ASÍ EN LA GUERRA COMO EN LA PAZ, de Luis García Jambrina, emoción, tenacidad y heroísmo en la historia de una mujer singular envuelta en unas circunstancias extraordinarias

 






Editorial Espasa. 344 páginas

Rústica con solapas: 19,90€ Electrónico: 8,99€


ASÍ EN LA GUERRA COMO EN LA PAZ, la última novela de Luis García Jambrina, es una historia conmovedora llena de emoción, tenacidad y heroísmo, protagonizada por una mujer singular envuelta en unas circunstancias extraordinarias. Un alegato en favor de la vida y el amor en un tiempo de ira y de destrucción.


La serie de seis Manuscritos protagonizada por Fernando de Rojas, el famoso autor de La Celestina devenido en pesquisidor, ha convertido a Luis García Jambrina en un autor de referencia. Ahora, sin abandonar la novela histórica, narra un suceso poco conocido que se enmarca en la guerra de la Independencia: la retirada precipitada del ejército británico que luchaba contra Napoleón en la Península Ibérica.


ASÍ EN LA GUERRA COMO EN LA PAZ , destaca su autor, "ers una novela de amor en tiempos de guerra narrada por una de las mujeres que lograron sobrevivir a la retirada de John Moore. La escribí en un contexto marcado, en lo público, por la guerra de Ucrania y, en lo personal, por una relación amorosa radical y transformadora. También es un homenaje a Galicia. Así en la guerra como en la paz es hija de la imaginación propia y de algunos libros ajenos. Para construir el personaje de Catherine Gallagher, narradora y protagonista del relato, me he inspirado en las mujeres que acompañaron a sus maridos, soldados del ejército británico, y he tenido en cuenta el diario de una de ellas, Catherine Exley, así como algunos testimonios de participantes en la retirada de sir John Moore. Eso quiere decir que buena parte de lo referido en esta novela sucedió realmente, aunque puede que varíen algunas circunstancias".


Destaca también Luis García Jambrina que "la idea de este libro surgió cuando exploraba la llamada vía Künig por tierras de Lugo, con el fin de documentarme para mi novela El manuscrito de barro (2021), situada en el Camino de Santiago en el siglo XVI. Me acompañaba el historiador Javier Gómez Vila, que me contó que algunos de los momentos más aciagos de la retirada de sir John Moore habían tenido lugar en aquellos mismos parajes que estábamos recorriendo".


Luis García Jambrina es uno de los autores de novela histórica más importantes de nuestro país. Un autor de referencia gracias a la serie Manuscritos, cuya primera novela, El manuscrito de piedra, es un longseller que acumula cerca de cuarenta ediciones. En esta novela, Jambrina recupera un suceso histórico poco conocido y reivindica el interés narrativo de una época violenta y apasionante de nuestra historia, la de la guerra de la Independencia.


La cruenta retirada del ejército británico que luchaba contra Napoleón en la Península Ibérica, en unas condiciones climáticas durísimas, y su evacuación por mar desde A Coruña ha sido comparada con la operación de Dunkerke, en 1940, un punto de inflexión en la guerra. El punto de vista es original y necesario: su protagonista es la esposa de uno de los soldados de infantería de origen irlandés, quien, como era costumbre en la época, acompañó a su marido y fue testigo directo de aquella terrible retirada. A partir de una exhaustiva documentación, que el autor incluye en una amplia bibliografía al final del libro, Luis García Jambrina realiza una espectacular recreación de la época, cuidando los detalles de la vida cotidiana y la información relacionada con los campos de batalla. De igual manera que en la narración se mueven personajes reales y de ficción, el relato refleja tanto los grandes acontecimientos históricos —políticos, bélicos— como las pequeñas historias personales.


