LEONÍS, VIDA DE UNA MUJER, una historia de España como nunca se ha contado, escrita por Andrés Ibáñez, ganador del Premio Nacional de la Crítica

Editorial Lumen. 864 páginas

Tapa blanda con solapas: 24,90€ Electrónico: 10,99€


Andrés Ibáñez, ganador del Premio Nacional de la Crítica y del Premio Ojo Crítico, recrea en LEONÍS, VIDA DE UNA MUJER, una historia de España como nunca se ha contado. Inés de Padilla nace en 1469 y con quince años logra entrar en la Universidad de Salamanca en un momento en el que los estudios estaban veda­dos a las mujeres, salvo en casos excepcionales como el de Beatriz Galindo. Allí conoce al hombre con el que mantendrá una larga historia de amor llena de encuentros y desencuentros. Ya en Ma­drid, entra en la corte de los Reyes Católicos y se convierte en dama de Juana la Loca. Participa en la revuelta de los comuneros y, junto a su aman­te Juan de Padilla, una noche descubre un hecho inexplicable que determinará el resto de su exis­tencia.


Esta asombrosa novela de aventuras mezcla con maestría la ficción con la realidad histórica y es un homenaje a la literatura española. En ella resuenan los ecos del Orlando de Virginia Woolf pero, por encima de todo, es una narración de lar­go aliento sobre la historia de España y sobre el papel determinante que las mujeres han desem­peñado en ella a través del tiempo.


A TRAVÉS DE LOS SIGLOS


Es 1938, invierno. España está en guerra y en el barrio de La Latina de Madrid una figura des­ciende con discreción por una angosta callejuela. Lleva un bolso pequeño y en su interior una gran llave de hierro. Nadie lo sabe, pero se dirige al Palacio de Calas, un viejo edificio con los muros manchados por la herrumbre del tiempo, fachada timbrada por un antiguo escudo nobiliario y una entrada discreta cerrada por portones de madera. La mujer, su propietaria, accede al edificio, atra­viesa las estancias decoradas con muebles, ador­nos y vestigios de centurias anteriores, y observa una librería corrida, de estantes pesados, donde se distinguen volúmenes y libros de distintas épo­cas. En una de las habitaciones, abre un armario de luna, remueve su fondo falso y extrae una tabla de madera y un lienzo de parecido tamaño.


El pri­mer retrato data del siglo xv y tiene las dos caras pintadas. En las dos aparece la misma muchacha, pero en un lado está vestida y en la otra, desnu­da. El óleo es de finales del siglo xviii, está firmado por Francisco de Goya y en él se reconoce a un joven de elegante pose que sostiene un libro en una de sus manos. Sin embargo, al comparar las pinturas, reluce algo extraño en el semblante del hombre y la mujer, como si los dos, a pesar de la distancia temporal que los separa, compartieran unos rasgos insólitamente comunes.


Con esta intrigante premisa, el escritor Andrés Ibáñez arranca Leonís. Vida de una mujer, un fascinante recorrido que parte del siglo xv, con el despertar del humanismo español y sus des­lumbrantes aportaciones literarias, pedagógicas y legales, hasta esa España finisecular en la que «Forges y Francisco Umbral tanto influyeron en la lengua española por su sensibilidad para la len­gua hablada y, desde luego, por su creatividad» (p. 833). En medio queda la silueta de nuestra la historia, con sus meandros y revueltas, que llevará a los lectores del Renacimiento a la Ilustración o el Instituto de Libre Enseñanza. Un viaje que nos traslada desde el auge de la Universidad de Sala­manca, una de las más avanzadas que había en ese momento en el seno de Europa, hasta la ren­dición de Granada, el encierro de Juana la Loca en Tordesillas, la revuelta comunera, la Roma salaz y caótica del 1500 y aquella Florencia de los Medici con su melé de grandes artistas.


