BIPOLAR Y A MUCHA HONRA, testimonio real de Javi Martín para romper con el estigma de la salud mental


Editorial Espasa. 320 páginas

Rústica con solapas: 19,90€ Electrónico: 9,99€


«Es de suponer que Javi, en algún momento, habrá tenido sus serias dudas para salir de este segundo armario y mostrarse tal cual es por la repercusión negativa que su sinceridad pudiera tener en su carrera, pero se impone ante la duda el valor de afrontar eso que llamamos realidad, y que pasa por normalizar aquello que desconocemos». (El Gran Wyoming, del prólogo).


BIOPLAR Y A MUCHA HONRA es un libro esperanzador, vitalista y positivo sobre una enfermedad silenciosa y estigmatizada: el trastorno bipolar. Tras sufrir diversas crisis psicóticas, episodios de depresión, ingresar en hospitales psiquiátricos y estar a punto de suicidarse, Javier Martín, el exitoso presentador de Caiga quien caiga junto a El Gran Wyoming, cuenta su historia con la esperanza de ayudar a todos aquellos que se encuentren en un trance similar y no sepan cómo abordarlo.

«En una ocasión estuve asomado a mi terraza, en un séptimo piso, con la firme intención de saltar y estamparme contra el suelo. Al final no lo hice y pude agarrarme a una barandilla. En cierto modo, este libro forma parte de esa barandilla en la que aquella vez, y todavía ahora, me sujeto para no caer al vacío».


La bipolaridad antes era conocida como trastorno maníaco-depresivo. Quien la padece pasa por fases maníacas (que el autor llama «subidones» o «elevaciones») en las que se siente con mucha energía, y pasa por fases de depresión, donde todo se vuelve cada vez más gris, hasta llegar a ser completamente negro, experimentando angustia y dolor muy intensos, que pueden conllevar situaciones de mucho peligro, «un verdadero infierno».


Javi Martín ha escrito este libro con la voluntad de ayudar a otras personas que se enfrentan a la bipolaridad, tanto a quienes la padecen como a aquellos que acompañan o están alrededor y que, de distinta manera, también la sufren. Porque el enfermo tiene que hacer su proceso, pero el acompañante también.


Con cercanía, humor y sin dramatismo, el autor comparte su experiencia con la bipolaridad y pone en orden algunas de las escenas decisivas de este proceso: algunas crisis psicóticas, los ingresos en hospitales psiquiátricos, su relación con el suicidio, los subidones, los bajones, la terapia, cómo afecta en el trabajo y en las relaciones afectivas.

El libro incluye algunos poemas y dibujos que Javi Martín hizo mientras estuvo ingresado y en sus fases maníaco-depresivas. «Son bastante malos», nos advierte; sin embargo, los muestra por su gran valor testimonial.


«Nunca pensé que escribiría un libro, y menos que sería por tener un trastorno mental; nunca pensé que alguna vez me querría quitar la vida; nunca pensé que me pasarían tantas cosas como las que me han pasado, muchas increíblemente maravillosas gracias a mi trastorno y otras tremendamente duras. Todas me han enseñado algo. Todas me han hecho más fuerte. Y me gustaría compartirlas contigo. Quizá algo de lo que cuento en este libro te ayude, quizá solo te divierta, quizá sea un punto de apoyo para continuar. La vida es como el trastorno bipolar, con sus subidas y bajadas, con su drama y su comedia».


Contenido y estructura


En BIPOLAR Y A MUCHA HONRA prima el testimonio personal: lo vivido, lo sentido, lo sufrido… y lo celebrado, también. Javi Martín se dirige al lector en primera persona, con humor y con proximidad emocional. No pontifica ni sienta cátedra, explica sin artificios sus sentimientos, sus angustias, sus miedos, sus euforias… y sus idas de olla.


Como buen hombre de teatro, oficia de maestro de ceremonias literario: nos sitúa en la escena, nos conduce a través de ella y nos transmite emociones y sentimientos en un absorbente monólogo salpicado de pequeñas y divertidas digresiones.


También se dirigen a nosotros los testimonios —veinticinco, en total— con los que se nos ofrece el punto de vista del «otro» o de la «otra», de las personas que estuvieron —y están— a su lado desde la primera crisis hasta que consiguió convivir, con una cierta naturalidad, con el trastorno. Hay testimonios de su hermana, de su padre, de su madre, de profesionales que lo atendieron y de amigas y amigos. Estos escritos se presentan con una tipografía y una maquetación específicas.


