Javier Cercas gana el Premio Planeta con TERRA ALTA, un brutal asesinato, un héroe anónimo que recompone sus pedazos rotos, un entramado de mentiras y un final sorprendente
Editorial
Planeta. 384 páginas
Tapa
dura con sobrecubierta: 21,90€ Electrónico: 12,99€
Un crimen terrible sacude
la apacible comarca de la Terra Alta: los propietarios de su mayor
empresa, Gráficas Adell, aparecen asesinados tras haber sido
sometidos a atroces torturas. Se encarga del caso Melchor Marín, un
joven policía y lector voraz llegado desde Barcelona cuatro años
atrás, con un oscuro pasado a cuestas que le ha convertido en una
leyenda del cuerpo y que cree haber enterrado bajo su vida feliz como
marido de la bibliotecaria del pueblo y padre de una niña llamada
Cosette, igual que la hija de Jean Valjean, el protagonista de su
novela favorita: Los miserables.
Partiendo de ese suceso, y
a través de una narración trepidante y repleta de personajes
memorables, esta novela se convierte en una lúcida reflexión sobre
el valor de la ley, la posibilidad de la justicia y la legitimidad de
la venganza, pero sobre todo en la epopeya de un hombre en busca de
su lugar en el mundo.
Mucho más que una
novela negra
Un brutal asesinato, un
héroe anónimo que recompone sus pedazos rotos, un entramado de
mentiras y un final sorprendente
En Cambrils, en agosto de
2017, un mosso d’Escuadra abatió a cuatro terroristas yihadistas.
La identidad de ese mosso fue protegida por sus mandos y nadie supo
nunca su nombre. Javier Cercas ancla su relato en este personaje y le
construye una biografía compleja, profunda, cargada de claroscuros,
de contradicciones, de dureza y de verdad.
Cuatro años después,
Melchor Marín, el mosso anónimo que dejó Barcelona tras los
atentados, trabaja en la comarca de la Terra Alta, un lugar donde
nunca pasa nada. Allí, los malos recuerdos, la opresión del
principio, el miedo al silencio, se han ido convirtiendo en algo del
pasado. Melchor se ha creado una vida nueva. Está casado y tiene una
hija. Por primera vez en su vida es feliz, algo que nunca creyó
posible.
En la Terra Alta parece
que el tiempo se detuvo en el único acontecimiento por el que se
conoce a la comarca: la batalla del Ebro, un hecho del que los
ancianos siguen hablando como si en ochenta años no hubiera pasado
nada. Toda esta idílica paz se rompe un día cuando el matrimonio
Adell, dueños de la mayor parte de las empresas de la zona, aparecen
asesinados junto a la mujer que los cuidaba. Es un crimen tremendo,
cruel. Los Adell han sido torturados con una brutalidad extrema que
nadie se puede explicar. Las cámaras de seguridad estaban apagadas y
la puerta no ha sido forzada. No hay huellas. Es un trabajo de
profesionales.
El viejo Adell, a pesar de
tener más de 90 años, lo controlaba todo en la empresa, una empresa
que era «como un árbol que da mucha sombra, pero que no deja crecer
nada a su alrededor». Tenía enemigos, sí, como cualquier
empresario poderoso, pero ninguno parece ser el responsable del
asesinato. Se pinchan teléfonos, se investiga a todos los que podían
tener razones para asesinarlo, incluido su yerno, consejero delegado
de la empresa y constante objeto de humillación por parte del viejo
Adell. No hay ninguna evidencia, ninguna pista. El caso, por fin, se
cierra. Pero Melchor no puede aceptar eso. Melchor nunca acepta
darse por vencido. Ya lo hizo una vez, con el asesinato de su madre,
y no piensa repetirlo.
La formación de un
héroe anónimo
La madre de Melchor era
una prostituta que, cuando Melchor llegó a la adolescencia, había
sucumbido a los estragos de su profesión y se vendía a precio de
saldo y a la intemperie. Vivían en San Roc, un barrio tóxico para
Melchor que empezó muy pronto a beber, a fumar, a drogarse hasta
que, a los 14 años le expulsaron del colegio por pegar a un
profesor.