Pero en estas páginas también disfrutan de un particular protagonismo la Inquisición, con sus discriminaciones y torturas, la llegada de la dinas­tía Borbón a España, la constitución de las Rea­les Academias, que todavía permanecen vigentes, y la labor de Carlos IV, pasando por el motín de Aranjuez, la entrada de las tropas napoleónicas en nuestro país y aquel Dos de Mayo en el que se distinguieron Manuela Malasaña y Clara del Rey, «que estaba en el cuartel junto con su marido y sus hijos animando a los soldados» (p. 637). Un retablo de sucesos que forma parte del vasto con­junto de acontecimientos y personajes que hilva­nan esta novela. Leonís. Vida de una mujer se le­vanta así no solo como la narración de una mujer y una seria reflexión sobre su condición en la so­ciedad a lo largo del tiempo, sino como un ameno recorrido por los principales sucesos, en muchas ocasiones contados desde dentro, que han deter­minado nuestro devenir.


UNA PROTAGONISTA VALIENTE


Su nombre es Inés de Padilla y la conocemos cuando tiene quince años y en el almanaque corre la fecha del 18 de octubre de 1484. Es una mujer instruida, educada por sus padres, de mu­chos latines, curiosidad viva, con firme vocación por la escritura, que ha nacido en Madrid. Su mudanza a Salamanca, para continuar estudios y ampliar los conocimientos, en un periodo en el que todavía escasea la presencia femenina en las aulas universitarias, nos la presenta con un tem­peramento de voluntad firme y valiente y que, al revés que la mayoría de sus contemporáneos, no guarda prejuicios hacia las minorías —como la de los judíos, que aún acoge esta ciudad—. Andrés Ibáñez ha siluetado a una protagonista compleja, de aristas originales y aderezada por inquietudes intelectuales que en muchas ocasiones condicio­narán sus decisiones, para bien o para mal, y, en otras, la llevarán a codearse con reinas, pintores, escritores, institutrices y revolucionarios. Una se­rie de personajes, muchos de ellos extraídos de la realidad, que la harán partícipe de las ideas y los pensamientos de cada una de las épocas que atraviesa.


Inés de Padilla se convierte así en un afortu­nado crisol de las sensibilidades, motivaciones y ambiciones que imperan en cada uno de los ins­tantes de la historia que marcan su existencia. Lo que nadie sospecha es que consigo arrastra dos secretos que a nadie confiesa y que pocos cono­cen: el primero es la redacción de un libro, donde consigna sus reflexiones y azares que la han asal­tado a lo largo de su vida, y, el segundo, el enigma que supone su extraña longevidad, que la mantie­ne viva en una eterna juventud desde que partici­pó en un extraño ritual en sus años universitarios. Una perpetuidad que le sirve al autor como un adecuado juego literario para mostrarnos los dis­tintos pulsos que la mujer ha tenido que sostener a lo largo de los siglos para que se reconociesen sus derechos y se aceptaran las aportaciones y lo­gros de su talento.


A través de ella, los lectores conocerán cómo viven las consortes y herederas al trono en los pa­lacios, el ambiente que envolvía a las prostitutas que deambulaban por la ribera del Tíber, la atmós­fera opresiva que predominaba en los conventos de clausura y las desconfianzas que alentaban en algunos hombres las personas como ella, de for­mada personalidad, educada en humanidades y con talento. Su figura es una sólida metáfora de las distintas dificultades que han tenido que so­portar las mujeres, desde el machismo enrocado en las costumbres hasta las humillaciones que acarrean maltratos, y que ella conocerá de cerca.


Inés aprenderá a sobreponerse a estos reveses personales y al dolor derivado de su aparente in­mortalidad. A lo largo de sus días, aguantará con estoicismo el sufrimiento de enamorarse y de per­der a sus parejas por el paso de los años; de asistir al crecimiento de sus hijos y tener que abandonar­los después para encubrir su eterna juventud; de formar una familia y verse obligada a marcharse para no levantar sospechas sobre su apariencia inmarchitable. Su bendición se convertirá así en una imprevista maldición, aunque se le permita asistir como testigo a algunos hitos de la historia.