Cada capítulo funciona como una escena dotada de una cierta autonomía temática, aunque en muchos casos se relacionan entre ellos. Son 64 capítulos cortos, cuyos títulos van desde lo metafórico a lo descacharrante. Hay que sumar un prólogo y un epílogo muy especiales —por sus autores y contenidos—. Incluye varios poemas y dibujos que Javi Martín hizo mientras estuvo ingresado y en sus fases maníaco-depresivas.


Crónica de una crisis psicótica


El primer aviso llegó la tarde del 24 de diciembre de 2011, en una fiesta navideña con una docena de amigos en su casa. Hacía años que Javi Martín no era famoso, se dedicaba a actuar en obras de teatro, sobre todo en comedias, y estaba convencido de que la vida le iba fenomenal.


Sentado en un escalón del salón, sintió que se empezaba a encontrar raro. No había tomado nada extraño y había dormido bien, pero percibió que algo estaba pasando. Cerró los ojos y pensó: «¡Madre mía, me estoy muriendo!». Y sentía que se estaba muriendo. El autor describe aquellos minutos con la minuciosidad de un miniaturista holandés.


Unas horas después, camino a casa de su familia, para la cena de Nochebuena, las calles, las aceras, las farolas, las luces de las ventanas en los edificios... tenían un brillo especial.


«Y lo más alucinante: todo me daba información. Todo me comunicaba algo. Allá donde mirara, había un mensaje para mí», nos explica. Todo le parecía único, sorprendente, impresionante, genuino, especial.


En aquella cena pasaron cosas todavía más extrañas. Sintió síntomas que más adelante coincidieron con los de los «subidones» del trastorno bipolar. Desde lo que llama «mi nueva realidad cuántica», en el proceso de comunicación con su familia entraron en juego, además de aquellas nuevas sensaciones, sus propios pensamientos y los de los demás.


Días más tarde, Javi Martín viajó a Palma de Mallorca para continuar con la gira teatral de Tócala otra vez, Sam, donde compartía cartel con Luis Merlo, María Barranco, José Luis Alcobendas y Beatriz Santana. Ellos fueron quienes vivieron el capítulo siguiente de aquella caída, a propósito de unos (extraños) obsequios personalizados que Javi quiso hacerles.


Una tarde de función, cuando le tocaba salir al escenario (y esto no lo recuerda muy bien, lo sabe por lo que le han contado), hizo unas pausas excesivamente largas y algunos movimientos raros. Además, percibía un brillo especial en los ojos de cada espectador… y algo más, que les invitamos a descubrir en la lectura de Bipolar y a mucha honra o preguntándoselo personalmente al autor. Allí en Mallorca se produjo la crisis definitiva, que acabarían llamando «brote psicótico».


Amar a alguien con trastorno bipolar


En BIPOLAR Y A MUCHA HONRA destacan por su carácter personal el prólogo «por alusiones», de El Gran Wyoming, y el epílogo, firmado por Amoro, el nombre cariñoso con el que el autor se refiere a su marido.


Entre ironías y alguna broma, El Gran Wyoming nos habla de una dolorosa experiencia familiar:


«Pasé la infancia y la adolescencia mintiendo, contestando que mi madre estaba bien cuando me preguntaban por ella, mientras se encontraba ingresada en un psiquiátrico de la época» (El Gran Wyoming).


«Yo he formado parte del “protocolo” que Javi describe en el libro, que no es otra cosa que una unidad de asalto preparada para tomar la cima a la que se suben estos puñeteros iluminados, en la figura de mi madre, que pasó por algo parecido a lo que nos cuenta este señor, si es que hay dos personas, casos o locuras semejantes.

A diferencia del autor, yo me encontré un estado de cosas diferente, donde la enfermedad mental estaba aún más estigmatizada que ahora y me pasé la infancia y la adolescencia mintiendo, contestando que mi madre estaba bien cuando me preguntaban por ella, mientras se encontraba ingresada en un psiquiátrico de la época».