Después de su paso por
varios centros de menores empieza a trabajar para un cartel
colombiano, donde se convierte en un gran guardaespaldas con más
dinero del que puede gastar. Cuando el cártel es desarticulado y
Melchor ingresa en prisión, le condenan solo a cuatro años de
cárcel gracias a Vivales, abogado y quizás antiguo cliente de su
madre. En la cárcel, uno de los reclusos se pasa la vida leyendo y
Melchor le pide que le recomiende un libro. Uno de los primeros
libros que lee es Los miserables, que le cambia para siempre. Al leer
la novela de Victor Hugo, Melchor siente que está leyendo su vida.
La furia, el dolor, el odio de Jean Valjean son los suyos. Pero con
quien siente una afinidad difícil de comprender es con Javert, el
policía fanático, que persigue incansable a Valjean: en su
inflexibilidad, en su dureza, en su terca defensa de las normas
encuentra una pureza, un afán idealista que le atraen por encima de
todo.
Un original e
inteligente homenaje a Los Miserables
Melchor termina la novela
conmocionado, seguro de que nunca volverá a ser la persona que era
antes de leerla. Al poco tiempo, su madre aparece asesinada a
pedradas en un descampado. Los miserables se convierte para él en el
único punto de referencia. Javert nunca dejaría que el crimen de su
madre quedara impune. Y, cuando la investigación se da por concluida
sin ningún resultado, Melchor toma una decisión trascendental:
quiere estudiar, quiere ser policía. Ya como policía de
investigación y después de seguir muchas pistas sin resultado,
Melchor se da cuenta de que nunca encontrará a los asesinos de su
madre.
Es en ese momento de
bajada a los infiernos cuando, en agosto de 2017, le llaman de
comisaría para que se dirija a Cambrils, donde puede que haya habido
otro atentado (aparte del de Barcelona). Y es allí donde se
encuentra con su destino.
Cuando años después, ya
instalado en la Terra Alta, el caso de los Adell se cierra sin
resultados, el espíritu justiciero de Javert vuelve a abducirle.
Nada ni nadie, ni siquiera su esposa, su hija, esa vida maravillosa
que nunca soñó tener, le apartarán de su búsqueda incansable de
la justicia. Pero la mala suerte nunca se consume del todo, nunca se
llega al fondo de las cosas, siempre puede haber algo peor y Melchor
está a punto de descubrirlo. ¿Puede ser la justicia absoluta la más
absoluta de las injusticias?
Terra Alta es la historia
de una redención y una condena, es un relato sobre la maldad, sobre
el destino, sobre una persona marcada por la vida que tiene que
crearse a sí mismo una y otra vez. Terra Alta son dos novelas en
una, dos niveles estilísticos, dos mundos, casi dos géneros
literarios. Por un lado, una novela negra trepidante plagada de giros
argumentales sorprendentes donde nadie es quien parece ser. Por otro,
una historia intimista, conmovedora y real, que ahonda en lo más
profundo de un personaje lleno de claroscuros.
¿Puede ser la justicia
absoluta la más absoluta de las injusticias? Este es la idea que
planea sobre esta impactante novela que profundiza en las emociones y
contradicciones del ser humano. Cercas, que ya hace tiempo encontró
una voz tan personal como atrayente para hablar de la culpa, ahonda
en la personalidad compleja y atormentada de un hombre marcado por un
destino irrevocable.
Con su habilidad para
indagar en la realidad y crear ficción, Cercas, como él mismo ha
señalado, se convierte en esta novela en un escritor radicalmente
distinto y radicalmente fiel a sí mismo. Porque si bien la historia
de Terra Alta es pura ficción, Cercas se apoya en la realidad del
momento para crear un telón de fondo imprescindible para el
desarrollo de la trama.
La realidad como elemento
literario y la literatura, fabricante de realidades
Dos acontecimientos
fundamentales arropan la historia y la llenan de verdad: Los
atentados de Cambrils y Barcelona y el referéndum independentista. Y
un tercero, mucho más lejano, pero igualmente trascendente, que dará
sentido a toda la novela: la guerra civil, el tema estrella de
Cercas. Es entonces cuando todo empezó: un entramado de rencores,
rencillas, traición, asesinatos y odio absoluto que desembocará, 80
años después, en un terrible ajuste de cuentas.
