nuestras limitaciones como las suyas y, sobre todo, los errores de todos.


Otro de los grandes aliados de la autora en la educación de sus hijas es el yoga para niños. La práctica del yoga llegó a la vida de la autora hace más de 15 años, en principio como una forma de hacer ejercicio; pero con el paso del tiempo profundizó en los postulados que van más allá de lo físico. El yoga nos ayuda a conectar con nosotros mismos, a fortalecer nuestro cuerpo y a mantener una mente en paz. Nos enseña a respirar, a aceptarnos y a mantener un cuerpo y una mente flexibles. En yoga, cuerpo y mente son uno, los cambios físicos se traducen en cambios mentales y viceversa. Mientras que en la práctica adulta el yoga es un proceso que puede durar toda la vida, en el caso de los niños podríamos hablar de un trabajo de siembra cuyos resultados se ven al cabo de los años.


El principal objetivo del yoga para niños es que se familiaricen con los conceptos de esta filosofía desde pequeños y aprendan a usar la valiosa herramienta de la respiración y a relacionarse con su cuerpo de una manera saludable, desde el amor y el respeto. para que aprendan a amarlo y a respetarlo.


LA CARGA MENTAL


La carga mental femenina es un tema de tremenda importancia. Ésta no se reduce al reparto de tareas domésticas sino al reparto de la logística del hogar. Vanesa Lorenzo la define como todas esas cosas que hay que tener en cuenta en el día a día, tales como ¿cuándo tienen extraescolares las niñas?, ¿qué vamos a comer y cenar?, ¿hay ropa limpia?, ¿hay que llevarlas al médico?, ¿hay algún plan previsto el fin de semana que requiera una preparación previa?, ¿se acerca un cumpleaños? Y un largo etcétera.


Como bien apunta la autora suelen ser competencia de los padres las tareas que las madres han delegado y que suelen ser tareas más tangibles como: llevar las niñas al colegio. La carga mental es invisible, pero pesa mucho y suele ser el motivo por el cual las mujeres pueden sentirse desbordadas y agotadas. Todo esto genera mucho estrés y puede llegar generar muchos problemas de salud.


Es una gran responsabilidad la que también tenemos entre manos cuando educamos a nuestros hijos, con respecto a los roles de género. Todos arrastramos la carga de nuestra educación y, aún más importante, de la sociedad en que vivimos, en la que nos hemos criado, que es machista por definición. Cuando tienes hijos, esas estructuras aparecen de forma natural en el día a día. Todos tenemos claro qué se espera de una madre y qué se espera de un padre y, sin querer, nos amoldamos a esos patrones, aunque no coincidan con lo que realmente queremos ni pensamos.


LA EDUCACIÓN DE NUESTROS HIJOS


Perder los nervios con nuestros hijos genera mucha frustración y culpa, ya que sentimos que no estamos a la altura. Y es ahí donde el yoga ayuda a la autora a gestionar mejor esas situaciones en las que las emociones negativas nos conquistan. Educar es un proceso largo y complejo sobre el que vale la pena leer, preguntar e informarse, así como poner en duda todo lo que sabemos.


Todo se reduce a un cambio de paradigma a la hora de educar. “En mi caso, la idea es pasar de esa educación conductista de antes basada, sobre todo, en el «porque lo digo yo» a un modelo educativo que promueva la independencia y el criterio, que deje espacio a mis hijas para ser ellas mismas y desarrollarse, sin caer en la imposición gratuita pero tampoco en la laxitud, dándoles marcos y parámetros de comportamiento que les resulten útiles. Y, aunque creo firmemente en este tipo de educación, lo cierto es que no resulta para nada sencillo aplicarla”. Tendemos a repetir patrones aprendidos, aunque nos demos cuenta de que no son coherentes con la filosofía educativa que queremos implantar en nuestro hogar. Todos hemos sido educados de una determinada manera y, cuando no sabemos qué hacer ante una situación, lo natural es recurrir a lo que hemos visto y oído antes, a lo que se ha hecho toda la vida. Lleva tiempo cambiar comportamientos, pero se puede elegir hacer las cosas de una manera distinta. Es un proceso complicado, unas veces saldrá mejor que otras, por lo que es importante tener paciencia y no fustigarse. Para llegar a saber qué modelo educativo queremos aplicar con sus hijas, Vanesa Lorenzo reconoce que necesitó un proceso de introspección y leer y preguntar mucho.