Amoro, por su parte, escribe desde la práctica adquirida durante los años de vida compartida con Javi Martín. Ha titulado el epílogo en inglés, «Loving someone with bipolar disorder» —amar a alguien con trastorno bipolar—, tomando el nombre de un libro que compró en 2014 en Londres, después de visitar varias librerías y de no encontrar lo que buscaba: una ayuda para personas que conviven con otras que tienen trastorno bipolar. A ellas se dirige especialmente.


«Hace siete años los dos estábamos aún muy verdes, yo más que él. Necesitábamos pasar unas cuantas pantallas del videojuego antes de llegar a donde estamos ahora, y lo hemos logrado gracias a la ayuda de mucha gente cercana, a la de los pedazo de profesionales que nos han guiado en este camino, al apoyo incondicional de familia y amigos, y gracias también —por qué no decirlo— al trabajazo que ha hecho Javi y al que he hecho yo, que ha dado frutos más lentamente y que tengo que seguir haciendo».


Resume, desde un plano distinto, el proceso que Javi Martín relata en el libro. Destaca, por ejemplo, el momento en el que la relación de ambos con el trastorno bipolar empezó a cambiar de rumbo: «Fue gracias a la depresión como Javi dio el paso más necesario e imprescindible: el de ponerse en manos de profesionales. Lo resalto para quien pueda verse en una situación parecida, tanto si sufre el trastorno como si es la persona que lo acompaña. La terapia y la medicación son imprescindibles para avanzar y ver resultados». El relato estremece por su sinceridad:


«Sé que hay muchas personas que empiezan a padecer estos trastornos y se niegan a reconocerlo. Siento una empatía total hacia ellas; a mí me habría costado horrores, sobre todo hace años… Todos queremos ser autosuficientes y afrontar nuestros problemas sin ayuda externa. Pero, por suerte, Javi decidió dar ese paso sin dudarlo, porque estaba en el fango más profundo y no encontraba más salida que la de tirarse por el balcón para dejar de sufrir —a mí me lo contó años más tarde—».


Escribe sobre la terapeuta a la que acudieron, que les enseñó tantas cosas útiles que quiere compartirlas con los lectores, con la esperanza de que sirvan a quienes se encuentren en su misma situación o en situaciones semejantes. Son consejos universales, que escribe a modo de consultorio práctico. Estos son los enunciados:


1. ¿Por qué me ataco cuando veo que Javi empieza una subida?

2. ¿De qué sirve anticipar acontecimientos, sobre todo los malos?

3. Pensar en el pasado.

4. Sentimiento de culpabilidad.

5. Dormir. Dormir. Dormir...

6. ¿Tengo que seguirle la corriente cuando dice cosas inconexas en una subida?

7. Historial médico y medicación.

8. Acompañarle al médico.

  1. Y, por último, el consejo más importante: el enfermo tiene que hacer su proceso, pero el acompañante también».


Javi Martín, de la A a la Z

Recuerdos, reflexiones, consejos y otros pensamientos del autor (por riguroso orden alfabético).


A DE ACTOR

«Desde muy pequeño siempre supe que quería ser actor.

Yo iba paso a paso, la vida me iba poniendo las oportunidades y yo las iba recibiendo con mucha ilusión. La gente a veces dice eso de que las oportunidades no vienen solas, que hay que pelearlas, y eso está muy bien, pero me gustaría añadir que, hombre, cuando van viniendo oportunidades de lo que sea relacionado con lo que te gusta, también es importante disfrutarlas. En mi caso, ya digo, fueron viniendo poco a poco. Primero con pequeños papeles de televisión; luego llegó el momento de Caiga Quien Caiga, que me dio la oportunidad de ser conocido y de que me llamaran para otros proyectos».


B DE BAJÓN

«Puesto que todo lo que sube, baja, es lógico pensar que después de cada subidón viene el bajón. Es lo que tienen las bacanales de misticismo. Generalmente, pasaba unas semanas de cierta calma extraña, como con tensión, porque yo echaba de menos esas sensaciones maníacas y porque lo que me ofrecía la realidad no me gustaba […] Luego empezaba una lenta caída. Primero comenzaba a faltarme la alegría, que es algo que está como inserto en mi ADN, y se me nota enseguida. La falta de alegría me llevaba enseguida a sentir tristeza. Y desde la tristeza acudían los malos pensamientos: que si no sirvo para nada, que si los problemas económicos, que si el Amoro, que si los amigos, que si todo el mundo me va a abandonar porque estar conmigo ya no es divertido…»


