A PRUEBA DE FUEGO, la nueva novela de Javier Moro, relata la aventura americana de Rafael Guastavino, el arquitecto valenciano de Nueva York


 

Editorial Espasa: 424 páginas

Tapa dura con sobrecubierta: 19,90€ Electrónico: 9,99€


Nueva York 1881: en uno de los barrios más populares malviven el pequeño Rafaelito y su padre, Rafael, un reputado maestro de obras valenciano que lucha por demostrar su talento en la gran urbe. Lo acecha la ruina absoluta. Pero gracias a su genio infatigable, ese hombre alcanzará fama y fortuna al construir los edificios emblemáticos que han dado su perfil a Nueva York.


Javier Moro nos presenta al singularísimo Rafael Guastavino, un auténtico genio de la construcción que deslumbró a los grandes magnates norteamericanos, conquistados por las técnicas que empleaba en sus obras para evitar los incendios, el mayor mal de las megalópolis del siglo XIX. Tuvo una vida jalonada de éxitos: de su estudio salieron construcciones tan «neoyorquinas» como la Estación Central, el gran hall de la isla de Ellis, parte del metro, el Carnegie Hall o el Museo Americano de Historia Natural.


NOTA DE RAFAEL GUASTAVINO JR. SOBRE SU PADRE


Me resulta difícil escribir sobre mi padre. Ahora que trabajo día y noche en el diseño de la cúpula de San Juan el Divino —dicen que será la mayor catedral del mundo—, me acuerdo de él, y me pregunto qué opinaría de los trazos y los cálculos que pongo sobre el papel, y discuto con él en mis pensamientos, como tantas veces lo hacíamos cara a cara. Le gustaba decir que el arte nos acerca a la eternidad, especialmente la arquitectura —el arte de proyectar y construir edificios—, porque mucho tiempo después de nuestra muerte, lo que hayamos levantado permanecerá, a veces durante siglos, para bien o para mal.


¿Pero quién era mi padre? Se ha hablado tanto de lo que ha hecho, de lo que ha conseguido, de cómo dejó su impronta en la ciudad de Nueva York y en la arquitectura norteamericana, de su genio como empresario y su talento como artista, que no se ha dicho nada de su vida personal. O muy poco. Su obra ha eclipsado a su persona.


Su temperamento creativo, que moldeaba el espacio y las personas a su guisa, hizo de mí una obra más —él llegó a decir que la más importante, aunque a mí nunca me hizo ese cumplido—, una obra de carne y hueso gracias a la cual pudo luego acometer muchas otras, en hormigón y hierro, obras que desafían el tiempo y aspiran a la inmortalidad. Que nos llamásemos igual —los dos éramos Rafael Guastavino— no hizo más que reforzar nuestra fama y nuestra marca, pero también confundirnos: ¿Dónde acababa él y dónde empezaba yo?


Ahora que ya no está y que el vacío de su ausencia duele como debe hacerlo el dolor fantasma de los miembros amputados, quiero rememorar los años pasados a su vera con el afán de mostrarle tal y como era, y de paso aprender sobre mí mismo. Pero sobre todo me anima la esperanza de devolverle a la vida, porque ese es el poder de las palabras.


Y es mi consuelo.


Incluida al inicio de la novela, esta nota introductoria está escrita a partir de las cartas familiares a las que tuvo acceso Javier Moro, y de la documentación y los testimonios reunidos por el autor.


CLAVES ARGUMENTALES Y NARRATIVAS


Contada por su hijo, esta es la historia del arquitecto Rafael Guastavino, que es también la de una familia desgarrada entre dos continentes, y la epopeya de una época convulsa que vio nacer el mundo moderno.


Abandonado por la familia, arruinado, sin hablar inglés, Rafael Guastavino desembarcó en Nueva York en 1881, a los treinta y nueve años, una edad tardía para emigrar. Lo animaba el éxito que había conocido en Barcelona y una fe inquebrantable en su propia visión de la arquitectura y de la construcción. Padre e hijo —inseparables compañeros y también rivales—, diseñaron y levantaron algunos de los edificios y monumentos más bellos de Norteamérica.