Invierno de 1808-1809. El ejército británico al mando de sir John Moore es enviado a ayudar a la causa española durante la guerra de la Independencia, pero al poco tiempo se verá obligado a replegarse a la ciudad de A Coruña perseguido de cerca por las fuerzas de Napoleón. La irlandesa Catherine Gallagher, esposa de un soldado de infantería, nos cuenta desde dentro cómo fue el día a día de esa trágica retirada por tierras de Salamanca, Zamora, León y Galicia en un invierno especialmente duro e inclemente. Basada en unos hechos históricos que conmovieron a la opinión pública de la época, esta novela da voz a las grandes olvidadas de entonces, aquellas mujeres que acompañaban, a veces con sus hijos, a las tropas británicas en campaña. Una historia conmovedora llena de emoción, tenacidad y heroísmo, protagonizada por una mujer singular envuelta en unas circunstancias extraordinarias.


Apuntes editoriales y narrativos


Una voz narrativa original La novela está narrada en primera persona por Catherine Gallagher, una irlandesa que acompaña a su marido soldado en la campaña contra Napoleón en la Península Ibérica. Por circunstancias que se cuentan en la novela, es una persona de cierta cultura para la época y se comunica bien, por lo que ha sido elegida por sus compañeras como representante, lo que le permite saber detalles de la guerra y de las localidades por las que pasa el ejército que, de otra manera, no conocería y restaría credibilidad a su voz.


Estructura de la novela Así en la guerra como en la paz está formada por veintidós capítulos de extensión variable. Comienza in medias res cuando las tropas de sir John Moore se acantonan en Salamanca en espera de refuerzos, el 13 de noviembre de 1808. Después, la novela sigue una cronología lineal desde la infancia y juventud de la narradora en Irlanda, su matrimonio, el viaje y desembarco en Portugal, y el inicio de la campaña militar. Aunque Catherine indica siempre las fechas destacadas, el texto no tiene forma de diario personal.


El arco temporal La novela discurre entre el 31 de julio de 1808, cuando zarpa de Portsmouth el cuerpo del ejército al que acompaña Catherine, y el 30 de enero de 1809, cuando los restos de aquella fuerza expedicionaria regresan tras ser evacuados desde A Coruña el 16, 17 y 18 de enero. Hay también referencias a hechos anteriores de la vida de la narradora y de su marido Niall y a los meses posteriores a su retorno.


Los personajes de la novela. Entre la realidad y la ficción Así en la guerra como en la paz cuenta con una variada galería de personajes. Aunque los protagonistas han surgido de la imaginación del autor, están inspirados en personas reales, a partir de la documentación consultada. Respecto a las personalidades reales, la mayoría son oficiales de la época, como el general Moore o el mariscal francés Soult, aunque hay un grato encuentro con William Bradford, un reverendo anglicano y buen dibujante que dejó testimonio gráfico de su paso por España.


Testimonios reales de una retirada cruenta y terrible


Luis García Jambrina inicia la novela con los testimonios estremecedores de tres personajes relacionados con la marcha de Moore y sus tropas hacia A Coruña y con la presencia de mujeres en aquel ejército. Son tres citas que nos sitúan, perfectamente, en aquella aventura. El general irlandés Charles Stewart —conocido como Charles Vane, tercer marqués de Londonderry— sirvió a las órdenes de Moore en España y escribió un libro titulado Story of the Peninsular War, en el que reflexiona sobre la retirada hacia A Coruña:


Los horrores de esta retirada han sido descritos una y otra vez con palabras especialmente escogidas para helar la sangre. Sin embargo, no me cabe ninguna duda cuando digo que el más desgarrador de cuantos relatos han sido presentados al público hasta hoy se queda corto a la hora de describir la realidad.


Esa realidad es la que reflejan los otros dos fragmentos escogidos por el autor. El primero es el de un soldado del 71.º Regimiento de Glasgow: «Si nuestra marcha hasta ahora ya había sido una atrocidad, a partir de Villafranca se puede decir que comenzó la marcha de la muerte». Dándole la razón, los historiadores calculan que solo entre Villafranca del Bierzo y Lugo pudieron sucumbir unos dos mil soldados, así como otros mil entre Lugo y Betanzos.


El segundo fragmento es de Catherine Exley, esposa de un soldado al que siguió en varias campañas de esta guerra. Su diario es un testimonio único y una de las fuentes documentales más ricas para el autor. «Yo estaba en ese momento sin un penique y sin una cama, excepto la tierra desnuda, sobre la que descansar. [...] Sufrimos muchas penalidades por las inclemencias del tiempo. La ropa seca era un lujo muy rara vez conocido», escribió en ese diario, publicado de forma póstuma.


