Mathias Énard, Premio Goncourt 2015 , regresa a su Francia natal con EL BANQUETE ANUAL DE LA COFRADÍA DE LOS SEPULTUREROS, una divertida y poliforme novela sobre la relación del ser humano con la muerte y con la naturaleza

Literatura Random House: 480 páginas

Tapa blanda con sobrecubierta: 22,90€ Electrónico: 9,99€


Mathias Énard, ganador del Premio Goncourt 2015, vuelve a suelo francés para hablarnos de nuestra relación con la muerte y la naturaleza. En esta esplendorosa y poliforme novela, que combina en la misma medida grandes dosis de humor y su ya conocida erudición el autor exhuma el pasado turbulento y los tesoros de su Francia natal recorriendo el último milenio de su historia, pero sin perder de vista los miedos contemporáneos y con la esperanza de un mañana en el que el ser humano esté en armonía con el planeta. "He intentado escribir un libro muy literario. Además, es el resultado de un proyecto concebido y empezado en junio de 2009 en mi residencia, el Pensamiento Salvaje. Tiene mucho que ver con la Naturaleza y con la Muerte, que es una parte de lo natural, y puede que la más desconocida. Y aunque todos nos vamos a morir parece que todos los aspectos relacionados con la muerte están escondidos. En la novela hablo de Francia y de su historia desde unas perspectivas diferentes a las presentadas hasta ahora"


Para trabajar en su tesis doctoral sobre la vida en el campo hoy día, el etnógrafo David Mazon "que tiene una parte de realidad, tal y como nos muestra su diario, aunque es pura ficción", ha dejado París para instalarse durante un año en un remoto pueblo rodeado de marismas en la costa oeste de Francia. Mientras supera las incomodidades del mundo rural, David establece contacto con los pintorescos lugareños que frecuentan el café-colmado para entrevistarles. Los encabeza Martial, el alcalde enterrador, y el anfitrión del tradicional banquete de los miembros de la Cofradía de Sepultureros.


En este festín pantagruélico donde vinos y manjares van de la mano de leyendas, canciones y disputas sobre el futuro del oficio funerario, la Muerte les ofrece curiosamente tres días de tregua. El resto del año, cuando la Parca se apodera de alguien, la Rueda de la Vida lanza su alma de nuevo al mundo, a un tiempo futuro o pasado, como animal o como ser humano, para que la Rueda continúe girando.


Destaca Mathias Énard que a su amigo "Daniel Chotard le gustaba contar historias de cuando era joven. A mí me gustaba escucharlas, sus historias de pueblo, de carteros borrachos echándose una siestecilla escondidos detrás de un murete el día de paga, de obreros que se alojan durante semanas en granjas a cambio del alquitrán del patio, de sindicalistas ebrios dando vueltas de campana en un Simca en pleno centro de Niort después de haber estado celebrando la victoria de la izquierda. Muchas de las historias de este libro son ciertas, porque Daniel me las contó. Descanse en paz".


«En su ensoñación, comprendía la inmensa telaraña de las almas, el ovillo de lana de los seres entremezclados en el tiempo...»


Llena de guiños cómplices con el lector –desde los nombres con que bautiza a sus gatos, Nigel y Barley, en homenaje al antropólogo inglés, a las referencias a Rousseau y a Levi-Strauss–, EL BANQUETE DE LA COFRADÍA DE SEPULTUREROS cuenta con una gran dosis de humor y una enorme erudición en la aventura del joven etnógrafo y los habitantes de La Pierre-Saint Christophe. "Reirse es una forma de luchar contra la muerte, una manera de combatir la tristeza de la desaparición".


EL BANQUETE: ¡LARGA VIDA A LA MUERTE!


«Nadie puede escapar: le pase lo que le pase al alma, material sutil, el cuerpo siempre acaba en manos de los enterradores.» Martial Mojagua, el alcalde del pueblo, es también el enterrador. Y como presidente de la delegación del Oeste, este año es el encargado de organizar el tradicional banquete de la Cofradía de Sepultureros.


Todos los años, con la llegada de la primavera los trabajadores del gremio funerario se reúnen durante tres días para celebrar su oficio. Sepultureros, marmolistas, cavadores, guardianes de cementerio, cocheros de carrozas fúnebres, maquilladoras de cadáveres… hasta noventa y nueve comensales llegados de toda Europa –con unos nombres tan disparatados como ellos mismos: Polláud, Secaverga, Cojonarca, Grangargajo, Verruguián…– brindan en honor a esa muerte que les da de comer y reflexionan sobre el presente y el futuro de esta labor imprescindible.


