Mónica G. Álvarez desvela once Historias heroicas de españolas que sobrevivieron al horror de la NOCHE Y NIEBLA EN LOS CAMPOS NAZIS



Editorial Espasa. 512 páginas

Rústica con solapas: 19,90€ Electrónico: 10,99€


Entre las miles de prisioneras que padecieron humillaciones y atrocidades durante su estancia en los campos de concentración del Tercer Reich, se encontraba un grupo de españolas que llegaron hasta Ravensbrück, Auschwitz o Bergen-Belsen alzando su puño en busca de libertad. Las empujaba su creencia en la democracia, la justicia social y la igualdad. Lejos de amilanarse ante las torturas sufridas por las nazis se rebelaron para luchar contra la opresión y el totalitarismo y, una vez libres, la mayoría dedicó gran parte de su vida a alzar la voz para que nadie olvidase la tragedia que supuso el Holocausto.


Mónica G. Álvarez ha recurrido a multitud de fuentes, de los archivos oficiales a las memorias personales de algunas de las protagonistas, pasando por libros, artículos, reportajes, entrevistas personales… y encuentros con familiares y amigos de aquellas mujeres extraordinarias, que relatan anécdotas y ayudan a la autora a componer su retrato psicológico. El resultado está plasmado en NOCHE Y NIEBLA EN LOS CAMPOS NAZIS.


Notas de la autora


ONCE HISTORIAS PERSONALES

Entre las 132.000 mujeres capturadas de cuarenta países que padecieron humillaciones y atrocidades a lo largo de su estancia en el campo de concentración de Ravensbrück, se encontraba un grupo de cuatrocientas españolas. En Noche y niebla en los campos nazis cuento las historias de once supervivientes, antes, durante y después de su paso por el infierno.


RAVENSBRÜCK Y OTROS CAMPOS Transcurrido un tiempo en Ravensbrück, la mayoría de mujeres eran trasladadas a otros campos y Kommandos de Alemania, Polonia o Austria, como Saarbrücken, HASAG-Leipzig, Mauthausen o Bergen-Belsen. Seguimos sus pasos por ellos. Solo una de las once historias que narro en el libro no comienza en Ravensbrück, sino en Auschwitz.


EL COMPROMISO Aquellas mujeres fueron capturadas por sus ideales comunistas tras luchar en España contra el fascismo y huir principalmente a Francia para participar en la Resistencia como miembros destacados. Su función fue fundamental para que sus camaradas masculinos pudieran operar. En su lucha no les hizo falta empuñar un arma, pero sí saber combinar una vida cotidiana que les permitiera pasar desapercibidas con la complejidad de trabajar para la Resistencia. 


EL INFIERNO Cada vez que un convoy llegaba a Ravensbrück, las deportadas sufrían la violencia de los SS y de las guardianas nazis ataviados con látigos, pistolas y perros. A partir de ese momento, iniciaban el ritual de la deshumanización despojándolas de sus ropas y de su identidad. Para los nazis, las mujeres dejaban de ser personas y se convertían en números de identificación que se agrupaban por barracones, según su condición de prisioneras: judías, gitanas, homosexuales, testigos de Jehová, delincuentes comunes, presas políticas…


VOCES QUE NO SE APAGAN Una vez detenidas, lo único que empujó a estas once mujeres a sobrevivir fue su creencia acérrima en la democracia, en la justicia social y, sobre todo, en la igualdad. Lejos de amilanarse ante las torturas sufridas a manos de los nazis se rebelaron para luchar contra la opresión y el totalitarismo y, una vez libres, la mayoría dedicó gran parte de su vida a levantar la voz para que nadie olvidase la tragedia del Holocausto. Su voz fue y sigue siendo un ejemplo de heroicidad.


El punto de partida


Entre las miles de prisioneras que padecieron humillaciones y atrocidades durante su estancia en los campos de concentración del tercer reich, se encontraba un grupo de españolas que llegó hasta ravensbrück, auschwitz o bergen-belsen alzando su puño en busca de libertad. Las empujaba su creencia en la democracia, la justicia social y la igualdad. Lejos de amilanarse ante las torturas infligidas por las nazis, se rebelaron para luchar contra la opresión y el totalitarismo y, una vez libres, la mayoría dedicó gran parte de su vida a alzar la voz para que nadie olvidase la tragedia que supuso el Holocausto. «Estas mujeres son unas heroínas y mantener viva su imagen, así como la de aquellos que jamás elevaron la voz por miedo, debe tener su sitio en la historia y no solo como un recuerdo del siglo pasado.»


Apuntes narrativos y editoriales


ONCE MUJERES, ONCE CAPÍTULOS… Y ALGO MÁS NOCHE Y NIEBLA EN LOS CAMPOS NAZIS se estructura en once capítulos. Cada uno de ellos se centra en una de las mujeres españolas que sobrevivieron a su paso por los campos de exterminio nazis. Los complementa una introducción, «Vivir en el infierno»; un epílogo muy personal de la autora, «Vuelta a la normalidad»; un imprescindible «Glosario»; la lista de fuentes consultadas, y un «Álbum de fotos» del que hablaremos enseguida. En total, 512 páginas.


