Juan Tranche aborda en GLADIADORAS las injusticias sociales, la igualdad de oportunidades y derechos y la lucha de las mujeres por decidir sobre ellas mismas


Editorial Planeta. 576 páginas

Tapa dura con sobrecubierta: 22,90€ Electrónico: 9,99€


Esta magnífica novela histórica, repleta de intriga, acción y amor, aborda por primera vez el tema de las mujeres gladiadoras, apenas tratado en la literatura. Excelentemente documentada y con una extraordinaria ambientación, su autor Juan Tranche nos regala la emocionante historia de las inolvidables Helena, Valeria y Domicia, cuya particular lucha por decidir por ellas mismas conquistará a todos los públicos.


Año 124 d. C. Helena y las hermanas Valeria y Domicia son tres jóvenes romanas procedentes de mundos muy distintos: una esclava y las otras nobles. Sin embargo, las tres tienen que tomar decisiones que ponen a prueba su valentía. Cuando el emperador Adriano se enamora del esclavo Antinoo, el gran amor de Helena, la joven se ve obligada a convertirse en la mejor gladiadora de todos los tiempos, algo nunca visto para los romanos, y así tratar de acercarse a su querido Antinoo. Antes de ponerse sobre la arena, sufre continuas vejaciones debido a su condición social, tratando de sobrevivir y siendo capaz de encontrar en la lucha una salida inesperada a su propia vida.


En la arena luchaban por su vida. En Roma luchaban por defender aquello en lo que creían. Juntas demostraron que todo es posible.


Por su parte, Valeria, hija de un abogado de renombre, sueña con vencer al destino que le espera como esposa y madre en una época gobernada por la voluntad de los hombres. Tanto ella como su hermana, apoyadas siempre por su padre, retarán a quien se interponga en su camino, mientras sienten con inquietud la ola de asesinatos de prostitutas que suceden en Roma. Años después de que la vida de todas estas mujeres den un giro inesperado, en el año 131 d. C, el pueblo de Roma celebra el combate de gladiadoras más increíble que jamás se haya visto. Movidas por el anhelo de libertad y la venganza, dos mujeres se enfrentan en un duelo definitivo. El duelo de la eternidad.


«Sé que pensarás que soy una ilusa, que en el mundo siempre reinará el deseo de los hombres, que siempre estaremos a su sombra, pero déjame soñar con un mundo en el que nosotras, las mujeres, seamos dueñas de nuestro propio destino.»


UNA ORIGINAL FICCIÓN HISTÓRICA SOBRE UNAS VALIENTES LUCHADORAS QUE DESAFIARON AL MUNDO


El escritor Juan Tranche ha culminado una narración para todos los públicos, tanto para los lectores apasionados por esta época, como para los que se acerquen a ella por primera vez. Todos se verán conquistados por una historia original y fascinante que une el destino de mujeres dispuestas a todo para lograr sus deseos de venganza y libertad.


Con una historia a la altura de las grandes ficciones, el autor dota a los personajes y a las escenas de un

gran realismo, sin olvidar una trama propia del mejor suspense, ya que, página a página, crece el misterio alrededor de los asesinatos de prostitutas y de quiénes son los verdaderos criminales. Una cuestión que al principio resulta secundaria para gran parte de los romanos y que termina por cobrar mayor importancia cuando los ataques se extienden a las clases más altas de la sociedad.


Dirigida a todos los públicos, Gladiadoras gustará a los apasionados del mundo romano, pero también a quienes se acerquen a él por primera vez. La formidable atmósfera y el ritmo trepidante, lleno de emociones, harán las delicias de todos los lectores.


El resultado es una novela histórica repleta de intriga, lucha acción y amor, que va más allá abordando temas universales y que siguen estando de actualidad: la lucha de las mujeres por decidir sobre ellas mismas, la igualdad en el acceso a la educación y el miedo de caminar solas por las calles de una gran ciudad. Y es que, a través de los personajes femeninos de esta novela, el autor pone en evidencia las injusticias sociales que sufrían las mujeres en el Imperio romano y los deseos de libertad de muchas féminas. Feminae y mulieres, damas y mujeres de las clases sociales más bajas, tienen su reflejo en esta reveladora y trepidante ficción histórica. Ya fueran patricias o plebeyas, las mujeres debían seguir las expectativas tradicionales de comportamiento, dejando de lado sus verdaderas inquietudes y deseos.


Gladiadoras es una novela que aborda temas universales que conectan con la actualidad como las injusticias sociales, la igualdad de oportunidades y derechos y la lucha de las mujeres por decidir sobre ellas mismas.