Las esposas de los soldados, en campaña


La existencia de los «seguidores» de los ejércitos está documentada desde la Antigüedad. Los romanos llamaban canabae a las aldeas que se asentaban junto a los campamentos de los legionarios. Allí vivían sus familiares y personal civil que ofrecía distintos servicios a los militares. Con el paso del tiempo, algunas de aquellas aldeas se convirtieron en pueblos comunes que hoy son ciudades muy conocidas.


En la novela, Luis García Jambrina deja ver los prejuicios de los que eran víctimas las mujeres que acompañaban a las tropas británicas en España. Muchos las tomaban por prostitutas o, como sucedía con las actrices de la época, por «mujeres de mala vida». Sin embargo, en su mayoría eran esposas e hijas de soldados movilizados. Los oficiales llevaban, incluso, personal de servicio para que los atendieran a ellos y a sus familias.


Aquellos heterogéneos grupos de mujeres compartían con sus maridos la disciplina y la dureza de las campañas, que podían durar años manteniéndolos en continuo movimiento y siempre con el riesgo de ser víctimas de los desmanes de los enemigos, en caso de derrota. En el caso de la fuerza expedicionaria de Moore, la mayoría de las mujeres eran irlandesas, junto con algunas escocesas y menos inglesas, de origen campesino y estaban muy habituadas a pasar necesidades y a trabajar sin descanso. En la novela, tal y como sucedía en la realidad, antes de partir hacia Portugal se celebra el sorteo para elegir a las esposas que embarcarán junto con sus maridos.


La presencia y actividad de Catherine Gallagher y de sus compañeras estaba reconocida por una normativa de 1800, que fue compilada en Collection of Regulations and Miscellaneous Orders 1760-1807. Señalaba que «se permite que las mujeres, si son esposas legítimas de los soldados, embarquen con ellos en una proporción de seis mujeres por cada cien hombres (incluidos los que no sean oficiales)».


En 1807, durante las guerras napoleónicas, se publicó un reglamento específico para las esposas de soldados que fuesen destinados a cualquier frente del continente europeo. Como Catherine le explica a una de las monjas clarisas que las alojan en Salamanca, las mujeres deben «mostrar buen talante y la inclinación de sentirse útiles».


Salvo las esposas de los oficiales y algunos casos muy excepcionales, las mujeres no podían ir subidas en los carros ni siquiera cuando estaban enfermas, dado que estos estaban reservados para los soldados heridos, las armas, los pertrechos y los víveres, que eran prioritarios para el ejército. Además, debían llevar a cabo ciertas tareas imprescindibles para la buena marcha del campamento en tiempo de guerra, como preparar vendas, trasladar y atender a los heridos y enfermos; lavar, coser y remendar los uniformes; forrajear, cocinar, mantener el fuego, ir a por leña y agua o a buscar setas, castañas y bayas; o, cómo no, ejercer como sirvientas de las esposas de algunos oficiales.


En caso de que muriera su marido, era habitual que la viuda se desposara de inmediato con otro soldado, a ser posible del mismo regimiento. Los coroneles estaban facultados para llevar a cabo la ceremonia de forma legal, en el caso de que no hubiera ningún cura o reverendo cerca.


«Le confesé que, por supuesto, me aterraba todo aquello, pero que había otras cosas que me causaban también mucha angustia y miedo, como el hambre, la miseria o la soledad; y que, bien mirado, la guerra lo único que hacía era agravar o empeorar un poco más las cosas, dado que, para la mayoría, la vida entera era ya una lucha continua por la supervivencia». Catherine Gallagher


Galería de personajes


Catherine Gallagher Narradora y protagonista de la novela. Tiene veinte años, es guapa, alta y espigada. Irlandesa de Blarney, en el condado de Cork, y católica, fue el cura de su parroquia el que le enseñó a leer y escribir cuando tenía ocho años. No suele decir que le encantan los libros, porque casi todos los que la rodean, incluido su marido, apenas saben escribir su firma. Trabajó como lavandera en las orillas del río Martin, hasta que conoció a su futuro marido, «un guapo mozo del que estoy muy enamorada», y harta de lavar y de soportar a un padre alcohólico se casó con él y decidió seguirle cuando fue destinado a la Península Ibérica. El hecho de saber leer y escribir hace que un oficial la reclute para trabajar para el general Moore, ordenando su correo y escribiendo algunas cartas, si bien de forma ocasional y extraoficial.