ESTRUCTURA DE LOS CAPÍTULOS Todos los capítulos tienen una estructura similar. Se abren con una fotografía de la protagonista y una palabra o una frase que, para Mónica G. Álvarez, define y simboliza su carácter o su trayectoria personal. Cada capítulo se divide en varios apartados temáticos que recorren, de forma cronológica, una biografía, enmarcándola en los acontecimientos históricos que le tocó vivir y presentándonos a los personajes más significativos de su entorno. El primer apartado de cada capítulo es una aproximación muy personal a esa protagonista a través de los recuerdos de sus familiares, una de las aportaciones más interesantes y novedosas del libro.


UNA EXTRAORDINARIA DOCUMENTACIÓN Mónica G. Álvarez ha recurrido a multitud de fuentes, de los archivos oficiales a las memorias personales de algunas de las protagonistas, pasando por libros, artículos, reportajes, entrevistas personales… y encuentros con familiares y amigos de aquellas mujeres extraordinarias, que relatan anécdotas y ayudan a la autora a componer su retrato psicológico.


ÁLBUM DE FOTOS El álbum fotográfico de Noche y niebla en los campos nazis es de 48 páginas en color, con un total de 186 fotografías de las cuales 32 son genéricas sobre «Los campos nazis» y 154 forman parte de los álbumes personales y familiares de las protagonistas, antes y después de pasar por esos campos. El trabajo de búsqueda y selección de imágenes ha sido exhaustivo y dota de un valor añadido al libro. No hay obras precedentes con esta variedad y profundidad de material gráfico.


DE FIGURAS PÚBLICAS A ILUSTRES DESCONOCIDAS Junto a personalidades muy conocidas, como Neus Català y Violeta Friedman, con una presencia notable en los medios a lo largo de las últimas décadas, o Mercedes Núñez Targa, habitual en charlas a los más jóvenes, por poner solo tres ejemplos, en Noche y niebla en los campos nazis se incluyen semblanzas de mujeres menos conocidas por distintas razones. Olvido Fanjul murió sin contar su historia públicamente y en los listados constaba como presa rusa, al haber sido detenida en la Unión Soviética; en otros casos, el uso de identidades falsas dificulta el poder seguir sus pasos de una forma detallada.


ANTES, DURANTE Y DESPUÉS Las semblanzas biográficas de las supervivientes de los campos nazis abarcan desde su infancia hasta su vejez; es decir, antes, durante y después de su confinamiento. Esta visión global de sus biografías, basada en una exhaustiva investigación, nos permite conocer las razones de su lucha heroica en unos tiempos muy difíciles. Casi todas ellas vivieron la Guerra Civil, el exilio y la Segunda Guerra Mundial, en la que participaron activamente como miembros de la Resistencia.


NADA EN SUS VIDAS FUE «PORQUE SÍ» El carácter de cada una de estas mujeres formidables se forjó en su infancia y juventud, y les ayudó a superar encierros, privaciones, torturas, palizas y las atroces condiciones de vida en los campos. Lola García Echevarrieta, por ejemplo, fue catalogada como presa Nacht und Nebel (Noche y Niebla), por lo que tenía prohibida cualquier comunicación con el exterior, vivía en precarias condiciones que dificultaban su supervivencia y, por tanto, estaba condenada, literalmente, a desaparecer. Es decir, su destino final era la cámara de gas. Pese a todo, se convirtió en una «verdadera madre» para sus compañeras, a las que animó, cuidó y ayudó en todo momento. ¿Cómo pudo hacerlo? En su biografía está la respuesta.


PERFILES PSICOLÓGICOS El planteamiento de Mónica G. Álvarez no solo se ciñe a los hechos históricos conocidos, sino que, como ya se ha señalado, bucea en distintos aspectos de las vidas de las protagonistas. Lo más novedoso, respecto a la amplia bibliografía sobre el Holocausto, es el cuidadoso acercamiento a la psicología de los personajes. Lo hace a través del análisis de sus actitudes personales y políticas, y de los datos sobre su comportamiento en la intimidad y de las confidencias que compartieron con sus familiares, con los que la autora ha hablado siempre que ha sido posible. (En la foto, Braulia Cánovas y su hijo François, que charló con la autora).


UNA ESCRITURA MUY DIDÁCTICA La escritura de Mónica G. Álvarez es cercana, didáctica… hasta divertida cuando relata anécdotas personales. Y siempre es empática con sus protagonistas. Aborda el relato de los hechos más duros sin recrearse en la descripción de la violencia, dejando que sean las protagonistas quienes expliquen, con sus propias palabras, los hechos más relevantes, a partir del material documental que ha reunido y de los escritos de carácter autobiográfico o entrevistas personales concedidas a lo largo de sus vidas.