Con nuestras rutinas frenéticas y llenas de responsabilidades, en una sociedad centrada en las necesidades del adulto, los niños quedan en un segundo o tercer plano. Los padres o adultos les decimos constantemente a dónde ir y qué hacer, muchas veces de forma automática, sin preguntar o sin pararnos a reconocer sus sentimientos y necesidades. Esta sensación de desconexión por parte de los niños puede ser un generador de mal comportamiento. Ellos buscan conectar con nosotros de cualquier manera, incluso aunque esto implique gritos o sermones. Por eso es importante intentar ver más allá en los comportamientos de nuestros hijos. La teoría del iceberg.


LOS ORÍGENES


La disciplina positiva nació en la década de 1980 de la mano de dos mujeres estadounidenses, Lynn Lott y Jane Nelsen, preocupadas por encontrar una manera eficaz y sensata de educar a sus hijos. La disciplina positiva (1981) y Disciplina positiva para adolescentes (1988), son los libros de referencia en la materia. En ellos se muestra a padres y educadores herramientas sencillas de entender y aplicar en el día a día. Desde entonces, muchos profesionales de la educación y la psicología han seguido desarrollando esta filosofía y la han aplicado no solo a la educación de niños y adolescentes, sino también a las relaciones entre adultos.


La mayoría de los adultos fuimos educados siguiendo modelos más o menos conductistas, es decir, basados en la observación del comportamiento, donde el castigo y el premio son las dos herramientas clásicas. El conductismo insiste mucho en la necesidad de que los niños respeten a los adultos, mientras éstos tratan de convencer al niño de que cambie su comportamiento ofreciéndole algo a cambio. En estas situaciones, el adulto intenta modificar el comportamiento del niño sin intentar averiguar ni comprender por qué el niño se comporta de esa manera, ni preguntarse qué necesidad puede estar insatisfecha. El único objetivo es hacer desaparecer el mal comportamiento, y a menudo lo consigue. Esta forma de educar se basa casi exclusivamente en el control, lo que deposita toda la responsabilidad sobre la conducta del niño en el adulto.


Según Jane Nelsen, la mayoría de los comportamientos inadecuados pueden entenderse mejor si los vemos como una falta de habilidad, conocimiento o consciencia. Es decir, los niños no se «portan mal», sino que tienen comportamientos adecuados a su edad o buscan solucionar problemas de una manera poco útil para el adulto. Desde que nacen, los niños pasan por distintas fases del proceso madurativo tanto físico como mental. Esto significa que, sobre todo durante los primeros años de su vida, van cambiando casi cada semana.


LA DISCIPLINA POSITIVA


Vanesa Lorenzo narra cómo el primer contacto con la disciplina positiva fue un taller al que asistieron ella y su pareja. Fue un flechazo a primera vista porque la disciplina positiva va más allá de la teoría ya que también ofrece herramientas prácticas y muy útiles. En ese primer taller sobre disciplina positiva Conoció a Angélica Joya, psicóloga, consultora motivacional y entrenadora de disciplina positiva. Ella explicó a Vanesa Lorenzo los principios fundamentales de la disciplina y además propuso dinámicas vivenciales para ponernos en la piel de nuestros hijos y experimentar en carne propia los efectos de las diferentes estrategias educativas.


La disciplina positiva sostiene que los niños tienen que ser tratados con el mismo respeto y la misma dignidad que los adultos: hay que establecer relaciones horizontales. Por ejemplo, si un adulto se cae al suelo y expresa dolor, a nadie se le ocurriría decirle «levántate, va, no pasa nada». El respeto es una de las herramientas fundamentales con las que trabajar para conseguir la armonía en el hogar. Respecto por la situación, por nosotros mismos, por nuestros hijos y por nuestra pareja. La aceptación, la confianza, la empatía y comunicación serán nuestras herramientas claves.


