David Roas, un maestro entre NIÑOS y monstruos


Editorial Páginas de Espuma. 120 páginas

Tapa blanda con solapas: 15,00€ Electrónico: 6,99€



NIÑOS es el nuevo libro de David Roas, nuestro particular maestro de lo fantástico, una nueva aventura terrorífica. ¿Quién no tiene una huella de infancia que recorre pasillos oscuros a medianoche, que inspecciona debajo de la cama antes de dormir, que no se reconoce en el brillo de un espejo? ¿Quién no teme al monstruo que acecha dentro del armario, los pasos al otro lado de una puerta, la sombra que golpea el cristal de la ventana? Los niños y las niñas que fuimos recorren los cuentos fantásticos de David Roas recordándonos lo vivos que están nuestros miedos infantiles. Y a su vez, los adultos que somos o seremos no podemos dejar de estremecernos ante esa niñez que observa y habla con quien no vemos, que está poseída por una mano ajena o cuyas pesadillas se convierten en nuestra realidad. Los niños juegan, corren y bailan para escapar del terror o precisamente lo hacen porque ellos son el terror. Y tú, ¿de qué has tenido siempre miedo?


Entrevista con David Roas


Después de tantos libros publicados: Distorsiones, Bienvenidos a Incaland, Invasión, Tras los límites de lo real, entre otros, y de infinidad de artículos e investigaciones en torno al género fantástico, ¿cómo se afronta la escritura de un nuevo libro?


Con una mezcla de emociones enfrentadas: el ansia de escribir y la inseguridad de ponerse a hacerlo, el placer y la inquietud de no saber exactamente a dónde vas (yo trabajo sin mapa, solo con una brújula que -más o menos- me indica el camino), el vicio de imaginar al horror de ver plasmadas (algunas de) esas invenciones, la necesidad de contar historias y de compartir con los demás mis miedos, delirios y obsesiones. A eso hay que añadir el ser desdoblado que uno es y del que no me puedo librar, que me obliga a encontrar la forma más armoniosa de convivencia entre el investigador/profesor y el creador sin que ninguno se meta demasiado en el terreno del otro, pero que al mismo tiempo se ayuden. Nunca se muy bien adónde voy, pero sé lo que estoy haciendo mientras viajo.


Siguiendo con la pregunta anterior, con un género que bebe tanto del momento histórico, casi como una radiografía antropológica de los miedos del ser humano actual, ¿a qué tenemos miedo ahora mismo? O dicho de otra manera, ¿cuáles son los temas recurrentes en el género fantástico actual?

Tenemos miedo de lo que desconocemos y de nosotros mismos (que es otro mundo que también desconocemos, que no controlamos, y que por eso da miedo). Desde sus inicios, lo fantástico -como el terror- bebe de nuestros miedos, de nuestras obsesiones y también de nuestros deseos, de aquello que anida en nosotros y no nos atrevemos a reconocer que ansiamos ser y/o hacer. De ahí es de donde vienen los monstruos, de nuestros miedos y de nuestros deseos. Vamos cambiando las formas y los motivos para representarlos, pero bajo la superficie sigue estando ese miedo a lo desconocido, que nunca abandonaremos, porque es consustancial al ser humano. Lo fantástico refleja eso de un modo cada vez más cotidiano, a través de la vida de seres tan banales y prosaicos como nosotros mismos. ¿Dónde anida el terror y lo inquietante? En la familia (pareja, hijos, padres), en la violencia que nos rodea, en la derechización cada vez más extrema, en el machismo, en el racismo… El monstruo está siempre ahí porque nosotros somos el monstruo.


Los niños son un personaje recurrente en las historias de terror, ya no solo en literatura, sino también en cine, ¿por qué crees que, de una forma o de otra, ocupan un lugar tan importante?


Lo primero que hay que tener en cuenta es que la figura del monstruo infantil supone una inquietante subversión de la idea convencional de la infancia como ámbito de la inocencia, como seres que necesitan del cuidado y la protección de los adultos. Cuando convertimos al niño y la niña en monstruos estamos subvirtiendo esta situación, los convertimos en una amenaza y, con ello, en una inquietante subversión que desestabiliza las estructuras sociales, que destruye las jerarquías familiares y las categorías que ordenan el mundo. Si lo pensamos bien, el hecho de que tales figuras monstruosas se encarnen en el cuerpo de un niño o una niña intensifica su efecto inquietante, más aún cuando actúan de un modo perverso y cruel y, sobre todo, cuando son ellos los que narran sus historias: poner en boca infantil actos y situaciones de violencia y crueldad intensifica la perturbación que esos monstruos provocan.


Pero el monstruo infantil también sirve para explorar (y denunciar) otros temas, que están renovando lo fantástico: la crueldad infantil, la represión y violencia de los adultos sobre los niños (a menudo por parte de sus propios progenitores), las relaciones tóxicas familiares, el desamparo infantil (normalmente manifestado a través de la niña muerta que descubre con horror su nueva condición monstruosa, producto muchas veces de esa violencia adulta antes mencionada), la venganza contra los adultos… Temas y motivos que las autoras actuales están cultivando de manera especial con una clara intención crítica como denuncia de los modelos de conducta, identidad o belleza impuestos sobre las niñas desde el poder patriarcal.