LOS MISTERIOS Y LAS LAGUNAS Hay algunas lagunas en el relato vital de las once mujeres retratadas, preguntas sin respuestas, enigmas cuyas soluciones, en ocasiones, se esconden en algún remoto archivo o se han perdido con la muerte de sus protagonistas. ¿Quién delató a muchas de ellas a la Gestapo? ¿Fueron asesinados, en 1954, Lola García Echevarrieta y su marido, Joaquín Olaso, como sostienen sus familiares, o se trató de un simple escape de gas, como aseguraron las autoridades? (En la foto, las tumbas de ambos en el cementerio parisino de Thiais).


LA VIDA EN LOS CAMPOS La parte más sustancial de cada capítulo es la dedicada a la vida en los campos nazis. Hay hechos que sobrecogen por el valor de aquellas mujeres, como el enfrentamiento con los guardias o los sabotajes a la producción de armas; es impagable la historia de la caza de moscas, impulsada por Neus Català, para adulterar la calidad de la pólvora. Conocemos también las relaciones que se establecieron entre ellas y que se prolongaron cuando recobraron la libertad.


Las once protagonistas


EL SILENCIO DE LA GIJONESA De raíces asturianas, Olvido Fanjul Camín nació el 28 de septiembre de 1910 en el barrio gijonés de Tremañes, aunque poco después de su nacimiento los padres, junto con sus cinco hijos, se mudaron al vecindario obrero de La Calzada, donde la fábrica textil de La Algodonera de Gijón había construido viviendas para sus trabajadores.


Con apenas catorce años, se inició en el mundo laboral y descubrió el sindicato de la CNT (Confederación Nacional del Trabajo), al que se afilió casi inmediatamente. A partir de 1933, impulsada por Dolores Ibárruri, La Pasionaria, también militó en la Agrupación de Mujeres Antifascistas (AMA), una entidad de carácter feminista y unitaria creada por el Partido Comunista español.


En 1937, la ofensiva de Asturias y la caída de Gijón propiciaron el dominio franquista de esta zona republicana en septiembre de ese mismo año, así como la huida de muchos de sus ciudadanos. Tras los últimos bombardeos, Olvido se planteó poner tierra de por medio y, finalmente, animada por sus cuatro hermanos, el 23 de septiembre de 1937 se embarcó en el carguero francés Dairiguerrme en una expedición con 1.100 niños —los llamados «niños de Rusia» o «niños de la guerra»— y decenas de profesores y educadores con destino a Leningrado (actual San Petersburgo), en la Unión Soviética.


La asturiana trabajó como cuidadora y educadora de los pequeños. Olvido se enamoró de Dimitri, un comandante de aviación ruso originario de Leningrado, con el que se casó. Estaba embarazada de su primer hijo cuando Hitler invadió la URSS y su marido fue movilizado para incorporarse a filas. Nunca más se supo de él.


A principios 1942, Olvido fue detenida en la «Casa de Niños» de Pushkin, una localidad cercana a Leningrado. La trasladaron a la prisión de Tallin (Estonia) en febrero de 1942, en donde trabajó en los talleres de costura. Durante el año que permaneció entre rejas, Olvido dio a luz a un niño, al que llamó Dimitri, como el padre de la criatura, pero a los tres meses se lo quitaron y le dijeron que lo destinaban «al servicio de Hitler». Tampoco volvió a ver a su bebé.


En los listados figuraba como prisionera rusa y no como española, de ahí la confusión y pérdida de datos biográficos durante muchos años. El 26 de marzo de 1943, los nazis sacaron a Olvido de la cárcel de Tallin para trasladarla al campo de Ravensbrück. «Yo sabía que había estado en un campo de concentración, pero jamás pasó por mi mente una historia como la que descubrimos luego. Jamás. Y la pobre se murió llevándoselo al otro mundo.» ELOÍNA BLANCO FANJUL, hija de Olvido


"FRANÇOISE» Nacida el 14 de junio de 1909 en Magallón (Zaragoza), Elisa creció en el seno de una familia numerosa muy humilde; la labranza apenas les reportaba lo suficiente para sustentar una casa tan modesta como la suya. «Vivíamos en la miseria total y, si uno de nosotros no era contratado por un propietario rico, no teníamos para comer más que algo de pan y las olivas que robábamos», recordó años después un sobrino de Elisa, Luciano, hijo de su hermano Eugenio.


Pese a su naturaleza trabajadora y solidaria, el padre de Elisa fue perseguido y castigado por sus ideas progresistas y de izquierdas. En este contexto, los niños crecieron con una sensación constante de injusticia, lo que motivó que ella y dos de sus hermanos terminasen rebelándose contra el sistema político y apoyasen ideologías anarquistas y comunistas.


Las carencias económicas y la necesidad apremiante de que entrase un sueldo fijo en el domicilio de los Garrido-Gracia motivaron que Elisa comenzase a trabajar desde muy jovencita. Primero se marchó a servir a Zaragoza y, tiempo después, se mudó a Barcelona, donde fue empleada del servicio doméstico en la casa de una familia aristocrática catalana. Durante esa época se afilió a las milicias de la CNT y se hizo miembro de la agrupación feminista Mujeres Libres, que encajaba dentro del anarcosindicalismo español.