COMPAÑEROS DE VIAJE


Inés no estará sola en su periplo. A su lado en­contrará hombres y mujeres de los que aprenderá y que le ayudarán a sobrellevar sus bonanzas y o bien le acarrearán desventuras. Don Luis de Flo­res, hijo del marqués de Colindres, hombre alto, adinerado, de modales refinados y cortés de ges­tos, se convertirá en un amigo y un amor insos­pechado para Inés. Lee libros prohibidos, como El Grimorio, el Picatrix o


La clavícula de salomón. Es un hombre que porta consigo el atractivo de los hombres

apuestos y la atracción de los que cami­nan con desenvoltura por senderos prohibidos. Aunque él pretenda casarse con ella, su familia se lo impedirá, pero su historia no terminará ahí. Los dos formarán una pareja imprevista de viaje que comparte la misma suerte: no envejecer jamás y perpetuarse, a partir de reinvenciones de sí mismos, a través de los siglos. Una condena que los predestinará a irse cruzando a lo largo del tiempo y que los irá uniendo y separando en una singular historia de amor.


Puro contraste es Sor Francisca, una mujer de talle esbelto, piel pálida y fisionomía huesuda, con unos hipnóticos ojos negros que, detrás de su tra­to agradable, esconde a una religiosa celosa del credo y las normas, de claros aires rigoristas, alma vengativa, cruel e iracunda. Coincidirá con Inés en un convento donde ella entra después de tomar el hábito. Entre esos muros conocerá la presencia del diablo, la alegría que también existe al orar y, con Sor Francisca, cómo la intransigencia puede convertir la devoción en un calvario. Bajo su som­bra, la protagonista conocerá el terror de los que detentan el poder de manera déspota. Esta supe­riora es incapaz de comprender que la felicidad puede correr de manera paralela con un oficio o una vocación y, en un arrebato de soberbia, envia­rá a Inés de Padilla al calabozo.


Uno de los afortunados encuentros que Inés tendrá en su vida es Matteo Brasanelli, uno de esos niños cantores que florecieron en Italia y que ella conocerá de mayor en España, claramen­te inspirado en Farinelli. Se lo presentarán en los aposentos del Palacio del Buen Retiro, con una casaca azul celeste y rodeado de mujeres, pero entre los dos surgirá de manera espontánea un vínculo natural que los conducirá por el camino de la amistad y el amor. A los dos los unirá el italia­no, lengua que ella conoce por sus aventuras en Roma. Es un hombre culto y pertenece a esos mo­mentos de la historia en los que poseer un talento te convierte en alguien poderoso y con influencia. En ese momento, Inés desempeñará el trabajo de actriz, que tan mala fama aparejaba entonces. Un hecho al que sumará convertirse en amante de Brasanelli hasta su muerte. Ninguno de estos obstáculos será impedimento para que la persiga Miguel de Solís y la pida en matrimonio. Este será uno de los hombres esenciales de su vida. Con él se casará en Madrid, tendrá hijos y viajará a su pa­lacio, en la villa Colindes, en el norte de España, un lugar en el que encontrará más de lo que espera.


Es la época de la Ilustración, cuando nuevas ideas renovaban la atmósfera intelectual de España y de Europa. Pero el lector comprenderá junto a Inés que la felicidad es tan solo un breve suspiro. Algo que conocerá al lado de Juanito de Loeches, un hombre de unos treinta años, de apariencia elegante, perilla y entradas en el pelo. Al principio deja la idea de una persona agradable, inclinada a la melancolía, acomodada y sin nada ofensivo. Pero él se revelará como una mala elección. Es egoísta, celoso, envidioso de ella y a su lado cono­cerá la violencia doméstica.


