Cruz Sánchez de Lara novela EN LA CORTE DE LA ZARINA la apasionante vida de José de Ribas, el noble y militar español que triunfó en la Rusia imperial de Catalina la Grande

Editorial Espasa. 568 páginas

Tapa dura con sobrecubierta: 22,90€ Electrónico: 9,99€


Novela histórica documentada con rigor y escrita con el entusiasmo de las grandes gestas, En la corte de la zarina ilumina la figura de José de Ribas. un español tan extra-ordinario como olvidado por la historia. Tras recorrer varias cortes europeas, José de Ribas se instala en la de la zarina Catalina II la Grande, en la que se convierte en uno de los hombres más poderosos de Rusia y de Europa.


La novela sobre el almirante español que fue amante de

la zarina Catalina la Grande y se convirtió en una de las figuras

más importantes de la expansión del Imperio ruso

  • En la corte de la zarina es una novela —una ficción— basada en personajes y hechos realesPese a ser uno de los períodos históricos más estudiados, quedan todavía algunas lagunas, sobre todo en lo tocante a las relaciones personales y familiares entre los protagonistas, que Cruz Sánchez de Lara ha ficciondo a partir de los estudios académicos más recientes.

  • En un interesante epílogo señala algunos de los elementos que no están confirmados, pero tampoco descartados por los expertos y que ella ficciona en la novela. Interrogantes que los estudiosos de la historia no han resuelto, todavía.

  • Entre los imterrogantes destaca la posible —o no— relación erótica entre la zarina y De Ribas.

  • La autora se ha empapado de la historia de Rusia en una impresionante labor de documen-tación, durante meses, para poder componer este maravilloso retrato del Imperio ruso a finales del siglo XVIII.

  • Cruz Sánchez de Lara narra con maestría batallas, estrategias políticas y militares, luchas por el poder, bailes de gala, banquetes… y escenas eróticas. Todos los aspectos de la vida oficial y de la vida cotidiana en la Rusia de Catalina la Grande quedan bien reflejados en la novela.

  • Es sorprendente que un personaje tan excepcional, en todos los sentidos, como José de Ribas no sea más conocido en nuestro país ni haya contado con una historiografía más abundante, a la altura de su figura y de su protagonsimo en un período fascinante.

  • Los personajes principales de la novela están maravillosamente trazados con todos sus matices —a veces sorprendentes—, tanto claros como oscuros.

  • Uno de los elementos más destacados de la novela es la recreación de palacios y otros edificios emblemáticos en los momentos de su mayor plenitud. Con el paso del tiempo, algunos de ellos han desaparecido y otros han sufrido los rigores de la agitada historia de Rusia, perdiendo su esplendor de antaño. Cruz Sánchez de Lara los recrea con detalle y mimo, transportando al lector a escenarios de un realismo maravilloso.


Un sello de correos para José de Ribas

Cruz Sánchez de Lara y editorial Espasa enviarán el primer ejemplar de En la corte de la zarina a Pedro Saura, presidente de Correos, con la petición de que proponga a la Comisión Filatélica hacer justicia a la memoria de José de Ribas con la emisión de un sello.


Sabías que…

José de Ribas llegó a ser mariscal de campo y consejero del príncipe Potemkin, uno de los militares y estadistas más importantes de la historia de Rusia?

José nació en Nápoles, donde estaba destinado su padre militar, y su puerto fue la inspiración para crear uno similar en Odesa, Ucrania?

Deribasovskaya —calle de Ribas— es la vía más popular de Odesa y uno de los símbolos de la ciudad, y que se ha intentado cambiar varias veces de nombre y los odesitas lo han rechazado?

Catalina II llevaba oculto entre las joyas que colgaban de su cintura un objeto punzante? En su châtelaine más elegante, de oro y zafiros, le colocaran un punzón perfecto para matar, siempre que se clavara con tino en la yugular. Lo ocultaron en una funda preciosa de marfil con zafiros. La zarina había sido entrenada para repeler un ataque y acabar con su contrincante.

la zarina tenía una confidente cuya función era «probar» las aptitudes sexuales de los hombres que querían acostarse son ella? La «catadora de amantes» era un filtro para que a la cama de Catalina llegaran solo los amantes más aptos.

Catalina se encargaba de hacer públicas las relaciones sexuales que no estuvieran a la altura de sus expectativas?

el príncipe Potemkin, consejero y favorito de la zarina, sabía que el sexo era una de las razones que sustentaba su relación con Catalina y no perdía ocasión de bajarse los pantalones en público para exhibir su descomunal miembro viril?

el zar Pablo I, el hijo de Catalina, llamó al reinado de su madre «el gobierno del coño»?

José de Ribas intentó hasta su último aliento defender y proteger de Pablo I el legado de la zarina, pagándolo con su vida?

tras el asesinato de Pedro III el Cruel por orden de los hermanos Orlov, su viuda Catalina se vengó de todos los sufrimientos que le había causado en vida proclamando falsamente que la causa oficial de su fallecimiento fueron las hemorroides?