Tras el estallido de la Guerra Civil, Elisa se calzó las botas de miliciana y partió junto a centenares de republicanos hacia el frente de Aragón, iniciando un intenso periplo bélico. Fue por entonces cuando conoció a Marino Ruiz de Angulo, un segoviano de Rapariegos, con el que se casó y marchó al exilio durante la retirada republicana a principios de 1939.


La pareja se estableció en Toulouse, donde inició su vinculación con organizaciones clandestinas, como una red de guías y pasadores que sacaba a personas de España por los Pirineos, la red «Evasión Françoise», de la que tomó su alias más conocido. Elisa se unió a la Resistencia como enlace y correo, llevando a cabo misiones de alto riesgo. Fue delatada y detenida en noviembre de 1943. Tras semanas de tortura y aislamiento fue enviada a la cárcel de Saint-Michel y de allí a Ravensbrück, a donde llegó el 3 de febrero de 1944. «Vino la Aufseherin y empezó a golpearme con una vara que llevaba, empezó a darme vergajazos y como vio que del suelo tampoco me levantaba ni a fuerza de vergajazos, fueron y me llevaron al hospital.» ELISA GARRIDO


«LA PALOMA DE RAVENSBRÜCK» El temperamento de Neus era de armas tomar. Gracias a él defendió sus ideas y puso en valor sus principios hasta el final. Lejos de ser un obstáculo, ese carácter le valió para luchar con uñas y dientes contra el totalitarismo, la dictadura y la injusticia.


Natural de Els Guiamets (Tarragona), Neus Català nació el 6 de octubre de 1915 en una familia de campesinos. Su padre le inculcó «una conciencia revolucionaria». Con la llegada de la pubertad, tuvo que dejar la escuela para ayudar a la familia en las tareas del campo. Siendo una adolescente organizó la primera huelga en el pueblo para que las mujeres disfrutasen de las mismas condiciones económicas que los hombres.


En septiembre de 1936, a raíz del golpe de Estado contra la Segunda República, se incorporó al PSUC (Partido Socialista Unificado de Cataluña) y a las JSUC (Juventudes Socialistas Unificadas de Cataluña). Al año siguiente, se trasladó a Barcelona para continuar con sus estudios de enfermería. Ya diplomada, comenzó a trabajar como jefa sanitaria en Las Acacias, una colonia de niños refugiados en la localidad de Premià de Dalt.


Acompañando a un grupo de niños, cruzó los Pirineos en febrero de 1939. Ya asentada en Francia, Neus inició el contacto con la Resistencia, donde conoció al que sería su marido, el francés Albert Roger. Una de sus actividades principales fue escuchar y transportar verbalmente cualquier mensaje que pudiese interesar a la propaganda antinazi. La casa del matrimonio en Turnac no tardó en convertirse en un punto clave para ocultar guerrilleros españoles y franceses y antiguos combatientes de las Brigadas Internacionales.


El 11 de noviembre de 1943, una denuncia precipitó la detención de Neus y Albert por parte de la Gestapo. Los llevaron a la prefectura de Périgueux, donde los SS iniciaron los primeros interrogatorios, y de allí a la terrible prisión de Limoges, famosa por sus torturas. Transcurridos dos meses desde su llegada, fue enviada al campo de concentración de Compiègne, donde decenas de miles de prisioneros esperaban para ser transportados a los centros de exterminio nazi. Neus fue trasladada a Ravensbrück. Entró en el campo el 3 de febrero de 1944. «Se equivocan los que creen que la tortura mata el espíritu de combate. Cuanta más represión, más ánimo de lucha y más conciencia. Esto es el legado que nos han dejado, y nosotros lo transmitiremos hasta nuestro último momento.» NEUS CATALÀ


«MONIQUE» Nacida el 10 de enero de 1920 en la pedanía de La Costera, en Alhama de Murcia, la pequeña Braulia pronto emigró junto a su familia a Montcada i Reixac (Barcelona). Después de un tiempo, su padre consiguió trabajo como ingeniero eléctrico en la Compagnie Française d’Electrification Ferroviaire, por lo que emigraron a Francia. De los seis a los dieciséis años, Braulia vivió en Marcillac, localidad próxima a Burdeos. Su educación francesa la dotó de un marcado carácter en el que primaban el idealismo, la libertad y la justicia como valores fundamentales.


En 1935, debido al nuevo destino laboral de su padre, a quien le habían encomendado la electrificación de la línea Madrid-Ávila-Segovia, regresaron a España y se instalaron en la capital. Antonio, el padre de Braulia, murió en uno de los primeros bombardeos de la Guerra Civil. Tras la tragedia, Braulia, de dieciséis años, se convirtió en el bastión de la familia y comenzó la aventura y su éxodo hacia Cataluña junto a su madre y sus cuatro hermanos. Braulia trabajó como secretaria para la CNT durante los siguientes tres años. Gracias a su dominio del francés, del español y del catalán, ejerció de traductora y secretaria hasta la caída de Barcelona.


