PROHIBIDA EN NORMANDÍA, una novela de Rosario Raro basada en hechos reales que conmemora el 80 aniversario del trascendental desembarco
Editorial Planeta. 448 páginas
Tapa dura con sobrecubierta: 20,90€ Electrónico: 9,99€
Rosario Raro aborda en Prohibida en Normandía una empresa literaria necesaria en los tiempos
actuales, la recuperación de una figura femenina que, debido a que se enfrentó a todas
las trabas que se le imponían, pagó por ello. Martha Gellhorn es un personaje real que ahora
vuelve a la actualidad de la mano de esta autora, quien siempre tiene una mirada puesta en
héroes, en algunos casos anónimos, capaces de rebelarse ante los violentos códigos impuestos
en el convulso siglo xx.
Reportera de algunos de los principales medios de Estados Unidos y autora de algunas de las
historias más impactantes en plena II Guerra Mundial, Gellhorn fue mucho tiempo eclipsada
por la fama de su marido Ernest Hemingway y también probó las hieles de la censura por el
simple hecho de ser mujer. Con un estilo directo y una ingente documentación sobre episodios
verídicos, Raro vuelve a ofrecer una reconstrucción histórica de un tiempo que ya parece lejano,
pero que, sin embargo, muestra algunos temas que conversan con la actualidad.
«Bastantes años atrás, cuando Martha escribía en el Albany Times Union, tenía que visitar
con frecuencia la morgue debido a que se encargaba de la sección policial. Aquellas
truculentas noticias que se veía obligada a redactar tampoco acallaban los continuos
comentarios de sus compañeros sobre sus piernas ni impedían que la llamaran el peligro
rubio. Aquello le caló, pero tampoco la llevó a dudar de que había nacido para ese
oficio».
Prohibida en Normandía es una novela de una velocidad vertiginosa que recoge varios años
del momento que significó el principio del final de un conflicto que se llevó por delante la vida
de millones de personas. A través de la mirada de su protagonista, el lector se cruza con otras
mujeres que intentaron aportar todo lo que tenían para cambiar el rumbo de la guerra, aunque
a veces eso supusiera renunciar a lo que más querían.
De una manera directa, con rigor histórico y casi como si de un thriller se tratase, la novela
también tiene otra mirada que descubrirá cómo ambos bandos de la contienda más feroz del
siglo xx aguzaron su ingenio para tratar de desarbolar a su enemigo, las valerosas acciones
de algunos de los miembros de la Resistencia ―también la alemana, que intentó atentar en
varias ocasiones contra el Führer― y las secuelas mentales que puede dejar una guerra de tal
magnitud en las personas que la vivieron.
LA HISTORIA DE LUCHADORAS OLVIDADAS
Martha Gellhorn, colaboradora entre otros del diario militar Stars and stripes o el prestigioso
magazine Collier’s Weekly, en el que también escribe su marido Ernest Hemingway, inicia un
camino a Inglaterra como primer paso para formar parte de algún batallón de soldados que
va a participar en el desembarco de Normandía y convertirse en la primera persona que envíe
una crónica sobre este histórico suceso.
Ya instalada en Londres y, posteriormente en Dover, Gellhorn conocerá a varias personas que
podrían serle de ayuda, entre ellas al general estadounidense Harvey, quien junto a Douglas
Fairbanks Jr. y con el general Patton como principal señuelo serán los responsables de la mayor
maniobra de distracción ideada en la II Guerra Mundial: la operación Fortitude.
Las dificultades de trabajo habituales para un reportero de guerra se verán acrecentadas en el
caso de Martha, especialmente por la orden irrevocable dada por el alto mando de los aliados
por la que se prohíbe la presencia de las mujeres durante la operación militar del desembarco.
Incluso las enfermeras desembarcaron bastantes horas, e incluso días, después.
«¿Y sabes cómo titularon ese breve texto sin gracia? Alguien nos contó que estuvo allí. Así,
como si mi testimonio no fuera de primera mano. Lee, después de jugarme la vida, han
conseguido borrar mi presencia de Omaha Beach. Tacharme», carta de Martha Gellhorn
a su amiga Lee Miller.