La obligación de las romanas era la de traer hijos al Imperio, aceptar un matrimonio impuesto siendo adolescentes, acatar las decisiones de sus padres o esposos, dedicarse a la crianza de sus hijos y esperar que el hombre que estuviese a su lado las respetase, siempre y cuando ellas se ciñesen al orden social. Así era en el mejor de los casos. Porque, en el peor, se encontraban las infames, entre las que destacaban las prostitutas y las gladiadoras, y las esclavas. Repudiadas socialmente, a las prostitutas se las trataba como escoria, siendo vistas como ciudadanas de segunda sin apenas voz. Las gladiadoras eran consideradas un divertimento sexual para el público, luchaban con el pecho descubierto y tenían un papel secundario a diferencia de sus homólogos masculinos. Sin embargo, la historia de Gladiadoras hace justicia con estas mujeres valerosas que también probaron la gloria y buscaban la ansiada

libertad.


Con un estilo sobresaliente, el autor equilibra una trama adictiva con la recreación histórica y la riqueza de los personajes. Así, las escenas sobre los combates que se celebraban en el anfiteatro de los Césares tienen infinidad de matices: desde el ambiente que se respiraba entre el público, pasando por las emociones de quienes entraban en la arena, cómo se luchaba y qué futuro les aguardaba tras poner su vida en riesgo. Resulta imposible no emocionarse con el desarrollo de la trama y su épico final.


«No hay piedad para aquel que no lucha con valor. No hay recompensa para quien clava la rodilla en la arena solicitando clemencia.»


EL RETRATO DE UN IMPERIO PODEROSO


La excelente labor de documentación sustenta una novela con una riqueza histórica extraordinaria, llena de referencias a la forma de vida de los habitantes del Imperio romano, sus costumbres, leyes y valores. Con una gran habilidad, el autor nos traslada al siglo II d. C, en concreto a los años que van de 124 a 141 d. C. y que en su mayoría corresponden al gobierno del emperador Adriano. Los lectores son testigos del ocio de los romanos, de la rivalidad que había entre los collegium —formación a la que solo tenían acceso los jóvenes patricios—, de qué eran los llamados ludus —donde gladiadores y gladiadoras, que eran propiedad del director de la escuela, entrenaban hasta la extenuación—, y de cómo se celebraban los juicios a ojos del público como si fuese un espectáculo más.


Juan Tranche recrea la sociedad romana mostrando también las enormes injusticias y la doble moral imperante tanto en el trato de las mujeres como en los gladiadores. Estos luchadores eran ídolos de masas, representaban los valores de la masculinidad, cosa que entraba en contradicción con una existencia dominada por otros. Gladiadoras es un homenaje a aquellas mujeres pioneras decididas a luchar por sus ideales aunque lo tuviesen casi todo en contra.

LOS PERSONAJES MÁS RELEVANTES


Gladiadoras es una ficción histórica que mezcla personajes ficticios con reales. Entre los más conocidos por el público, destacan el emperador Adriano, su amante Antinoo y su esposa Vibia Sabina. Las gladiadoras Achilia y Amazona también existieron en la realidad. Tal y como señala el autor, la mayor prueba de ello es un relieve que se exhibe en el Bristish Museum de Londres, datado en el siglo II, en el que se observan las dos gladiadoras y sus nombres artísticos. Aunque perdida, hay constancia de la inscripción funeraria de la patricia Valeria Iucunda; de Flavia Lycia, la única referencia de una mujer dueña de una familia gladiatoria en Oriente, y de Hostiliano, responsable del Collegium Iuvenum de Ostia y el primero en ofrecer luchas de gladiadoras.


Helena. Esclava de Catilio Severo, la joven solo piensa en un futuro mejor al lado de Antinoo, del que está perdidamente enamorada. Ese deseo es el que le hace seguir adelante, animada por su abuela Helvia, quien se hizo cargo de ella tras la muerte de sus padres. Sin embargo, acontecimientos inesperados harán que la valiente Helena instale los deseos de venganza en su vida sin olvidar a Antinoo.

«El emperador era el hombre más poderoso del mundo, podía tener a toda la persona que deseara, y aquella noche había decidido tener a la única por la que ella suspiraba. Cada vez que cerraba los ojos veía la mano del césar acariciando los muslos de Antinoo, sus dedos manoseando el cuello que ella tantas veces había besado. La cabeza de la joven, tremendamente angustiada, era un mar de dudas.»


Helvia. A pesar de su delicada salud, la abuela de Helena es el mayor apoyo de su nieta. Preocupada por el presente y el futuro de la joven esclava, Helvia da muestras de su sabiduría y se mantiene firme incluso en los momentos más difíciles. Sus presagios, acertados, inquietarán a Antinoo.