Braulia y su familia pasaron a Francia. Sin embargo, al final oficial de la Guerra Civil, la madre y sus hermanos regresaron a España. Ella se instaló en Perpiñán. A partir de 1942 empezó a colaborar con la Resistencia. Como nom de guerre escogió «Monique». Desde entonces y hasta el final de sus días, conservaría ese nombre y, en Francia, se presentaba como tal.


Hasta su detención en 1943, Monique formó parte de dos redes de opositores al nazismo: una francesa llamada Alibi Maurice y una belga denominada Wirm, en las que hacía de enlace de Grenoble a Perpiñán y recogía documentos de los aviadores aliados que tenían que pasar a España.


«Monique», junto con otras dos españolas, Antonia Cristófal y Francisca Escarré, cayó en manos de la Gestapo tras la delación de un resistente torturado. Trasladada a la cárcel de Fresnes, la tuvieron un mes sola, a oscuras y sin poder hablar con nadie. Más adelante pasó a una celda compartida en la que permaneció nueve meses. El 3 de febrero de 1944 llegó a Ravensbrück. «Pensé: “¿Yo tengo que verme así a mis veintitrés años? Pero esto es horrible, esto es la negación total de nosotras mismas”, y me recogí tanto en mí misma, en mi negación, que dominó el miedo de que me cortasen el pelo más que todas las miserias físicas y morales que me esperaban.» BRAULIA CÁNOVAS


PRESA NACHT UND NEBEL (NN) Zaragozana nacida el 26 de enero de 1915 en Moros. Desde muy niña, Angelina siempre mantuvo la imaginación y la sonrisa casi inmaculadas pese a las tragedias que le tocó vivir. Hija de Miguel Bueno, un minero y marmolista aragonés, anarquista y miembro destacado de la CNT y de la Federación Anarquista Ibérica (FAI), Alfonsina creció bajo la influencia de los principios del movimiento obrero, de la revolución social y de la defensa de las libertades. Siendo todavía una niña, la familia se trasladó a Berga (Barcelona).


A los trece años, empezó a trabajar como aprendiz de hiladora en una fábrica textil, donde conoció a Josep Ester Borràs, dos años mayor que ella, de familia humilde, también anarquista, y del que se enamoró perdidamente. En octubre de 1931, y con solo dieciséis años, Alfonsina se quedó embarazada de su hija Angelina. En enero del año siguiente la pareja se casó. Se vieron envueltos en la violenta huelga del Alt Llobregat, que le valió la cárcel a Miguel Bueno.


Después de la Guerra Civil española, Alfonsina y Josep fueron perseguidos por sus ideas anarquistas, republicanas y antifranquistas, y, poco antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, decidieron emigrar y llevarse a su hija a Francia para ponerse a salvo.


Ya en el exilio, el matrimonio y Miguel Bueno formaron parte de la red de evasión Rèseau Pat O’Leary, conocida después como Pat-Françoise o «Evasión Françoise». El objetivo del grupo, dirigido por Paco Ponzán, era evacuar aviadores de los países aliados desde la Francia ocupada hacia España a través de los Pirineos. Entre 1940 y octubre de 1943, fecha de la detención del líder de la red, sacaron a tres mil personas y las enviaron a Madrid, Barcelona o Gibraltar.


Josep fue detenido el 30 de abril de 1941, aunque fue liberado gracias a una documentación falsa. Alfonsina transportó armas y se hizo cargo de una casa en Banyuls-sur-Mer que hacía las veces de refugio y tránsito de camaradas a España o a la montaña. El 29 de octubre de 1943, el padre de Alfonsina, sometido a torturas, dio la dirección de su hija y de su yerno, que fueron apresados. Tras pasar por varias prisiones, fue deportada a Ravensbrück en mayo de 1944.


«LISE LONDON» La historia de la familia Ricol-López es digna de uno de los folletines tan populares a principios del siglo XX. En el libro se explica muy bien, no se la pierdan. Elisa nació en Montceau-les-Mines (Francia) el 15 de febrero de 1916, hija de dos turolenses de Dos Torres de Mercader.


Siendo una niña, su padre quedó inválido a causa de la silicosis; su madre trabajaba en lo que le salía. La pequeña forjó entonces su carácter fuerte, enérgico y luchador. Acompañar a su padre a reuniones del Partido Comunista y a manifestaciones despertaron su interés por la política.


La adolescente militó en las Juventudes Comunistas. Allí conoció a Auguste Delaune, con el que se casó en 1933 y se trasladó a la URSS para trabajar en el Bureau del Komintern —la III Internacional— en Moscú. Su vida dio un giro en 1934 al conocer al checoslovaco Artur London, también militante del partido, apodado «Gérard», al que se unió para el resto de su vida.


De vuelta a Francia, Lise se enroló en las Brigadas Internacionales para combatir en la Guerra Civil española. Se le unió Artur. Tras la derrota republicana regresó a Francia, en donde trabajó para restablecer la base de las organizaciones comunistas en el exilio. Santiago Carrillo le pidió que colaborase con él.