Martha Gellhorn es la protagonista de una carrera contra reloj para llegar a tiempo a ese punto,
cueste lo que cueste, y en ese trayecto irá sufriendo decepciones como las de su propio
marido, quien no parece estar muy dispuesto a quedar en un segundo plano en favor de su
esposa en cuestiones de valor y reconocimiento. Pero también recibirá la ayuda de otras mujeres
fuertes, que se abrirán a contarle algunas de sus situaciones para futuros reportajes, y,
sobre todo, del general Harvey, con quien comenzará una relación más allá de lo profesional.
UNA MUJER EN UN MUNDO DE HOMBRES
Es el momento de reivindicar la figura de Martha Gellhorn, una periodista y escritora estadounidense
opacada por la sombra de su marido, Ernest Hemingway, premio Nobel de Literatura,
tantos y tantos años más allá de los que compartió con él. De hecho, fue la única de sus parejas
que abandonó al escritor, algo que él nunca perdonó.
Conocida irónicamente ―y con algo de cinismo― por muchos de sus compañeros de profesión
como el Peligro Rubio, Gellhorn tuvo que aguantar no solo los comentarios e insinuaciones
de ellos ―al igual que tantas otras compañeras―, sino que también sufrió continuos vetos
y el ocultamiento de su autoría mediante seudónimos.
Muchos no soportan que sea una intelectual. Un compañero suyo la llega a encañonar con
una pistola por pisarle una exclusiva. Ella primero lo denuncia, después retira los cargos y pide
que lo despidan, pero él sigue en su puesto. Además de valiente, Martha es una mujer que
se posiciona en contra de las injusticias. Por ejemplo, no soporta el arraigado racismo de su
ciudad natal. Le hieren estos comportamientos segregacionistas, probablemente porque es
hija y nieta de judíos alemanes. Abomina de cualquier forma de discriminación y por eso se
la ve defendiendo a un marinero afeminado, que sufre el maltrato de algunos miembros de la
tripulación. O sufriendo por gentes desposeídas de todo durante la Gran Depresión.
«Pensar en lo que otros cobran sin salir de sus madrigueras también me revienta», Ruth
Cowan Nash, reportera de guerra estadounidense.
Prohibida en Normandía es una muestra más de ello, aunque el momento de tensión surgido
con el cénit de los enfrentamientos entre los dos bloques de la II Guerra Mundial suponía
redoblar el riesgo para sacar adelante el mayor anhelo de la protagonista: escribir el primer
reportaje del desembarco que llegase a América.
«No necesitamos ser censuradas a priori bajo el pretexto de la protección, sino contar
la vida sin cortapisas. En resumen, ejercer nuestro oficio tal como hacen nuestros compañeros.
Que nos tomen en serio. Nosotras también nos jugamos la vida». Extracto de
la carta firmada por varias periodistas y enviada a la Administración estadounidense.
Gellhorn vio cómo su crónica del desembarco no fue publicada hasta meses después de enviarla
y con mutilaciones del texto, aparte de las dificultades para que otros de sus reportajes
vieran la luz ―otro texto sobre el buque hospital que trasladó a los heridos no salió hasta
1959― e incluso el hecho de afrontar una condena por saltarse las normas y estar en una zona
de máximo riesgo bélico.
Además, la novela con la que debutó en la literatura Martha Gellhorn permaneció en el olvido
hasta que en 2012 la Biblioteca Británica compró una copia.
Hemingway, de quien se pone en duda su presencia allí, vio, sin embargo, como era condecorado
por el Gobierno estadounidense por su valentía y heroísmo dos años después de la guerra,
además del otro reconocimiento del que Martha nunca pudo gozar: el de todo el sector
periodístico y, por supuesto, el literario.
A lo largo de su camino, Martha se cruzó con numerosas mujeres a las que reconocía en la
misma situación o incluso peor. Este libro muestra cómo ella luchó para dar voz a todas ellas,
desde el relevante Cuerpo de Mujeres del Servicio Postal a enfermeras como Lindsey Bennet,
quien en esta historia tendrá un papel clave en un intercambio que salvará la vida a la protagonista.
Y también hay un recuerdo para todas esas compañeras de profesión como Ruth Cowan o
Lee Miller, quien murió alcoholizada y deprimida sin que ni sus propios familiares supieran de
sus logros hasta el final ―para el recuerdo queda su mítica fotografía en el baño de la casa de
Hitler en Munich―. De todas ellas da cuenta Prohibida en Normandía con el momento culminante
de la carta que dirigen a los altos mandos de la guerra para reclamar espacio.