Catalina era una fetichista de las joyas? Su corona imperial estaba cubierta por 4936 diamantes, era dueña del diamante Orlov, uno de los más grandes del mundo con sus 189 quilates, y su colección de joyas era tan grande que tuvo que crear un salón para guardarlas. Eran, también, una muestra de su poder y el del Imperio.

el interés por el arte de Catalina le hizo agrandar el Palacio de Invierno para instalar su gran colección, adquirida en todos los lugares de Europa, fundando así una de las grandes pinacotecas del mundo actual: el Hermitage?

uno de los banquetos típicos de la corte incluía las llamadas patatas zarinas, ostras, ojos de buey en salsa, caza diversa, caviar de la mejor calidad… voddka, vino y licores?

en la corte de Rusia las damas no podían repetir vestido en los distintos bailes y recepciones? La zarina Isabel I llegó a acumular 15000 vestidos. Cuando las mujeres asistían a un baile en la corte, los sirvientes marcaban sus vestidos para que no pudieran repetir el modelo.


En la corte de la zarina, aproximación argumental


José de Ribas demostró siendo muy niño que había heredado de su padre, el capitán y noble catalán Miguel de Ribas y Boyons, el don innato para el urbanismo y la ingeniería, además de ciertas dotes para la seducción y la diplomacia. Ya convertido José en mayor del ejército napolitano, se embarcó en un viaje que lo llevaría por las cortes europeas y del que no regresaría, pues el destino le tenía reservados grandes logros en la flamante corte de Catalina II de Rusia, la Grande.

Militar, ingeniero, estratega, amante de la emperatriz, fiel consejero y visionario sin par, José de Ribas Boyons y Plunkett, conocido como Osip Mijáilovich en la fastuosa corte petersburguesa, el primer español en hacer carrera en el Imperio ruso de la emperatriz de emperatrices, cumplió con creces y aumentó el legado de su padre, pues fundó para los rusos, sobre esa pequeña aldea a la que consideró su lugar en el mundo, su puerto soñado similar al de Nápoles: Odesa.

«Señora, siempre estaré a sus pies. Soy leal, discreto,

pensador, filósofo, constructor, marinero, soldado,

bufón... Y el voluntario permanente para volver

a comer el delicado manjar imperial que hoy he degustado

por primera vez»


Nota de Cruz Sánchez de Lara sobre la novela


Como ya se ha señalado al principio del dosier, esta novela está inspirada en hechos reales, pero no es un libro de historia, es ficción.

Con la mente así de abierta es como se debe leer En la corte de la zarina. Todos sus personajes existieron con la excepción del prometido de la hija pequeña de José de Ribas, de quien no he podido encontrar información. También me refiero al escarceo del español en Nápoles con una Isabella inventada. Son licencias de novelista para dar más fuerza al relato y completar el retrato psicológico de los protagonistas. Más adelante encontrarán la galería con una somera descripción de aquellos que tuvieron un papel más destacado en los hechos que narro.

Mientras estudiaba y me documentaba, he descubierto personajes fascinantes, como la princesa Tarakánova, a la que ni siquiera cito en el libro. Les dejo apuntado este nombre porque, después de leer esta novela, puede apetecerles conocer historias a la vez misteriosas y fascinantes, ahora que ya tendrán recreado en su mente el ambiente de la corte de Catalina.

Escribí un capítulo con su vida llena de intrigas y lo destruí el mismo día que asistí al estreno de la película Napoleón. Cuando te documentas para una novela histórica, una de las claves es no abusar de la generosidad con el lector. No puedes pretender contar todo lo que has estudiado, sino solo aquello que contribuye al relato. Y créanme, supone una renuncia importante. La inercia te invita a contar todo lo que has aprendido y te ha sorprendido. He leído biografías, libros de historia, y refresqué mis recuerdos de los palacios que se convierten en escenarios de este relato con los libros que traje de mi viaje a San Petersburgo en 2017.

Ahora me alegro de haber cargado con tanto peso. Tenía a mi alcance la información sobre todo lo que quería descubrir. Cuando estuve en Tsárskoye Seló, me sentí atrapada por el encanto de la Cámara de Ámbar. Entonces no tenía ni la más remota idea de que allí se casó el español que fundó Odesa. Nadie lo cuenta y muy pocos lo escriben.

Todas las joyas que describo, incluso las vajillas, son objetos reales que poseyó y utilizó Catalina. Las casas, salvo las de Ribas y Betskói, son aquellas en las que vivieron los personajes: se trata de palacios cuyas descripciones de la época han trascendido más allá de sus posteriores reformas.

Con los desajustes generados por la implantación del calendario gregoriano, se producen discordancias en las fechas. He procurado ser lo más respetuosa posible con el ambiente, y pese a que se trata de una novela, y por tanto está inspirada en hechos reales y en el contexto histórico, he usado en la medida de lo posible las fechas españolas de cada evento.

Deseo profundamente que disfruten tanto de esta historia que hoy les presentamos con este dosier como lo he hecho yo al escribirla.