En julio de 1940, Lise entró en la Resistencia francesa. Su primera misión fue contactar con otros jóvenes comunistas para boicotear los llamados chantiers de la jeunesse, los campamentos de trabajo que organizaban los alemanes y el Gobierno colaboracionista del general Pétain. Poco después, Lise inició una nueva andadura en la dirección del movimiento de «Mujeres Patriotas», siempre bajo el ideal de justicia social, fraternidad, libertad, respeto a las personas y odio al invasor nazi.


Tras una manifestación contra las ejecuciones de resistentes antinazis lanzó una arenga por la que fue detenida y encarcelada. En su periplo de prisión en prisión, en 1943 nació su hijo Gérard; Lise ya tenía una hija, Françoise. Artur, detenido junto a ella, había sido deportado poco antes a Mauthausen. El 30 de mayo de 1944, el nombre de Lise apareció en la lista de seleccionadas para la deportación. Su primer destino: el campo de Neue Bremm. Y de allí a Ravensbrück. «Abrid bien los ojos, no os dejéis encerrar en las certezas, no dudéis en dudar, luchad contra la injusticia. No dejéis que la perversión mancille los ideales comunistas. Sed vosotros mismos.» ELISA RICOL/LISE LONDON


«CUANDO PIENSO EN ELLA» El título de este capítulo es el de una obra de teatro escrito por Délia, la hija de Constanza, una «especie de diálogo entre mi madre y yo destinado a mi nieta», según sus palabras. Constanza nació en el barrio madrileño de Lavapiés el 17 de enero de 1917; su padre biológico falleció cuando ella tenía diecisiete meses. Su vida cambió radicalmente cuando su madre se casó de nuevo con un hombre que resultó tener celos del amor de su esposa hacia su hija. El padrastro le hizo la vida imposible. La situación empeoró aún más cuando su madre murió de cáncer siendo Constanza una adolescente.


A los diecisiete años, se había forjado una personalidad cerrada. El sufrimiento vivido durante la infancia la había hecho ser dura y poco dada a las muestras de afecto. Aquel carácter, sin embargo, le sirvió para luchar con firmeza y convicción por sus ideas. Durante la Guerra Civil se afilió a las Juventudes Socialistas Unificadas y trabajó en la redacción de un periódico destinado a los combatientes. Fue evacuada a la localidad barcelonesa de Sentmenat a finales de 1936. En 1938 comenzó a trabajar como mecanógrafa en la Comisión Política Militar del Comité Central del PSUC y en el Ministerio de Defensa, y en enero de 1939 se marchó a Figueras, donde colaboró en el Castillo de San Fernando. Estuvo a punto de morir en el bombardeo de la ciudad, en febrero de aquel año.


Exiliada en Francia, pasó sus primeras semanas en el campo de Argelès-surMer. Poco antes de la caída del país ante la invasión nazi, el Gobierno francés envió a Constanza y a otras republicanas a una colonia de vacaciones para niños en Caen. Tras un par de traslados más, acabó en Nantes, donde pasó a formar parte de la Resistencia. En junio de 1941 fue contratada por una empresa alemana para hacer trabajos de dactilografía, lo que le permitió actuar como enlace de la estructura clandestina del Partido Comunista español.


Detenida en una redada en junio de 1942, conoció en los calabozos de la comisaría central de Nantes al que, tras la Segunda Guerra Mundial,sería su marido, Joan Escuer. Después de pasar por el campo de Neue Bremm, fue trasladada a Ravensbrück el 19 de junio de 1944. «La odisea por la carretera no es para describirla ¡y pobre de la que caía rendida por el cansancio! Era abatida como si se tratase de un perro malherido.» CONSTANZA MARTÍNEZ


«PAQUITA COLOMER»


Mercedes —«Paquita Colomer», para sus compañeras de Ravensbrück— era una mujer de fuertes ideales y principios, que defendió siempre a pesar de las graves consecuencias que sufrió por ello. Hija de padre gallego y madre catalana, nació el 18 de enero de 1911 en Barcelona. Su familia, bien situada, optó por que la niña recibiese una educación clásica: piano, inglés, francés, comercio… y asistió a tertulias literarias y políticas. A los dieciséis años, Mercedes se emancipó. Compatibilizó un empleo en un taller cinematográfico con el de dáctilo-mecanógrafa en el consulado de Chile en Barcelona, donde ejerció de secretaria del cónsul Pablo Neruda.


Mercedes se afilió a las Juventudes Socialistas Unificadas y, ya durante la Guerra Civil, al Partido Socialista Unificado de Cataluña. Tras la toma de Barcelona por las tropas franquistas, en enero de 1939, se trasladó a Galicia para reorganizar el PCE en La Coruña. Policías enviados desde Madrid la vigilaron estrechamente, para detenerla el 10 de noviembre de aquel año. Estuvo aislada en una celda hasta que fue trasladada a La Coruña, donde permaneció hasta marzo de 1940, fecha en que fue enviada a la cárcel de Ventas en Madrid. En octubre, Mercedes fue condenada a doce años y un día de prisión. Sin embargo, el 21 de enero de 1942, se dictaminó su libertad condicional y se instaló en Barcelona, de donde no tardó en exiliarse a Francia. Cruzó los Pirineos en septiembre de 1942 con documentación falsa a nombre de Francisca Colomer, esposa de Puig. Pasó por Argelès y trabajó como cocinera en el cuartel de las fuerzas de ocupación nazis en Carcassonne, donde se unió a la Resistencia con el sobrenombre de «Paquita Colomer». Preparó documentación falsa, dio cobijo a combatientes y alcanzó el grado de sargento en los FTPF (Francs Tireurs et Partisans de France).