UN PLATÓ DE HOLLYWOOD EN ZONA DE GUERRA
La novela recupera también uno de los episodios menos conocidos del desembarco, pero que,
sin duda, sirvió tanto para dar el primer paso en la victoria de los aliados en la II Guerra Mundial
como para evitar más muertes de soldados, gracias a una campaña de destrucción: la conocida
como operación Fortitude, que contó con la inestimable ayuda de los mejores actores
del momento.
Tanto Gran Bretaña como Estados Unidos tenían sus dudas sobre el punto exacto por donde
debían entrar las numerosas tropas de los aliados y empezar a abrir una brecha en las temibles
líneas de los alemanes. Conocedores de que los servicios de inteligencia enemigos interceptaban
parte de sus comunicaciones y, además, contaban con espías infiltrados, aprovecharon
los «trucos de prestidigitación» de los que eran capaces algunos de sus mejores hombres del
ejército, actores y personas de los más variados oficios, para poner en marcha una simulación.
«Harvey estaba admirado. Ante la grandiosidad de aquel espectáculo comenzó a pensar
que era muy posible que consiguieran llevar a cabo aquella locura llamada operación
Fortitude Sur... De la pericia de todos dependía que el engaño obrara su efecto. El desarrollo
de aquellas maniobras era clave para salvar muchas vidas y llegar cuanto antes
hasta la legendaria frontera del Rin, y de allí a Berlín».
El afamado intérprete Douglas Fairbanks Jr., que acompañó a Katherine Hepburn en títulos
como Morning Glory, por el que la actriz recibió un Óscar, fue uno de los encargados de dirigir
esta operación, que contaba con unos tanques de cartón piedra con vehículos motorizados
por debajo y en la que también se podría incluir a los conocidos como explosivpuppen o paradummies,
señuelos de paracaidistas falsos lanzados en diferentes puntos de la costa francesa.
La operación Fortitude tuvo lugar en Calais, a 250 kilómetros del desembarco real en Normandía,
y fue un éxito para los aliados. Otro personaje importante que sirvió para «cebar» el
señuelo fue el general George Patton, a quien los nazis temían, y no contemplaban otra opción
que la participación de este militar en el sitio exacto donde tendría lugar la llegada del enemigo.
Por supuesto, Patton tuvo su propia película en Hollywood, con guion de Francis Ford
Coppola.
Pero Prohibida en Normandía también recupera otros grandes nombres del celuloide y también
de la literatura. Por ejemplo, el actor británico David Niven, ganador de un Óscar en
1958, que ya participó en algunas películas de propaganda antinazi antes de la guerra y que
llegó a ser teniente coronel durante el conflicto. Amigo personal de Douglas Fairbanks Jr., no
obstante, no está muy bien visto por Harvey, quien desconfía de su capacidad para distraer
al enemigo. Peter Ustinov, quien dio fama en el cine a Nerón tocando el arpa mientras Roma
ardía, tiene asimismo un espacio como ayuda de campo en el conflicto.
«Esta mañana los guardias no detectaron a dos civiles que paseaban en bicicleta... Se
acercaron demasiado y vieron cómo cuatro soldados levantaban uno de los tanques
hinchables. Imagínate la cara que se les quedó al verlos levantar las cuarenta toneladas
de un Sherman». Douglas Fairbanks Jr.
Roald Dahl, el creador de Charlie y la fábrica de chocolate, que tantas veces ha sido adaptada a
la gran pantalla, es también uno de los personajes del ejército de los aliados que pondrá trabas
a Martha Gellhorn en su camino para llegar a Normandía, mientras que el actor Leslie Howard
―quien murió en un avión ametrallado por los nazis― o la intérprete Gertrud Lawrence ―encargada
de actuar para las tropas― también tienen su espacio en esta novela.
UNOS PERSONAJES INOLVIDABLES
Martha Gellhorn reportera de guerra estadounidense, es la protagonista de esta historia.
Casada con el prestigioso escritor Ernest Hemingway, intenta usar todas sus influencias para
conseguir un permiso profesional y estar en primera fila en el desembarco de Normandía, algo
que estaba vetado a las mujeres. Ni el hecho de trabajar para Stars and stripes ―el conocido
diario militar estadounidense― o el magazine Collier, así como sus contactos con algunos de
los hombres clave del Ejército aliado ―ahí aparece por ejemplo Roald Dahl―, supondrán una
ayuda para una persona valiente que luchó por superar muchas barreras en un tiempo de
hombres.