Cruz Sánchez de Lara, junio de 2024


Apuntes narrativos y argumentales


VOZ NARRATIVA Y ESTRUCTURA DE LA NOVELA

En En la corte de la zarina, Cruz Sánchez de Lara combina un narrador principal en tercera persona omnisciente con seis relatos en primera persona: tres cartas largas de José de Ribas a su hermano Félix y tres entradas del diario personal de la esposa de José, Anastasia Ivánovna Sokolova. La novela se divide en treinta y tres capítulos y un epílogo; seis de ellos se corresponden a las cartas y al diario. Hay otras cartas breves, firmadas por distintos personajes, integradas en el texto principal.

ARCO TEMPORAL

La novela abarca casi toda la vida rusa de José de Ribas. Se inicia en 1772, cuando está ya establecido en San Petersburgo bajo la protección del conde Orlov, y finaliza en 1800, el año de su fallecimiento; la historia se cierra con un epílogo en 1801. El desarrollo es cronoógico y no hay capítulos completos situados en el pasado, aunque en el texto y en los diálogos se recrean escenas situadas años atrás y hay referencias a fechas importantes del inicio del reinado de la zarina.

HISTORIA CON MAYÚSCULA Y CON MINÚSCULA

Uno de los puntos fuertes de la novela es la atractiva combinación de grandes eventos históricos relacionados con el Imperio ruso y de historias personales de los protagonistas, algunas de ellas sorprendentes. Su acertada integración atrapa al lector y lo sumerge en la realidad de la época, desde los intringulis de la alta política a los pequeños detalles de la vida cotidiana.

EROTISMO Y SEXO EN LA CORTE (Y EN LA NOVELA)

En sus memorias, Catalina II reconoce haber tenido más de cien amantes. José de Ribas señala en una de sus cartas que tanto Catalina como las demás damas de la corte «disfrutan con el sexo como hombres, sin esperar más correspondencia que el placer y el juego de la seducción». Eso se deja notar en la novela, con escenas cargadas de sensualidad y erotismo, que son imprescindibles para completar el retrato de los personajes y para conocer el porqué de algunos hechos.

UN INMENSO TRABAJO DE DOCUMENTACIÓN

Cruz Sánchez de Lara se ha documentado con biografías, memorias y estudios y monografías sobre la época y el imperio de Catalina. También ha visitado algunos de los escenarios principales. Entre las escasas obras que tratan sobre la figura de José de Ribas, la autora destaca El súbdito de la zarina, una novela de Diego Merry del Val, y el breve libro biográfico José de Ribas. Il napoletano che fondò Odessa, de Ruggiero di Castiglione, centrado en su vertiente masónica.

ESCENARIOS EN TODO SU ESPLENDOR

Ese ingente trabajo de documentación se deja notar, también, en la recreación de los escenarios de la novela. Algunos han desaparecido o han sido modificados, por lo que Cruz Sánchez de Lara ha acudido a referencias bibliográficas y gráficas de la época, desde las descipciones hechas por los personajes que los recorrieron hasta grabados y diseños arquitectónicos de aquel período.

GALERÍA DE PERSONAJES

La galería de personajes es muy extensa, ya que la autora aborda tanto la faceta pública como la privada de los protagonistas, multiplicándose sus relaciones personales. A las figuras de la zarina Catalina II y de José de Ribas, hemos de sumar algunos personajes que se elevan por encima de los demás desde la vertiente puramente histórica y también desde la narrativa, se trata de Gregorio Potemkin y de los hermanos Gregorio y Alejo Orlov.


José de Ribas, un español en la corte de la zarina

José de Ribas y Boyons Plunkett nace en Nápoles, en una fecha indeterminada que los historiadores sitúan entre 1749 y 1751. En aquellos momentos, Nápoles forma parte del imperio español. El padre de José, Miguel de Ribas, es un noble y militar catalán que llega a convertirse en cónsul de España en el Reino de Nápoles-Dos Sicilias y en ministro de las Fuerzas Navales y Armadas napolitanas. Su madre, Margarita Plunkett, desciende de dos de los clanes más importantes de Irlanda, los Duncan y los Finngald.

Desde niño muestra una notable inteligencia y un don para la ingenieria y los idiomas; habla español, francés, italiano, alemán, inglés y latín. Después aprende ruso. «Hijo mío, no escondas nunca tus dones», le aconseja su padre. Y no lo hace. Ingresa en el ejército y, cuando cumple los dieciséis, el entonces rey, Fernando IV de Nápoles y I de las Dos Sicilias, lo nombra subteniente.

Contamos con una primera descripción física a través de la visión de Nastia, su futura esposa: «Tenía la mirada limpia y sonriente, buscona y ávida de no se sabía qué. Tenía buen porte y la delgadez propia de quien busca beberse la vida y no parar ni cinco minutos para descansar».