«La anciana observó las palmas arrugadas de sus decrépitas manos. Se sentía torpe y vieja, el tiempo había pasado inclemente por ella. Sus ojos se llenaron de lágrimas; su final estaba cerca, lo notaba, se sentía cansada. Tenía miedo por su niña, y pena por dejarla sola. Limpió su llanto con el puño y miró hacia el horizonte, hasta donde alcanzaba la vista. El sol empezaba a ponerse, como lo había visto hacer miles de veces y como seguiría ocurriendo cuando ella se marchara.»


Catilio Severo. Cruel, ambicioso y fiel al emperador, el procónsul Catilio Severo solo piensa en volver a la ciudad de Roma. Espera que Adriano, con el que coincidió como compañero de armas, le recompense sus leales años trabajo en Nicomedia (Turquía). Desea que la visita del emperador sea todo un éxito, al que agasaja sin parar, y que le dé la buena noticia con la que tanto sueña.

«Estaba decepcionado y, sobre todo, atormentado. No era capaz de controlar la enorme desilusión que le había hecho no parar de moverse nervioso durante toda la noche en su lecho. Necesitaba vaciar su frustración con alguien. Sus siervos lo pagarían y, especialmente, una recibiría el peor de los castigos.»


Valeria. A diferencia de otras nobles romanas, la hija de Valerio Iucundo no duda en competir con otros chicos jóvenes y demostrar su valía. Orgullosa de su familia, Valeria es una adolescente fuerte que no busca excusas ante la derrota. Tiene claro que, por ser mujer, su empeño ha de ser mayor.

«La mayor de la familia Iucunda lucía una gran sonrisa; estaba ansiosa, ávida de que los juegos comenzaran y poder disfrutar de un recuerdo que, sin duda, se quedaría grabado en su mente el resto de su vida. Un pequeño escalofrío subió por su espalda. Quería entrar sin demora.»


Domicia. La pequeña Iucunda es una jovencita locuaz que tiene respuestas para todo. Es tan valerosa como su hermana, a quien se siente muy unida y con la que comparte su sed de conocimiento. Sin embargo, dos sucesos terribles harán que su vida de un giro completo. La venganza la motivará.

«Notaba su olor en el ambiente, cerraba los ojos y podía oír el suave tono de su voz o sus cálidas manos acariciando sus cabellos. No quería volver a Roma.»


Valerio Iucundo. Conocido como el abogado de las mujeres, Valerio investiga los asesinatos de varias prostitutas en Roma. Las víctimas, maltratadas, aparecen con el rostro destrozado. El letrado, preocupado por dotar una educación mejor a sus hijas, es el único preocupado por estas muertes. A diferencia de lo que piensan la mayoría, Valerio considera que todas las mujeres deben ser respetadas y tener los mismos derechos que los hombres.

«Valerio no disfrutaba de las luchas de gladiadores. Habían sido prohibidas en su familia desde antes incluso de nacer. Sin embargo, sabía que sus hijas, especialmente Valeria, adoraban a aquellos luchadores y se sentía feliz al ver la cara de ilusión que tenían al acudir, por primera vez, al anfiteatro.»


Tito Flavio. Amigo y cliente de Valerio, él no comparte la insistencia del abogado por esclarecer las muertes de las prostitutas. También se niega a aceptar que Valeria y Domicia entren en su collegium y reciban una educación similar a la de sus alumnos, que nada tiene que ver con lo que les aguarda como patricias. A pesar de las diferencias, los dos tienen una sólida amistad.


Adriano. El emperador romano se queda prendado de la belleza de Antinoo después de salvar la vida del esclavo. Desde el primer momento, deseará estar con él y así se lo transmitirá. Considerado como

uno de los emperadores más justos de la historia, su intensa relación con el efebo domina la narración de Juan Tranche. La locura por este amor, aceptada a regañadientes entre sus colaboradores, afectará y mucho a la emperatriz, torturada por la falta de amor de su marido.


Antinoo. Su deslumbrante belleza le garantiza una existencia privilegiada en Roma. Lejos quedará para él su sufrimiento como esclavo. A pesar de ello, Antinoo también experimentará emociones contradictorias. El joven, temeroso al principio de la emperatriz, tendrá en ella a una aliada inesperada.

«Tenía la respiración agitada, el pecho subía y bajaba desbocado y el corazón le latía con fuerza. Los recuerdos del ataque se sucedían en su mente una y otra vez. No olvidaría jamás el rugido del animal ni su inconfundible olor. En toda su vida podría borrar lo cerca que había estado de ser despedazado por aquella bestia. Si ahora podía caminar de una pieza con normalidad, era gracias al lanzamiento certero del emperador.»