PERSONAJES DE LA REALIDAD EN LA FICCIÓN


Andrés Ibáñez ha tejido la existencia de su protagonista alrededor de algunos de los princi­pales personajes de nuestra historia. Leonís. Vida de una mujer es un repaso por esas figuras prin­cipales, algunas más conocidas que otras, que suponen a su vez un repaso por los nombres más singulares de la política y la cultura.


Fernando de Rojas

El autor de Tragicomedia de Calisto y Melibea será uno de los estudiantes que conocerá en Sala­manca. Lo presenta como un hombre inteligente, inclinado a los juegos de naipes y que frecuenta malas compañías.


A pesar de la vida de disolución y diversiones que llevaba, llegó a ser bachiller en Salamanca, y en las paredes de la ciudad debe de haber todavía alguno de esos «Víctor» con su nombre pintados con sangre de toro y alumbre que los estudiantes ponían tras las graduaciones. (p. 30)


Beatriz Galindo

Más conocida como La Latina, fue la primera mujer universitaria del mundo y maestra de Isabel La Católica. Una mujer que a los quince años tra­ducía los textos clásicos y que aquí será compa­ñera de Inés de Padilla.

Era muy bella. Tenía una preciosa cabellera rubia y rizada, unos ojos vivos, unos labios gor­dezuelos y rojos y una frente ancha y despejada y parecía más destinada a brillar en la sala de un palacio. (p. 32)


Isabel La Católica

Una de las grandes monarcas de nuestra his­toria. La protagonista la conocerá y será testigo de su sentido común y personalidad.

Siempre se recuerdan de ella las cosas malas, como la triste expulsión de los judíos, y nunca las buenas, que fueron muchas, y que llevaron a Cas­tilla, de ser una nación en ruinas, a convertirse en la más poderosa del mundo. (p. 65)


Juana la Loca

Inés de Padilla la acompañará en su matrimonio con Felipe el Hermoso, conocerá su encierro y pre­senciará los malos tratos que recibió en Tordesillas.

Felipe y Fernando conspiraron para impedir que Juana llegara a ser reina de Castilla. Prime­ro cada uno por su lado, luego los dos juntos y de acuerdo. ¿Cómo lo hicieron? No podían matarla, desde luego, porque eso hubiera sido matar la ga­llina de los huevos de oro. Pero sí podían apartarla de la vida pública, cortar sus lazos con el mundo. Ella sería la reina, pero solo de nombre, porque permanecería siempre encerrada. (p. 106)


Juan de Padilla

Fue uno de los hombres que encabezaron la revuelta de los comuneros. Será amante de Inés y una de las personalidades que marcarán su vida.

Los comuneros no querían derribar la monar­quía, ni tampoco al rey, sino modificar su política, hacer que el rey suavizara los impuestos e impedir que los cargos públicos fueran ocupados por ex­tranjeros. (p. 139)


Miguel de Cervantes

El autor de el Quijote será uno de los nombres que permanecerá en la memoria de la protagonis­ta y una de sus historias acabará convirtiéndose en un relato del insigne novelista.

Nunca olvidaré aquellos meses que pasé con él, y muy especialmente aquella tarde en que Mi­guel de Cervantes y yo empezamos a ser aman­tes. Corría el año de 1569, y ese día cumplía yo cien años. (p. 284)


Isabel de Farnesio

Es otra de las monarcas que Inés conocerá a lo largo de sus aventuras. La reina será una de las presencias que más le impactará.

Era una gran señora. No era hermosa, porque tenía la cara picada de viruelas y era algo corpu­lenta, pero era una mujer llena de energía y vi­talidad. En España todos sabían que ella era el verdadero monarca, la que dirigía el país y la que tomaba todas las decisiones junto con el valido o ministro plenipotenciario de turno. (p. 459)


Manuel de Godoy

Un ministro polémico, que, en esta narración, nos introduce en la época de Carlos IVy que ayu­da a tomar la temperatura política y social del mo­mento.