Con veinte años conoce al conde Alejo Orlov en una recepción en el consulado inglés de Livorno. Orlov ya ha oído algunos comentarios sobre él, aunque no espera a alguien tan joven ni tan bajito. La simpatía entre ambos es mutua e inmediata. Ribas es listo, hábil, intrépido, rápido, diplomático, políglota y polifacético. Ningún estratega renunciaría al servicio de un hombre que reúne todas esas características. Así que el conde le ofrece que se enrole en la Armada imperial rusa como su ayudante y traductor eventual. Ribas acepta e inicia una nueva vida que lo aleja para siempre de la que ha sido su casa.

«He visto egos muy grandes, pero nunca en un cuerpo tan pequeño»

Catalina II a José de Ribas

En su primera expedición con Orlov, aquel año de 1770, José de Ribas participa en la batalla naval de Chesme. Pese a todos los augurios en contra, veintiséis barcos rusos derrotan a sesenta y tres naves turcas encerrándolas en la bahía de Chesmenskaya. «No se puede infravalorar al rival» es una de las máximas de José a partir de ese día. Ya establecido en Rusia, dos años después, se convierte en oficial instructor de la academia imperial del Cuerpo de Cadetes, iniciando así una brillante carrera militar en su nuevo país.

Cuatro años después, se casa con Anastasia Ivánovna Sokolova, dama de la emperatriz, hija del ministro Iván Betskói y, de ser ciertos algunos rumores, hermanastra de la mismísima Catalina; es esta última una de las tesis de la novela. Tienen dos hijas, Sofia y Catalina.

«Tenéis agallas y sois altanero. Os gustan diferentes comidas que a nosotros, vivís de forma distinta y, sin embargo, el afán de triunfar os hace renunciar al sol de vuestra tierra. He visto egos muy grandes, pero nunca en un cuerpo tan pequeño», le dice Catalina cuando son amantes.

Cruz Sánchez de Lara novela también la relación de José de Ribas con el principe Gregorio Potemkin, el más relevante de los generales victoriosos del Imperio, uno de los estadistas más importantes de la historia rusa y el nuevo favorito de la zarina tras la caída en desgracia de los hermanos Orlov. José se convierte en uno de los hombres de confianza de Potemkin, que lo nombra miembro de su «trío de choque» para modernizar y hacer más eficiente Rusia.


La zarina Catalina II la Grande

Cruz Sánchez de Lara realiza un retrato de Catalina II lleno de matices. Lo hace desde una triple perspectiva —política, social y personal— a la que añade una inusual visión psicológica basada en las memorias de la emperatriz y en los testimonios de los personajes que la trataron.

Sofía Federica Augusta de Anhalt-Zebst llegó a la corte de los zares desde su Alemania natal a los quince años sin hablar ruso. Pronto puso remedio. Aprendió el idioma y todo lo concerniente al Imperio, se convirtió del luteranis-mo al cristianismo ortodoxo, soportó los desdenes de su marido, el zar Pedro III, y lo derrocó en un golpe de Estado.

Tenemos una primera descripción de ella a través de José de Ribas en una carta a su hermano: «la emperatriz es de belleza distraída, pero de atractivo irresistible. Creo que lo que más me excita de Catalina es su poder y lo que todos cuentan de ella. Se ha ganado el respeto de sus súbditos siendo manipuladora y controladora. Una bestia de la política».

Y la zarina es consciente de ello. «Le gustaban los hombres jóvenes y era consciente de la erótica del poder, del deseo que provocaba la corona en la mente de los súbditos, del espejismo arribista que producía en cualquier militar arrancarle un orgasmo a la emperatriz de todas las Rusias», escribe Cruz Sánchez de Lara.

La zarina es así, un todo: el cuerpo y el rostro del poder y de la autoridad. Ante esa visión, la tersura de la piel, la carnosidad de los labios o el tamaño de los ojos pasan a un segundo plano. Su aura desdibuja los rasgos y la luz amortigua los años de diferencia entre ella y sus amantes más jóvenes, como José de Ribas.

La misma fuerza resolutiva que tiene en el trato con sus amantes la define en su forma de gobernar Rusia: tomar decisiones y ejecutarlas en un único instante, en un mismo soplo de viento. Es de ímpetus fulminantes: decide y ejecuta sin dilaciones.

«Solo había una cosa que excitara más a Catalina que el poder y las joyas: la caza y

conquista de un nuevo amante»

De esta manera, consigue proezas increíbles para aquellos tiempos, algunas tan impensables en su época como la de aliviar la presión fiscal sobre los campesinos reduciendo el número de soldados del mayor ejército de Europa. Cuando enviuda, la zarina tiene a sus órdenes una fuerza castrense de más de doscientos mil hombres. El gasto militar consume dos terceras partes del presupuesto anual de Rusia y Catalina no soporta la injusticia. No puede acabar con la servidumbre de la gleba, pero sí reducir las tropas.