Cuando un niño o un adulto comete un error no sirve de nada insistir en él o buscar motivos ni culpas. En lugar de eso Vanesa Lorenzo nos propone usar las cuatro erres de los errores. El primero es recuperar la calma. Esto sirve tanto para el niño como para el adulto. Es imposible afrontar un conflicto cuando estamos tensos o enfadados, por eso, hay que empezar por calmarse y conectar con nuestros sentimientos. El siguiente paso es reconocer el error. Cuál ha sido el error y asumir la responsabilidad delante de la otra persona. El tercer paso es reconciliarse. Una vez reconocido el error llega el momento de pedir perdón o tener un gesto amable como darse un abrazo. Y por último debemos resolver o reparar. Después de las disculpas llega el momento de buscar una manera de reparar el error y maneras de que no vuelva a suceder, repasando la situación que ha dado lugar al error y buscando alternativas.


Sobre la autora


Nacida en Barcelona, Vanesa Lorenzo empezó su carrera en el mundo de la publicidad y el cine a los once años y dio el salto a la escena de la moda internacional a los dieciocho. Desde entonces ha sido una de las modelos más reconocidas a escala global, ha trabajado con algunos de los fotógrafos más prestigiosos y ha acaparado las portadas de las revistas más importantes del mundo.


Mientras trabajaba a tiempo completo, Vanesa se graduó en diseño de moda en el IED (Instituto Europeo di Design) y empezando así su carrera como diseñadora, línea epónima, Vanesa Lorenzo que . Su trabajo ha sido reconocido con el Prix Marie Claire, recogiendo el galardón a mejor diseñadora nobel en 2013. También ha colaborado en varias colecciones de la marca de niños The Animals Observatory de la que es socia.


Vanesa Lorenzo publicó Yoga un estilo de vida (Editorial Planeta, 2016), una obra en la que narra las bondades de la práctica del yoga.


Ha trabajado con algunos de los fotógrafos más prestigiosos en la industria de la moda, incluyendo Steven Meisel, Mario Testino, Gilles Bensimon, Patrick Demarchelier, Richard Phibbs, Paola Kudaki, Koto Bolofo, Thomas Schenk, Guy Aroch, Walter Chin, Michael Thompson, Pamela Hanson, Ruven Afanador, Craig McDean, Mark Abrahams, Christophe Kutner, Stewart Shining, Joshua Jordan, Sante D’Orazio, y el legendario Helmut Newton. Vanesa ha aparecido en las páginas y portadas de Vogue América, Italia y España, Elle España, Reino Unido, Francia y América, Harper’s Bazaar España, Marie Claire España y América, Glamour España y América, GQ España, Tank Magazine y el Sports Illustrated Swimsuit Issue, entre muchas otras. Vanesa también ha sido la imagen y ha aparecido en campañas publicitarias como Giorgio Armarni, Pepe Jean, Escada, Christian Dior, Yves Saint Laurent, Patek Philippe, Andres Sarda, Roccobarocco, Victoria’s Secret, Ralph Lauren, the Gap, American Eagle, Neutrogena, Pantene, y Nautica, entre muchos otros. Además de trabajar como modelo y diseñadora, Vanesa ha formado parte del casting de la película catalana Entreacte, una de las protagonistas del aclamado film italiano Fuochi d’Artificio, en el corto The Fairy and the Mole premiado en el Berlin Film Festival, y en el corto español El ascensor de Romeo.


Paralelamente, Vanesa ha compaginado su trabajo como modelo y diseñadora con la práctica del yoga, en la que se introdujo hace más de 15 años en Nueva York. Su pasión por esta filosofía la ha llevado a ser, durante 2014, la madrina de la Free Yoga Masterclass que organiza Oysho en Madrid y Barcelona, consiguiendo reunir a más de 3000 personas en cada convocatoria. Además, el yoga y su estilo de vida se han convertido en los de los contenidos que comparte en sus redes sociales.

 

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