Un chivatazo se llevó por delante a Mercedes y a otros once resistentes más. Fue torturada por René Bach, un joven alsaciano procesado y fusilado tras la guerra; el testimonio de Mercedes fue fundamental en el juicio. Después del habitual traslado a un campo de tránsito, el 14 de junio de 1944 Mercedes se subió a un vagón de transporte para caballos cuyo destino era el campo de Saarbrücken y, días después, el de Ravensbrück. «Hubo que vencer el miedo de volver a la vida normal, aprender de nuevo, como una criatura pequeña, los gestos sencillos: pagar el alquiler, ir al horno a comprar el pan, saludar a un vecino; salir del gueto moral, del “yo ya no soy como los demás”.» MERCEDES NÚÑEZ TARGA


«LA NEBUDO» De padre francés y madre española, Conchita Grangé nació el 6 de agosto de 1925 en Espuy (Lleida). Tenía dos años cuando ella y sus tres hermanas —de un total de ocho hermanos— tuvieron que marcharse del hogar familiar para vivir en Toulouse. Su madre había enfermado y, ante la imposibilidad de mantener a todos los hijos, su hermano Jaume decidió ayudarla. Cuando estalló la Guerra Civil, la familia se trasladó a Cataluña para luchar a favor de la República: Jaume se encargó de las fortificaciones de tres pequeños campos de aviación que el bando republicano tenía en Lleida y Girona. Tras la derrota republicana, los Beleta, incluida Conchita, regresaron a Francia y se instalaron en Varilhes, al sur del país. Allí empezó el periplo de Jaume en la Resistencia francesa.


Conchita tenía catorce años cuando su tío le mostró un lugar donde había armamento escondido para los maquis. Cuando, en 1943, Jaume huyó a Andorra para evitar caer en manos de la Gestapo, Conchita, su tía Elvira y su prima María lo relevaron. Fue en la militancia clandestina donde conoció al que años después sería su marido, Josep Ramos. Con apenas diecisiete años, Conchita se convirtió en un enlace clave de la Resistencia. Se ganó dos apodos: «la Nebudo» (la sobrina) y «la Nina» (la niña) en el dialecto francés de Ariège.


El 24 de mayo de 1944, la policía del régimen de Vichy rodeó la casa de la familia Beleta. Sabía que las tres mujeres daban refugio a unos maquis. Conchita, Elvira y María fueron detenidas. Las tres acabaron en la prisión de Saint Michel, desde donde, el 3 de julio, fueron conducidas al campo de concentración de Ravensbrück en un convoy denominado «Tren Fantasma», al que se considera el último gran transporte de prisioneros. El tren tardó dos meses en arribar a su destino final. Atravesó Francia y Alemania con sus viajeros viviendo en condiciones infrahumanas, y recibió constantes ataques y bombardeos de los Aliados. Cuando llegó a su última parada, el 9 de septiembre, Conchita acababa de cumplir diecinueve años. «Cuando se hizo de día y vimos aquella carnicería, es indescriptible el horror que sentimos, sabíamos que eran malvados y sin entrañas, pero ver estos crímenes gratuitos…» CONCHITA GRANGÉ


«CHARLIE» María Dolores García Echevarrieta nació el 28 de agosto de 1901 en Bilbao, hija de padre salmantino y madre riojana. Poco después, la familia se mudó a Madrid, en donde Enrique García abrió una zapatería. De ideas anarquistas, Enrique tuvo que huir de España tras la Semana Trágica catalana. Los García-Echevarrieta se instalaron en el barrio de la Bastilla, en París. Su modesto hogar se erigió en centro neurálgico de anarquistas y comunistas exiliados a Francia por la dictadura de Primo de Rivera. Por allí pasaron nombres relevantes de la lucha comunista de la época. Uno de ellos, Joaquín Olaso, se convirtió en pareja sentimental de Lola.


Lola acompañó a Joaquín cuando lo devolvieron a España. Se establecieron en la localidad valenciana de Carcaixent. Ella fue la primera mujer en trabajar de secretaria en un almacén de naranjas, algo insólito en esa época. Además, revolucionó a los habitantes del pueblo por otros motivos: fue la primera mujer en montar en bicicleta y en hacer excursiones a la montaña. En 1934, Joaquín se vio envuelto en los Hechos de Octubre en Barcelona y se exilió de nuevo. Lola pidió ayuda a Pablo Neruda, que le facilitó documentación a nombre de Madame Jantet y la envió a París como empleada del consulado. A partir de entonces, Lola adoptó la identidad de Charlotte Jeantet, Charlie. Durante la Guerra Civil, Joaquín trabajó para los servicios secretos republicanos y para la policía soviética, la NKVD. En el exilio, ambos llevaron el estigma de ser agentes de Moscú y sufrieron la desconfianza de muchos de sus compañeros.