Niall Gallagher Marido de Catherine. Veintidós años. Nacido en Stoneview, una aldea cercana —y rival— a Blarney, el pueblo de su esposa. Soldado de infantería, se alistó en el ejército porque no quería seguir trabajando en el campo con su padre, con el que no se llevaba bien, ni tenía intención de pasar más hambre de la que ya había sufrido.


Bridget Skiddy Más conocida como Biddy. La mejor amiga de Catherine, aunque es mayor que ella. Se conocen poco después de llegar a Portugal. Vitalista y animosa, es esposa de un soldado veterano, Dan Skiddy. De niña había recibido alguna instrucción en la casa donde trabajaba su madre como sirvienta.


Brian O’Connor Sargento. Amigo de Niall. Debido a su carácter alegre y a su inteligencia despierta, se lleva muy bien con algunos oficiales y suele estar al día de lo que se cuece en el cuartel general.


Sir John Moore (1761-1809) General con una amplia experiencia en combate, puesto que estuvo presente en la guerra de Independencia de los Estados Unidos, en las guerras revolucionarias francesas y en la India. Tenía el encargo de reunirse en Portugal con las tropas del general Wellesley, futuro duque de Wellington, para ponerse a sus órdenes. La destitución de sus superiores, a causa del Convenio de Sintra, por el que dejaron escapar a miles de soldados franceses, lo puso al frente de las fuerzas británicas en España. Según Catherine, gozaba de un gran prestigio y carisma entre las tropas por su carácter respetuoso y humanitario.


Sor María Monja clarisa salmantina. Su convento acoge a las esposas de los soldados británicos. Es de una familia rica, por lo que sabe hablar inglés gracias a una institutriz. Es la interlocutora de Catherine, de quien se hace muy amiga y a la que enseña español.


Resumen argumental


Nos habían prometido la gloria, pero nada saldría como nos habían asegurado. Nosotros, sin embargo, no lo supimos ver. Por eso nadie podía imaginar, cuando llegamos a Salamanca para defender la causa española, lo que sucedería poco tiempo después.


Con estas palabras empieza ASÍ EN LA GUERRA COMO EN LA PAZ. Es 13 de noviembre de 1808. Las tropas británicas, al mando del general Moore, se acantonan en Salamanca. Esperan la llegada de la artillería, comandada por el general Hope, que viene por otra ruta más apropiada para mover los pesados cañones. La ciudad se vuelca con los recién llegados. Al fin y al cabo, han venido a ayudarles a echar a los franceses.


A las mujeres que acompañan a la tropa, algunas de ellas con niños de corta edad, las alojan sobre todo en conventos femeninos. A Catherine Gallagher, narradora y protagonista de la novela, le toca en suerte el de Santa Clara. Las monjas se muestran recelosas con ellas, puesto que creen que son prostitutas que se mueven con sus clientes. Catherine actúa como portavoz de las británicas y logra entenderse con sor María, la única monja que habla inglés. Se hacen amigas y con ella aprende un español elemental pero suficiente para comunicarse sin problemas.


El 10 de diciembre, aproximadamente un mes después de la llegada de las tropas a la ciudad, los primeros grupos empiezan a marchar hacia el norte. Dado que el clima es muy duro y tienen problemas con los suministros, un oficial, siguiendo órdenes de sir John Moore, trata de convencer a las mujeres de que regresen a Lisboa con un pequeño retén, para desde allí embarcar hacia Inglaterra. Solo unas pocas aceptan la propuesta, y, desde luego, Catherine no es una de ellas.