En mi caso, y pensando en los cuentos que componen mi nuevo libro, el niño me ha servido para explorar unos miedos que antes no conocía y que se derivan de la paternidad. Un miedo que se une a una forma diferente de querer. Pero el niño (el hijo) se convierte también en el espejo en que me miro y en el que a veces descubro cosas que hasta ese momento no había visto… o no había querido ver. Y través del niño también examino mi propia dimensión como hijo, la relación con la familia y el pasado, la pertenencia, todo lo que inevitablemente se repite y todo lo que desparece.


Echando la vista atrás, en algún cuento de Invasión se puede ver el germen de lo que más adelante daría lugar a un libro de cuentos completo. ¿Cómo se gestó la idea y en qué momento te diste cuenta de que ese cuento daría lugar a Niños?


Eso es totalmente cierto: el germen de Niños está en la tercera sección de mi Invasión, titulada “Cuentos dictados”. Si en las dos partes anteriores –“Objetos” y “Cuerpos”- exploraba las vías por las que lo fantástico y lo insólito irrumpen en la realidad, en esos “Cuentos dictados” trataba de reflejar los nuevos miedos y delirios generados por esa pequeña criatura que un buen día irrumpió en mi vida para cambiarla de un modo radical, para lanzarme a un nuevo mundo apasionante y desconocido. Con ese título quería evidenciar que la autoría de los cuatro microrrelatos ahí recogidos no era solo mía, que mi hijo había participado de forma esencial.


Una vez publicado Invasión, el tema siguió persiguiéndome y me di cuenta -espoleado por mi mujer y por mi hijo, que seguía dictándome historias- de que necesitaba seguir por ese camino. También por algo de lo que tardé en darme cuanta y que fue lo que terminó por obligarme a construir un libro entero sobre el tema: el hecho de que las relaciones padre-hijo se han explorado fundamentalmente desde una perspectiva realista, testimonial, y no desde lo fantástico y lo inquietante (a diferencia de lo que ocurre en la obra de muchas autoras actuales, que no han dudado de hablar de la maternidad desde la perspectiva de lo fantástico y terrorífico). Aunque debo reconocer que, como ocurre en mis libros anteriores, el humor también hace acto de presencia para retratar algunas situaciones cotidianas que necesitan narrarse desde una perspectiva entre absurda y grotesca. Como lo es la vida misma.


El libro se estructura según las cuatro etapas de la metamorfosis de los insectos: huevo, larva, pupa y adulto. Además de la evolución de esos niños que aparecen en cada cuento, ¿se trata de un guiño a una obra de la que tanto se ha hablado en el género como es La metamorfosis de Kafka o es pura coincidencia?


Pues no había pensado en ello, la verdad… Kafka siempre está ahí, es uno de mis maestros, pero, insisto, no estaba en mi cabeza cuando diseñé la estructura del libro. Esta vino dictada por el simple hecho de que las historias que iba escribiendo no siempre estaban protagonizadas por el mismo niño ni tampoco por niños de una misma edad. De ahí que se organicen cronológicamente desde que el niño está en el vientre de su madre hasta que alcanza los 9 o 10 años, y, con ello, empieza a “independizarse” del padre.


Uno de los cuentos que aparece es “La (otra) lotería” que, con numerosas modificaciones y añadidos, se trata de una versión de “La lotería” de Shirley Jackson, ¿Cómo fue el proceso de escritura de este cuento?


La lotería” es uno de mis cuentos preferidos. Shirley Jackson es una de mis autoras de cabecera, y en ese relato alcanzó la perfección. La perfección del horror. El retrato de nuestra monstruosidad y nuestros absurdos, del abrumador peso de la tradición, de la barbarie.... Desde que lo descubrí cuando era estudiante en la universidad, no he podido escapar de él, lo utilizo en mis clases, lo releo una y otra vez… Y fue en una de esas clases cuando -ya metido de lleno en la escritura del libro- se me ocurrió la idea de qué hubiera ocurrido si el relato lo contara un niño… Y el cuento empezó a fluir. Fue un trabajo muy extraño y complicado, pues nunca antes había hecho algo así. Una cosa es parodiar un texto o una película, jugar con elementos argumentales o convenciones de un género y transformarlos en otra cosa. Mi intención aquí era mantener todo el horror del cuento de Shirley Jackson, su frialdad e inhumanidad, pero intensificándolos al ponerlo en boca de un niño que ya ha pasado varias veces por esa lotería, que sabe lo que significa, pero que debe participar… Una metáfora de la vida y de la muerte. Del sinsentido que nos rodea. Y también de esos miedos paternales a los que antes me refería.


Sobre el autor


David Roas (Barcelona, 1965) es escritor y profesor de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Universidad Autónoma de Barcelona, donde también dirige el Grupo de Estudios sobre lo Fantástico (GEF). Es autor, entre otros, de los volúmenes de cuentos Los dichos de un necio (1996), Horrores cotidianos (2007) o Monstruario (2021), y de las novelas Celuloide sangriento (1996) y La estrategia del koala (2013). En esta misma editorial ha publicado los libros de cuentos Distorsiones (2010, VIII Premio Setenil), Bienvenidos a Incaland® (2014) e Invasión (2018). Varios de sus relatos han sido traducidos al portugués, francés, inglés, italiano, croata, serbio y griego. Especialista en lo fantástico, entre sus ensayos cabe destacar Tras los límites de lo real. Una definición de lo fantástico (Páginas de Espuma, 2011), que recibió el IV Premio Málaga de Ensayo y ha sido traducido al inglés y al italiano. Recientemente ha publicado Historia de lo fantástico en la cultura española contemporánea (1900-2015) (2017) y Cronologías alteradas. Lo fantástico y la transgresión del tiempo (2022).



 

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