Alimentación Consciente y Mindful Eating despiertan los sentidos para mejorar la dieta y la relación con la comida
- La Alimentación Consciente es una tendencia dentro de la nutrición que incluye la práctica deMindful Eating, relacionada con la técnicas de meditación Mindfulness, cuyo objetivo es que la mente esté concentrada completamente en el presente y en los estímulos que recibe nuestro organismo al comer.
- Entre sus beneficios se encuentran el control del peso y la mejora de la relación con la comida, escogiendo alimentos más sanos en el momento de la compra y en la ingesta, además de aprender a dedicar un tiempo y espacio adecuados para comer de manera equilibrada y sin remordimientos.
- En su campaña de difusión de la alimentación saludable, VI.P (Asociación de Cooperativas Hortofrutícolas de Val Venosta) ha realizado la jornada ‘Alimentación Consciente: Despierta tus sentidos’ dirigida por la comunicadora y nutricionista Elisa Escorihuela, que ha incluido una sesión de Mindful Eating ofrecida por la psicóloga Ksenia Ryzhkova, quien se ha basado en la manzana por sus propiedades nutricionales, así como por la capacidad de sus sabores, aromas y texturas a la hora de despertar los sentidos.
La
vida moderna y los malos hábitos que acompañan a los ritmos
frenéticos actuales han normalizado conductas perniciosas para
la salud, relacionadas con la alimentación, como no dedicar
la atención y el tiempo suficiente al momento de la comida. Son
comunes las escenas de personas que mastican cualquier cosa delante
del ordenador, frente a la televisión o mientras van
a toda prisa, de camino a cualquier parte.
Esta
falta de consciencia sobre lo que estamos comiendo hace que
los menús se repitan, optando por opciones fáciles de
comer, aunque poco saludables. O que, de repente,
descubramos que se ha acabado la bolsa de patatas fritas o el paquete
de galletas que teníamos entre las manos. En parte, puede
deberse a que teníamos un apetito voraz o a que los condimentos de
estos alimentos segregan en nuestro cerebro hormonas que nos generan
un placer del que no queremos desprendernos. Pero también hay otros
condicionantes puramente biológicos, como la mecanización del acto
de ingerir o que la aceleración del proceso impida que
segreguemos y detectemos la leptina, hormona encargada de
mandar al cerebro la sensación de saciedad, que se puede
empezar a producir a los 20 minutos de iniciar la comida.
Las consecuencias
adversas de este tipo de conducta van desde el
aumento de peso, la obesidad, la subida de la tensión arterial y el
colesterol o la diabetes a los trastornos alimentarios. Pero
la corriente nutricional Alimentación Consciente es una manera de
contrarrestar estos efectos nocivos para la salud,que se
inscriben en la tensión cotidiana y que disminuyen nuestra calidad
de vida, no solamente por las enfermedades que acarrean, también
porque hacen desaparecer el placer que otorga el concentrar los cinco
sentidos en lo que se está ingiriendo y disfrutar realmente de la
comida.
ALIMENTACIÓN
CONSCIENTE Y MINDFUL EATING, DISCRIMINAR ENTRE EL HAMBRE EMOCIONAL
DEL HAMBRE FÍSICA
“La
Alimentación Consciente significa centrar nuestra atención completa
y en todo momento en lo que vamos a comer. Se pone en marcha desde el
momento en que elegimos los alimentos, cuando vamos a comprarlos y
cuando los estamos preparando. Y, por supuesto, durante el proceso
mismo de ingerirlos, fijándonos en los efectos que tienen en nuestro
organismo”, explica Elisa Escorihuela, comunicadora y nutricionista
que ha dirigido la jornada realizada que llevó a cabo VI.P
(Asociación de Cooperativas Hortofrutícolas de Val Venosta) en el
espacio Naked Concept.
Esta
corriente nutricional echa mano del Mindful
Eating, técnica derivada del Mindfulness que
en 1979 desarrolló Jon Kabat-Zinn. Y numerosas
investigaciones han arrojado resultados muy positivos sobre su
práctica. Por ejemplo, el estudio Mindful
Eating and Living (MEAL): weight, eating behavior, and psychological
outcomes associated with a mindfulness-based intervention for people
with obesity[1] evidencia una reducción
en el peso, transformaciones
positivas en la conducta alimentaria y una disminución del estrés.
Mientras la investigación publicada en la revista Science
Directy y realizada por Christian
H.Jordanam, WanWanga, LindaDonatonib y Brian P.Meierb[2] ,
demuestra cómo mejora
la experiencia sensorial de comer y
hace decrecer
la ingesta calórica,
especialmente de alimentos poco saludables.