C DE CAIGA QUIEN CAIGA

«Formé parte del programa durante los siete años en los que emitieron aquella primera versión, la buena (hey, ¡haciendo amigos!), y tengo tantos recuerdos maravillosos de todo lo que fue que, por mucho que los resumiese, se nos iría completamente el foco del libro […] Tuve la oportunidad de codearme con todo tipo de personalidades (Madonna, Tom Jones, Laura Pausini, Álvarez-Cascos...), viajé bastante (Londres, Nueva York, Berlín, Los Ángeles, Roma, Alcorcón, Getafe Norte...). Una vez hasta le regalé una rama de olivo a Yasir Arafat».


D DE DEPRESIÓN

«La depresión es una tristeza algo más honda y, sobre todo, más larga: se dilata más en el tiempo. Dura. Se queda ahí, como un lunar al que uno debería echarle un ojo. La depresión es todo mal todo el tiempo, cada día, todos los días del año […] Y ahí es cuando hay que tomar cartas en el asunto. Los regresos de la depresión son terribles. Volver a pasar por toda esa retahíla de sensaciones oscuras, la ansiedad, la angustia... Además, siempre me sucedía algo muy curioso: cuando la depresión reaparecía tenía la sensación de que desde la anterior yo no había estado bien. Que había estado más tiempo deprimido del real».


E DE ESCUCHAR

«Escuchar, escuchar, escuchar, escuchar. Y cuando te canses de escuchar, seguir escuchando. No me refiero a oír. Hay gente que lo oye todo, pero que no escucha nada. Me refiero a escuchar, sin pensar en cuándo te toca decir tu frase, como un mal actor. Escuchar incluso los silencios, incluso las pausas, incluso el gesto con el que alguien se recoloca el flequillo, se abrocha una chaqueta o se atusa la barba. Escuchar al otro, ponerse en lugar del otro. Estar ahí» (De las «cosas que pueden ayudar a la hora de tratar con alguien que te dice que no está bien»).


F DE FAMA

«Lo bueno de ser famoso es que eres famoso […] Yo era muy joven, cobraba un dineral, ligaba por encima de mis posibilidades (o dentro de lo razonable, en la opinión experta de mi madre), así que te puedes imaginar un poco lo que era aquello, toda una vida de sexo, drogas y rock and roll (and ron), literalmente. Luego se acabó el programa y todo aquello desapareció, porque en realidad lo de ser famoso no es una identidad, sino más bien un estado, como el agua».


G DE GANAR (PASTA)

«Caiga Quien Caiga me había hecho ganar una pasta gansa […] Llegué a cobrar cuatro millones de pesetas al mes: echa cálculos. No está mal para un chavalito de veinticuatro años. Mi vida cambió de una manera impresionante, aunque yo tenía claro que quería seguir llevando la misma existencia sencilla de siempre, con los amigos de siempre, los planes de siempre y las gilipolleces de siempre. No quería volverme más gilipollas de lo que ya era. Además, mi familia no me lo habría permitido».


H DE HOMOSEXUALIDAD

«Yo ya sabía que me gustaban los chicos. De hecho, estaba enamorado de mi mejor amigo. Pero aquellos pensamientos tampoco ocupaban demasiado espacio en mi mente, los podía dejar apartados en un rincón secreto oculto bajo una pila de pensamientos absurdos dentro de mi cabecita. Mi vida consistía en pasar desapercibido, protestar poco, no crear problemas y hacer lo que me decían mientras que me dejaran en paz: ya digo, era el menor de cuatro hermanos y había que sobrevivir».


I DE IMPORTANCIA

«No hay que quitarle importancia a lo que se te cuenta. Lo que para ti es una tontería, a lo mejor para el otro es un mundo. Una persona que está deprimida ve el mundo a través de unos cristales muy oscuros. No lo ve igual que alguien que no lo está» (De las «cosas que pueden ayudar a la hora de tratar con alguien que te dice que no está bien»).


J DE JUZGAR (Y DE NO JUZGAR)

«No juzgar. La libertad de expresión está genial para que puedas soltar lo que quieras sobre cualquier cosa, pero recuerda que también tienes derecho a no tener que andar opinando de todo y en cualquier circunstancia» (De las «cosas que pueden ayudar a la hora de tratar con alguien que te dice que no está bien»).