En el estilo ágil y ameno que le caracteriza, Javier Moro reconstruye la aventura de los Guastavino, desde la dura infancia en Valencia, la juventud en la Barcelona de la Fiebre del Oro, hasta la conquista de Nueva York. Gracias a una minuciosa documentación, en concreto unas cartas inéditas, el autor desvela los secretos inconfesables de una vida familiar tumultuosa que la ficción más descabellada no hubiera podido inventar. Y surge un poderoso relato sobre las complejas relaciones entre un hombre y las mujeres de su vida, entre un padre y su hijo, entre la pulsión creativa y la necesidad de supervivencia, entre la lealtad y la infidelidad, entre la ambición y la belleza.


El cambio en la mirada de Rafael Jr. hacia su padre, desde la admiración infantil hasta la visión crítica del adulto, es uno de los puntos fuertes de la novela.


Narrada en primera persona por Rafael Guastavino Jr., la novela discurre en dos planos temporales distintos. Por un lado, el presente, que avanza de forma cronológica desde las primeras semanas de estancia en Nueva York, con la dolorosa separación de su madre, hasta su viaje a España, tras la muerte de su padre, para cerrar las heridas del pasado. Por otro, reconstruye la juventud de Rafael en Valencia y sus años de triunfo en Barcelona, hasta que las circunstancias lo llevaron a emigrar a Nueva York.


Para ello, la novela transita entre varios géneros. La descripción de los primeros años de estancia en Nueva York, a través de la mirada y de los sentimientos de Rafaelito, tiene mucho de novela de formación. Poco a poco, mientras la infancia queda atrás, el texto evoluciona hacia una novela biográfica con toques de misterio: Rafael Jr. se hace muchas preguntas sobre el pasado de su padre, que intenta desvelar a través de las enigmáticas respuestas de aquél y del contenido de las cartas que recibe.


La mirada del narrador sobre su padre evoluciona con el paso de las páginas de la novela, yendo desde la admiración sin fisuras del niño, hasta la visión crítica del adulto que, sin dejar de apreciar el genio de su progenitor, cuestiona aspectos de su forma de actuar.


LAS CARTAS DE GUASTAVINO Y LA BASE DE LA NOVELA


Javier Moro es un maestro en la recreación de escenarios históricos, capaz de sumergir al lector de sus novelas en los ambientes reales de la época y de fundir los hechos históricos con los elementos de ficción. Si hay un período que le atrae es, sin duda, el de las últimas décadas del siglo XIX y la primera mitad del XX. Fue una época apasionante en la que despegó la cultura de masas tal y como hoy la conocemos, se multiplicaron las corrientes artísticas, y la tecnología y la ciencia avanzaron a un ritmo exponencial.


Para escribir A prueba de fuego, Javier Moro ha recorrido los escenarios reales de la vida de Rafael Guastavino, desde Valencia, su ciudad natal, a Carolina del Norte, en donde falleció, pasando, entre otras, por Barcelona, Boston y Nueva York, ciudades en las que el arquitecto y constructor cimentó su fama. El autor visitó bibliotecas y archivos públicos y privados de España y de Estados Unidos, se entrevistó con profesores de varias universidades y con especialistas en diversos aspectos de la vida y la obra del protagonista.


En 2016, un inusual descubrimiento modificó gran parte de lo que se sabía de la vida privada de Guastavino. James Black, heredero directo de la familia, enseñó a Javier Moro un manojo de cartas inéditas que acababa de heredar de su madre. En ellas, Moro descubrió que Rafael Jr. era hijo de Paulina Roig, la criada de la familia, y no de la primera esposa del arquitecto, Pilar Expósito, como se creía hasta entonces. Otras cartas daban a entender que Rafael padre tuvo una doble vida. Las cartas de Francisca Ramírez le han permitido al autor reflejar su personalidad. Estas cartas, y las revelaciones contenidas en ellas, constituyeron una oportunidad única para descubrir y reconstruir con detalle la vida tan original y azarosa de los Guastavino y forman la base documental del libro.