Los años de desplantes y humillaciones de su marido le han hecho mella. Necesita desde muy pronto encontrar la aceptación en el deseo de mil amantes y el cariño de un favorito. Desde que se llamaba Sofía antes de pasar a ser Catalina, ya soñaba con que la amaran y, a la vez, con que la quisieran. «Hay personas que necesitan que las amen con pasión y otras que las quieran con lealtad y cariño —sostiene la autora a través del narrador—. La zarina lo quería todo en una sola relación. Cuando le faltaba algún ingrediente, sentía la gelidez del vacío y necesitaba cambiar de compañero de juego. Para que ella pudiera querer y amar, ambas cosas tenían que darse en la misma partida».


Los hermanos Orlov y Gregorio Potemkin

Catalina II —nos explica Cruz Sánchez de Lara— es una gran estartega política. Y sabe escoger bien a sus consejeros, de los que no duda en desprenderse cuando lo requieren las circunstancias. Son decisiones duras, puesto que muchos de ellos, como Gregorio Orlov o Gregorio Potempekin, comparten su lecho y, como señala José en una carta a Félix de Ribas, «mil veces te he contado la dependencia emocional que desarrolla en las relaciones con sus favoritos».

Cuando José de Ribas llega a la corte de San Petersburgo, el hombre fuerte del imperio y favorito de la zarina es el príncipe Gregorio Orlov (1737-1807). Sin embargo, el poder de los hermanos Orlov, que fueron fundamentales en el golpe de estado contra Pedro III, declina a causa de la crisis sentimental entre Catalina y Gregorio. «Todos sabían que el día que esa relación concluyese, la emperatriz les buscaría un buen retiro y les dejaría con las arcas llenas, pero daría paso al siguiente favorito». En un intento por congraciarse con la soberana, Orlov le obsequia con el diamante que lleva su nombre, uno de los más grandes de los que se tiene noticia.

Con quien Ribas establece una relación más estrecha es con el conde Alejo Orlov (1734-1783), más brillante y controlador que su hermano. Es muy alto —incluso para los parámetros actuales—, de piel curtida y «ese rubor exagerado que delata la parranda y el desenfreno habitual». Sus compñeros de armas y sus rivales lo conocen como «Caracortada» por la cicatriz de un sablazo que cruza su mejilla.

A Orlov lo sucede, en el lecho y en el despacho de la zarina, el príncipe Gregorio Potemkin (1739-1791, en la imagen). «Todo en él es hilarante. Presume de su gran miembro viril y se queda en cueros cada vez que la ocasión lo permite. Dicen que eso es lo que realmente tiene atrapada a la zarina», apunta José de Ribas en una de las cartas a Félix.

Potemkin es un general brillante y ha sido uno de los que apoyaron a Catalina en el derrocamiento de Pedro III. «Dicen que es el azote de los otomanos y que no tiene rival en la batalla. Cuentan que es fanfarrón, listo, soberbio y valiente», completa José su descipción. Al parecer —es algo que explica el ministro Iván Betskói en la novela—, pierde un ojo en una paliza que le propinan los hermanos Orlov cuando descubren el interés sexual y político que Catalina siente por él.

«Potemkin es celoso y tiene con Catalina una relación casi enfermiza. Él es obsesivo con ella y ella con él»

Pese a la relación estrecha entre José de Ribas y Alejo Orlov, el oficial español se gana la confianza de Potemkin, del que es mariscal de campo y con quien participa en la campaña de Crimea, entre otras. Es más, Anastasia Sokolova escribe en su diario que «Potemkin representa todo aquello a lo que José aspira».

El hijo de Catalina y futuro zar Pablo I no soporta a Potemkin, razón que explica las vicisitudes de José de Ribas tras la muerte del príncipe, que les invitamos a descubrir con la lectura de la novela. De todos modos, la animadversión es mutua, como deja muy claro la zarina a dos de sus confidentes: «Lo que Potemkin y yo hemos construido es demasiado importante para dejarlo en manos de un perturbado como Pablo».


Otros (pocos) personajes destacados

ANASTASIA SOKOLOVA (1741-1822). Conocida como Nastia. Esposa de José de Ribas y madre de sus dos hijas, Sofía y Catalina. La autora asume la hipótesis de que es hermanastra de Catalina II, por ser hija ilegítima de Iván Betskói y de la duquesa Juana de Holstein-Gottorp, madre de la zarina. Forma parte del séquito personal de la emperatriz y es dama de su confianza (en la imagen).

IVÁN BETSKÓI (1704-1795). Consejero de la zarina y ministro. Padre de Nastia, suegro y protector de José de Ribas, que, como él, es masón. Vive muchos años en Francia, donde intima con los enciclopedistas. A su regreso a Rusia sirve como ayuda de campo de su padre, el príncipe Iván Trubetskói, en el ejército. Después, forma parte de misiones diplomáticas y, ya integrado en la corte, ayuda a la zarina Isabel I —tía materna y predecesera de Pedro III— en la revuelta militar que la llevó al trono.

PEDRO III (1728-1762). Protagonista in absentia. Marido de Catalina II. «Era cruel por definición, tosco y maniaco al tiempo y más que desagradable a la vista», dice José de Ribas sobre él. Se convierte en emperador a principios de 1762 y se instala en el Palacio de Invierno acompañado por Isabel Vorontsova, su favorita. Catalina lo derroca aquel mismo verano.