K DE KILO

«Junto a mi recuperación, de mi paso por aquella institución psiquiátrica saqué algunos kilos de más y tres amigos: Camino, Jaime y Carlos. También sentía que, de alguna manera, todos los loquitos del mundo teníamos una conexión especial, cierto tipo de hermanamiento, porque compartíamos la habilidad de ver el mundo de una manera diferente. Así que no pude menos que crear un grupo de WhatsApp: Los atípicos».


L DE LUCHAR

«En cierto modo, encaramado en la barandilla, veía en el rostro del Amoro el reflejo de todo mi sufrimiento y mi dolor. Y no pude soportar hacerle algo así [suicidarme]. Ese fue el motivo exacto por el que elegí no saltar. Por puro amor. Bajé con cuidado de la barandilla. Estaba muerto de miedo. Decidí que, desde ese momento, resistiría lo que fuera. Decidí seguir luchando. Luchar mejor y siempre».


M DE MEDICACIÓN

«Hay mucho estigma también en esto de la medicación para las cosas mentales. No tenemos problemas para tomarnos una pastilla para el dolor de cabeza, para pincharnos insulina o para que no se pare el corazón. Ahí lo tenemos todos muy claro. Pero cuando nos recetan pastillas para la mente nos revolvemos y, en muchos casos, nosotros mismos intentamos bajar la dosis porque creemos que ya estamos mejor, y eso es un error muy grave. Los problemas mentales vienen por desequilibrios en el cerebro, pura química, y química es lo que son las pastillas que te recetan los psiquiatras».


N DE NEGACIÓN

«Quizá el momento más duro para un paciente es el momento en el que recibe el diagnóstico. Suelen entrar en un periodo de abatimiento e incluso de negación. A veces llegan a abandonar el seguimiento médico. Se resisten a aceptar que ellos sufren dicha enfermedad. Consideran que no van a poder llevar a cabo sus proyectos a nivel personal o laboral. Piensan que el médico se equivoca, que queremos medicarles, restringir sus libertades» (Testimonio de Sara, psiquiatra de Javi Martín).


O DE OSCURIDAD

«La depresión, que me llevó en volandas hacia una noche muy oscura y, desde esa oscuridad, al deseo de escapar saltando al vacío desde mi terraza, también me ha permitido encontrar motivos sólidos para no hacerlo. Armarme de motivos. Descubrir nuevos sabores y colores de la vida, como las diferentes tonalidades de los verdes, de los azules. Disfrutar con más intensidad de las cosas que me gusta disfrutar intensamente».


P DE PSIQUIÁTRICO

«Amanecí en un hospital psiquiátrico el 30 de diciembre del año 2011. Justo es decir que a mí aquello no me parecía un psiquiátrico. Para mí solo era un lugar. El lugar en el que estaba […] Pasé unos días bastante tranquilos en un espacio lleno de dignidad, respeto, profesionalidad y, sobre todo, humanidad. Estuvo bien».


Q DE QUERERSE

«Mi infancia son recuerdos del poblado de Marconi, un municipio muy pequeño donde nos conocíamos todos y donde puede que germinara algún limonero. Había un patio muy grande en nuestra casa, eso sí que lo recuerdo. Muy grande con respecto a mi tamaño, pienso ahora. El caso es que allí era donde jugaba con mis hermanos, donde gritábamos, donde nos peleábamos y donde nos queríamos, a nuestra manera. Cada familia tiene una manera muy suya de quererse. La nuestra también.

Resumiendo: mi infancia fue bastante feliz».


R DE RISA

«Con Carlos (otro bipolar) grabamos algunos vídeos de risa (se supone) que queríamos colgar en YouTube. Eran terribles. El Amoro, con buen ojo y extremada delicadeza, me advirtió de que lo que estábamos haciendo no tenía “ni puta gracia” (cito textualmente) y que me podía cargar mi carrera. Ahí, la verdad, entré en razón y le pedí a Carlos que los borrara».