Esos tres días la muerte da una tregua. Como regalo a sus trabajadores, la Parca descansa y no se lleva a nadie para que puedan estar tranquilos durante el pantagruélico banquete: una sucesión de manjares preparadas por los mejores cocineros de la región, lechones asados, aves en gelatina, carnes y pescados en abundancia, quesos de noventa y nueve clases, pasteles y confites… y todo ello, regado por los mejores vinos de la tierra, elegidos cuidadosamente por el organizador.


La noche se desarrolla siguiendo un estudiado guion que se repite año tras año; hay momentos para el debate y momentos para los discursos, para que se introduzcan nuevas propuestas (¿deberían aceptar mujeres en su gremio? ¿Deberían dejar de usar formol para conservar los cadáveres para no dañar el medioambiente?) o para que se recuerde el origen de su Cofradía.


Cuando la larga noche está tocando a su fin, antes de servir el desayuno –sopa de cebolla gratinada y ostras para la resaca– deben celebrar el Ritual. Cada uno de los miembros de la Cofradía de Sepultureros –creada por Saladino después de la toma de Jerusalén para que cristianos, judíos y musulmanes fueran enterrados por igual, y confirmada después por Ricardo Corazón de León tras la batalla de Jaffa, donde enterraron sin distinción a caballeros y sarracenos–, pronuncia uno de los nombres de la muerte: Morir, fenecer, sucumbir, fallecer, expirar… así hasta noventa y nueve formas diferentes de aludir al final de la vida. El nombre número cien es el verdadero, el que nadie ha pronunciado jamás.


LA RUEDA DE LA VIDA


Cuando alguien muere, se enfrenta a la Clara Luz y su alma va directa al Bardo, «mundo entre los mundos», un lugar donde espera su turno para ser reasignada. Este proceso de búsqueda de un nuevo cuerpo lo hace La Rueda, que elige cuidadosamente un nuevo destinatario para cada alma.


Así, a medida que avanza la historia sabremos cuál de los antiguos habitantes de La Pierre-Saint Christophe es ahora el pequeño jabalí que corre por el bosque buscando jabalinas con las que pasar un buen rato; o conoceremos la historia de los villanos –asesinos, malhechores, verdugos– que ahora viven en los diminutos cuerpecillos de los gusanos que el protagonista encuentra en su bañera.


Con un humor negro que provoca la sonrisa del lector durante toda la novela, Enard describe la sucesión de cuerpos que han habitado (o que habitarán) los habitantes de La Pierre-Saint Christophe: quien siglos atrás fuera un notario burgués puede acabar siendo un perro tras haber pasado por el cuerpo de uno de los vecinos del pueblo; o quizá La Rueda destine a otro de los vecinos a retroceder en el tiempo hasta convertirse en la chinche que picó a Napoleón en la posada La Boule d’Or, en Niort, cuando el Emperador planeaba huir de Francia…


RELACIÓN DEL HOMBRE CON LA NATURALEZA


Además de la relación del hombre con la muerte, la novela también habla de su relación con la vida. Detrás de la historia del etnógrafo y los habitantes de La Pierre- Saint Christophe, más allá de los sepultureros y su banquete, la novela presenta una profunda reflexión sobre la forma, no siempre acertada, en que el ser humano se relaciona con la naturaleza y cómo la huella que deja en el planeta es irreparable.


Aspectos como los intereses económicos detrás de los modelos que han transformado la agricultura y la ganadería en actividades con escasos márgenes, poco rentables y con mucha incidencia en el medioambiente, la necesidad de convertir las pequeñas explotaciones en denominaciones controladas de agricultura biológica como única forma de supervivencia, o la desigualdad entre hombres y mujeres en el campo, que tradicionalmente no las ha reconocido ni como trabajadoras ni como propietarias cuando han trabajado las tierras igual que sus maridos, están presentes entre las múltiples capas de lectura de esta novela.