PABLO I (1754-1801). Hijo y sucesor de Catalina, que lo desprecia. No tiene amigos, pero sí un perverso tutor, Nicolás Panin, a quien el poder le excita de tal forma que hace que sus principios se tambaleen con el mero silbido de la avaricia. «Este zar impondrá sus frustraciones a la corte a través del control y de la represión», escribe Anastasia Sokolova en su diario.

PRASKOVIA BRUCE (1729-1786). Condesa Bruce. Esposa del conde Jaime Bruce, gobernador de San Petersburgo y hermano del mariscal PEDRO RUMIÁNTSEV (1725-1796), que es un personaje clave en la carrera militar de José de Ribas. Praskovia es una de las mujeres más atractivas de la corte, la confidente de la zarina y la «catadora real», la mujer que prueba la capacidad amatoria —física y emocional— de los candidatos a compartir el lecho de Catalina.

La condesa Bruce es la «catadora real», la encargada de comprobar la virilidad de los futuros amantes de la zarina

ALEJO BÓBRINSKI (1762-1813). Hijo bastardo de Catalina II y el príncipe Orlov. Se cría junto a los hijos de BASILIO SHKURIN, el ayudante de cámara de la zarina. Después se forma en una institución en Leipzig. Según José de Ribas, al que Orlov le encarga su cuidado, da muestras de ser un niño mimado y malcriado, con más briznas de avaricia en su carácter que de ambición.

FÉLIX y MANUEL DE RIBAS. Hermanos de José. Se establecen, también, en Rusia. Su cuñada Anastasia explica que ambos prosperan mucho y que Félix levanta una gran mansión. Esta ostentación de riqueza provoca no pocas envidias y bastante malidicencia, ya que los enemigos de José hacen correr la voz de que el dinero de los Ribas proviene de la corrupción y el robo. «Tampoco son conscientes de que si piden una cabeza, no será la suya, sino que será la de mi marido porque es el que más alto ha llegado», se lamenta Nastia.


El imperio de Catalina II la Grande

En la corte de la zarina recorre prácticamente todo el reinado de Catalina II por una doble vía. Por un lado, el texto principal de la novela nos lleva desde 1772 hasta 1800, poco después de su muerte en 1896; por otro, en ese mismo texto y en algunos diálogos hay referencias a hechos históricos sucedidos con anterioridad, desde que accediera al trono tras el golpe de estado contra su marido Pedro III, en 1762, con apoyo del clero ortodoxo y de la mayor parte de la nobleza.

En los treinta y cuatro años de su reinado, que Cruz Sánchez de Lara sintetiza con maestría en la novela, el Imperio ruso vivió una impresionante expansión externa, especialmente hacia el sur y el oeste, combinada con una consolidacción interna del gobierno de los zares.

Con buen pulso narrativo, la autora integra las vicisitudes de los protagonistas en el marco geostratégico de un mundo en el que se apuntan ya los enfrentamientos entre potencias, que se multiplicarían a finales de aquel siglo XVIII y durante todo el XIX. En la vieja Europa ningún estado permanece indiferente a los avances de Potemkin al frente de los rusos. La alianza antirrusa entre Inglaterra, Holanda y Prusia adquiere consistencia y otros países coquetean para sumarse. Polonia empieza a dar señales de oposición al Imperio ruso, que tiene que repeler también ataques de los suecos, un pueblo que vive bajo el yugo del rencor por los territorios que los Romanov les habían usurpado en el Báltico y que estalla en 1788 con la guerra ruso-sueca.

José de Ribas, las guerras ruso-turcas y la anexión de Crimea

El proyecto más ambicioso de Catalina II —muy bien reflejado en la novela— es el de expulsar al Imperio otromano de Europa y crear un nuevo Imperio bizantino en el que Rusia ocupara el espacio central. José de Ribas participa en las dos guerras ruso-turcas, 1768-1774 y 1787-1792. En esta última es uno de los consejeros más valiosos del prícipe Potemkin y tiene un papel capital en la anexión de Crimea y en el establecimiento de un nuevo puerto de alto valor estratégico en Odesa.


Odesa, el gran proyecto de José de Ribas

En el mes de agosto de 1824, la calle Gymnasium de Odesa

cambió su nombre por el del fundador de la ciudad y

aún lo conserva: Deribasovskaya, la calle de Ribas

El 27 de mayo de 1794, Catalina II firma el decreto por el que se autoriza la construcción de una ciudad portuaria en las inmediaciones de Jadsibey, el nombre con el que el Imperio otomano había bautizado un antiguo asentamiento creado por marinos griegos de la Antigüedad junto al mar Negro. Aquel emplazamiento estratégico es conquistado por tropas cosacas y rusas al mando de José de Ribas, en 1789. El decreto señala, además, que «se encomienda esta tarea y se pone al frente del proyecto al contraalmirante José de Ribas, impulsor de la idea y artífice de los planos».