S DE SUICIDIO

«Soy una de las miles de personas que no salen en las estadísticas. Cuando estuve a punto de lanzarme desde aquella terraza, nadie se enteró. Nadie tomó nota. En 2020, que es el último año del que tenemos estadísticas, 3.941 personas se quitaron la vida. Una media de once personas por día. Una cifra atroz de la que nadie informa. Se suicida una persona cada dos horas y cuarto, y doscientas personas lo intentan cada día».


T DE TRASTORNO

«Yo siempre tenía en la cabeza el objetivo de tomar cada vez menos medicación. Aún no había asimilado el trastorno que padecía y no había asumido que, en principio, esto sería así el resto de mi vida. Y digo “en principio” porque ya se sabe que la ciencia avanza a pasos agigantados y nunca se sabe si algo crónico será curable el día de mañana. Pero, de momento, toca joderse y reconocer que me duraría muchos años».


U DE UNIÓN

«Si en el primer psiquiátrico no conecté con nadie en especial, en este sí que tuve relaciones de otro tipo. Quizá por cómo era el lugar, o por cómo estaba yo, o porque la situación propiciaba conversaciones más íntimas entre los pacientes. Todos nos sentíamos unidos por algo, todos teníamos en común que nuestra mente nos estaba jugando una mala pasada. Estábamos juntos en esto de estar locos y, claro, eso siempre une mucho».


V DE VIOLENCIA

«Llamaron a la puerta y aparecieron los sanitarios y dos o cuatro policías. La casa se llenó de uniformes. Tu esencia no había cambiado: educado, simpático, compasivo, sonriente. Era raro hablar con extraños de ti como si no estuvieras presente. “Pero si es muy agradable”, dijo una sanitaria. Claro, Javi es encantador. “Y no está violento”, decía otro. No, no es violento, pero no se toma las pastillas y no baja el pistón» (Testimonio de la hermana de Javi Martín).


W DE WHITNEY HOUSTON

«Hubo un día que estaba en el salón de mi casa escuchando a Whitney Houston. Hasta aquí, todo normal. Era por la tarde y sonaba I Look to You, que es mi canción favorita. Mi canción favorita de mi cantante favorita. Aquel momento era muy favorito […] La estaba escuchando, bailándola sutilmente con mis ojos cerrados, disfrutándola, cuando tuve la sensación de que alguien más estaba en el salón. Sentía una presencia. La sentía completamente. Así que abrí los ojos y, efectivamente, no había nadie. Los cerraba y volvía a sentir esa presencia, cada vez de un modo más intenso».


Y DE YO

«Siempre que estaba elevado, yo seguía con mi sana costumbre de comunicarme mentalmente con seres que vivían más allá de la realidad sensible: maestros ascendidos, arcángeles, mi yo superior…, todos esos entes que andan por ahí. Solían darme buenos consejos y me decían que todo lo que estaba pasando y había pasado formaba parte de un plan cósmico para que yo avanzara en mi camino hacia la luz».


Z DE ZAPATOS

«En mi casa solo mi gente era bienvenida, porque, claro, era mi casa, oiga, suélteme el brazo, señor…, e hice un hechizo en el umbral de la puerta para que quien lo cruzara se dejara fuera sus malos rollos. Otros te piden que te quites los zapatos.

La verdad, no sé qué es peor».


Sobre el autor

Javi Martín se hizo popular en la década de los noventa presentando el programa de televisión Caiga Quien Caiga junto a El Gran Wyoming. Actualmente se dedica al mundo de la interpretación y pertenece a la compañía TeatroLAB, con la que ha trabajado en numerosos espectáculos, como Gross Indecency, Our Town o Ding–Dong. También ha trabajado en obras como Mi primera vez, ARTE o Burundanga. Es director de la compañía Arriba el Telón, formada exclusivamente por personas con trastornos mentales graves, en la asociación La Barandilla, e imparte charlas sobre salud mental para la fundación Adecco. Está diagnosticado con trastorno bipolar. Este es su primer libro.


 

Comentarios

Entradas populares de este blog

EL BARRACÓN DE LAS MUJERES, una novela de Fermina Cañaveras que saca a la luz la historia de las mujeres españolas obligadas a prostituirse en los campos de concentración nazis

BAJO LA LUZ DEL ECLIPSE, una novela conmovedora de Mercedes de Vega sobre dos jóvenes unidos por el dolor y la esperanza

Sara Barquinero retrata magistralmente en LOS ESCORPIONES las angustias, anhelos y obsesiones de una generación