Paz Velasco analiza los nuevos riesgos de la sociedad actual en HOMO CRIMINALIS: El crimen a un clic

 


Editorial Ariel. 496 páginas

Rústica con solapas: 18,90€ Electrónico: 10,99€


La delincuencia y sobre todo los crímenes violentos tienen una presencia diaria en nuestras vidas porque revelan la sociedad en la que vivimos. A través de los medios de comunicación, el ciberespacio y las redes sociales vemos las imágenes de las víctimas, la escena del crimen, el desarrollo de la investigación policial, las declaraciones de los investigados, las sentencias…, y así se nos ofrece el crimen desde múltiples perspectivas.


Si bien muchos delitos siguen siendo los mismos que antaño, otros son absolutamente nuevos. Lacassagne sentenció que «cada sociedad tiene la delincuencia que se merece», y quizá estuviera en lo cierto, pues el avance como especie y colectividad ha creado nuevas formas de criminalidad y delincuencia tan diversas como: los copycat killers, la agresión sexual grupal, el sicariato femenino, la misoginia online de los incels, la cibercriminalidad social…, temas inquietantes de los que se ocupa este sorprendente libro, un análisis actual de la agresión humana y la violencia.


ALGUNOS PASAJES DE HOMO CRIMINALIS:


El homicidio como parte de la historia de la Humanidad


«Pensar que hay monstruos sueltos por el mundo es mucho más sencillo que aceptar que los verdaderos monstruos habitan en nosotros. De esta manera tratamos de minimizar nuestra capacidad para hacer daño a otros porque nuestro raciocinio busca a esos malvados entre los demás, quedando así nuestra conciencia más tranquila. Al pensar que somos buenos, estamos subestimando nuestra capacidad de hacer daño a otras personas, convenciéndonos a nosotros mismos de que los asesinos son hombres y mujeres inadaptados con claras patologías que los llevan a matar. Sin embargo, en la gran mayoría de los casos, estos crímenes los perpetran personas que, hasta ese día, nos parecían absolutamente corrientes, adaptadas socialmente y con la apariencia de ser bondadosas e inofensivas. Pero no nos engañemos. Todos los monstruos que nos rodean son humanos.»


«Los humanos matan por diferentes razones y variados motivos. En ocasiones lo hacen para lograr sus metas, objetivos o fantasías; en otros casos, para proteger a sus familias, para obtener cosas que creen que necesitan sin importar el precio, y la mayoría de las veces “para lidiar con emociones tan básicas como la ira, los celos, la lujuria y la codicia, la traición y el orgullo”. […]»


«Donald Black, sociólogo de la Universidad de Virginia, afirma que casi toda la violencia tiene que ver con cuestiones que el homicida percibe como situaciones injustas: honor, infidelidad, reyertas o legítima defensa. La base de esta violencia es un conflicto interpersonal o violencia moralizante, como él la denomina. Sin embargo, solo un 10 % tiene realmente una finalidad práctica, como el robo o las agresiones sexuales (violencia predatoria).»


«La violencia está presente desde nuestros ancestros. Y esta propensión a la violencia se hereda,lo que no quiere decir que no sepamos controlarla. La evolución ha ido dando forma a la violencia humana y la violencia prehistórica ha ido cambiando a lo largo del tiempo ya que esta se ha modulado a través de la cultura. Así, la violencia humana puede verse como una estrategia adaptativa y de supervivencia.


Daly y Margo, en su libro Homicide (1989), afirman que ha existido un índice altísimo de muertes violentas en aquellas sociedades sin estado, y que la tasa de homicidios ha disminuido desde la Edad Media hasta la actualidad. Además, otros factores que han influido directamente en este descenso son la abolición de la esclavitud y de los castigos crueles, el cese de asesinatos basados en las supersticiones y el fin de las torturas judiciales. Con el paso del tiempo, la disminución de la violencia y de los actos homicidas ha caminado junto a la intolerancia y la glorificación de esta.»