RAFAEL GUASTAVINO, UNA VIDA DE NOVELA


Rafael Guastavino Moreno nació en Valencia, en 1842. Fue el quinto hijo de los catorce que tuvieron Rafael Guastavino, carpintero de profesión, y Pascuala Moreno. Su abuelo paterno era un músico huido de Italia y convertido en constructor de pianos.


A los 19 años, y dejando atrás su vocación inicial de músico, Rafael se trasladó a Barcelona para estudiar la carrera de Maestro de obras, equivalente a Arquitectura. A los 24 años, construyó la fábrica Batlló, el proyecto que hizo de él un arquitecto de renombre, porque se convirtió en punto de referencia de la nueva arquitectura industrial. Lo insólito es que lo hizo sin haber obtenido todavía el título oficial.


En 1876 ganó la Medalla al Mérito de la Exposición del Centenario de Filadelfia por un estudio sobre la construcción de edificios más ligeros, higiénicos y resistentes al fuego. En Estados Unidos, a causa del uso extensivo de la madera, los incendios urbanos eran un problema de primer orden.


En 1881, a los 39 años, una edad tardía para emigrar, desembarcó en Nueva York con su hijo Rafaelito. Para pagar el viaje pidió un dinero que no devolvió, por lo que durante años lo persiguieron los acreedores. Abandonado por su familia, arruinado, sin saber el idioma, fue en busca de una segunda oportunidad. Once años más tarde construyó parte de la Biblioteca de Boston.


En 1889, con varios socios capitalistas, creó la empresa Guastavino Fireproof Construction Company, con oficinas en Boston y Nueva York. Se publicitaba como especialista en construcciones resistentes al fuego. En colaboración con los más destacados arquitectos locales, Rafael Guastavino y su empresa participaron en algunas de las obras más emblemáticas de entresiglos en los Estados Unidos, especialmente en la ciudad de Nueva York. Murió en 1908 en Asheville, Carolina del Norte.


La novela aborda tanto su faceta profesional como su agitada vida personal y amorosa.


EL ARQUITECTO DE NUEVA YORK


El 2 de febrero de 1908, The New York Times publicó la necrológica de Rafael Guastavino, fallecido el día anterior en su casa de Asheville, Carolina del Norte. En un titular lo presentaba como «el arquitecto que ideó el arco usado en el metro de Nueva York». En el texto de la nota lo calificaba como «el arquitecto de Nueva York», un halago difícil de superar.


El calificativo, desde luego, no era gratuito: en 1900 se escogieron los diez edificios más bellos de los Estados Unidos y en la construcción de casi todos ellos había participado Rafael Guastavino. Además, de los más de mil edificios que su empresa erigió en Norteamérica (incluyendo Canadá y México), trescientos sesenta estaban situados en la Gran Manzana.


En 1967, el American Institute of Architects realizó una exposición con los 38 edificios más importantes construidos en Manhattan en las décadas anteriores. ¡En más de una tercera parte de ellos había intervenido la empresa Guastavino! La municipalidad de Nueva York editó, en 2010, un fascículo titulado New Yorkʼs Guastavino, que propone un recorrido para ver lo que permanece de un estilo y unas obras que aportaron belleza a una ciudad que deslumbró al mundo.


El arquitecto valenciano supo adaptar a las exigencias de una construcción moderna y sólida los materiales tradicionales del área mediterránea, algunos de ellos heredados de bizantinos y árabes.


Experto en morteros, fue el primero que exploró las posibilidades de la unión de los ladrillos cerámicos con cemento Portland, creando unas superficies ligeras y muy sólidas. Comprobó que la clásica bóveda tabicada permitía la construcción de grandes bóvedas y arcadas. Además de ligeras, eran resistentes al fuego, una obsesión para los norteamericanos desde los grandes incendios de Chicago (1871) y de Boston (1872).