La marcha de las tropas de Moore hacia el interior y el norte peninsular sigue lo previsto por el alto mando, con una victoria importante en Sahagún. Sin embargo, no tarda en llegar la noticia de que Napoleón, al frente de cuarenta mil hombres veteranos y bien pertrechados, se dirige hacia ellos. Sir John decide frenar su avance y retroceder hacia Vigo o A Coruña. Comienza la terrible retirada.


Los escenarios de la novela


La novela incluye un mapa que muestra la ruta de la retirada de las tropas británicas de Moore desde SAHAGÚN, el punto máximo de su avance, hacia A CORUÑA. Algo más de cuatrocientos kilómetros marcados por el frío, el hambre y los saqueos protagonizados por una parte de las tropas británicas, lo que les valió la hostilidad de los habitantes de la zona. Sin embargo, el recorrido geográfico en la novela comienza en el Reino Unido, en el puerto de PORTSMOUTH, desde donde embarcaron las tropas al mando de sir John Moore.


Luis García Jambrina describe la estancia en LISBOA y la marcha hacia SALAMANCA, en donde nuestra protagonista reside y es feliz durante varias semanas. La ciudad tenía por entonces unos quince mil habitantes. A nuestra narradora le provoca sensaciones muy encontradas, ya que la suciedad, estrechez y miseria de muchas de sus calles contrastaba con la belleza y el esplendor de algunos lugares, como la plaza Mayor, las catedrales o ciertos edificios del Estudio. Tras abandonarla, Moore y sus tropas se dirigieron hacia MAYORGA. En Sahagún, la caballería británica derrota con claridad a la francesa. De allí partieron hacia ASTORGA, pasando por LA BAÑEZA.


La Astorga que acoge a Catherine está llena de mesones, hospitales y albergues deteriorados porque hacía décadas que nadie recorría el Camino de Santiago. En BEMBIBRE el panorama era desolador, puesto que la villa había sido totalmente asaltada y saqueada. Lo mismo sucedió en VILLAFRANCA DEL BIERZO, en donde la mayor parte de las calles y plazas habían caído presas de las llamas y estaban ardiendo bajo la lluvia. La comitiva de mujeres atraviesa OS ANCARES. El camino entre BETANZOS y A Coruña, con sus valles de un verde brillante, se antoja también de gran belleza a los ojos nostálgicos de la narradora irlandesa.


La llegada a Coruña fue balsámica. La ciudad estaba repleta de provisiones y no faltaban los alojamientos. Allí se desarrolló la angustiosa evacuación de las tropas y la batalla final en la que murió sir John Moore.


Blarney y la piedra de la elocuencia. Aunque solo es uno de los escenarios de la novela en la memoria de Catherine, el pueblecito de Blarney, en el condado de York, tiene una gran importancia simbólica, que Luis García Jambrina destaca. El monumento más conocido de Blarney es su castillo medieval, originario del siglo XIII, en donde se conserva la llamada Piedra de la Elocuencia, que concede a quien, como Catherine, la besa el don de la palabra y de la elocuencia.


La campaña de la Península Ibérica y otros temas


Peninsular War Así son conocidas las campañas militares británicas en España y Portugal durante las guerras napoleónicas. Desde el principio de la novela se hace evidente que los objetivos eran excesivamente ambiciosos, teniendo en cuenta que no contaban con suficiente equipo militar y que los medios de transporte resultaban insuficientes para el bagaje y los víveres.


La campaña que se relata en Así en la guerra como en la paz es la que dirigió el general sir John Moore al frente de veinte mil hombres. Diez mil se quedaron en Portugal. Moore debía encontrarse luego con los más de once mil soldados que debían desembarcar en A Coruña a las órdenes del general sir David Baird. Unas tropas numerosas pero insuficientes, dado que el ejército francés en España era más numeroso y estaba mejor pertrechado que el británico.