El favorito de la reina era Manuel de Godoy, un militar arribista y corrupto del que también se murmuraba que era su amante. Por influencia de la reina, Carlos IV ascendió a Godoy, que era un mero guardia de corps. (p. 574)


Francisco de Goya

El gran pintor será uno de los protagonistas de la novela. Un hombre que aparece reflejado como un alma de abrumador talento.

Había conocido a Goya unos años antes, en la Alameda de los Osuna, donde la condesa-duque­sa de Benavente le había encargado unas pintu­ras para su quinta de El Capricho, cuando Goya era un pintor más joven que estaba buscando el apoyo de los poderosos. (p. 589)


María de Maeztu

Una de las grandes humanistas españolas. Di­rigió la Residencia de Señoritas y formaba parte de las voces reformadoras y progresistas de una España que aspiraba a integrarse en la moderni­dad europea.

Escribí a su creadora y directora, María de Maeztu. Le hablé de mi Escuela de Colindres y del espíritu krausista que me había animado a crear­la, y ella me respondió con una carta muy cariñosa invitándome a visitar la Residencia y expresando su deseo de conocerme en persona. (p. 786)


UN HOMENAJE A LA LITERATURA


LEONÍS. VIDA DE UNA MUJER es una reflexión so­bre las mujeres en la historia, pero también un ho­menaje a la literatura. En estas páginas hay guiños a obras tempranas de nuestras letras, como Jorge Manrique y sus Coplas la muerte de su padre, la revolución poética que trajo Garcilaso de la Vega, la mística de San Juan de la Cruz y la obra religio­sa de Santa Teresa de Jesús, la innovación de ab­soluta vigencia que es La Celestina o la fuerte ins­piración que han dejado obras de corte picaresco como La lozana andaluza, de Francisco Delicado, fácil de reconocer en alguno de los episodios que vivirá la protagonista. En los párrafos de Leonís Andrés Ibáñez ha tejido este camino a través de la mención a grandes autores del pasado, pero tam­bién por medio de la interacción de estos escrito­res con la protagonista del libro, que se convertirá en un testigo de la vida de algunos de ellos, de los que irá ofreciendo una justa y glosada semblanza de su personalidad y de su importancia.


El novelista lleva su desafío hasta convertir esta narración en la celebración de una de las obras más relevantes de una escritora: Orlando de Virginia Woolf. Un título publicado en 1928 y que abordaba tabúes relativos a la sexualidad de la mujer y el rol que las mujeres tenían dentro de la sociedad, uno de los temas axiales de Andrés Ibáñez. El autor ha plasmado esto en uno de los capítulos que experimentará la protagonista. Inés de Padilla no solo podrá sentir la historia a través de un cuerpo femenino. Por un suceso que ella apenas podrá explicar, también la vivirá desde la perspectiva de un hombre cuando al levantarse una mañana descubra delante de un espejo que su fisionomía ha cambiado y se ha transformado en un varón. Una peripecia que, lejos de ser gra­tuita o casual, le sirve de premisa para mostrar el contraste que hay entre afrontar las luchas, avata­res y complejidades del pasado desde los ojos de un hombre y los de una mujer, porque la historia nunca ha sido igual para todos y siempre ha de­pendido de en qué lado de los dos caía una vida.


Sobre el autor


Andrés Ibáñez (Madrid, 1961) es autor de las novelas La música del mundo (1995; Premio Ojo Crítico), El mundo en la era de Varick (1999), La sombra del pájaro lira (2003), Memorias de un hombre de madera (2009; Premio Tristana de no­vela fantástica), La lluvia de los inocentes (2012), Brilla, mar del Edén (2014; Premio Nacional de la Crítica), La duquesa ciervo (2017), El rostro verda­dero (2018), Nunca preguntes su nombre a un pá­jaro (2020) y Leonís. Vida de una mujer (Lumen, 2022), además de libros de relatos, ensayos, poe­sía y la novela juvenil El parque prohibido (2005). Colabora habitualmente en el suplemento cultu­ral del diario ABC. 


 

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