También mejoró la fabricación de azulejos para incorporarlos a sus obras; en total, su compañía registró más de ochenta patentes. Creó el «Sistema de arcos de baldosas», que deslumbró a principios del siglo XX, cuando construyó la primera estación del moderno metro de Nueva York, la City Hall Station, que sirvió de modelo para el resto.


UN NARRADOR EXCEPCIONAL


A prueba de fuego está narrada en primera persona por RAFAEL GUASTAVINO EXPÓSITO, el hijo del protagonista, su colaborador más cercano y su sucesor al frente de la empresa. Rafaelito o Rafael Jr., dependiendo de la época, rememora la vida de su padre a través de los recuerdos de la relación entre ambos.


Nació en Barcelona, en 1872. Aunque era hijo de Paulina Roig —como demuestran las cartas personales a las que accedió Javier Moro—, su padre, para evitarle los prejuicios propios de aquellos años, lo inscribió con los apellidos de la familia, lo que fomentó la confusión posterior.


Él fue también un técnico excepcional y un innovador. Desde niño mostró buenas aptitudes para el dibujo y el diseño, y una inteligencia sobresaliente para captar las ideas y los conceptos que manejaban su padre y sus colaboradores. Muchas de las obras más famosas con el «sello Guastavino» son suyas. Su obra maestra es, sin duda, la antigua Pennsylvania Station de Nueva York, demolida entre grandes protestas ciudadanas y académicas en 1963.


Bajo su dirección, y tras la muerte de su padre, en 1908, la Compañía Guastavino siguió creciendo y fue una de las protagonistas del boom de la construcción en los Estados Unidos durante los años veinte. Aunque aún levantó algunos edificios emblemáticos, los cambios profundos en las tendencias arquitectónicas de los años treinta, con el auge del hormigón armado, el acero y las líneas rectas sin decoración, y, sobre todo, de los cuarenta y los cincuenta, con la construcción en acero y cristal, llevaron a la compañía a un lento declive hasta su desaparición en 1962, doce años después de la muerte de Rafael Jr.


Se casó con ELSIE SEIDEL, con la que tuvo dos hijos, RAFAELITO y LOUISE, que no siguieron los pasos de su padre y de su abuelo.


Sobre el autor


Javier Moro, periodista y escritor, ha trabajado como investigador en varios libros de Dominique Lapierre y Larry Collins. Coproductor y guionista de las películas Valentina y Crónica del alba, ambas basadas en la obra de Ramón J. Sender, permaneció seis años en Estados Unidos desarrollando proyectos de cine y televisión; allí colaboró con directores como Ridley Scott. Es autor de Senderos de libertad (Seix Barral, 1992), El pie de Jaipur (Seix Barral, 1995), Las montañas de Buda (Seix Barral, 1998), Era medianoche en Bhopal (2001), en colaboración con Dominique Lapierre, y El sari rojo (Seix Barral, 2008). Su novela Pasión india (Seix Barral, 2005), ha sido uno de los grandes éxitos de crítica y ventas de los últimos años en España y, con su traducción a diecisiete idiomas, en varios países europeos. En 2011 obtuvo el Premio Planeta con El imperio eres tú. En 2015 publicó A flor de piel (Seix Barral). Su última novela, Mi pecado, se alzó con el Premio Primavera en 2018.

Javier Moro es uno de los autores más querido por los lectores y valorado por la crítica del panorama literario en español. Periodista y escritor, también ha trabajado en el mundo del cine como guionista y productor; en esta faceta, vivió cinco años en Hollywood. Entre sus libros, destacan Senderos de libertad (1992), El pie de Jaipur (1995), Las montañas de Buda (1997), Era medianoche en Bhopal (2001), en colaboración con Dominique Lapierre, Pasión india (2005), El sari rojo (2008), El imperio eres tú (Premio Planeta 2011) y A flor de piel (2015).

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