«Durante siglos, la sociedad consideró que determinados asesinos eran seres sobrenaturales envueltos en mitos y leyendas. Véase el caso de los vampiros, los hombres lobo y las brujas. Se llegó a hablar incluso de endemoniados y poseídos. En otros casos, razones más humanas como los celos, el odio, la venganza, el poder, el honor o la riqueza justifican esta acción. Pero en ningún momento se llegaron a plantear que el asesinato tuviera una base patológica. Fue con la llegada del racionalismo formulado por René Descartes (1596-1650), cuando determinados comportamientos humanos (asesinatos sexuales, sádicos, canibalismo, necrofilia, etc.) empezaron a considerarse una perversión, llegando a definirlos como comportamientos atávicos primitivos. Fue Cesare Lombroso (1835-1909) quien argumentó que el asesinato era un fracaso de nuestra evolución, de modo que los asesinos y otros tipos de delincuentes violentos eran un retroceso a nuestros antecesores prehistóricos. Sin embargo, su teoría fracasó ya que defendía un determinismo criminal basado en características genéticas hereditarias que se hacían visibles en unos rasgos físicos concretos. Posteriormente, Alexandre Lacassagne (1843-1924) argumentó que los delincuentes no nacen, sino que se hacen a través de circunstancias sociales y psicológicas.»


«Las predisposiciones no nos convierten en asesinos, son las decisiones que tomamos las que lo hacen. […]»


«Pinker, experto en explorar la psicología de la violencia, afirma que la agresividad del ser humano es el resultado de diferentes sistemas psicológicos, de modo que no se trata de un impulso único. Considera que hay una serie de facultades mentales que predisponen al ser humano a ejercitar diferentes clases de violencia: la ambición del dominio, la violencia depredadora o instrumental, la venganza, el sadismo y la ideología. Creo que en determinados momentos de nuestra historia, estos diferentes tipos de violencia quedaron justificados desde un punto de vista individual e institucional.»


«La científica psicológica Julia Shaw afirma que todos nosotros somos capaces de matar, y coincido con ella al cien por cien. Creo que solo es necesario un contexto determinado y unas circunstancias muy concretas. Shaw parte de esta premisa: “Nos encanta matar. Lo cual está bien porque necesitamos hacerlo para sobrevivir. ¿Tenemos hambre? Matemos algo para comer. ¿Estamos enfermos? Matemos las bacterias antes de que ellas nos maten a nosotras. ¿Algo nos hace sentir amenazados? Matémoslo en defensa propia. ¿No sabemos muy bien qué es? Matémoslo de todos modos. Por si acaso”. Y continúa con esta idea: nuestra especie es una superdepredadora, ya que los seres humanos matamos a más especies (en cantidad y diversidad) que cualquier otro depredador del planeta. Incluso con determinadas conductas, los seres humanos pueden llegar a disfrutar del sufrimiento de los demás.»


«Los asesinos no son maestros ni genios del mal, y la gran mayoría de ellos son como cada uno de nosotros. El ser humano es muy complejo y ninguno somos completamente buenos o malos, sino que bondad y maldad conviven en nuestro interior. Sin embargo, a pesar de tener esa capacidad para dañar e incluso acabar con la vida de otra persona, no significa que actuemos en consecuencia. Aceptar esa capacidad nos hará entender mejor cuáles son los factores que nos pueden empujar a asesinar, y por qué unas personas lo hacen y otras no.»


«A partir de los estudios de Reimann y Zimbardo (2011), Shaw determina cómo funciona el mal desde el punto de vista de la neurociencia. Ambos investigadores localizaron la “cuna del mal” en determinadas partes concretas del cerebro, y determinaron varias fases:


Desindividuación. El sujeto deja de pensar como individuo independiente y se siente parte anónima de un grupo; piensa entonces que ya no es personalmente responsable de sus actos, lo que “se relaciona con una disminución en la actividad de la corteza prefrontal ventromedial. Esto queda asociado a la agresión y a una pobre toma de decisiones, lo que puede llevar a un comportamiento desinhibido y antisocial”.

Deshumanización. Deja de verse a la otra persona como un ser humano; incluso se llega a ver a los demás como malvados que, además, pueden representar una amenaza para uno mismo o para su grupo. En esta fase hay un aumento de la actividad en la amígdala, que es la parte de nuestro cerebro que controla las emociones, y se pueden encender sentimientos como la rabia y el miedo.