No era la primera vez que Martha acudía a un lugar en conflicto. De hecho, sus destinos anteriores
como reportera de guerra la llevaron a España en 1937, Finlandia en 1939 o China en
1940, donde contempló algunas de las peores abominaciones perpetradas por el hombre. Eso
no la echó para atrás, al contrario, la animó a contar más historias, y siempre con una mirada
hacia la mujer y las consecuencias para ellas en el conflicto.
«Mi viaje hacia la victoria estaba sobreimpreso sobre una imagen de su famoso marido
rodeado por una docena de soldados. Abrió la publicación. Su asombro creció aún más
cuando contó que le habían dedicado a su reportaje nada menos que cinco páginas de
texto al que acompañaban unas fotografías sospechosamente parecidas a las que ella
había tomado en la playa».
El general Harvey Martha usará la excusa de una entrevista para acercarse a este importante
hombre del ejército estadounidense, que podría servirle de pasaporte para Normandía. Sin
embargo, esta relación irá más allá y el general será un gran apoyo para la reportera, la cual
sufrirá varios duros reveses no solo en el terreno bélico, sino también en su relación matrimonial.
Al igual que otros personajes, Harvey es una invención de Raro a raíz de la vida y acciones
bélicas de varios oficiales estadounidenses, si bien en este caso será uno de los responsables
del que fuera conocido como Ejército Fantasma en Normandía, usado para distraer a los nazis
y, de esa manera, evitar que conocieran el punto exacto de desembarco. Junto a él, otros dos
nombres ―estos sí reales― a la cabeza de esa tropa simulada: Douglas Fairbanks y el general
George Patton.
Otto Manheim confidente de los servicios de inteligencia aliados y hombre para todo en el
partido nazi, llegando a trabajar como ayudante de cámara del propio Hitler. Personaje inspirado
en varios miembros del servicio de confianza del Führer, tal y como reconoce la propia autora,
Manheim abomina de la ideología del partido dominante en Alemania. Su colaboración
será esencial para los aliados no solo por ser el único que mantiene el mensaje cifrado de todos
aquellos nombres que conformaron la conocida como Resistencia alemana, sino también
por su capacidad de informar de los movimientos de Hitler con relativa inmediatez.
Lindsey Bennett enfermera que Martha conoce los días previos a su viaje a Normandía durante
una entrevista de ayuda vital para ella en el momento en que resulta herida durante el
desembarco. Un consejo de guerra envió a Gellhorn a un campo de trabajo cuando aún no
podía ni ponerse en pie por las secuelas de la metralla, pero Bennett se intercambia por ella.
Ernest Hemingway el marido de Martha. Famoso escritor, para muchos el periodista con
más talento de toda su gran nación. Es bastante bromista con todos. A su mujer le molesta
su excesiva proximidad a otras mujeres. Para ella, su actitud es excesivamente ligera, como si
casi nada le resultara relevante o como si ya estuviera de vuelta de todo. Pero él defiende su
capacidad de discernimiento, de saber qué es lo único que merece la pena y la alegría.
El general Patton conocido por su mal humor y por las continuas salidas de tono con quienes
lo rodean, tanto con sus subordinados como con sus superiores se comporta de una forma grotesca,
exagerada y muy poco oportuna. Es un guerrero puro y feroz, se gana el sobrenombre de
general Sangre y Agallas. Por fuera es de hierro, reforzado con wolframio, dicen algunos, pero
esta cápsula metálica encierra a su peor enemigo: él mismo con su nulo don de gentes. Muchos
soldados lo detestan por la forma tan estricta que tiene de aplicar la disciplina militar, pero aun
así prefieren estar bajo su mando porque consideran que es la mejor opción para salir vivos.
Martha Gellhorn y Ernest Hemingway
John Cecil Masterman profesor de Oxford. En 1914, durante la guerra anterior, lo internan
en un campo alemán, donde gana un dominio perfecto del alemán. Mientras está recluido, se
hace amigo del tío de Martha. Es un gran aficionado a la literatura e incluso a escribir novelas
y obras dramáticas de misterio.
Ann Mitchell la secretaria de Masterman. Estudia Matemáticas y, a los pocos meses de graduarse,
se convierte en una de las mejores criptoanalistas del mundo. Se dedica a romper los
códigos, que los alemanes cambian cada noche. Le resulta fácil descifrar cualquier mensaje.