HUELLA DE LA HISTORIA


Por las páginas de EL BANQUETE DE LA COFRADÍA DE SEPULTUREROS desfilan un buen número de personajes históricos, literarios o pertenecientes a leyendas tradicionales: desde Napoleón a Rabelais, de Alarico, rey de Aquitania, a Jean Valjean, de Rabelais y su Gargantúa al hada Melusina, de Jean Petit al trovador Jaufré Rudel, de Saladino a Ricardo Corazón de León, de Pierre Loti a Julio César… Mathias Enard ha trazado la historia de la Aquitania francesa recogiendo anécdotas, leyendas y versos, y descripciones de momentos históricos que sirven como telón de fondo de las múltiples historias que contiene esta novela: la batalla de Poitiers, el conflicto entre chuanes y vandeanos –a pesar de que ambos luchaban en el mismo bando, el contrarrevolucionario– en los enfrentamientos contra los partidarios de la Revolución francesa a principios del siglo XIX, las rebeliones campesinas o jacqueries…


LOS ESCENARIOS


LA PIERRE-SAINT CHRISTOPHE El pequeño pueblo que sirve como escenario de esta novela estaría situado, de existir realmente, en la parte norte de Nueva Aquitania, al oeste del país. La Pierre-Saint Christophe está en el corazón del departamento de Deux-Sèvres, muy cerca de su capital, Niort, «en medio de un triángulo cuyos vértices son Saint-Maxire, Villiers-en-Plaine y Faye-sur-Ardin».


LOS RURBANOS Quienes viven en la urbanización Les Bornes son rurbanos, gente que trabaja y hace su vida en la ciudad y que desechan la idea de integrarse en La Pierre-Saint Christophe. Según los define Max, los rurbanos no viven en el pueblo sino que se contentan con habitar allí, son «gente de la ciudad, sobre todo trabajadores del sector terciario, cuya principal actividad consiste en alzar barricadas alrededor de su terrenos para poder bañarse desnudos en su piscina, tres días al año y sin que nadie los vea; los coleccionistas de enanos de jardín que te cruzas en bicicleta los domingos y pasan el resto de la semana lustrando su caravana mientras esperan a que llegue el verano». En Les Bornes también viven tres matrimonios de jubilados británicos que, aunque tampoco se dejan ver en el pueblo, despiertan el recelo de los vecinos por ser extranjeros.


LA PIEDRA DEL DIABLO La Pierre-Saint Christophe debe su nombre a la Piedra del Diablo o Piedra Levada, un dolmen de varias toneladas de granito situado en un claro del bosque de Luc, al norte del pueblo. La piedra, antes de ser piedra vivió en distintos cuerpos asignados por La Rueda, desde una bruja que participaba en aquelarres a una oropéndola, un roble o un caballo de tiro, hasta acabar siendo un monumento funerario.


LA LEYENDA DE LAS MARISMAS El pueblo está junto a la zona conocida como el Marais Poitevin. El bosque de Luc, que en tiempos anteriores a Julio César era inmenso y llegaba hasta la Bretaña, unía el pueblo con la marisma que se extiende al oeste, una zona pantanosa que en su día fue un brazo marino que se internaba en la tierra, dando lugar al golfo de los Pictos. Según la leyenda antigua, en tiempos inmemoriales la laguna tenía una isla habitada únicamente por mujeres, sacerdotisas que veneraban a un dios oscuro al que habían erigido un templo.


LA GUERRA DE LOS EMBALSES


«La idea de que la actividad humana no tiene consecuencias para la naturaleza no es sólo sorprendente, en pleno siglo XXI es delirante.» Desde los años ochenta, en Francia se vive la «guerra del agua», en la que los colectivos ecologistas trataban de hacer frente a una política hídrica basada en la construcción de embalses que almacenaran millones de metros cúbicos de agua. El programa de desarrollo de reservas de sustitución planeaba la creación de dieciséis embalses en el departamento de Deux-Sèvres donde se acumularían hasta ocho mil millones de metros cúbicos de agua bombeada de la capa freática; esta operación se llevaría a cabo en invierno, para que en verano se pudiera hacer uso del agua embalsada para paliar la sequía. Pero los colectivos en defensa del medioambiente pronto vieron que detrás de las buenas intenciones –algo tan loable como proporcionar agua a quien no la tiene– había unos poderosos intereses económicos y un enorme impacto medioambiental, pues esas políticas favorecían la ganadería, responsable de un porcentaje significativo de la emisión de gases causantes del efecto invernadero, y contribuían a secar el medio, en un contexto de cambio climático y calentamiento global. En la novela, los colectivos ecologistas protestan contra estas políticas y reivindican programas más comprometidos con la protección del planeta.