Javier Cercas parece
reivindicar la realidad, la verdad, como elemento imprescindible de
la literatura y a la literatura como fabricante de realidades. Un
juego que el autor maneja desde siempre con maestría.
Terra Alta es una novela
negra, pero es mucho más. Es una historia que habla de la amistad,
de la traición, de la culpa, de la soledad y de las segundas
oportunidades.
En la novela planea
también una pregunta: ¿puede cambiar un libro a una persona, o
simplemente puede ayudarle a encontrar su camino, un camino que
siempre estuvo ahí, pero que solo se descubre a través de las
palabras de otro?
El gran hallazgo de Terra
Alta es, sin duda, el personaje de Melchor, complejo, lleno de luces
y sombras, heredero de esos grandes personajes de la novela negra
atormentados, de pasados oscuros y futuros inciertos. Un justiciero
que busca justicia.
Melchor es un personaje de
matices, capaz de lo mejor y lo peor. Un hombre que da palizas
clandestinas a los maltratadores de mujeres, que se toma la justicia
por su mano, con un maníaco sentido de la justicia, una justicia sin
paliativos, sin medias tintas. Es la justicia del personaje de
Javert, el policía obsesivo e inclemente de Los miserables, el
personaje que le llevó a hacerse policía. Un “falso” malo.
Melchor es un hombre, como Javert, que «hace el bien a tiros».
En un momento de su vida
donde su principal objetivo, encontrar a los asesinos de su madre, se
disuelve y le deja huérfano de futuro, su participación en el
atentado de Cambrils le da una segunda oportunidad. El anonimato que
le ofrecen en la Terra Alta no serán las vacaciones que él suponía,
una mera oportunidad para escapar de la presión mediática. Esa
escapada se convierte en unas vacaciones de sí mismo, de ese yo que
le atormenta desde que tiene memoria. Entiende por fin la felicidad
transitoria de Jean Valjean cuando, al principio de Los miserables,
cambia de residencia y de identidad y se convierte en un hombre
nuevo.
Melchor es un hombre que
tiene sus propias reglas. Un sentido de la justicia a veces difícil
de entender. Es un hombre con una necesidad de ser amado, de
encontrar un refugio. El amor de Melchor y Olga es una redención
para los dos. Como también se lee en Los miserables, «el destino
los había unido y había enlazado con su irresistible poder aquellas
dos existencias desarraigadas, diferentes por la edad y parecidas por
la desgracia.» En el último momento, Melchor comprende por fin que
la verdad nunca es rotunda, que nada es del todo bueno ni del todo
malo, que las decisiones nunca son de acuerdo con la moral absoluta.
Cercas crea un personaje
tan lleno de matices, tan real, tan sólido, que él solo sustenta
todo el entramado de una novela negra que, por otra parte, es un
magnífico juego de giros argumentales. El personaje de Melchor Marín
es tan rico que se merece que le conozcamos más, que sigamos el
trascurso de su vida, esa vida que se intuye compleja tras los
acontecimientos que narra Terra Alta.
Sobre
el autor
Javier Cercas nació en
Ibahernando, Cáceres, en 1962. Su obra, traducida a más de treinta
lenguas, consta de las siguientes novelas: El móvil, El
inquilino, El vientre de la ballena, Soldados de Salamina, La
velocidad de la luz, Anatomía de un instante, Las leyes de la
frontera, El impostor y El monarca de las sombras, casi
todas reconocidas con prestigiosos premios nacionales e
internacionales. También ha publicado libros misceláneos –Una
buena temporada, Relatos reales, La verdad de Agamenón y Formas de
ocultarse– y ensayos –La obra literaria de Gonzalo Suárez y El
punto ciego.
Ha recibido, además, varios premios de ensayo y periodismo, y diversos reconocimientos al conjunto de su carrera, como el Prix Ulysse, en Francia, o el Premio Internazionale del Salone del Libro di Torino, el Premio Friuladria, el Premio Internazionale Città di Vigevano, o el Premio Sicilia, todos ellos en Italia.
Ha recibido, además, varios premios de ensayo y periodismo, y diversos reconocimientos al conjunto de su carrera, como el Prix Ulysse, en Francia, o el Premio Internazionale del Salone del Libro di Torino, el Premio Friuladria, el Premio Internazionale Città di Vigevano, o el Premio Sicilia, todos ellos en Italia.
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