Comportamiento antisocial. Las emociones experimentadas hacen que se disparen otro tipo de sensaciones y que el organismo se prepare para pelear, para huir o para sobrevivir. Las investigaciones han demostrado que los asesinos violentos y los psicópatas pasan por estas tres fases antes de cometer un asesinato.»


Factor D: los nueve rasgos oscuros de la personalidad que definen la maldad


«La maldad tiene muchas caras y no todas las personas malas o malvadas son iguales. Lo que más caracteriza a la maldad es la búsqueda constante del propio beneficio, en detrimento del bienestar y de los derechos de los demás. No siempre es tan llamativa ni tan mediática como en los casos de asesinos en serie o de violentos psicópatas. En muchas ocasiones es sibilina y silenciosa, y está más cerca de lo que creemos: madres que maltratan a sus hijos, niños que acosan a sus compañeros, directivos de empresas que terminan provocando el suicidio de algunos de sus empleados, políticos que llevan a la ruina y al caos social a un país entero, etc.»


«En 2018 se publicó el artículo “The Dark Core of Personality”, un estudio científico de investigadores alemanes (Universidad de Ulm) y daneses (Universidad de Koblenz-Landau), que sugiere que características como el egoísmo, la psicopatía, el sadismo, el rencor o el narcisismo comparten un núcleo común al que denominan “factor oscuro de la personalidad” o factor D («D» de dark, “oscuro”). […]»


«Quienes lo tienen se consideran superiores al resto, defienden ideologías que favorecen el dominio sobre los demás y creen que el mundo es una jungla regida por la competitividad:

Egoísmo. Preocupación excesiva por saciar los propios intereses. Actúan sin tener en cuenta las repercusiones de sus palabras y actos sobre los demás. El ego ocupa tanto espacio que no empatizan con las personas con las que interactúan.

Maquiavelismo. Manipulación, frialdad emocional y absoluta creencia en la máxima de que el fin justifica los medios empleados. Supone una mentalidad estratégica para la búsqueda y consecución de los propios intereses.

Falta de ética y de sentido moral. Desde el punto de vista cognitivo, no sienten remordimientos ante actos que carecen de ética y de moral.

Narcisismo. Admiración desmesurada por sí mismos, bien por sus características físicas, su capacidad intelectual, sus logros profesionales o por determinadas cualidades. Necesitan una atención y una admiración constantes.

Derecho psicológico. Convicción recurrente de que son merecedores de más derechos que los demás, de recibir un mejor trato y unas concesiones que el resto no se merecen.

Psicopatía.

Sadismo. Infligir dolor a los demás, físico o psicológico, para obtener placer y sensación de dominio sobre otra persona.

Interés social y material. Búsqueda de ganancias de diferente naturaleza: materiales, estatus social, económicas, reconocimiento, éxito, fama, etc.

Rencor o malevolencia. Disposición para dañar a otros (social, financiera, físicamente), aunque esto conlleve dañarse a sí mismos. Implica conductas como la agresión, el abuso, el robo, la humillación, etc.»


«España está por debajo de la media Europa, con una tasa del 0,66 %, de modo que no llega a los 400 homicidios al año. […]»


¿Ha dado forma la modernidad al asesino en serie?


«Si hay un crimen con linaje histórico,ese es el asesinato en serie, y se ha llegado a la conclusión de que los asesinatos sistemáticos han sido una práctica universal “al menos tan antigua como lo es la especie humana”.[…]»


«Cada asesinato en serie tiene su momento temporal. Detrás de él se esconde una historia y un lugar geográfico, y sus caracteres quedan definidos por parámetros culturales, religiosos, históricos, míticos e incluso morales. Además, en determinadas civilizaciones y culturas, estos pueden tomar diversas formas. Las sangomas (hechiceras) muti (brebaje) son consideradas chamanes sudafricanas, pero en realidad son asesinas en serie que se quedan con partes de los cuerpos de los niños que matan para llevar a cabo prácticas medicinales curativas y magia negra a través de diversos rituales. Sin embargo, en Sudáfrica se las considera curanderas y no asesinas. […]»


«En el siglo XIX, el crimen serial empieza a ser conocido por gran parte de la sociedad. Jack el Destripador fue el primer asesino en serie de la modernidad que se convirtió en un fenómeno mediático, en una celebridad. La prensa lo transfiguró en un fenómeno de masas. Lloyd’s Weekly News fue el primer periódico en hacerse eco de sus crímenes.Como afirma Haggerty, “hay pocas rutas más rápidas hacia la celebridad que cometer un crimen sensacional.”»


