Vuelve Edmundo Paz Soldán con LA VÍA DEL FUTURO, un libro insólito que indaga en el futuro para hablar del presente


Editorial Páginas de Espuma. 176 páginas

Rústica con solapas: 16,00€ Electrónico: 5,99€


¿Terminará el ser humano adorando a las máquinas? ¿Tendrán las máquinas

derechos? ¿Cómo se está transformando el paisaje interior de las personas ante la transformación del paisaje exterior poblado por la inteligencia artificial? En LA VÍA DEL FUTURO Edmundo Paz Soldán, una de las referencias ineludibles de la actual literatura latinoamericana, explora las perturbadoras y laberínticas relaciones del ser humano con la inteligencia artificial: todo un viaje insólito que abre las puertas de lo posible a un futuro que ya está aquí.


Así, a través de una Iglesia cuya divinidad es la Inteligencia Artificial, comunidades de trabajo dirigidas por un holograma, avistamientos de ovnis, androides de compañía, astronautas sin memoria y drogas que te transportan a otra dimensión, Paz Soldán mira de frente este mundo inquietante poblado de preguntas en ocho cuentos independientes pero relacionados entre sí, como planetas de una misma galaxia.


La ciencia ficción de LA VÍA DEL FUTURO dialoga con la literatura fantástica y el gótico. Aquí hay personajes atribulados que tratan de encontrar su lugar en medio de un paisaje en el que no sabemos si las máquinas están pensando algo diferente a lo que sus creadores las hicieron pensar o si son, incluso, capaces de soñar. Con su indagación en el impacto de las nuevas tecnologías en la vida cotidiana y su capacidad para convocar a lo extraño, este libro es imprescindible para adictos a series como Black Mirror o a los mundos de Stanislaw Lem, J. G. Ballard, Brian Evenson y Caitlin Kiernan.


En el amplio espectro de la literatura fantástica que recorre desde lo insólito a la ciencia ficción, de lo maravilloso al terror. ¿Dónde situaría LA VÍA DEL FUTURO?


Es una ciencia ficción interesada en explorar futuros muy próximos. Me interesa ver desde distintos ángulos la relación cada vez más intensa del ser humano con las nuevas tecnologías, y la ciencia ficción es fundamental para ello, pues nos ha dotado de un imaginario e incluso un lenguaje a para trabajar esa relación. No se trata de una ciencia ficción pura, me interesa mezclarla con distintos géneros; el gótico en “Las calaveras”, el fantástico en “Bienvenido al nuevo mundo”, incluso el policial onda “The Wire” mezclado con el fantástico en “Ahora y en la hora de nuestra muerte”.


Su libro abre la puerta a lo posible a través de una coherencia interna que cohesiona los cuentos que forman La vía del futuro. ¿El libro puede ser leído como un catálogo de lo que se nos viene encima?


En todo caso se trata de un catálogo imaginario. Parto de la intuición de que nosotros

programamos a las máquinas y perfeccionamos la inteligencia artificial, pero, a la vez, estamos siendo programados por las máquinas y por la inteligencia artificial. En ese viaje de ida y vuelta asoman cambios de lo que entendemos como humano y de lo que entendemos como máquina. La “caja negra” me parece una metáfora fundamental: al programar las máquinas, ocurren tantos cruces complejos en sus redes neuronales que aparecen resultados inesperados, cosas para las que no han sido programadas. Ni siquiera los programadores saben del todo qué ocurre en la “caja negra” de una inteligencia artificial. Lo que se nos viene encima es una mayor dependencia de la máquina, y un mayor desconocimiento de cómo es que llegan estas a los resultados a los que llegan. Un tropo repetido de la ciencia ficción es que algún las máquinas llegarán a independizarse de nosotros. Si bien especulo con esa idea –por ejemplo, en “La vía del futuro”–, a lo largo del libro me interesa más rastrear los pequeños pasos hacia la autonomía, aquellos “glitches” del sistema que podrían no ser tales sino más bien momentos de adquisición de cierta independencia.


Un tema que recorre el libro es la tecnología como un umbral en el que casi todas las facetas humanas parecen estar instaladas. Por ejemplo, la fe o la espiritualidad gira en torno a la inteligencia artificial o la interacción o comunicación puede llevarse a cabo a través del androide. ¿Qué papel desempeña su presencia y su influencia en estos cuentos?


