UN BUEN SISTEMA FERROVIARIO ES FUNDAMENTAL PARA EL DESARROLLO ESPAÑOL
Aunque
el sistema ferroviario inició su andadura en España en la segunda
mitad del siglo XIX, en los últimos cuarenta años ha sido el gran
olvidado de la política de infraestructuras del gobierno español,
si se exceptúan las actuaciones en materia de alta velocidad desde
el centro de España a las principales ciudades nacionales. Estas
inversiones, a pesar de algunas críticas, han sido de gran
importancia para la modernización del sistema de transporte de
pasajeros, la mejora de la imagen internacional, el atractivo
turístico del país y el fortalecimiento del sistema español de
ciudades con la capital de España como epicentro. Pero el olvido de
aspectos fundamentales de un sistema ferroviario que responda a los
retos económicos y sociales que afronta el país está teniendo y
tendrá, si no se enmienda rápidamente, serias consecuencias sobre
el futuro económico, social y medioambiental de España.
Entre
estos olvidos destacan: un sistema eficiente de transporte de
mercancías integrado en la red básica ferroviaria europea; la
conectividad en alta velocidad de la periferia del país, donde se
sitúan ejes fundamentales de desarrollo, como el Eje Mediterráneo,
y la modernización del sistema ferroviario de cercanías.
Desde
el pasado siglo ya se vislumbraban con claridad algunos grandes retos
que afronta nuestra sociedad. Uno es la mejora del potencial de
desarrollo del país que permita elevar la productividad y la
competitividad y ayude a reducir el desequilibrio y endeudamiento
externos. Esto es fundamental para conseguir un crecimiento estable,
crear más y mejor empleo y elevar el nivel de vida y el bienestar de
los españoles. Las infraestructuras ferroviarias en ancho europeo,
especialmente para el transporte de mercancías a larga distancia,
así como una gestión eficiente del mismo, son de trascendental
importancia para lograrlo, al ser nuestro principal mercado el
europeo. Esta infraestructura no sólo reduce el coste de transporte,
sino que mejora el acceso a los mercados de destino de nuestros
productos y el servicio al cliente. De ahí que desde la Fundación
Pro-AVE estemos defendiendo con tanta intensidad la ejecución del
Corredor Mediterráneo. Corredor que, al mismo tiempo, permitirá
vertebrar mejor el país e integrar el principal eje turístico de
España.
Si
a esto se une la posición estratégica de los puertos del
Mediterráneo español en la ruta que sigue el flujo de mercancías
que circulan entre Asia y el centro y norte de Europa, lo que permite
desviar -con ayuda de una línea ferroviaria en ancho europeo para el
tráfico de mercancías- una parte del mismo por territorio nacional
e impulsar nuevas actividades de alto valor añadido, nos haremos una
idea de los costes sociales que semejante olvido o negligencia
pública trae consigo.
El
segundo reto fundamental que debe afrontarse es de índole
medioambiental. Esto afecta tanto al transporte de pasajeros y
mercancías a larga distancia como al de pasajeros a corta. El
ferrocarril no sólo disminuye el coste económico en ambos tráficos,
sino que reduce sensiblemente el impacto medioambiental de la
principal fuente de emisiones de gases de efecto invernadero. Si se
tienen en cuenta las consecuencias ecológicas, sanitarias,
económicas y sociales que la contaminación y el cambio climático
conllevan, y que serán particularmente agudas en el sur de Europa en
general y en España en particular, nos haremos una idea del alto
coste que los olvidos en materia de infraestructura ferroviaria
tienen para la sociedad española.
Dicho
esto, parece evidente que una política racional y socialmente
responsable no puede sustentarse en un supuesto conflicto entre
opciones ferroviarias: cercanías contra alta velocidad y/o tráfico
de mercancías, por ejemplo. Las tres son estratégicas para el
desarrollo económico, social y ecológicamente sostenible. Por
tanto, deben tener la máxima prioridad en la política pública y la
selección de inversiones, lo que no ha ocurrido hasta ahora. Esto no
implica, sin embargo, que dentro de la selección de líneas de
máxima prioridad el impacto económico, social y medioambiental a
corto, medio y largo plazo no deban ser criterios decisivos. Y a este
respecto hay que tener en cuenta que las inversiones de mayor impacto
económico en el corto y medio plazo cumplen una doble función:
favorecer la sostenibilidad y generar recursos con los que financiar
las menos rentables económicamente.
Un
aspecto que resulta crucial en orden a maximizar la eficacia y
eficiencia de la política de infraestructuras ferroviarias es el de
la gestión del servicio. El monopolio actual por parte de una
empresa pública constituye una opción altamente discutible a este
respecto. Propiciar la competencia en el uso de la infraestructura
pública y la gestión del servicio a los usuarios, así como la
evaluación sistemática de la calidad del servicio por un organismo
independiente y su uso como criterio de selección de los operadores,
resulta fundamental al fomentar la calidad y la innovación. En suma,
la competencia y la colaboración público-privada son claves para
gestar un sistema ferroviario eficiente, innovador y al servicio de
la sociedad.
Federico
Félix
Presidente
de la Fundación Pro AVE
Vicepresidente
de FERRMED
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