Glenn Connors y Aldrich Merck dos agentes inventados por los guionistas de Hollywood. El
primero es conocido como Darling y el segundo como Brandy. Glenn es un operador de radio
homosexual. Aldrich es un piloto alcohólico de la RAF, que sabe que sus días de vuelo acabarán
si se descubre su adicción.
Douglas Fairbanks Jr. el famoso actor que, además, es militar. Tiene la capacidad de convertir
siempre en algo artístico lo más vulgar. Lleva un bigote bien recortado que reproduce de manera
exacta la forma abultada de su labio superior, una mirada serena y magnética. Tiene una
mujer y dos hijas que le esperan en Estados Unidos.
Roald Dahl amigo de Martha y agregado aéreo de la embajada británica en Washington. Después
será un escritor famoso.
Mary Welsh compañera de Martha, quien la admira como profesional, pero la compadece en
lo referente a su vida privada. Está casada con un millonario, Lawrence M. Cook, un hombre aborrecible
que posa para los fotógrafos de prensa con otras mujeres como trofeos de caza, que la
llama «carroñera» por dedicarse a informar sobre los conflictos bélicos y se burla de ella.
Ruth Cowan Nash reportera de Salt Lake City. En los círculos periodísticos se celebra su arrojo
y sagacidad. Firma la mayoría de sus crónicas para United Press con el seudónimo masculino
Baldwin Cowan.
Eleanor Roosevelt la primera dama de Estados Unidos. Es ella quien presenta a Martha y a
Ruth, siempre se refiere a ellas como dos de sus favoritas. Destaca por su labor social, intenta
reducir la desigualdad y una larga lista de variadas injusticias.
Helen Kirpatrick es otra periodista compañera, jefa de la oficina del Chicago Daily en Londres.
Tiene una mayor autoridad entre el grupo de compañeras.
Lee Miller otra compañera periodista, fotógrafa. Se ha movido cámara en mano entre las
ruinas que quedan tras los bombardeos, es quien capta con mayor detalle la devastación que
deja tras de sí el Blitz. Su belleza y físico son su maldición. Exagera sus gestos al hablar y mueve
excesivamente las manos y el cuerpo. Bebe desde niña, desde el mismo momento en que comienza
a cortarse el pelo ella misma y a usar solo pantalones porque se siente más protegida
por esa prenda cerrada. Su determinación y el alcohol, a partes iguales, hacen que sus ojos
brillen mucho. Ha triunfado con su serie de retratos de las mujeres del servicio naval y de las
pilotos.
LUGARES QUE HOY YA SON HISTORIA
El hotel Dorchester (Londres) conocido como uno de los puntos más seguros en la capital
británica durante la II Guerra Mundial ―donde llegaron a juntarse más de 500 periodistas e
informadores para contar el conflicto―, Martha utiliza el hotel como centro de operaciones a
su llegada a Londres, que también albergará uno de los encuentros más difíciles con su marido
de entonces, Ernest Hemingway, el cual ya comenzaba a dar señales de no estar dispuesto a
apoyar a su mujer en su difícil empresa de llegar a Normandía.
«Muchos de ellos no saldrían de alguna de las lujosas cafeterías mientras durase el
desembarco para no alejarse demasiado de sus daiquirís. Martha llamaba a estos los
“apocrifólogos” o los “falsos”, porque inventaban las historias en lugar de vivirlas».
Hotel Balmoral, Dover situado en un punto clave por su cercanía a las costas francesas ―y a
Normandía en concreto―, Dover fue una ciudad que tuvo gran importancia durante la II Guerra
Mundial no solo por sus famosos túneles antibombardeos, sino también por ser uno de los
lugares donde llegaron varios de los soldados evacuados de Dunquerque en 1940.
Folkestone (sudeste de Inglaterra) municipio costero frente al canal de la Mancha, amenazado
permanentemente por una posible invasión nazi, en Folkestone es donde Harvey y Martha
pasarán su primera noche juntos en la residencia militar del primero.
«En aquel lugar se habían refugiado muchos civiles que huían de los ataques aéreos
en Londres, aunque también allí llegaron las bombas alemanas que acabaron con el
agua, los alimentos, las medicinas y que también destrozaban el ánimo y la fortaleza de
quienes enfrentaban aquellas largas y aciagas jornadas sin electricidad (...) Una vida de
ratas asustadas».