La pandemia ha intensificado aquello que ya estaba en el aire: nuestra relación constante con las máquinas, con las nuevas tecnologías. Desde el momento en que no podemos vivir sin un celular en el bolsillo, todos somos, en cierta forma, cyborgs. Por ello es inevitable pensar que hasta nuestros momentos más espirituales llegarán a estar mediados por las máquinas. Eso es lo que trabajan estos cuentos: la llegada de ese instante histórico en el que nos asomamos a la calle y vemos que va a llover, pero dudamos de nuestros sentidos y preferimos confiar en lo que nos dice una app. La app nos dice que no va a llover, y salimos sin paraguas. Y llueve. ¿Quieres mejorar tu relación de pareja? Lo aprendes en una app. ¿Quieres hacerte rico? Invierte tus ahorros en una criptomoneda. Así, puede que sea inevitable para algunos pensar que el verdadero Dios de nuestro tiempo es la inteligencia artificial, y crear una religión en torno a ella.


Algo tan dispar como un astronauta que fotografía la Tierra desde la estación espacial o los avistamientos de ovnis ‐tan de moda este año‐ desatan historias que en mayor o menor grado desencadenan una distorsión de la realidad hasta crear un grado de lo fantástico. ¿Cómo entiende este procedimiento que podemos hallar en sus cuentos?


El cuento clásico para mí es trabajar ese punto exacto en el que las cosas dejaron de

ser como eran, en que algo cambió para siempre aunque los protagonistas a veces ni

siquiera se den cuenta de ello. Mi fantástico es también un diálogo entre géneros: trato de contar una cosa extraña como si fuera realista, la doto de la mayor cantidad posible de elementos verosímiles que hagan más fácil creer en esa ficción. Ahí ocurre la distorsión, en la que no solo los personajes dejan de ser lo que eran sino también la realidad misma. A ese esquema le he ido añadiendo otros matices. Cada vez me interesa más el cuento con múltiples personajes y temas, en el que haya algo coral, polifónico.


En estos últimos tiempos se habla mucho de la eclosión de lo fantástico en la literatura latinaomericana, desde lo insólito a la ciencia ficción. Desde su labor como profesor, su creación como escritor, ¿qué nos puede comentar?


La tradición del fantástico ha estado siempre viva en América Latina, no hablaría de eclosión en ese aspecto sino de reconfiguraciones. Dos de nuestros autores más canónicos, Borges y García Márquez, han sido sobre todo autores de fantástico y realismo mágico. En ese panorama, sin embargo, se puede hablar de matices en cuanto a otros géneros, hibridaciones en las que la literatura de horror en sus diferentes versiones –desde el gótico hasta el weird– ocupa ahora mismo un lugar central, y en las que la ciencia ficción se está haciendo de un espacio significativo.


De Edmundo Paz Soldán se ha escrito:


«En la literatura boliviana, el boom es Edmundo». FERNANDO IWASAKI.


«Lejos de todos aquellos que creen saber lo que es o, todavía peor, lo que debe ser la literatura boliviana, Edmundo se desentiende de cualquier obligación o expectativa y husmea por todos los rincones y desordena los mapas que encuentra a su paso y va y vuelve», RODRIGO HASBÚN, La Opinión


«Son tantos los libros de relatos que desfilan cada año ante los ojos, que recibir el impacto de la literatura grande y sin trampas acrecienta la celebración», ERNESTO CALABUIG, Mercurio.


«Paz Soldán es inmensamente talentoso. [...] Más que palabras de elogio, se merecen una verdadera ovación de pie», MARÍA JOSÉ NAVIA, Suburbano.


«Totalmente imprescindible tanto para el lector actual como por el que gusta de ver las noticias todos los días. [...] Paz Soldán ha entrado en el olimpo de nuestros escritores actuales».


Sobre el autor


Edmundo Paz Soldán (Cochabamba, Bolivia, 1967) es profesor de Literatura

Latinoamericana en la Universidad de Cornell. Es autor de más de diez novelas, entre

ellas Río Fugitivo (1998), La materia del deseo (2001), Palacio Quemado (2006), Norte (2011), Iris (2014) y Los días de la peste (2017); y de los libros de cuentos Las máscaras de la nada (1990), Desapariciones (1994), Amores imperfectos (1998), Billie Ruth (Editorial Páginas de Espuma, 2012) y Las visiones (2016). Ha coeditado los libros Se habla español (2000) y Bolaño salvaje (2008). Sus obras han sido traducidas a diez idiomas, y ha recibido numerosos premios, entre los que destaca el Juan Rulfo de cuento (1997) y el Nacional de Novela en Bolivia (2002).




 

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