Tras haber barajado varios planes, como el de trasladar las tropas desde Lisboa hasta A Coruña por mar, lo que podía verse dificultado por el mal tiempo y la falta de abastecimientos, y, desde allí, iniciar el avance hacia el interior de Castilla, el general Moore optó por atravesar Portugal hasta alcanzar las ciudades fortificadas de Almeida y Ciudad Rodrigo, para luego ir a Salamanca, lo que sin duda entrañaba también algunos riesgos. Es en ese punto donde empieza la novela.


Pobreza y guerra Catherine Gallagher nos describe la vida y el origen de los soldados y de sus esposas. Debido a la pobreza y al hambre, Irlanda era entonces un territorio abonado para el reclutamiento, al igual que Escocia. Se sabía también de algunos jóvenes y no tan jóvenes se apuntaban estando borrachos o bajo la promesa de recibir una recompensa de dieciséis guineas y bebida gratis, ya que, además del salario regular, un chelín diario, recibían una asignación cotidiana de cerveza o de ron. Muchas de las mujeres que iban con las tropas preferían enfrentarse a los peligros de la guerra antes de quedarse en el Reino Unido, condenadas a pasar hambre y necesidad, salvo que acabaran prostituyéndose, algo bastante habitual en aquellos tiempos.


El desastre de Sintra y los generales mediocres El inicio de las campañas británicas en la Península está marcado por dos hechos importantes: la asignación del mando de tropas a generales ineptos, por motivo de su origen noble o lejanos méritos, y la firma del Convenio de Sintra, que permitió a los franceses escapar de una derrota segura, tras caer frente a las tropas del general Arthur Wellesley, futuro duque de Wellington. En lugar de seguir presionando a los franceses, los generales Dalrymple y Burrard, que relevaron a Wellesley, prefirieron firmar el llamado Convenio de Sintra, que permitió a los hombres de Napoleón salir de Portugal sin más bajas y con todos sus pertrechos. Sir Hew Dalrymple, gobernador de Gibraltar, llevaba más de una década sin pelear ni una sola batalla, y sir Harry Burrard tenía ya setenta y tres años, una edad que lo imposibilitaba para mantener el ritmo de combate.


La mujer y la guerra Luis García Jambrina centra su novela en las mujeres que acompañaban al ejército británico. Sin embargo, a oídos de Catherine y sus compañeras llegan noticias de algunas mujeres españolas que se habían distinguido por su gran arrojo y patriotismo en la lucha contra los franceses hasta llegar a convertirse en un símbolo de la guerra contra el invasor.


La más notoria era Agustina de Aragón, que había participado con gran valor en el sitio de la ciudad de Zaragoza. Pero había muchas más. Al parecer, algunas desarrollaron su labor en la retaguardia, seduciendo y ejecutando a militares franceses, mientras que otras habían combatido en la defensa de algunas localidades, algo con lo que Napoleón no había contado. Pero lo importante era que, gracias a ellas, las mujeres comenzaban a ser tenidas en cuenta, al menos en ciertos lugares, aunque solo fuera para llevar a cabo tareas subalternas, tales como acarrear leña, víveres y municiones, hacer cartuchos, zurcir uniformes y asistir a los heridos, como hacían ellas.


Sobre el autor


LUIS GARCÍA JAMBRINA (Zamora, 1960) es profesor titular de Literatura Española en la Universidad de Salamanca, doctor en Filología Hispánica y máster en Guion de Ficción para Televisión y Cine. Es autor del libro de relatos Muertos S. A. (2005; ampliado, 2021). Como novelista, se dio a conocer con El manuscrito de piedra (2008), galardonada en 2009 con el prestigioso Premio Internacional de Novela Histórica Ciudad de Zaragoza, de la que han aparecido ya cerca de cuarenta ediciones y varias traducciones. Fue el inicio de una exitosa serie sobre el pesquisidor Fernando de Rojas, de la que también forman parte El manuscrito de nieve (2010), El manuscrito de fuego (2018), El manuscrito de aire (2019), El manuscrito de barro (2021) y El manuscrito de niebla (2022). Asimismo, ha publicado En tierra de lobos (2013), La sombra de otro (2014), Bienvenida, Frau Merkel (2015) y La corte de los engaños (2016). Junto a Manuel Menchón, es autor del ensayo La doble muerte de Unamuno (2021).


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