«En el siglo XXI, las nuevas tecnologías y sobre todo internet influyen en la difusión de este fenómeno criminal, ya que cuando aparece un nuevo asesino en serie recibe una amplia cobertura mediática, que además se contagia a las masas con un solo clic. El 9 de noviembre de 2020, el FBI confirmó que Samuel Little es, hasta la fecha, el mayor asesino en serie de Estados Unidos. Little ha confesado 93 asesinatos y la policía ya ha confirmado más de 50. Su búsqueda en Google arroja más de 427.000.000 resultados y 10.5000.000 vídeos. Sin lugar a dudas, hoy en día a estos asesinos múltiples se les otorga una especie de inmortalidad a través de medios muy diferentes.»


«[…] Los asesinos seriales reproducen su propia visión del racionalismo, buscando los medios idóneos para lograr sus fines (en gran medida, cumplir sus fantasías). La racionalidad no solo es importante para el éxito de sus crímenes, ya que muchos de ellos planifican cada uno de sus asesinatos al extremo, deleitándose con los detalles: cómo secuestrará a la víctima, qué elementos utilizará para atarla, cómo la agredirá sexualmente o qué hará con el cadáver.


Las víctimas para ellos son simplemente un medio para conseguir un objetivo. Son valoradas como objetos en la medida que cumplen con sus propósitos, desvalorizando absolutamente la vida humana. Leonard Lake y Charles Ng asesinaron al menos a 18 personas. Para ellos las mujeres eran simples empleadas de hogar y una fuente para su gratificación sexual. Las mantuvieron con vida para que les sirvieran, les cocinaran y les dieran placer cuando ellos lo solicitaran, como si se tratara de esclavas. Todas ellas debían ser atractivas y útiles. Finalmente, tras reiteradas violaciones, acabaron con sus vidas. A los hombres que secuestraron los dejaban libres en el bosque, donde tenían su cabaña y su cámara de torturas, para luego darles caza representando las batallas de la guerra de Vietnam.»


«No todas las personas tienen la misma probabilidad de ser víctimas de un delito, y, menos aún, de un asesino en serie. Convertirse en víctima está relacionado, en muchos casos, con determinados factores, que pueden ser biológicos, psicológicos, sociales (estilo de vida, profesión), ambientales, económicos, etc. Determinadas personas son consideradas especialmente vulnerables o víctimas propicias, como son los ancianos, los niños, las mujeres, los homosexuales, las prostitutas, los sin techo y los vagabundos.»


«Es en este país [Estados Unidos] donde el asesinato serial alcanza su mayor protagonismo. En cinco décadas se registraron alrededor de 2.065 nuevos asesinos en serie, aunque el punto álgido de este fenómeno criminal abarca concretamente las décadas de 1970 a 1990, que se cierran con la detención y el juicio de Jeffrey Dahmer (1991-1992) y a principios de 2000 con la detención de Gary Ridgway (el asesino de Green River) y la de Dennis Lynn Rader (BTK). El historiador Philip Jenkins afirma que antes de este auge hubo dos oleadas de crímenes seriales, aunque menos intensa: de 1911 a 1915 y de 1935 a 1941.»