Vibia Sabina. La emperatriz es una mujer muy querida por el pueblo, pero tremendamente triste. La infelicidad que le causa el desamor de Adriano la motivará, también, a buscar una salida a su amargura.

«Solo anhela que traiga a este mundo un hijo suyo; mientras, él yace con tantas mujeres como le parece y se le antoja. Me odia, mi querida Sulpicia. Mis oídos en ningún momento han recibido de sus labios a una palabra amable. Mis cabellos jamás han sido acariciados con ternura, ni mi cuello ha recibido sus besos. ¿Por qué, mi querida Sulpicia, por qué me casaron con él si nunca me ha tratado con amor?»


Thais. Esta joven ejerce la prostitución en la zona más peligrosa de roma: el barrio de la Subura. El miedo que siente al caminar por sus calles estará justificado. Víctima de un suceso terrible, Thais debe vivir con el peso de un odioso estigma. Pero la fortuna también se cruzará en su camino.

«Mientras se aseaba un poco, recordó con añoranza el único momento en el que fue feliz, aquellos días, cuando trabajaba en el pequeño taller de mosaicos de su dominus y disfrutaba entre teselas y pigmentos, trabajando en lo que verdaderamente adoraba, decorando estancias con las finas piedras, y que tan bien se le daba. Una mala inversión obligó a su dominus a prostituirla para conseguir dinero. Le prometió que solo será esa vez. Desde entonces habían pasado bastantes años y ahora era lo que Thais se dedicaba.»


Probus. Es el gladiador más admirado de todos los tiempos. Invencible, Probus es recibido siempre con un ensordecedor griterío. Su arenga al resto de gladiadores, su forma de luchar y su carácter conforman algunos de los memorables pasajes de Gladiadoras. Pero la heroicidad de Probus, incluso herido de muerte, también se nota fuera de la arena del anfiteatro.

«Había llegado el momento que todos estaban esperando. Verían como el césar le entregaría a Probus la rudis, la espada que otorgaba la libertad. El gladiador estaba herido y perdía mucha sangre. Cuando las heridas impedían recibir el gladius de madera, la ceremonia se postergaba o se realizaba en el ludus. Pero Probus quería recibir la ansiada espada en ese lugar, no quería aplazar lo que tanto tiempo llevaba deseando.»


Flavia Lycia. Dueña y lanista del Ludus de Halicarnaso, la mujer no cree que Helena pueda convertirse en una gran gladiadora. Aunque no le gusta que los hombres traten mal a sus mujeres, permite ciertos comportamientos por el bien de su negocio. Orgullosa e inteligente, también quiere destacar en un mundo masculino, aunque el peso de la figura de su padre sea tan grande.

«Cuando su padre abandonó el mundo de los vivos, Flavia Lycia decidió demostrar que una mujer podía dirigir un ludus donde convivían hombres capaces de matar con tan solo un suspiro que saliera de sus gargantas. No se lo quería demostrar al mundo, ni siquiera a su padre; quería demostrárselo a sí misma, vivir una vida sin preocuparse de las sombras que tanto la perseguían.»


Lü. Entrenador de gladiadores y gladiadoras, Lü trabaja para Flavia. Es su hombre de confianza. Silencioso y temido, el hombre de los ojos rasgados se fija en Helena y la entrena para convertirla en la mejor. Es el primero que cree en ella. También siente algo especial por la esclava.

«Siempre había cumplido todas y cada una de las órdenes de Flavia, sin un ápice de duda, por muy excéntricas que fueran o por muy duras que le parecieran. Sin embargo, no podía soportar cómo enviaba a Helena a las habitaciones de los gladiadores. No podía interceder por ella, por más que ansiara liberarla de ese tormento; no podía entrar y atravesar con su espada a esas bestias como habría deseado.»


Hostiliano. Competidor de Flavio, este magister de Ostia tiene en su centro a los hijos de los patricios más influyentes, celebra luchas de gladiadores y es el primer lanista en ofrecer al pueblo romano peleas de mujeres. Es uno de los hombres más ricos del Imperio pero, malvado, también tiene un lado oscuro.

«Todas las miradas estaban puestas en él. Hostiliano se levantó y, sin dudarlo, con seguridad en sus movimientos y con determinación en su gesto levantó el pulgar y se lo llevó al cuello, indicando que su decisión era iugula. La muerte.»


Sobre el autor


Juan Tranche (Madrid, 1979) lleva más de veinte años vinculado al sector editorial, compaginando su trabajo con el estudio de la Antigua Roma. Durante los últimos años ha participado en diferentes medios y ha dado conferencias para hablar sobre su gran pasión, el mundo de los gladiadores y gladiadoras. En 2021 publicó su primera novela: Spiculus, dos gladiadores enfrentados a muerte en la Roma de Nerón 


 

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