HISTORIAS DENTRO DE LA HISTORIA


El relato de la vida en La Pierre-Saint Christophe está salpicado de pequeñas historias, leyendas y canciones que introducen una nota de folclore e historia popular.


LAS CANCIONES El libro recoge seis canciones tradicionales, basadas en romances y poemas antiguos, que son muy conocidas en Francia. Han sido interpretadas por artistas como Nana Mouskouri, Yves Montand, Édith Piaf o Marie Laforêt. Algunas están inspiradas en poemas, como El planto de san Nicolás –que recoge los versos de Gerard de Nerval–. Otras, como la occitana Jean Petit cuando baila (Juan Pequeño baila), son también cantadas a este lado de los Pirineos. Un marino que vuelve de la guerra para descubrir que ha sido dado por muerto y su mujer ha rehecho su vida, un zapatero enamorado tan tímido que no se atreve a declarar su amor hasta que es demasiado tarde, un soldado vandeano condenado a muerte en la prisión de Nantes que se enamora de la hija del carcelero, tres niños que piden refugio en casa de un carnicero y el matrimonio los acoge con turbias intenciones, un protestante exiliado que lamenta la pérdida de su amada en la soledad del Nuevo Mundo y un jacques, un campesino que ha participado en las revueltas contra los nobles y la Iglesia, a quien una vez condenado a muerte, van desmembrando poco a poco. El folclore popular ha conseguido que estas historias hayan llegado hasta hoy, y Mathias Enard las recrea en forma de breves capítulos intercalados con la historia del antropólogo protagonista.


OTRAS LEYENDAS La novela también recoge otras leyendas tradicionales y fragmentos de la historia como la de Jaufé Rudel, el poeta y trovador provenzal que oyó hablar de la princesa de Trípoli y, enamorado perdidamente, emprendió rumbo a Oriente para buscarla, pero enfermó durante el viaje y cuando la encontró sólo pudo morir en sus brazos; o la de Clodoveo I, Clovis, primer rey cristiano de Francia, que se enfrentó al rey Alarico en una cruenta batalla e invadió el territorio de los visigodos; o la de la virgen Pezenne, una devota española que se perdió en las marismas huyendo de los sarracenos, en el año 800, hasta encontrar un monasterio cerca de Niort, de donde fue raptada por un noble junto con otras vírgenes y murió de agotamiento mientras marchaba obligada por su secuestrador; o la historia del poeta barroco Théodore Agrippa d’Aubigné, que combatió ferozmente por su amigo, Enrique de Navarra (Enrique IV de Francia); o la de Pierre Loti, que convirtió su casa tradicional en una deslumbrante mansión, con una planta decorada ostentosamente, con escaleras de mármol, lujosos cortinajes, elaborada carpintería y un teatro donde el escritor organizaba fiestas de disfraces, y otra planta dedicada Oriente, con techos y columnas de madera de cedro, cerámicas persas, ricas alfombras y mullidos almohadones, y que visita la tumba de su amada muerta hace años. El banquete de la Cofradía de Sepultureros es un paseo delicioso por la historia, por la literatura y por la tradición de la mano de uno de los escritores más sólidos y ambiciosos del momento.


Sobre el autor


Mathias Énard nació en 1972 en Niort, Francia. Tras cursar estudios de árabe y persa, y pasar largas estancias en Oriente Próximo, en el año 2000 se estableció en Barcelona, donde participó activamente en varias revistas culturales, entre ellas la desaparecida Lateral. Miembro del consejo de redacción de la revista Inculte en París, en 2005 fue elegido escritor residente en la prestigiosa Villa Médicis de Roma. Ha ejercido de profesor de árabe en la Universidad Autónoma de Barcelona. Enard es autor de las novelas La perfección del tiro (2004), Remontando el Orinoco (2006), El manual del perfecto terrorista (2007), Zona (2008), Habladles de batallas, de reyes y elefantes (2011), El alcohol y la nostalgia (2012), Calle de los Ladrones (2013) y Brújula (2016). Ha sido galardonado con diversos premios, entre los que cabe destacar el Premio de la Francofonía 2004, el Prix Décembre, el Prix du Livre Inter, el Premio Goncourt de los Estudiantes en 2010 y el Premio Goncourt 2015 por Brújula.


 

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