General Patton Douglas Fairbanks Jr. Eleanor Roosevelt
Costas de Normandía la novela abre con este escenario mítico que ya ha quedado para la
historia por suponer el paso decisivo hacia la victoria de los aliados en la II Guerra Mundial. En
esta novela puede sentirse el ambiente de tensión y miedo que pasaron los soldados ante lo
desconocido, a lo que se iban a enfrentar, frente a unas playas repletas de los «erizos» antitanques
y unos nazis agazapados en sus búnkeres con las metralletas listas para disparar.
Residencia de Berghof (Alemania) Berghof fue el lugar elegido por Hitler para pasar su
tiempo de descanso y su segunda residencia gubernamental, en una zona cercana a los Alpes
bávaros. Allí es donde pasó los días previos al ataque, donde ya daba muestras de un incipiente
pesimismo que trataba de ocultar encerrado en su habitación durante horas mientras sus
invitados aprovechaban los últimos resquicios de la buena vida y no se atrevían a comunicarle
los avances de un desembarco que iba a terminar por llevarse por delante todo lo logrado por
los nazis.
Campo de trabajo de Culford (este de Inglaterra) el ejército británico contaba en diversos
puntos de Inglaterra con zonas de entrenamiento para sus soldados, pero también usaban
esos puntos como «castigo» para rebeldes y desertores donde debían llevar a cabo algunas
de las tareas más agotadoras con las que compensaban su supuesta traición militar. La ayuda
que la enfermera Lindsey Bennett otorgará a Martha le supondrá una carta extra en su labor
de contar lo ocurrido en el desembarco.
Canfranc como no podía ser de otra manera, Raro vuelve a sus orígenes introduciendo parte
de la trama en este municipio oscense. Zona de paso por la que muchos de los perseguidos
por los nazis trataban de encontrar una vía de escape para el otro lado del charco, Martha llega
allí después de un intento de violación de un piloto y encontrará un inesperado aliado en un
matrimonio español que le dará cobijo en su peor momento.
CURIOSIDADES
La mayoría de los capítulos han sido escritos en el mismo lugar donde suceden, es decir, en
Hollywood, San Francisco, San Luis, Londres, Dover, Normandía, Canfranc... Rosario Raro considera
que conocer los escenarios a través de todos los sentidos, cuando es posible, permite
transmitir mejor después las sensaciones que producen, conducir a los lectores hacia una experiencia
inmersiva.
Como apunte curioso, la autora nos cuenta que Martha Gellhorn estuvo en Benicasim, Castellón,
aunque esta información resulta difícil de rastrear porque ni siquiera aparece de forma
correcta en muchos lugares su apellido, en las crónicas hablan de ella como «la rubia acompañante
de su marido» u «otra más de sus esposas». Justo lo que ella trataba de evitar a toda
costa.
ROSARIOSobre la autora
Rosario Raro (Segorbe, 1971), además de escritora, es doctora en Filología
Hispánica y dirige el aula de Escritura Creativa de la Universitat Jaume I de
Castellón desde 2004.
En Editorial Planeta ha publicado las novelas Volver a Canfranc (2015), La huella
de una carta (2017), Desaparecida en Siboney (2019) y El cielo sobre Canfranc
(2022), con las que suma más de veintisiete ediciones. El viaje teatralizado
y la ruta literaria basados en el primero de estos libros obtuvo el premio a
la mejor experiencia turística de Aragón en 2021.
Ganó el Premio Magda Portal del Ministerio de la Mujer de Perú, país donde
vivió durante casi una década, y el prestigioso Premio Ciudad de Huelva de
relato, entre otros galardones. Sus haikus han sido traducidos al japonés y su
obra narrativa de ficción, al árabe, francés y catalán.
En Prohibida en Normandía la autora se basa en algunos acontecimientos de
la vida de Martha Gellhorn como reportera de guerra durante el periodo 1944-
1945 y, en especial, en su relevante papel durante el desembarco de Normandía.
www.rosarioraro.com E Rosario Raro Q @rarorosario d @rosarioraroficción, al árabe, francés y catalán.
RARO
Rosario Raro (Segorbe, 1971), además de escritora, es doctora en Filología
Hispánica y dirige el aula de Escritura Creativa de
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