En la corte, alguien le sugiere a Catalina llamarla Odessos, por aquello de los nombres griegos que tanto le gustan a ella y a Potemkin, y porque se cree que en Jadsibey suceden algunos episodios de la Ilíada. Al parecer, la zarina, reivindicativa, musita: «En femenino y en singular, como yo misma: Odesa». José de Ribas tiene la visión de fundar el nuevo puerto de Odesa en un enclave privilegiado y de un alto valor estratégico, que ahora, más de doscientos años después, ha visto multiplicado ese valor geoestratégico en el marco de las nuevas tensiones internacionales en plena guerra de Ucrania.

La construcción del nuevo puerto ruso, a imagen del puerto de Nápoles que tan bien conoce, obsesiona a José. Su esposa Nastia se queja de ello en una entrada de su diario correspondiente a diciembre de 1796: «Su obsesión con Odesa y esa extraña ilusión que lo reconcome... No es posible hablar con él de nada más».

José de Ribas vive aquellos años entregado en cuerpo y alma a la construcción del puerto más importante del sur del Imperio ruso y de la ciudad que se articula a su alrededor (imagen superior, del siglo XIX). Aquel desafío arquitectónico y tenológico impresiona al mundo entero porque, en apenas tres años, la nueva y señorial ciudad crece a gran velocidad.

Odesa es una ciudad bellísima, grandiosa. Los palacetes aparecen enseguida y los jardines empiezan a florecer muy pronto. José trabaja denodadamente para que nadie se desvíe del plan urbanístico inicial y tenga la belleza de una ciudad europea. En ese contexto, Cruz Sánchez de Lara destaca la figura del neerlandés Francisco de Voland, un colaborador y amigo de José de Ribas, que había sido el artífice del sistema de canales de San Petersburgo, el mayor de Europa.

El Tour de Ribas. La popularidad de un apellido en Ucrania

Durante casi un cuarto de siglo, una de las pruebas ciclistas más populares de Ucrania fue el Tour de Ribas. Creado para conmemorar el bicentenario de la fundación de la ciudad, en 1995, recibió el nombre de José de Ribas y durante años formó parte del calendario del UCI Europe Tour.


«Todo lujo era poco en San Petersburgo»

Cuando José de Ribas llega a San Petersburgo, en 1772, es una ciudad relativamente nueva en comparación con las grandes capitales europeas, ya que fue fundada por Pedro el Grande, en 1703, y se convirtió en capital del Imperio ruso solo nueve años después, en 1712. «Los zares se están empeñando en construir una urbe para la riqueza y la ostentación, un lujo que exhibir al mundo», le escribe José a su hermano Félix.

Los cuatro escenarios peterburgueses más presentes en la novela son los dos palacios imperiales, el de Verano y el de Invierno, y las mansiones de Iván Betskói y de José de Ribas. Las casas que aparecen descritas en la novela, salvo estas dos últimas, son aquellas en las que vivieron los personajes reales: se trata de palacios cuyas descripciones de la época han trascendido más allá de sus posteriores reformas.

No fue una tarea sencilla trasladar la capital desde Moscú a San Petersburgo. La ciudad estaba situada muy al norte, con unos inviernos largos y crudos, asentada sobre terrenos pantanosos que multiplicaron las enfermedades entre las docenas de miles de siervos que trabajaron allí.

El Palacio de Verano se empezó a construir en 1710, mientras que el Palacio de Invierno, sede oficial de la corte, tuvo dos versiones más modestas antes de la definitiva, erigida a partir de 1725 (en la imagen) y que Catalina amplía sin cesar. En palabras de José de Ribas: «Cuando parecía que la resi-dencia imperial estaba terminada, comenzaban una nueva ampliación. Todo era poco para la ambición de Catalina. Lo había querido levantar cerca de donde estaba el originario Palacio de Invierno de Pedro el Grande, en un lugar privilegiado de la capital petersburguesa, en la avenida Dvortsóvaya Náberezhnaya, a orillas del río Neva».

Entre las lujosas estancias de ambos palacios destaca la espectacular Cámara de Ámbar en la que se celebra la boda de José y Nastia. «Contaba con cincuenta y cinco metros cuadrados y seis toneladas de la preciosa resina. Bastaba una primera vista al entrar, dando un giro sobre uno mismo, para que la cromática y las vetas de ese impreciso color se adhirieran a la memoria de manera inolvidable. Como si la vida se dividiera en dos fases: la de antes de ver la Cámara de Ámbar y el resto de la existencia». Para el deslumbrado José de Ribas, «todo lujo era poco en San Petersburgo».