«Hoy en día, la criminalidad en serie ha disminuido considerablemente, así como el número de víctimas. En ello influyen factores como las condenas más largas, la cadena perpetua, la no concesión de libertad condicional para reos culpables de asesinatos, los grandes avances de las ciencias forenses y de la tecnología, la preparación académica e institucional de la policía, los cambios culturales y sociales, la menor confianza de la sociedad y los millones de cámaras de seguridad que nos vigilan. […]»


«Hoy aparecen menos asesinos en serie registrados porque son mejores a la hora de ocultar sus crímenes y más cuidadosos a la hora de dejar rastros, evidencias o pruebas, lo cual impide que los investigadores tengan pistas sobre ellos. Las ciencias forenses avanzan, pero quizá ellos tomen más y mejores medidas para no ser identificados y detenidos. A pesar de los avances y la cualificación policial, estos asesinos también cuentan con herramientas para aprender, como por ejemplo estudiar los errores cometidos por otros asesinos, manipular y alterar la escena del crimen, aprender la movilidad geográfica adecuada, buscar nuevos modus operandi y “beber” de internet y de los medios de comunicación.»


«El FBI considera que los asesinos en serie representan menos del 1 % de los asesinatos, pero Hargrove cree que este porcentaje es más alto y afirma que al menos hay unos 2.000 asesinos en serie en Estados Unidos que no están identificados y que no han sido detenidos por sus crímenes. […]»


Comunicaciones de los asesinos relacionadas con sus crímenes


«¿Qué tienen en común Jack el Destripador, Zodiac, El Hijo de Sam, Unabomber y BTK? Además de ser asesinos en serie, todos ellos se comunicaron de modo intencionado con la prensa y con los investigadores de sus crímenes. Algunos notificaron reiteradamente sus asesinatos, como si para ellos no fuera suficiente el acto de matar y necesitaran que el mundo supiera de lo que eran capaces. No son los únicos, aunque quizá sí los que todo el mundo conoce, al ser de los más mediáticos e investigados. Sin embargo, es algo excepcional, ya que la gran mayoría de los asesinos no notifican sus crímenes ni envían mensajes, al menos intencionadamente. Y excepcionales son también aquellos casos en los que determinados asesinos han enviado cartas a las familias de las víctimas, como en el caso de Albert Fish.»


«La comunicación del asesino en serie no es espontánea ni frívola. Más bien parece ser una parte estándar de muchos casos de asesinatos seriales que cumplen una variedad de funciones psicológicas y retóricas para los asesinos. Algunos parecen estar dejando pistas para la policía. Ignorar o pasar por alto estos motivos es equivalente a realizar una investigación incompleta.»


«Las mujeres que se comunican con la prensa suelen hacerlo por otros motivos, y en los casos estudiados siempre lo han hecho después de cometer sus crímenes. Lo habitual es que hayan matado una sola vez y envían sus cartas desde la cárcel (en prisión preventiva o durante el cumplimiento de su condena). ¿Qué motivos las llevan a enviar cartas a la prensa? • Para justificar el crimen que han cometido.


Para alegar su inocencia ante la opinión pública.

Para tratar de humanizarse ante los demás.

Para hacer algún tipo de petición.

Para contar su versión de los hechos, en muchos casos victimizándose. […]»


«Susan Smith y Ana Julia Quezada, ambas en prisión y condenadas por la muerte de niños, tienen tres cosas en común además de su sangre fría y su falta evidente de arrepentimiento.


En primer lugar, la motivación para matar. Ambas asesinaron a menores porque les estorbaban. Esos niños eran un obstáculo para sus planes de futuro y para su vida en pareja. En el caso de Smith, su joven amante le escribió una carta en la que rompía con ella porque no estaba dispuesto a asumir la responsabilidad de cuidar y mantener a sus dos hijos (de 3 años y 14 meses). Así que tomó la decisión de eliminar lo que ella consideraba un impedimento para su felicidad. El 25 de octubre de 1994, Smith, acompañada de sus dos hijos, que dormían en el asiento trasero de su Mazda rojo, condujo hasta el lago John D. Long en Carolina del Sur (Estados Unidos). Detuvo el coche en la cuesta, bajó el freno de mano y unos segundos después saltó. El coche comenzó a hundirse lentamente en las frías y negras aguas del lago. En 1995 fue condenada a cadena perpetua. Podrá solicitar su libertad bajo palabra en 2024, con 53 años.