Así
pues, se demuestran beneficios tanto fisiológicos como
psicológicos derivados de esta corriente nutricional. Al
contrario que las llamadas calorías vacías (de gran aporte
calórico, pero pobres en cuanto a nutrientes), una alimentación
consciente, ponderada y natural ayuda a evitar picos de glucosa o
irritabilidad derivados del exceso de excitantes artificiales.
Además, facilita que las conexiones neuronales se mantengan más
estables, gracias a un aporte de vitaminas, minerales, fibras, etc.
rico y equilibrado.
A
la hora de ponerla en práctica, “lo primero es saber diferenciar
entre el hambre emocional y el hambre
física. La emocional aparece de repente, es súper
intensa y nos hace querer algo ya, en ese momento, que
generalmente no es una fruta ni una ensalada, sino un
alimento generalmente bastante calórico, un
caprichito. Sin embargo, el hambre física aparece
gradualmente y puede saciarse con una ensalada o un salmón
a la plancha, mucho mejores a nivel nutricional”, añade
Escorihuela. Es por ello que la Alimentación Consciente
resulta beneficiosa para la población general y, especialmente, para
quienes buscan perder peso o sufren trastornos alimentarios, como
la anorexia y la bulimia, en los que un fuerte componente psicológico
se asocia a la comida.
PASOS
PARA EJERCITAR EL MINDFUL EATING CON UNA MANZANA Y CLAVES DE LA
ALIMENTACIÓN CONSCIENTE
La
psicóloga Ksenia Ryzhkova, formada por la Universidad de
Massachusetts en la técnica de Mindfulness, toma como ejemplo
una Manzana Val Venosta para despertar todos
los sentidos que intervienen en la alimentación, permitiéndonos
percibir realmente los sabores, aromas y texturas que aporta cada
elemento de nuestra dieta.
La
manzana es perfecta para poner en práctica esta técnica de
Mindful Eating porque tiene colores
llamativos, por los que empezar a centrar la atención observando su
superficie con calma, disfrutando con su tacto. Una vez
comenzamos con la ingesta, es una fruta de textura
consistente, que ayuda a despertar el oído: si la comemos en
crudo, su crujido nos permite ser conscientes
de cada bocado, pero también del hecho mismo de
masticarla.
Por
otra parte, los aromas son perceptibles cada
vez que la acercamos a la boca, poniendo en funcionamiento el
olfato. Y estimula el gusto, invitando a descubrir en el
paladar el equilibrio entre el sabor dulce y ácido de esta
fruta. También a encontrar los matices diferentes entre la
pulpa y la piel.
En
un ejercicio de Alimentación Consciente, Ryzhkova estima que
deberían de dedicarse al menos unos 15-20 minutos para
observar y comer con calma una manzana, masticándola de manera
exploratoria, tratando de identificar sabores, olores, texturas…
Pero,
si hablamos de un menú completo, la experta ofrece otras claves
para promover la consciencia durante el momento de la
comida.
Lo
primero es evitar elementos que nos distraigan, como la
televisión, el móvil, la radio o el ordenador. Sentarse
a la mesa es crucial para que nos centremos en qué estamos
haciendo y tomar conciencia de a qué vamos a dedicar los próximos
minutos, abandonando la tendencia al “multitask” que, realmente,
nos impide hacer nada correctamente.
También
es muy importante dejar atrás la costumbre de llevar paquetes y
bolsas al completo o fuentes repletas a la mesa para poner
únicamente la comida que creemos que es adecuada a nuestro apetito.
Además, debemos servirnos y tener a la vista una
ración completa de cada uno de los platos que vayamos a tomar,
si nuestro menú incluye primero, segundo y postre. Esto facilita que
calculemos las cantidades de cada alimento, equilibrándolas y
garantizando una ingesta variada.
En
este sentido, conviene desechar el menaje que nos dificulte
reconocer correctamente las porciones de alimentos que
estamos ingiriendo. Por ejemplo, platos o cuencos
excesivamente grandes u hondos, vasos que no corresponden a
medidas estándar o colores y estampados que camuflan la comida.
Y,
una vez todo esté listo, deberemos dedicar al menos esos 20
minutos necesarios para observar primero, tocar, oler, escuchar,
degustar y, en definitiva, disfrutar de todos los estímulos que
nuestro cuerpo recibe cada vez que lo alimentamos de forma
equilibrada, nutritiva y saludable.
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