Las aldeas Potemkin

Cruz Sánchez de Lara recrea en la novela las circunstancias que rodean la creción de las llamadas «aldeas Potemkin». En 1787, la zarina invita a parte de su corte y a algunos embajadores a recorrer la Nueva Rusia, los territorios recién anexionados al Imperio. Para deslumbrar a la zarina y al Gobierno con los avances y la prosperidad de la zona, Potemkin da la orden de que se creen decorados que parezcan pueblos, y los aldeanos son transportados de un lugar a otro para dar la sensación de realidad apoteósica. Pero se trata solo de unos cientos de siervos conducidos de un poblado a otro, mientras hay tres equipos de capataces con sus cuadrillas creando los escenarios para engañar a los ojos de los viajeros. Entre sus rivales turcos —la guerra está a punto de estallar—se extiende la anécdota, y cuando quieren referirse a algo que no es cierto y que se construye solamente para engañar o estafar a alguien, dicen que se trata de una «aldea Potemkin».


Grandes temas

LA EXPANSIÓN DE UN GRAN IMPERIO

En la corte de la zarina resume de forma magistral la expansión de uno de los mayores imperios de la historia, tanto desde la visión política interna, a través de las relaciones de poder entre los principales personajes, como de la lógica geoestratégica. En la novela hay referencias a la colisión, alianzas y desencuentros de cinco grandes imperios del siglo XVIII —el ruso, el otomano, el español, el británico y el austríaco— en un continente en el que otras potencias intentan coonseguir un mayor peso político global, con la Prusia de Federico II y la Suecia de Gustavo III a la cabeza. Este último era, además, primo de Catalina II. Muchos asuntos de Estado en el siglo XVIII eran, también, asuntos de familia en las monarquías europeas.

EL CRECIENTE PROTAGONISMO FEMENINO (SOCIAL Y POLÍTICO)

No se puede escribir sobre el siglo XVIII sin hacer mención a los cambios sociales y políticos que afectaron a la mujer. La Ilustración abre las puertas de la educación a las aristócratas y las burguesas. Aunque formalmente deben someterse al poder de los maridos, la presencia en las cortes europeas de mujeres inteligentes y muy ambiciosas cambia la forma en la que se tratan determinados asuntos domésticos y se deja notar, especialmente, en campos como las artes. Esas cortesanas de nuevo cuño, desde madame Pompadour, en la primera mitad del siglo, a Olimpia de Gouges, en la segunda, dan un paso más allá del rol tradicional de la mujer y se ocupan de temas políticos y filosóficos que les han estado vedados hasta entonces. Además, mujeres de gran fuerza ocuparon tronos muy importantes de la época, como Isabel I y Catalina II en Rusia o María Teresa I en Austria.

FRAGILIDAD DEL EGO (POLÍTICO) MASCULINO

Uno de las cuestiones que derivan del apartado anterior —y que verbaliza la voz reflexiva de José de Ribas— es el de la fragilidad del ego masculino cuando la jefatura del Estado está en manos de mujeres fuertes. El imperio ruso pasa de Isabel I, que reina durante veinte años, a las de Catalina II, que lo hace otros treinta y cuatro años más, tras un breve paréntesis de solo seis meses de Pedro III. Ambas zarinas llegan al trono tras sendos golpes de Estado. Una y otra refuerzan el papel de la corte de San Petersburgo y no dudan en enfrentarse a otras potencias. Catalina II tiene magníficos consejeros y ministros, pero todos ellos saben que ella es quien tiene la última palabra y que el papel de «favorito» está supeditado a su relación sentimental con la zarina, una enorme carga emocional para hombres que, como Orlov o Potemkin, están acostumbrados a mandar y ser obedecidos.

EL SEXO COMO DIVERTIMENTO Y COMO ARMA SOCIAL Y POLÍTICA

Los cambios políticos y sociales se notan también en las alcobas. Ya hemos señalado que, a su llegada a la corte, José de Ribas se queda sorprendido por «el concepto del placer [de los rusos]. Son lujuriosos y permisivos». Las mujeres le parecen «descocadas, locas, divertidas, voluptuosas y desinhibidas». Señala, también, que «disfrutan con el sexo como hombres, sin esperar más correspondencia que el placer y el juego de la seducción. Y lo hacen todas con las mismas ansias». La zarina y sus damas forman un grupo al que llaman «las catalinas». Hablan del sexo de los hombres con sorna y algunas veces hasta llegan a la humillación y el escarnio de quienes no dan la talla. El sexo es, en ese sentido, un arma política más para prosperar en palacio.



Cruz Sánchez de Lara, breve biografía de la autora


Cruz Sánchez de Lara es una reconocida abogada y activista en temas relacionados con los derechos humanos y la sosteni-bilidad. Ha desarrollado programas en diferentes países de África, América y Europa. En 2011 fundó la ONG THRibune for Human Rights, que continúa presidiendo. Es patrona de la Fundación Ortega Marañón. La vicepresidenta de El Español es máster en Derecho Internacional de los Derechos Humanos y Derecho Humanitario por la American University de Washington. También es editora de Enclave ODS y Magas, los verticales de sostenibilidad y mujeres de El Español. Ha publicado anteriormente las novelas Cazar leones en Escocia (Espasa, 2022) y Maldito hamor (Espasa, 2023) con gran éxito de crítica y ventas.


@cruzslara




 

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