Ana Julia Quezada, además de que Gabriel, el hijo de su pareja, de tan solo 8 años de edad, le estorbaba para sus planes futuros, tenía unos terribles celos de él. El menor desapareció en febrero de 2018 en Níjar (Almería). Tras doce días de una intensa búsqueda, el 11 de marzo de 2018 el cadáver del niño fue encontrado en el maletero de su coche mientras lo trasladaba desde la escena del crimen. La sospechosa fue detenida y confesó el crimen, admitiendo que, tras una discusión, le dio un golpe con la parte roma de un hacha justo antes de taparle la boca y la nariz con la mano, lo que le provocó la muerte por asfixia. Después cavó un hoyo en la finca familiar donde se encontraba y ocultó su cadáver. En 2019 fue condenada por asesinato alevoso con el agravante de parentesco a la pena de prisión permanente revisable.


En segundo lugar, el show mediático que ofrecieron tras sus crímenes. Smith y Quezada fingieron que realmente estaban desesperadas buscando a los menores, a los que ellas mismas habían asesinado. […]»


«Y, en tercer lugar, las comunicaciones enviadas desde prisión. Ambas han remitido cartas a la prensa. Susan lo hizo a un periodista en concreto, y Ana Julia, directamente a un programa de televisión de gran audiencia. Aunque no se han conocido, y es más que probable que no hayan oído hablar la una de la otra, existen muchas similitudes en las cartas que ambas enviaron en lo que respecta a su contenido.»


«Hay asesinos que quieren dejar escritos sus más terribles secretos aunque eso les suponga un gran riesgo. La gran mayoría escriben un diario por su compulsión a registrar sus actos de poder y dominio sobre las víctimas y así disponer de un medio para revivir una y otra vez sus crímenes. […]»


Los hombres que sí odian a las mujeres «


El 23 de mayo de 2014, Elliot Rodger asesinó a seis estudiantes universitarios e hirió a trece más cerca del Campus de la Universidad de Santa Bárbara (Isla Vista, California). Después se suicidó dentro del BMW que le habían regalado sus padres. Los crímenes de Rodger podemos considerarlos como el primer ataque incel de la historia, ya que él mismo lo denominó así, pero no el primer crimen múltiple basado en el odio a las mujeres. […]»


«A simple vista, puede parecer que se trata de un grupo de hombres que no tienen mucha suerte en el amor y que tienen dificultades para tener relaciones sociales y, sobre todo, sexuales con las mujeres. Sin embargo, la comunidad incel va mucho más allá, porque se trata de una subcultura que reúne a miles de usuarios, principalmente en Estados Unidos y Gran Bretaña. Las humillaciones, los insultos, el victimismo y el odio a las mujeres son los hilos conductores.


Pero ¿qué esconde el término incels? Es el acrónimo de involuntary celibates, una comunidad en línea, ideología o subcultura de internet de hombres que son célibes pero no por su propia elección, sino que culpan a las mujeres de ello. Se caracterizan por su misoginia violenta online, su ira y, en los últimos años, por perpetrar actos violentos en masa. El sociólogo Andreas Kemper afirma que este movimiento antifeminista está además conectado con el supremacismo blanco y el antisemitismo»


«La comunidad incel es solo uno más de los grupos misóginos que están dentro de la llamada Manosphere, una red de foros y blogs online cuyo objetivo es la defensa de los derechos de los hombres. El denominador común de los grupos que la forman se basa en dos creencias: el antifeminismo y la idea de que los hombres y la masculinidad están bajo la amenaza constante de las fuerzas feminizadoras.»


Sobre la autora


Paz Velasco de la Fuente es criminóloga y jurista especializada en personalidad psicopática y delitos violentos, y tiene un máster en documentoscopia, grafística y falsedad documental. Es profesora en el grado de Criminología y Ciencias de la Seguridad en la Universidad Internacional de Valencia, donde también imparte clases en otros dos másteres. Su blog criminalmente.es dio origen a su primer ensayo: Criminalmente: la criminología como ciencia, publicado por Ariel, y de su pasión por la criminología y la divulgación nació el podcast también titulado Criminal-mente, que puede escucharse en la plataforma Podimo. Miembro de la Sociedad Española de Criminología y Ciencias Forenses, colabora en distintos medios de comunicación y es conferenciante internacional.





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