En la Francia de 1942, ocupada por los nazis, se unieron a la Resistencia. La pareja fue detenida por la Gestapo el 5 de diciembre durante una redada en su domicilio, donde se encontraban reunidos varios camaradas y opositores del Reich. Pese a sufrir tortura, Lola no desveló su verdadera identidad ni delató a ningún compañero. Finalmente, fue enviada a la prisión de Fresnes y de allí a la deportación bajo su identidad falsa. El 26 de julio de 1944, un convoy repleto de prisioneros en condiciones insalubres puso rumbo a su primer destino: el campo de concentración de Saarbrücken. En un accidentado viaje posterior, el 1 de agosto, Lola fue trasladada a Ravensbrück, en donde la clasificaron como presa Nacht und Nebel. «Les han sacado los tuétanos. Son los conejillos de Indias del bloque 32. Muchas, casi todas, mueren. O bien las matan, para estudiar en sus cuerpos el resultado de los experimentos “científicos”.» LOLA GARCÍA ECHEVARRIETA


LA LUCHA CONTRA EL NEGACIONISMO EN ESPAÑA De familia judía, Violeta Friedman llegó al mundo el 15 de abril de 1930 en Marghita, una pequeña localidad de la región de Transilvania perteneciente a Rumanía. El nacimiento de Violeta llegó en una época muy convulsa para sus padres a causa de las dificultades económicas. Para evadirse de las peleas en casa, Violeta visitaba a sus abuelos y se pasaba horas divirtiéndose con los animales que tenían en el viñedo, y empezó a descubrir la música y la escritura.


En 1940, Transilvania fue ocupada por Hungría. La anexión se desarrolló pacíficamente porque la población, en su mayoría de origen magiar, la recibió con alegría. Sin embargo, el régimen del regente Miklós Horthty promulgó una serie de leyes antisemitas que definían a los judíos como parias de la sociedad, de forma que se propagaron e intensificaron los actos contra ellos. Hasta principios de marzo de 1944, la familia Friedman vivió en una constante inquietud y preocupación: la madre insistía en emigrar a Canadá, porque presentía que todo iba a empeorar. Tras pedir ayuda a su hermana, que residía en aquel país, les fue imposible conseguir los papeles necesarios.


El 19 de marzo de 1944, Alemania invadió Hungría y, a partir de ese momento, se obligó a los judíos a portar la estrella de David en un sitio visible y, entre otras cosas, se les prohibió salir a la calle después del anochecer. Cuando a principios de mayo los militantes fascistas húngaros conocidos como «cruces flechados», en coordinación con la Policía de Seguridad alemana, irrumpieron en miles de hogares judíos, supieron que ya no tenían escapatoria y que comenzaba su destrucción organizada.


A finales de mes, los Firedman fueron embarcados en un tren de ganado. En cada vagón se hacinaban más de cien personas sin posibilidad de tumbarse o sentarse, sin agua ni comida y rodeados de excrementos. El viaje hasta el campo de Auschwitz-Birkenau duró tres largos días y noches. Una vez en su destino, los hombres y las mujeres fueron separados. A Violeta y a su hermana Eva las integraron en el grupo de presas «útiles»; a su madre y a su abuela las condujeron a la cámara de gas. Con catorce años Violeta acababa de quedarse huérfana en el infierno. «Espero que las nuevas generaciones puedan oír mi ruego: que ellas continúen mi trabajo. Que no nos olviden.» VIOLETA FRIEDMAN


«Dante ha descrito el infierno, pero no ha conocido Ravensbrück, ni Mauthausen, ni Auschwitz, ni Buchenwald. ¡Dante no podía ni imaginar el infierno! Yo tengo una película en la cabeza en blanco y negro, tal como era todo, porque allí no había colores» NEUS CATALÀ


Sobre la autora


Mónica González Álvarez (Valladolid, 1979) es periodista, escritora y guionista de radio y televisión. Colaboradora habitual en programas televisivos como experta en sucesos, también participa en el programa radiofónico Madrid Directo, presentado por Nieves Herrero en Onda Madrid, con una sección semanal. Escribe en La Vanguardia como columnista de opinión, además de mantener su sección «Las caras del mal». Colabora asimismo con otros medios como Muy Interesante, Enigmas e Historia de Iberia Vieja. Es autora de cinco libros, entre los que destacan el éxito de ventas Guardianas nazis. El lado femenino del mal (2012), con diez ediciones y traducido en Italia; Las caras del mal (2015) y Amor y horror nazi. Historias reales en los campos de concentración (2018). En 2017 fue galardonada con la Medalla de Oro del Foro Europa 2001, en reconocimiento al mérito profesional. Se considera una buscadora nata, imperfecta y orgullosa de serlo y, sobre todo, una mujer optimista, apasionada y soñadora.


www.monicagalvarez.com


Twitter: @monicagalvarez



 

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